Comienza la cumbre europea
Europa ante dos días históricos
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande. | Reuters
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea llegan hoy a Bruselas para atender una maratoniana sesión de reuniones que, como poco, se alargará hasta la tarde del viernes.
Sobre la mesa de debate está no sólo el futuro del euro, sino también la estabilidad inmediata de algunas gigantescas economías como la española y la italiana. Los propios líderes europeos han concedido a esta reunión un tratamiento especial debido a la crítica situación económica que sacude al Viejo Continente y, especialmente, a la unión monetaria.
Los Veintisiete ya han recibido el informe elaborado por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en colaboración con los presidentes de la Comisión Europea, el BCE y el Eurogrupo. Se trata de un texto de siete páginas que resume, sin demasiada concreción, los pasos que debería dar la eurozona para avanzar hacia una mayor integración bancaria, fiscal y económica.
Lo que sigue es un resumen de esta propuesta y la postura inicial con la que llega cada uno de los estados miembros. El éxito o fracaso de esta cumbre dependerá del grado de acuerdo que se alcance y de la definición lo más detallada posible de los pasos que habrá que seguir a partir de ahora.
Se trata sin duda de un programa ambicioso a medio y largo plazo, pero deja a la vista dos errores que pueden disgustar al mercado. Por un lado, no aborda medidas inmediatas de intervención para aliviar la presión sobre la deuda de algunos países como Italia o España. Por otro, no concreta un calendario de actuación, que en el mejor de los casos se prolongará durante años porque algunos cambios implicarán modificaciones en el Tratado de la Unión Europea.
Y a partir de aquí, un breve resumen de lo que opinan de estos los principales países europeos.
Sobre la mesa de debate está no sólo el futuro del euro, sino también la estabilidad inmediata de algunas gigantescas economías como la española y la italiana. Los propios líderes europeos han concedido a esta reunión un tratamiento especial debido a la crítica situación económica que sacude al Viejo Continente y, especialmente, a la unión monetaria.
Los Veintisiete ya han recibido el informe elaborado por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en colaboración con los presidentes de la Comisión Europea, el BCE y el Eurogrupo. Se trata de un texto de siete páginas que resume, sin demasiada concreción, los pasos que debería dar la eurozona para avanzar hacia una mayor integración bancaria, fiscal y económica.
Lo que sigue es un resumen de esta propuesta y la postura inicial con la que llega cada uno de los estados miembros. El éxito o fracaso de esta cumbre dependerá del grado de acuerdo que se alcance y de la definición lo más detallada posible de los pasos que habrá que seguir a partir de ahora.
La propuesta oficial
El 'informe Van Rompuy' propone una "genuina integración económica y monetaria" durante "la próxima década" para completar lo que la eurozona debía haber hecho antes de introducir la moneda común. El texto señala cuatro modalidades de integración.- Unión bancaria. Propone la creación de un supervisor único que controle y pueda intervenir a las entidades financieras de la zona euro. Esta misión podría recaer en el propio Banco Central Europeo (BCE). Además plantea la necesidad de crear un sistema de garantía de depósitos europeo que evitase el riesgo de fugas de capital de un país a otro así como un fondo de liquidación de entidades. Este fondo estaría dotado con aportaciones de los propios bancos y permitiría liquidar una entidad sin necesidad de utilizar dinero público y evitando un riego de contagio entre entidades.
- Unión presupuestaria. La eurozona crearía un 'superministerio' de Finanzas que podría intervenir los presupuestos de un país si incumplen las normas fijadas en el pacto fiscal. También podría prohibir la emisión de deuda por encima de un nivel establecido de común acuerdo salvo si estuviese justificado y contase con la aprobación del resto de socios. A medio plazo propone la creación de instrumentos de solidaridad en las emisiones de deuda, tales como Eurobonos o un Fondo de Amortización para reducir de forma acelerada los 2,3 billones de euros de deuda que actualmente sobrepasan los límites que marca el Pacto de Estabilidad.
- Integración económica. Se trata de favorecer la convergencia de las políticas económicas de los estados miembros y definir una serie de criterios comunes, como podría ser una fiscalidad común sobre determinados ámbitos.
- Integración democrática. Consiste en dar legitimidad democrática a este proceso, que irremediablemente supondrá una pérdida de soberanía para los estados miembros. El texto propone "avanzar hacia un toma de decisiones más integrada que exigirá contar con mecanismos sólidos para una toma de decisiones conjunta que sea legítima y capaz de rendir cuentas".
Se trata sin duda de un programa ambicioso a medio y largo plazo, pero deja a la vista dos errores que pueden disgustar al mercado. Por un lado, no aborda medidas inmediatas de intervención para aliviar la presión sobre la deuda de algunos países como Italia o España. Por otro, no concreta un calendario de actuación, que en el mejor de los casos se prolongará durante años porque algunos cambios implicarán modificaciones en el Tratado de la Unión Europea.
Y a partir de aquí, un breve resumen de lo que opinan de estos los principales países europeos.
- Alemania. La canciller alemana, Angela Merkel, condiciona cualquier instrumento de solidaridad a que antes haya una completa transferencia del control fiscal y presupuestario a la Unión desde los estados miembros. Alemania propone como punto de partida la creación de un 'superministerio' europeo (¿se imaginan quién podría acabar al frente de este organismo?) y un regulador bancario que tenga capacidad de intervención sobre cualquier entidad, al menos las consideradas sistémicas. A partir de ahí, podría ir cediendo terreno en las cuestiones que ella considera secundarias o al menos propias de una segunda fase. Es decir, la creación de un fondo de garantía de depósitos común o algún tipo de mutualización de deuda pero en la que cada país responda en última instancia por sus emisiones. Los eurobonos, es decir, la solidaridad "total" de la deuda, no lo veremos mientras ella viva, como dijo el martes.
