La Argentina y la guerra monetaria
Los riesgos de una inflación descontrolada han sido claramente señalados por el economista Nouriel Roubini
Sábado 30 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
La recuperación económica en los Estados Unidos, así como en Europa y Japón, dista mucho de mostrar la vitalidad que parecía insinuarse un año atrás. El desempleo continúa siendo elevado a pesar de todos los esfuerzos realizados por los gobiernos, con enorme sacrificio fiscal. Parecería que ha sido superado el riesgo de una recaída, pero continúan siendo imprecisos el tiempo y la forma que demandará una recuperación más franca. Los llamados países emergentes en general han superado mejor la crisis, en tanto China y la India siguen liderando las estadísticas de crecimiento.
La intensa utilización de instrumentos fiscales para evitar la profundización de la crisis ha dejado una huella que condiciona las opciones de política económica en los países desarrollados. No es ahora posible insistir en aportes gubernamentales a entidades financieras ni tampoco encarar programas de inversión pública o aumentar el empleo estatal. Antes bien, urge reducir los enormes desequilibrios fiscales para evitar caer en el default de las ya abultadas deudas públicas. En eso están empeñados prácticamente todos los gobiernos europeos y, particularmente, debido a los conflictos políticos provocados, los de Grecia, España, Portugal, Irlanda, Gran Bretaña y Francia. El desafío es doble: deben remontarse no sólo las condiciones negativas de la crisis sino además compensar el impacto recesivo del ajuste fiscal. Ese desafío lleva necesariamente al empleo con fines expansivos de las políticas monetaria y cambiaria, y eso es lo que se está observando actualmente en el mundo.
La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) está llevando adelante una política de expansión monetaria claramente relajada. Ha recurrido a la reducción de la tasa de interés, a la vez que ha incrementado los niveles de emisión mediante la compra de bonos del Tesoro y de títulos hipotecarios. Por su lado, el propio Tesoro de ese país hace lo suyo. Días atrás vendió bonos protegidos contra la inflación (TIPS) a cinco años por 10.000 millones de dólares, con una rentabilidad negativa por primera vez, en una subasta. El objetivo prioritario es la creación de empleo y el impulso a la reactivación. Mientras los precios muestren una acentuada estabilidad, el temor de una mayor inflación no parece ser una cuestión para el presidente de la Fed, Ben Bernanke. Por lo contrario, el propósito implícito, aunque no declarado, es aumentar la tasa de inflación para reducir el costo de la financiación en términos reales. Probablemente, estos objetivos convergen con los del presidente Barak Obama frente al desafío de una elección legislativa.
Para el resto del mundo, la incidencia más notable de esta política es la devaluación del dólar frente a las otras monedas. Esto aumenta la competitividad de los Estados Unidos e impulsa su economía real, pero afecta en sentido inverso a todos aquellos países que no acompañan esa devaluación y ven así revaluarse sus monedas. Esto impacta tanto en la zona del euro como en Japón, que justamente necesitarían impulsar sus exportaciones. Y también alcanza a países emergentes, como nuestros vecinos Brasil y Chile, entre otros. El ministro de Hacienda del Brasil, Guido Mantega, calificó esta situación como una "guerra de monedas".
Los intentos de evitar la revaluación de las propias monedas se enfrentan a la presión del notable flujo de capitales de corto plazo que ingresan buscando salir del dólar para ganar más altos intereses. La introducción de impuestos al ingreso de capitales y otras regulaciones ha sido hasta ahora escasamente efectiva. Muchos países se están perjudicando por esa guerra que, en rigor, debería tener un destinatario principal: China. Sin embargo, este país ha sido hasta ahora extremadamente reluctante a revaluar su moneda, el yuan, y sigue acumulando reservas y un inmenso superávit comercial. La reciente reunión de ministros de Economía del G-20 ha intentado establecer un acuerdo global para impedir una carrera devaluatoria o medidas proteccionistas, que no harían más que multiplicar los daños.
La Argentina ha optado por sostener la cotización del peso frente al dólar en valores nominales apreciablemente fijos, con la meta de una leve devaluación nominal, muy inferior a nuestra tasa de inflación verdadera. Frente al notable ingreso de divisas, esto ha requerido que el Banco Central compre reservas con la contrapartida de una importante emisión monetaria. Esta emisión se suma a la necesaria para cubrir el déficit financiero del Tesoro nacional y es causa de inflación.
