martes, 2 de julio de 2013

Y UN DÍA, EL OSCURANTISMO REGRESÓ ► EXCLUSIÓN, DISCRIMINACIÓN, AISLAMIENTO ► Perverso juego para las becas | Sociedad | EL PAÍS

Perverso juego para las becas | Sociedad | EL PAÍS
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Perverso juego para las becas

Se ha querido vender la reducción de las ayudas como fomento de la cultura del esfuerzo

Con el salario más frecuente, de 15.500 al año, el respaldo para estudiar es ahora más necesario


Como es imposible hacer más con menos, el Ministerio de Educación, decidido a aplicar un recorte general de 3.000 millones de euros, ha reducido también el presupuesto dedicado a las becas. Una vez que, en los primeros meses de 2012, conocimos los planes de este Gobierno para cumplir con los objetivos de déficit aun a costa de la educación —entre otras partidas—, a nadie podía sorprender que el dinero dedicado a esta partida también menguara, pues es una decisión consecuente con el espíritu liberal del PP.

Por eso, es difícil de entender la dialéctica utilizada por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y su número dos, Montserrat Gomendio, para intentar convencernos de que exigir una nota más alta para poder optar a una beca era una estrategia para fomentar la cultura del esfuerzo. Es una versión capaz incluso de lograr ingenuos adeptos dispuestos a confiar en las buenas palabras, pero difícil de mantener porque, sencillamente, no se corresponde con la verdad.

En enero, el Ministerio de Educación anunció que no convocará para el próximo curso las becas Séneca, que son algo así como las Erasmus a nivel nacional para fomentar la movilidad de los estudiantes. Son becas que premian fundamentalmente a los alumnos con mejores expedientes. Su desaparición —esperemos que temporal— no produjo ningún escándalo. Si no hay dinero, parece lógico que los buenos estudiantes se conformen con lo que ya tienen.

En el ministerio se alegó entonces que se daría prioridad a las becas generales, pero como se ve, cuatro meses después, se incumple tal promesa y se hace con un argumento falaz porque si lo importante fuera esa idolatrada cultura del esfuerzo nunca se habrían eliminado las becas Séneca. Solo las protestas de ahora por exigir mejores notas para las becas generales y la desautorización de su propio Gobierno, el martes, en el Congreso, por fin el ministro abandonó en parte su argumentación torticera del esfuerzo y confesó las dificultades de “acomodar” de la mejor manera unos “recursos escasos”. ¡Acabáramos! ¿Por qué no se admitió antes? ¿Por qué intentar mantener la ficción en contra de toda lógica?

La educación española ha mejorado ostensiblemente en los últimos años; sobre todo entre la población más joven, pero tiene todavía muchos problemas que solo una inversión sostenida y una mayor eficiencia sería capaz de resolver. El gasto en relación al PIB está por debajo de la media de la OCDE, pero el gasto por alumno (debido a la menor natalidad) está por encima o estaba en 2011, porque los brutales recortes de los dos últimos años van a tener un impacto inmediato en las estadísticas comparadas.

Las becas tienen una primera repercusión evidente en equidad. Permiten estudiar a los que, por falta de recursos económicos, tendrían que abandonar el Bachillerato o renunciar a una carrera a pesar de aprobar sus cursos como los demás. Gracias a las becas, el sistema logra una masa crítica más amplia de personas con estudios, lo que conforma, por tanto, una sociedad más competitiva. El sistema instaurado en España en 1961 era el modelo propio de un país mucho más pobre que solo podía becar a los mejores alumnos. Volver a aquello esgrimiendo un argumento falso es una manera de intentar regresar disimuladamente a aquella pobreza y a aquella menor cultura que redujo nuestras posibilidades competitivas.

El espectáculo político al que asistimos con este asunto es lamentable, porque además de utilizar argumentos falaces se trata de capítulos que requieren cantidades ínfimas de dinero en términos comparativos. El Gobierno central dedica a las becas apenas 1.400 millones de euros anuales. Subir las tasas universitarias —muy bajas con respecto a países de nuestro entorno— exigía mantener y elevar las becas (cuyo gasto es solo un tercio de la media de la OCDE) para evitar injusticias. Se está haciendo, justamente, todo lo contrario mientras se elaboran juegos de palabras que lanzan mensajes perversos. ¿Qué significa eso de que en vez de pagar por el estudio se está pagando para estudiar? El INE acaba de publicar unos datos demoledores: el salario anual más frecuente en España en 2011 fue de 15.500 euros anuales. Es suficientemente explícito sobre la necesidad de aumentar las becas para el estudio o para estudiar. Da lo mismo.