- Francia. La segunda mayor economía de la eurozona ha sido tradicionalmente la más reticente a ceder soberanía a la Unión. Ha ocurrido desde que comenzó la construcción europea y esta vez no es una excepción. "Mejor no hablaremos de ceder soberanía, sino de compartirla", dijo hace dos días el ministro de Finanzas, Pierre Moscovici. Al contrario que Alemania, Francia propone comenzar esta nueva etapa del euro por la parte "solidaria", es decir, por la mutualización de deuda y, sobre todo, por políticas comunes de crecimiento. También apuesta, junto con Italia y España por adoptar medidas inmediatas que aseguren la estabilidad de la deuda de países bajo presión que están haciendo los deberes. La gran batalla política durante estos dos días la van a protagonizar Francia y Alemania. Gran parte del éxito -o fracaso- de esta cumbre dependerá de si son o no capaces de llegar a un acuerdo sobre el orden de los pasos a seguir.
- España. España comparte en líneas generales la propuesta de Van Rompuy y está dispuesto a dejar algunas partes de la política económica en manos europeas. Pero pone un especial empeño en que a corto plazo (de manera inmediata) se tomen acciones que ayuden a rebajar el coste de financiación de España porque, como dijo Rajoy el miércoles, con estos niveles de rentabilidad de la deuda pública el país no puede aguantar mucho más tiempo. La propuesta de España es que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), el nuevo fondo de rescate de la eurozona que entrará en vigor próximamente, pueda recapitalizar directamente a los bancos. Así se lograría que el capital inyectado en los bancos no compute como deuda pública y se alivie la presión sobre las finanzas del Estado.
- Italia.Y en este punto enlaza la propuesta española con la italiana. Ambos países llegan a Bruselas con ideas más o menos compartidas. Italia también es partidaria de seguir la hoja de ruta del ‘informe Van Rompuy’ y complacer a Alemania con un control más estricto y centralizado de las cuentas del país, pero exige con tanto o más ahínco que España que se actúe en el corto plazo para evitar el colapso del país. La propuesta de su primer ministro, Mario Monti, es que el Mede pueda comprar deuda directamente de países que están haciendo los ajustes que exige Bruselas sin que ello conlleve más condiciones de política económica. O en su defecto reclama que el BCE retome su programa de compra de bonos soberanos, que tiene paralizado desde hace meses.
- Reino Unido. El gran díscolo de la Unión Europea ya se desligó de la mayoría de países europeos a la hora de firmar el Tratado Fiscal y ahora tiene intención de hacer lo mismo en lo relativo a la Unión Bancaria. Los analistas de Open Europe señalan que el impacto en este país -donde cerca del 30% del PIB depende del sector financiero- de un único supervisor bancario en la eurozona podría ser muy alto, porque introduciría determinadas barreras entre las actividades financieras de la zona euro y el mercado de la libra.
- Resto de países. El resto de países mantienen más o menos una posición común dependiendo de si forman o no parte del euro. Aunque con importantes matices, como se ve por ejemplo en la propuesta de introducir una tasa a las transacciones financieras. La imposibilidad de llegar a un acuerdo a nivel de los Veintisiete y, peor aún, dentro de la propia eurozona, ha llevado a 10 países (España, Francia, Italia y Alemania, entre ellos) a seguir por su cuenta para introducir este impuesto bancario. La República Checa, por ejemplo, se ha desligado de algunas de estas propuestas de mayor supervisión. En teoría no sería un inconveniente porque esta propuesta está más pensada para países de la eurozona. Pero, por otro lado, estados como Suecia, que tampoco pertence al euro, sí podrían estar interesados en sumarse a esta mayor integración. El resultado, sea cual sea, apunta a una Europa a dos velocidades con diferencias cada vez más acusadas. La cuestión es si esa distinción se hace en torno a la moneda única o con un esquema más peligroso como va a ocurrir con el impuesto a la banca.
Qué pasará tras la cumbre
El vicepresidente de la Comisión Europea y titular de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aseguró ayer que Bruselas está trabajando con los estados para introducir "medidas de estabilización a corto plazo" que permitan reducir el coste de la deuda pública. La consecución de estas medidas va a ser decisiva para que el lunes los inversores muestren una mayor confianza en la eurozona. Pero también lo será el hecho de que se alcance un acuerdo sobre los pasos a seguir en la refundación del euro. Esta vez parece que ésta sí va a ser la madre de todas las cumbres.- Paquete de estímulo. Junto a estos temas trascendentales, los países de la UE debatirán -y aprobarán- un paquete de estímulo económico que rondará los 130.000 millones de euros. Aunque en realidad es más un juego de números que un gran pacto por el crecimiento porque de esa cantidad casi todo el dinero ya está disponible en la UE.
- Marco financiero. Por primera vez los jefes de Estado y de Gobierno de la UE debatirán por primera vez el nuevo marco financiero para el periodo 2014-2020, que básicamente consiste en discutir cuánto dinero van a aportar los estados a la UE en los próximos años y a dónde se van a destinar esos fondos. Éste va a ser un debate preliminar en el que, por supuesto, no va a haber acuerdo. Promete ser unos de los temas más interesantes del próximo año si antes los líderes europeos se aseguran de que el proyecto europeo tiene futuro.
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