7.000 millones y mucha hambre
Hoy 31 de octubre de 2011 está previsto que la población mundial alcance los 7.000 millones de personas. Si pusiéramos a todas ellas en fila, daríamos la vuelta al planeta 133 veces. Este vídeo de National Geographic nos ofrece en menos de tres minutos las grandes cifras que nos ayudan a enfocar el debate sobre el crecimiento de la población y sus límites. Impresiona ver el ritmo al que crecemos: en el año 1800 éramos sólo 1.000 millones; tardamos 130 años en llegar 2.000 en 1930; pero sólo 30 más en llegar a los 3.000, lo que hicimos en 1960; luego a los 4.000 en 1974; a los 5.000 en 1987; a los 6.000 en 1999 y a los 7.000 en 2011.
La preocupación surge del hecho de que, hoy por hoy, no estamos en condiciones de alimentar a esos 7.000 millones de personas. Casi 1.000 millones de personas (925) pasan hambre, una cifra que no sólo no se ha reducido en los últimos años sino que ha aumentado en 100 millones como consecuencia del encarecimiento de los alimentos que sufrimos desde 2007.
Las razones por las que un séptimo de la población mundial pasa hambre son objeto de debate. A un extremo están los que consideran que se trata sólo de un problema científico-tecnológico. Con ese diagnóstico en la mano, la conclusión es que debemos investigar qué tecnologías nos ayudarían a producir más y mejor, incluidos fertilizantes más poderosos y modificaciones genéticas en las cosechas. Al otro extremo están los que consideran que el problema no es la cantidad de alimentos que se producen sino la inequidad e ineficiencia en su distribución: globalmente, se tiran a la basura 1.300 millones de toneladas al año (incluso en la India, el 40% de las cosechas se pierden en el proceso de recogida y distribución). Una vez más, la Fundación Gates es objeto de criticas desde el sector agro-ecologista por su apoyo a la investigación en alimentos modificados genéticamente.
Los críticos, entre los que se encuentra Olivier de Schutter, representante especial de la ONU para el derecho a la alimentación, dicen que no es un problema exclusivamente tecnológico ya que con las tecnologías actuales se podría alimentar de sobra a 7.000 e incluso a los 9.000 millones de personas que poblarán la tierra en el 2045. El problema es la inequidad, una inequidad que se genera tanto en la política, puesto que el hambre es recurrente en los Estados autoritarios, frágiles o fallidos, como en unos mercados mal regulados que, bajo incentivos perversos, están encareciendo los alimentos vía la especulación con los precios (según el Parlamento Europeo, la especulación financiera es responsable del 50% del incremento de los precios de los alimentos).
También señalan con el dedo a las consecuencias no intencionadas de la ayuda alimentaria a los países más pobres, que destruye el tejido agrícola y expulsa del mercado a los agricultores más pobres con el consiguiente abandono de tierras precisamente allí donde más se necesita incrementar la producción local.
Como señala un reciente informe sobre Especulación financiera y crisis alimentaria (“Descargar Especulación financiera y crisis alimentaria”), tanto la FAO como la OCDE opinan que las presiones sobre los precios agrícolas son estructurales y que “la época de la comida barata se ha acabado”.
Podemos seguir creciendo, sí, y produciendo alimentos para todos, pero no parece que seamos capaces de hacer que lleguen a todo el mundo, ni de generar las estructuras políticas y de mercado que lo hagan posible. Seamos los que seamos, un séptimo parece estar condenado a pasar hambre si no cambiamos esas estructuras.
Para saber más: http://www.derechoalimentacion.org/webkwderecho/enlaces/enlaces.asp
7.000 millones y mucha hambre >> Café Steiner >> Blogs Internacional EL PAÍS
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