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Campus con problemas de equidad | Sociedad | EL PAÍS

Campus con problemas de equidad

El nuevo sistema de becas impactará en unas universidades donde las clases humildes ya están infrarrepresentadas

La aversión al riesgo puede expulsar a muchos más


La Universidad española tiene aún problemas de equidad. “El 40% de los estudiantes son hijos de aproximadamente solo el 20% de la población: de padres universitarios. Se constata pues que, a pesar del incremento de la población universitaria, en la actualidad no se garantiza un acceso equitativo a la educación superior”, concluye la encuesta Condiciones de vida y participación de los estudiantes universitarios en España 2011. Otro dato: los hijos de trabajadores manuales son el 26% de los estudiantes, pero sus padres son el 48,7% del censo.

Este problema ha sido señalado insistentemente y el nuevo sistema de becas que impulsa el Ministerio de Educación difícilmente ayudará a superarlo, si se escuchan los reparos de los rectores y numerosos expertos al proyecto. La cuestión es si lo empeorará al endurecer los requisitos académicos para obtener una beca (sobre todo, las más cuantiosas) y dividir las cuantías en una parte fija (muy reducida) y otra variable en función de la renta del alumno, las notas y el presupuesto disponible. Y hacerlo, además, en un contexto de crisis y subida del precio de las matrículas.

No se trata solo de los alumnos de rentas bajas que pueden perder la beca y, quizá, abandonar, sino de los que tal vez ni siquiera lo intenten por miedo a perder la ayuda a mitad de camino, por no saber si no llegarán a aprobar la mitad de las materias (obligación de los alumnos desde este curso). “A medida que alguien tiene menos dinero, mayor es la aversión al riesgo”, asegura el profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna José Saturnino Martínez. Todo ello, dentro de un sistema de becas que ya es “débil y limitado”, añade el catedrático de la Universidad de Oviedo Juan Vázquez. “El gasto en ayudas al estudio universitario, que en la media de la OCDE alcanza el 0,3% del PIB, se queda en tan solo el 0,1% en nuestro país”, explica.

En 2008, un estudio de la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid María Gil Izquierdo aseguraba que, entre el grupo de alumnos de rentas más bajas, “el 89% de los estudiantes debería recibir beca y no la recibe”, y en el grupo siguiente de ingresos, el 76%. Gil señalaba como explicaciones la desinformación y “la falta de cumplimiento de criterios académicos”. Porque estos siempre han existido, y lo que hace ahora Educación es endurecerlos.

Aunque finalmente lo hace un poco menos de lo previsto por la fuerte oposición al proyecto. Así, para obtener la gratuidad de la matrícula a la llegada a la universidad, la nota mínima será de 5,5 (en lugar del 6,5). Tampoco serán tan duras como estaba previsto las exigencias de aprobar para mantener esa gratuidad en la carrera (entre el 65% y el 85% de las asignaturas, según el título).

Sí se exigirá ese 6,5 y más aprobados (del 80% al 100%, o entre el 6 y el 6,5 de media, según la carrera) para el resto de becas, las más cuantiosas (suponen más del 70% del gasto en ayudas). Las destinadas a los que deben estudiar lejos de su casa, comprar material o, en el caso de las familias más pobres, compensar que un hijo estudie en lugar de trabajar.

Según un sondeo de Metroscopia hecho para EL PAÍS, casi la mitad de los españoles (44%) se muestra partidario de que la nota de acceso a una beca sea de un 5 frente al 21% que prefiere que sea de un 6,5 y al 31% que se decanta por la vía intermedia del 5,5. “Siguen existiendo limitaciones económicas de acceso a la universidad que se concentran en los grupos sociales más desfavorecidos. Con la crisis, las limitaciones se amplían y pueden explicar la contestación que tiene la propuesta del ministerio”, señala el catedrático de Sociología de la Pablo de Olavide de Sevilla Xavier Coller.