Los riesgos de una inflación descontrolada han sido claramente señalados por el prestigioso economista Nouriel Roubini en su reciente visita a nuestro país. Para paliar el efecto inflacionario, el Banco Central ha tenido que absorber pesos del sistema, colocando e incrementando el stock de letras remuneradas. Finalmente, sin lograr neutralizar el efecto inflacionario ni tampoco evitar la revaluación real del peso, el Banco Central debe ahora enfrentar un significativo gasto cuasifiscal. La guerra de monedas, así como la situación general del mundo exterior, se filtra en nuestra vida diaria aunque muchas veces se pretenda exponer políticas de autodeterminación y suficiencia que no son más que utopías.
La Argentina y la guerra monetaria - lanacion.com
el dispreciau dice: y el mundo enfrenta una nueva era... Estados Unidos de Norteamérica se está consumiendo a sí mismo... al igual que China (esa que en occidente no se quiere ver ni entender)... al igual que Rusia, que sigue en su proceso de desintegración, apenas disimulado por la actividad nociva de sus mafias... al igual que la Europa dominada por conceptos medievales que no la dejan ver que el concierto que cursa lleva a la mayor de las calamidades... queda el mundo musulmán, la África arrasada, la América Latina corroída y también, de alguna forma, arrasada. El mundo musulmán, desconocido en occidente, desconocido en sus principios y en sus criterios, crece y se va perfilando como un heredero cierto ante tantos desatinos. Se veía ya en los ochenta, se definió en los noventa y hoy es una realidad ignorada en occidente, un lugar donde la sociedad está atropellada por inconsistencias desde los medios y desde la política. La deuda social creada por los mecanismos políticos en occidente es monumental, de una magnitud imposible de ocultar, de un grado de calamidad reprochable hasta el fin de los tiempos. Las monedas en este concierto son lo de menos. Los negocios en este concierto son lo de menos. No tiene importancia el valor del petróleo ni tampoco el del oro... NO, en un mundo donde se sacrifica el valor cultural de las personas por el sólo hecho de intentar salvar economías perimidas y conceptos personalísimos, mucho más perimidos aún. NO, en un mundo donde todo es descartable según las conveniencias de unos pocos oportunistas... NO, en un mundo donde a la gente se le está quitando su cobertura más preciada, la salud pública... NO, en un mundo donde casi no queda trabajo digno ya que aquello que provee alimentos es hoy una mentira más de grandes corporaciones que no ven más allá de sus narices, con gestiones aberrantes y de vergüenza plena. En este mundo donde Estados Unidos de Norteamérica y sus socios pretenden imponer un nuevo Fondo Monetario Internacional, no se quiere entender que le era de los esclavos humanos ha concluído y no regresará... tampoco se quiere entender que no hay más lugar para conflicto "inventado" alguno... tampoco se quiere entender que el mundo humano debe ser rediseñado a efectos de burlar la extinción, un hecho bien tangible que está allí, a la vuelta de la esquina... no tiene importancia el espacio ignoto, tampoco las zanahorias de un mañana inexistente, menos el lavado de dineros de un narcotráfico que ya no guarda otro sentido que no sea el de salvar lo insalvable, empresas y corporaciones que se vienen mintiendo desde hace cincuenta años, a mansalva. Esto no da para más, es inaceptable lo que proponen aquellos países que occidente compra y vende según la pobre visión de medios oportunistas, incapaces de interpretar la realidad que proponen las bambalinas. Los periodistas del mundo amarillista no tienen capacidad para ver la China que no se muestra, el descalabro de la sociedad americana inducido por su propio desgobierno, la desintegración de la sociedad europea que se está viendo avasallada por las incapacidades de una clase política francamente despreciable. Estamos ante una nueva era. ¿Qué será de ella?... no es fácil saberlo, menos intuirlo, sin embargo una cosa es cierta, la humanidad enfrenta su propia extinción de la mano de las negligencias que sustentan el poder. Octubre 30, 2010.-
sábado, 30 de octubre de 2010
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