miércoles, 14 de mayo de 2014

LOS TRES CHIFLADOS ▼ ¿Se deben patentar las plantas? | Planeta Futuro | EL PAÍS

¿Se deben patentar las plantas? | Planeta Futuro | EL PAÍS



ANÁLISIS

¿Se deben patentar las plantas?

Tratados internacionales protegen los derechos de descubridores y creadores de vegetales

A los agricultores y comunidades indígenas se les niega cualquier tipo de compensación por su labor de mejoramiento o por sus conocimientos tradicionales







La ayahuasca, una planta del Amazonas, fue patentada en EE UU por Loren Miller en 1984. Suscitó la oposición de las comunidades indígenas.


El open knowledge  (que promueve que el conocimiento sea compartido, abierto) llega al campo de la agricultura y la biología para reclamar un cambio en el sistema de protección de plantas y semillas. El movimientoOpen Source Biology surgió en 2005 en Estados Unidos con el objetivo de llevar el modelo del software de código abierto al ámbito de la biología. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí y qué cambios proponen?.

¿Qué está pasando?

Desde la “Revolución Verde” en 1935 se han protegido con patentes, e incluso tecnologías, todos los avances científicos para la mejora de semillas, fertilizantes y fungicidas.
La fuerza de los lobbies financiados por compañías de países industrializados y las restricciones legales que se han ido desplegando globalmente, han creado una tensión permanente entre quienes cultivan las plantas y las industrias que las procesan.

El caso de la ayahuasca

Uno de los casos más conocidos es el de la ayahuasca, una planta de la región del Amazonas que fue patentada en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos a solicitud de Loren Miller en 1984.
Con la patente se otorgaron derechos exclusivos para plantar y cultivar una planta que tradicionalmente había sido utilizada por los médicos indígenas con fines medicinales. El registro de la patente suscitó una fuerte oposición por parte de las comunidades indígenas, que trataron sin éxito de impugnarla ante los tribunales de los Estados Unidos. Finalmente, la patente caducó en 2003.
Hoy, el Banisteriopsis caapi es un compuesto empleado en medicinas contra la depresión, la ansiedad, el Párkinson y la esquizofrenia.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Ejemplos como el anterior han hecho evolucionar la legislación internacional, pero no siempre en beneficio de agricultores y horticultores. Ciertos tratados internacionales protegen los derechos de descubridores y creadores de variedades vegetales pero niegan a agricultores y comunidades indígenas cualquier tipo de compensación por su labor de mejoramiento o por sus conocimientos tradicionales.
Otros acuerdos sí reconocen la contribución de las comunidades locales e indígenas y han tratado de proteger los derechos de los agricultorespara que puedan conservar, reutilizar, intercambiar y vender semillas. A pesar de ello, estos beneficios quedan sujetos a lo dispuesto en las leyes internas de los estados miembros.
Finalmente, la mayoría de los países han terminado adoptando un sistema parecido al de las patentes que impide a los agricultores conservar y reutilizar semillas, e incluso tener acceso a los recursos fitogenéticos a efectos de investigación y reproducción, en ausencia de autorización del titular.

¿Qué está haciendo Open Source Biology al respecto?

Ante esta situación de bloqueo, han comenzado a surgir iniciativas que apuestan por replicar el modelo de software libre y de código abierto para la investigación de plantas y animales. Lo que proponen es crear un nuevo sistema de licencias abiertas similares a las del software de código abierto para favorecer la innovación y el libre intercambio de semillas, plantas y recursos fitogenéticos entre agricultores y horticultores sin que se pueda restringir el acceso y su utilización mediante patentes u otros instrumentos de propiedad intelectual.
El pasado 17 de abril, la Open Source Seed Initiative lanzó las primeras semillas de código abierto, un total de 36 variedades de 14 cosechas diferentes. Por su parte, la Fundación BioBricks trabaja en la estandarización de los componentes de la biología sintética y en la actualidad colabora con Standford BIOFAB descifrando el dogma central de la levadura. Otras iniciativas como GRAMENE, la iGEM Foundation, la red MASIPAG y BIOS dan muestras de las dimensiones de un movimiento que promete.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que se deben patentar las plantas?
Texto en colaboración con Abierto al Publico, el blog de Open Knowledge del Banco Interamericano de Desarrollo.
Montserrat Corbella Valea es abogada especializada en derecho internacional económico y actualmente trabaja como consultora en el Sector de Conocimiento y Aprendizaje del Banco Interamericano de Desarrollo.


el dispreciau dice: los tres chiflados traducían la violencia que se estaba gestando en la sociedad americana... hacían reir con actos simples, pero detrás de la risa o de la humorada, escondían la agresión que terminaría caracterizando a una sociedad atrapada en falsas visiones de la realidad... la necesidad de competir para denigrar al perdedor y enaltecer al triunfador, sin reparar que los roles se intercambian, siempre... se gestó luego la ciencia por el comercio... comprar y vender conocimientos, tomando ventaja de los desprevenidos que no andan pensando cómo hacer para destrozar al prójimo, creando entonces una ciencia de conveniencias, una ciencia de patentes y propiedades intelectuales tan falsas como sus razones y argumentos oportunistas... una ciencia carente de fundamentos filosóficos... una ciencia amparada en ninguna ética humana... y entonces, todo fue pasible de ser propiedad intelectual de pocos... y entonces los estudios clínicos se cotizaron en bolsas... y entonces se trampeó la razón fundamental del hecho humano, justificándose en el negocio, en el dólar hasta el n infinito de ellos, en el euro hasta el n infinito de ellos, y la consecuencia es simple... pocos humanos se curan de verdad... y la mayoría de la humanidad permanece enferma eternamente a efectos de alimentar los intereses de unos pocos que se han erigido como "intérpretes" de los designios del Señor, convirtiéndolos en intereses y conveniencias...

se patentan marcas... se patentan enfermedades disfrazadas de medicamentos... se patentan plantas... se patentan elementos naturales que ningún hombre creó... se patentan atropellos y discriminaciones, tanto como se patentan intolerancias e hipotecas... renovando los argumentos de una antigua serie de televisión en blanco y negro, que traducía intenciones crecientes de una sociedad en desintegración...

después de todo, dividir ha sido funcional a los intereses de todos los reinos de la Tierra humana... reinos que hoy no tienen cabida en la historia... porque ningún poder lo tiene, salvo el de Dios como entidad sostenedora de la creación...

no se pueden patentar genes...

no se pueden patentar plantas...

no se pueden patentar células...

no se pueden patentar elementos...

no se pueden patentar esencias...

no se pueden patentar sentidos...

no se pueden patentar éticas...

los títulos de propiedad que se exhiben están viciados de nulidad ante el derecho de la creación de un sólo creador que ni siquiera es humano... asimismo, los títulos de propiedad no pertenecen a ningún ser humano, a ninguna raza, a ninguna estirpe, a ningún linaje, a ningún título ni a ningún honor por motivo alguno... porque la Tierra estaba en su lugar cuando el humano llegó... por ende nadie tiene derecho sobre lo que pertenece temporalmente a todos y cada uno de los que existen, de manera proporcional y proporcionada a sus hechos y contribuciones...

simple, sencillo, no más que eso. MAYO 14, 2014.-

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