Sin embargo, el ministro José Ignacio Wert rechaza la idea de que los alumnos con menos rentas saquen peores notas. Es cierto, dijo, en las etapas previas, pero las diferencias se van diluyendo hasta casi desaparecer cuando llegan al campus, y aludió a un estudio hecho por el ministerio que lo confirmaba. Este diario solicitó a Educación, sin éxito, ese estudio.

“Existe una brecha importante y estadísticamente significativa en la tasa de abandono tras el primer año de carrera entre los estudiantes ingleses más favorecidos y los más desfavorecidos”, escribían en 2009 los profesores Nattavudh Powdthavee, de la Universidad de York, y Anna Vignoles, de la de Londres. En 2005, la profesora de la Universidad de Pavía Carmen Aina vio algo parecido en Italia: en las familias con menor nivel educativo y más grandes y en los casos de estudiantes que tenían que trabajar, las notas se veían más afectadas. La encuesta de Condiciones de vida de los universitarios de 2011 dice que el 13,1% de los estudiantes españoles trabaja más de 15 horas semanales. Entre estos últimos, con peores resultados, son mayoría los estudiantes de rentas más bajas, explica la profesora de la Universidad de Valencia Inés Soler.
Campus con problemas de equidad | Sociedad | EL PAÍS


Wert: “Es frustrante que los medios den una imagen distorsionada”

Reyes Linera Santander 206
El ministro de Educación asiste entre abucheos a la inauguración de los cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo

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El ministro solo cede en rebajar la nota a las becas menos cuantiosas

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VIDA & ARTES

Invertir en universidad, una apuesta rentable

El Estado desembolsa al año unos 7.000 euros por cada estudiante en la facultad

Con educación superior hay menos paro, se pagan más impuestos y se goza de mejor salud y más ocio


Fuente: INE, Banco de España, AFAT, Alcaide (2011), Ministerio de Educación, Fundación BBVA e Ivie. / EL PAÍS

El paro entre los titulados universitarios se ha duplicado desde que empezó la crisis mientras que se ha cuadruplicado para quienes no tienen estudios superiores. Pero este esfuerzo académico no solo beneficia a los egresados. Estos días se debate sobre lo que cuesta formarles —“La beca no es una limosna”, ha dicho el ministro de Educación, José Ignacio Wert— y poco sobre cómo dicha inversión revierte en la sociedad vía impuestos (suelen tener salarios más altos y, por ello, contribuir más al fisco), por su mayor tasa de emprendimiento o por el ahorro en prestaciones por desempleo.

 Todos los estudios recientes ponen de manifiesto la gran rentabilidad que este gasto público tiene para el país, que desde 2010 ha recortado más de 1.240 millones su presupuesto, lo que supone en torno a un 12,3%, según las estimaciones del Gabinete de Estudios de Comisiones Obreras. El sindicato calcula que este año se invertirán en universidades unos 245 millones de euros menos (21%) que en 2009. Según los rectores, eso les ha llevado a perder 3.000 docentes, el 3% de las plantillas. Y para el año que viene las previsiones no son halagüeñas. El nuevo reglamento de becas dejará sin ayudas a miles de estudiantes y algunas comunidades autónomas han anunciado que volverán a subir las tasas. La media era antes de 750 a 1.000 euros en primera matrícula —según las carreras— y ha subido unos 540 euros este curso que termina, según las comunidades.


Fuente: INE, Banco de España, AFAT, Alcaide (2011), Ministerio de Educación, Fundación BBVA e Ivie. / EL PAÍS

La comisión de expertos encargada de hacer un informe para la reforma de las universidades que emprenderá el ministro Wert, recuerda que la actividad de los campus “se desarrolla en un contexto científico y tecnológico muy débil”. Ellos abogan por una mayor presencia privada. El Estado costea el 80% de las matrículas y el ministerio ha ordenado que se rebaje hasta el 75%. Subir la contribución de los estudiantes no le parece al Consejo la vía mientras sea “muy ineficiente” el sistema de becas, así que abogan por captar fondos filantrópicos.

