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- Productores agropecuarios en la orilla de un brazo del delta del río Indo, en el suroeste de Pakistán. Con los años el agua ha ido menguando y el mar ha entrado tierra adentro, malogrando las tierras cultivables. Crédito: Zofeen Ebrahim / IPS
- Generaciones de familias han vivido de la agricultura en el delta del río Indo. Pero a medida que el flujo del río se ha ido reduciendo drásticamente, muchos se ven forzados a dejar sus tierras ahora infértiles y buscar una nueva vida en las ciudades de esta región del suroeste de Pakistán. Crédito: Zofeen Ebrahim / IPS
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El delta del Indo en Pakistán necesita agua para revivir él y su gente
- Gulab Shah lleva muchas noches de insomnio. La preocupación de este agricultor de 45 años y su familia aumenta ante una situación que los arrastra a migrar a la ciudad desde la aldea donde han vivido siempre en el suroeste de Pakistán, por la imparable entrada del agua del mar tierra adentro.
“Eso es todo lo que yo y mis hermanos discutimos día y noche”, dijo a IPS por teléfono desde su aldea, cerca de Kharo Chan, en el distrito de Thatta, en la provincia de Sindh.
Shah y su familia también pasan horas hablando sobre lo que “significará vivir entre extraños, en un lugar extraño; adoptar un estilo de vida desconocido; perder su cultura e identidad”.
De las casi 2.400 hectáreas que heredó el padre de Shah, más de 1.000 han sido tragadas lentamente por el mar en los últimos 70 años.
Y pese a que les queda aún suficiente tierra para vender y poderse instalar en la ciudad, ¡no hay compradores!, exclamó Shah con desaliento.
“Nadie quiere comprar tierras que saben que pronto quedarán sumergidas por el mar”, explicó.
Y si decidiesen quedarse, no habría suficientes jornaleros para trabajar en sus tierras. “Cada año más y más personas, en su mayoría campesinos, se mudan de aquí ya que hay menos trabajo para ellos”, explicó Shah.
Durante millones de años, el río Indo abasteció las marismas, las 17 ensenadas, los kilómetros de pantanos y los manglares, entre los diversos hábitats del delta con forma de abanico, antes de desembocar en el mar Arábigo (o de Omán) y culminar un viaje de 3.180 kilómetros desde las montañas del Himalaya, en el Tibet.
Ahora, este humedal, incluido como un sitio Ramsar por su importancia y valor internacional, está seco y muriendo lentamente.
Las presas colocadas a lo largo del curso del río más largo de Pakistán succionaron sus aguas y le impiden alcanzar el estuario. Además, produjeron una merma del depósito de sedimentos, dando al mar una oportunidad perfecta para penetrar en la tierra.
El cambio climático también ha tenido un impacto en lo sucedido en la desembocadura del Indo. Las lluvias se volvieron impredecibles y los niveles de agua no se incrementaron, al contrario de lo que sucedió con la demanda de agua, tanto para actividades agrícolas como para una población en crecimiento.
El delta se mantendría prospero si obtuviese 430,5 millones de pies cúbicos de manera constante durante los 12 meses del año, o 5.000 pies cúbicos por segundo por día, según lo prometido a través del Acuerdo de distribución de agua provincial de 1991.
Pero esto no sucede. “En su curso, desde las montañas hasta el mar, hay escasez y robos, junto con pérdidas debido a un sistema de distribución obsoleto”, explicó Usman Tanveer, representante principal del gobierno provincial en el distrito de Thatta.
“Requerimos un sistema de gestión del agua bien regulado desde el momento en que el agua abandona las montañas hasta llegar al mar Arábigo”, dijo a IPS.
Señaló que, como un tema especializado, el agua debe estudiarse más científicamente. “En primer lugar, necesitamos una investigación adecuada y expertos para poder planificar las necesidades futuras de agua y esto incluye encontrar soluciones óptimas de conservación, sitios naturales si es necesario construir pequeñas represas (en lugar de fruncir el ceño) siempre que aparezca la palabra presa”, explicó a título de ejemplo.
“Necesitamos tener un marco legal para que los robos sean disuadidos, y lo más importante, un mecanismo integrado para recolectar el acceso de agua de cada usuario”, concluyó Tanveer.
El Centro de Estudios Avanzados en Agua de Estados Unidos-Pakistán (USPCASW, en inglés), de la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Mehran, en el distrito de Jamshoro, también en Sindh, determinó en 2018 en un estudio que utilizó mapas históricos e investigaciones en el terreno, que el delta se extendía en 1833 por 12.900 kilómetros cuadrados, mientras en la actualidad solo lo hace por un millar.