En plena crisis económica, contar con una ciudadanía con un elevado nivel de educación y formación cualificada resulta clave para salir del bache. “Existen tres salidas laborales —la empleabilidad, el emprendimiento y marcharse fuera— y para las tres es importantísimo tener estudios superiores”, explican José Manuel Pastor y Carlos Peraita, profesores de la Universidad de Valencia e investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

“Los jóvenes egresados tienen una tasa de paro del 24% frente al 54% de los que no tienen estudios de su edad; pero es que, además, se necesita estar formado para poder emprender, y siempre el universitario va a montar algo con más valor para la sociedad que una cafetería; y si emigra tendrá más éxito que los otros. La mitad de quienes intentan buscarse la vida y no tienen estudios se tiene que volver”. Pastor y Peraita no entienden por qué no se cruzan los datos de la Agencia Tributaria y los de las universidades para demostrar de forma fehaciente su contribución económica.

Radiografía de los campus

  • La enseñanza superior consume el 28,2% del gasto total educativo o el 0,38% del PIB de España. La evolución del gasto en I+D en España es negativa desde 2008.
  • Las 50 universidades públicas y las 31 privadas ofrecen 2.541 grados, 3.292 másteres y 1.751 doctorados.
  • La Conferencia de Rectores evaluó en 2008 que el 13% de la oferta de títulos sobraba. No existe movilidad. Entre el 80% y el 90% de los alumnos estudian en su misma comunidad.
  • Tan solo el 4,6% del alumnado es extranjero.
Cuando se invierte en la formación de los estudiantes universitarios el rendimiento que consigue el sector público es del 6,5% en el caso de los diplomados y del 11,2% en el de los licenciados, según su informe Universidad, universitarios y productividad. “La inversión en educación universitaria siempre será rentable, no solo por los beneficios privados monetarios que confiere, sino también, y lo más importante, por unos beneficios privados no monetarios considerables: mayor salud, trabajos menos monótonos, mayor disfrute del ocio, amistades más influyentes, mentalidad más abierta, etcétera”, sostiene el economista Manuel Salas, de la Universidad de Granada.

José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, no duda del retorno económico al finalizar los estudios, pero en su opinión este es privado, y revierte poco en la sociedad. “No es verdad que la Universidad termine con las desigualdades. Hay gente que, aunque fuese gratuita, nunca iría porque no puede permitirse no aportar dinero en casa durante cuatro años. El 42% de los alumnos de la Pompeu Fabra son hijos de universitarios que no necesitan trabajar para llevar dinero a casa”. García Montalvo sostiene que el Estado debería, sobre todo, invertir en la enseñanza primaria, es decir, cuando empieza la formación del niño y no está tan afectada por su origen social. Y, en cambio, gravar más las matrículas universitarias pues tendrán un beneficio salarial gracias a esos años de carrera. El economista cree difícil medir el impacto del retorno a la sociedad. “Si un ingeniero nuclear está poniendo copas seis años después de acabar ¿sumas su salario pero no descuentas los 7.000 euros anuales que se ha gastado el Estado en formarle?”, se pregunta. Incluso considera los campus un freno a los emprendedores. “La Universidad te aplasta, te uniformiza”. Y pone de ejemplo a Bill Gates o Amancio Ortega, “que no son licenciados”.


Los empresarios pagan la formación continua si se trata de titulados

Los titulados cursan a lo largo de su vida laboral más de 3.000 horas de formación continua, tantas como en una licenciatura, a diferencia de quienes tienen estudios básicos. “Las empresas solo están dispuestas a invertir en la cualificación de los licenciados. Y eso repercute a los salarios. Los que no tienen estudios tienen unas nóminas que no solo son más bajas, sino que no mejoran con el tiempo, son lineales”, precisan Pastor y Peraita. Ellos analizan la trayectoria de los universitarios desde que cumplen 35 años, cuando se observa su progresión. “Tienen una gran capacidad de adaptación a otros conocimientos y aunque haya estudiado otra cosa enseguida aprenden”.


“Hay que apoyar el título de FP, el meritocrático”, dicen en la Jaume Bofill

A Ismael Palacín, presidente de la Fundació Jaume Bofill, le gusta poner el énfasis en los titulados en Formación Profesional Superior. “Es la carrera verdaderamente basada en la meritocracia y no depende de tu origen social. El verdadero trampolín social. En números no revierten tanto a la sociedad como la Universidad, pero también empiezan a cotizar a los 18 años, no a los 24 del universitario al que se ha seguido subvencionando los estudios”.