“El impacto humano en el ambiente, el cambio en el flujo natural del río, lo que resulta en una reducción en la deposición de sedimentos, y el ingreso del mar y el cambio climático se tradujeron en la contracción del delta”, dijo Altaf Ali Siyal, quien dirige el Departamento de Gestión Integrada de Recursos Hídricos en USPCASW y fue el autor principal del estudio.
El informe concluyó que el delta de hoy se extiende por solo entre ocho y 10 por ciento de su territorio original.
Muchos que vivían en el delta creían que este comenzaría a morir cuando el hombre frenara al poderoso Indo, y parece que así ha sido. La construcción de la presa de Sukkur (1923 a 1932) por los británicos, y las de Kotri en 1955 y Guddu en 1962, diezmó su vida.
Antes, la provincia de Sindh recibía 6,5 millones de pies cúbicos de agua anuamente, ahora es menos de una décima parte. “Sería mejor si recibiese entre un millón y millón y medio de pies cúbicos porque así podría paulatinamente volver a su grandeza pasada”, dijo Siyal a IPS.
El caso de la tierra de los Shah
“Hasta hace 10 años, alrededor de 170 hectáreas todavía eran cultivables”, dijo Shah. Sin embargo, este año, apenas pudieron cultivar 61 hectáreas. “La escasez aguda de agua, por un lado, y el aumento de la salinidad por el otro, ha hecho que sea imposible labrar toda nuestra tierra”, explicó.
Hasta la década de los años 90, su familia cultivaba la “bananas más dulces” y las mejores verduras en más de 170 hectáreas de tierra y llevaban una vida próspera.
Todo eso acabó ahora.
Hace dos años, debido a la aguda escasez de agua, Shah y sus hermanos decidieron cultivar la hoja de betel verde (Piper betle), en forma de corazón, localmente llamada “paan”, en unas cinco hectáreas, para tratar de ganarle a la escasez de agua de riego.
Soluciones hay
Mientras, el profesor Hassan Abbas, experto en hidrología y recursos hídricos, tiene soluciones a largo y corto plazo para revivir el delta.
“Una de ellas sería rejuvenecer el curso natural del río, haciendo lo mismo que Gran Bretaña, Estados Unidos e incluso Australia, que desmantelan las represas y adoptan el modelo del río de flujo libre”, planteó a IPS.
“Un modelo de flujo libre es aquel en el que el agua, el cieno y otros materiales naturales pueden moverse sin obstáculos. Pero lo más importante es que se mantiene la integridad ecológica de todo el sistema fluvial en su conjunto”, explicó Abbas.
La otra solución, más inmediata, es modificar la forma en que los agricultores riegan. “Necesitamos hacer que la agricultura sea eficiente en el uso del agua sin comprometer su rendimiento. De este modo, el agua ahorrada puede regresar a su curso y regenerar el delta”, explicó.
Tiene un plan piloto en mente en ese sentido, para construir la confianza y la capacidad de los agricultores cuando se trata de una agricultura eficiente en el uso del agua y, al mismo tiempo, detener el suministro de agua en esa área bloqueando un canal del delta.
“Ver así si resulta social y económicamente aceptable para los agricultores y medir los beneficios ambientales” dijo, y agregó: “Si hay un resultado positivo, se pueden cerrar más canales”.
“El Indo tiene 6,5 kilómetros de planicie de inundación en cada una de sus riberas, con arena dulce bajo la cual está el agua mineral más limpia posible. La mayoría de las grandes ciudades están a no más de tres kilómetros del lecho del río. Todo lo que hay que hacer es bombear esa agua desde una profundidad de entre 90 y 120 metros, usando, digamos energía solar, y suministrarla a las ciudades a través de tuberías “, explicó el hidrólogo.
¿Pero qué pasa con la aldea del Shah?
“Está lejos, a unos 200 kilómetros del margen del río”, puntualizó Abbas, antes de plantear que esas comunidades rurales necesitan agua potable con urgencia para poder sobrevivir.
“Se requeriría de una tubería mucho más larga, pero aún sería más barato transportar hasta allí el agua de esa manera”, dijo.
Según este hidrólogo, hay entre 15.000 y 16.000 pies cúbicos de agua disponible en el acuífero fluvial.
“Los pakistaníes necesitamos como máximo 15 o un máximo de 20 pies cúbicos por año (excluyendo el agua para la agricultura) para satisfacer nuestras necesidades. ¡Es una opción mucho más barata, de 2.000 o 3.000 millones de dólares que una represa que cuesta 17.000 millones de dólares!”, sentenció.
T: MF
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