Palacín no habla de la FP en general, sino de módulos muy demandados como las relacionados con la electrónica o las ingenierías. Por ese motivo apuesta por invertir más en estos estudios —los únicos alumnos beneficiados con el sistema nuevo de becas—. “No es un tema polémico, hay consenso político, pero ni hay suficientes plazas ni se consigue que tenga prestigio. En Corea han decidido que todo el mundo tenga educación superior o FP superior. A lo mejor los titulados tardarán en encontrar trabajo o por un tiempo estarán sobrecualificados, pero te garantiza tener una sociedad transdisciplinar, preparada para cualquier cambio en el mundo del conocimiento”.


“Graduarse tiene un retorno económico personal no social”, dice un catedrático

Muchos expertos creen que debería seguirse el modelo estadounidense. Allí, desde el primer día los alumnos saben lo que cuesta su educación, lo que les va a suponer laboralmente y cómo va a revertir en su país. “También deben ser conscientes de que elegir la carrera solo en función de dicha rentabilidad es un grave error, puesto que las posibilidades de éxito profesional dependen, sobre todo, de otras motivaciones”, subraya Juan Francisco Jimeno, del Banco de España, autor con Ángel de la Fuente, del CSIC, del informe La rentabilidad privada y fiscal de la educación en España.

“No sobran universidades, sobran titulaciones. Lo que no puede ser es que cada campus quiera tener todo el temario de titulaciones. Hay que especializarse. ¡De qué valen 60 escuelas de periodismo!, replica García Montalvo. “En la Pompeu hacemos ocho cosas, pero las hacemos muy bien. Y en otras universidades se hace mucho, pero parte rematadamente mal”. El Consejo de Expertos nombrado por el ministerio coincide —en contra del ministro Wert— en que no sobran las 50 universidades sino titulaciones. Por eso aconsejan tener en cuenta el perfil de edad de la población, la oferta y la demanda de trabajo, pero siendo sensibles “a los estudios culturalmente estratégicos”.

Y ello llevaba a plantearse: ¿El retorno cultural, que no económico, debe valorarse también a la hora de ofrecer titulaciones? “Es un dilema más aparente que real. Sin una base de conocimiento, si no se aprende a pensar, se resiente la utilidad laboral de la formación. Y sin utilidad laboral la formación resulta menos fructífera, se resiente el bienestar de la sociedad y se frustran las expectativas de los estudiantes”, reflexiona el economista Lorenzo Serrano. “La Universidad no solo puede formar personal laboral, es una educación superior que no solo interesa a quien va a trabajar”.


Desde 2010 el recorte universitario ha sido al menos de 1.240 millones

“Lo importante es que toda la información esté disponible para los alumnos también en cuanto a salidas laborales, para que los estudiantes sepan qué están eligiendo y la sociedad también sea consciente de qué está financiando”, prosigue Lorenzo. Su estudio pone en duda que sobren egresados. “España tiene menores tasas de entrada en la Universidad de los jóvenes de 18 años que la mayoría de países desarrollados: han mejorado y se sitúan en un 46,1%, pero en muchos países desarrollados superan el 60%”, explica. Y en el caso español el volumen de estudiantes tiene más peso porque las enseñanzas son más largas. Lo que sí observa es que hay muchas titulaciones sin apenas alumnos. El 29% tienen menos de 40 alumnos de nuevo ingreso.

“Lo que hay que tener es una oferta de titulaciones sensata y sobre todo en las universidades sufragadas con dinero público”, argumenta Victoria Vivancos, de la Conferencia de Rectores. “Nosotros, en la Politécnica de Valencia ya hemos hecho una reconversión. Es insostenible tener un grado con solo 20 o 30 alumnos. Hay que ser responsable, y más ahora”.

Lo que todos coinciden en señalar es que las repeticiones lastran el sistema y suponen un coste extra inmenso. Según el documento de la Fundación BBVA, en las universidades públicas los estudiantes dejan de presentarse a casi uno de cada cinco exámenes. De los presentados aprueban tres de cada cuatro.

Formar a un médico cuesta, según los sindicatos del gremio, 200.000 euros. Así que la marcha de estos profesionales resulta dramática para muchos. “Depende mucho de si estamos hablando de un fenómeno transitorio o no”, afirma el economista Ángel de la Fuente. “Si las cosas mejoran y buena parte de esta gente vuelve con la experiencia adicional de haber vivido y trabajado en otros sitios, la cosa podría ser incluso buena. Si no estaríamos ante un problema potencialmente importante de descapitalización. El capital humano es seguramente el componente más importante del stock de capital de un país. Si perdemos a los mejores y a los mejor formados, tendremos un problema serio”.

Velasco, de la Universidad de Granada, comparte esta opinión: “Los esfuerzos considerables realizados en España en los últimos diez años por tener a una población joven muy cualificada de nada habrán servido si estos universitarios acaban trabajando en otros países que se encuentran con una población cualificada y sin haber invertido ni un solo céntimo en su formación”.
Invertir en universidad, una apuesta rentable | Sociedad | EL PAÍS


el dispreciau dice: hay cosas que no se pueden creer, hay otras cosas que no se pueden aceptar, hay muchas cosas que indignan... la mentida Unión Europea está empecinada, de la mano de Bruselas, en volver sumir a los países periféricos de esta falsa sociedad en una nueva era del oscurantismo, social, individual, donde las personas carecerán de derechos... la sociedad humana de esta etapa de la civilización demanda una formación académica sofisticada, pero los estados ausentes y sus socios, las corporaciones quebradas, necesitan excluir cada vez más gentes para que el sistema se sostenga parado, algo cada vez más utópico por el simple ejercicio de la ley de gravedad... claro está, si Newton se despertara en un renovado viaje a la Tierra, huiría despavorido ante tanta estupidez humana con forma de clases políticas. Cabe preguntarse, qué harán los reinos, los virreinos, los principados, las tramposas democracias, y las utópicas repúblicas, cuando las "ignorancias" avancen de la mano del exterminio de la educación pública, de la formación académica fundada en bases filosóficas y éticas hoy cuasi inexistentes... desde luego, los estados están tan ausentes que poco les importan los resultados de sus acciones, para nada en el corto plazo, para nada y mucho menos en el largo plazo... ya que ellos han sido ungidos para depredar y no más que eso. El éxodo de cerebros ya sucedió antes, varias veces, por distintas circunstancias, pero esta vez suena a "medioevo" con nuevos aires... cuanta más miseria haya, mejor estarán los políticos y sus socios los economistas, los banqueros, y otros sátrapas de las conveniencias de pocos. Regresando al ejemplo que supieron sembrar en la Argentina de los años noventa, infamias mediante, sociedades con el FMI, etc., asistimos a la instalación de un modelo a escala... primero asesinaron a una generación de pensadores, excusas subversivas mediante, en la década de los setenta, y a los que no pudieron matar los expulsaron con diversas excusas patrióticas... por caso, Milstein fue uno de los iluminados que aquí no encontraba lugar entre los obsecuentes del poder... nada distinto a la experiencia, triste por cierto, de Salvador Mazza, muchos años antes... luego, ya en los noventa se desmantelaron becas, universidades, sistemas educativos, escuelas, sumiendo a maestros y profesores en temibles indigencias... y Argentina se quedó sin ciencia y sin pensadores, porque los que se sobrepusieron a la barbarie debieron salir de su tierra y de su costumbres, al sólo efecto de sobrevivir... ¿o acaso creen que Cortázar se fue porque aquí se sentía cómodo?... claro, el tiempo pasa, las circunstancias se diluyen, y las cosas se olvidan... lamentablemente ya no está Mafalda para mantenerlas "frescas", sin embargo la realidad es una sola, y hoy, el mismo modelo perverso, está siendo impuesto por y desde las estrategias de Bruselas para una Europa que no atina a entender qué está sucediendo debajo de sus pies... por un lado la espían al mejor estilo de la guerra fría... por el otro la desmantelan... no será que estamos ante la "hora de las corporaciones"?, ...que pretenden imponer el modelo oscurantista porque necesitan reducir población mundial a como sea?... la visión es de calamidades por doquier, pero no hay razones ciertas para semejantes decisiones, y la humanidad pagará un altísimo precio por esta nueva gesta de la barbarie... Ustedes disculpen señores de Bruselas... pero, un ser humano que no se "forma"... termina deformando a por lo menos cuatro generaciones siguientes, y así ha sido... siempre. JULIO 02, 2013.-


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