lunes, 22 de julio de 2013

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El Papa rechaza la cultura de la exclusión | Internacional | EL PAÍS

El Papa rechaza la cultura de la exclusión

Francisco asegura en su primer viaje internacional que un pueblo solo tiene futuro si cuenta con los jóvenes y los ancianos

En el vuelo del Papa 22 JUL 2013 - 17:38 CET2

El papa Francisco saluda a las azafatas de Aitalia antes de emprender viaje hoy desde Roma a Río de Janeiro, donde presidirá la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud Católica / EFE
A las 10.30 de la mañana, de camino de Río de Janeiro, el Papa Francisco aparece en la zona del avión dedicada a los periodistas. A diferencia de sus predecesores, que contestaban unas cuantas preguntas previamente pactadas, Jorge Mario Bergoglio, decide explicar en unos minutos el sentido de su viaje a las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y luego saludar uno a uno, durante una hora, a los de 70 enviados especiales. De pie, sin papeles delante y ni una cita a Dios o la Iglesia, el papa Francisco lanza un fuerte mensaje contra “la cultura del descarte”, que no solo amenaza a los jóvenes “una generación sin trabajo por la crisis mundial”, sino también a los ancianos. “Si los dejamos de lado”, explica el Papa, “como si no tuvieran nada que ofrecernos, pero tienen la sabiduría de la vida, de la historia, de la patria, de la familia. Un pueblo no tiene futuro si va a delante con los dos extremos: con los jóvenes porque tienen la fuerza y con los ancianos porque tienen la sabiduría de la vida”.

Cuando aislamos a los jóvenes hacemos una injusticia. Les quitamos la pertenencia: a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe… No debemos aislarlos de la sociedad
El Airbus 330 de Alitalia, con el código AZ4000 que se destina a los vuelos papales, despega de Roma, cruza el Mediterráneo para sobrevolar Argelia, Mauritania y Senegal antes de alcanzar el Atlántico con destino a Brasil. Francisco, que ha cursado telegramas de saludo a los presidentes de los distintos países que atraviesa, aparece en la cola del avión apenas una hora después del despegue. Es su primer viaje internacional. Antes, solo salió de Roma para encontrar en la isla italiana de Lampedusa a los inmigrantes que cruzan el Mediterráneo entre África y Europa a bordo de barcazas destartaladas. Miles de ellos no lo consiguen. Por eso, el primer gesto de Francisco al llegar a la isla fue lanzar una corona al mar en recuerdo de la muerte invisible de quienes quisieron dejar de serlo jugándose la vida.

También ahora, de camino a Brasil, el Papa quiere atraer la atención de los focos hacia quienes, por jóvenes o por viejos, por culpa de la crisis internacional o por egoísmo de un presente que no mira al futuro ni se acuerda del pasado, se están quedando en la cuneta. “Este primer viaje”, advierte Francisco, “es para encontrar a los jóvenes, pero en el tejido social, no aislados de la vida”. “Cuando aislamos a los jóvenes”, explica el Papa, “hacemos una injusticia. Les quitamos la pertenencia: a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe… No debemos aislarlos de la sociedad. Ellos son el futuro de un pueblo pero no solo ellos. Ellos son el futuro porque tienen la fuerza, son jóvenes, van hacia adelante. Pero en el otro extremo de la vida, los ancianos son también el futuro de un pueblo. Pienso muchas veces que estamos cometiendo una injusticia con los ancianos. Y por eso os digo que voy a Río a encontrar a los jóvenes, pero en su tejido social, principalmente al lado de los ancianos”.


En este vuelo hacia la periferia, que es el destino preferente de su papado, Bergoglio no habla de Dios ni de la Iglesia, sino entre quienes “creyentes o no” sufren en carne propia a gran injusticia de la desigualdad.
Antes de empezar a hablar del sentido de su viaje, el Papa ha bromeado sobre su conocida aversión a las entrevistas y luego dará aún más en el encuentro cercano, atento, con cada uno de los corresponsales. Pero ahora habla poniendo esfuerzo y gravedad en sus palabras, intensidad en una mirada que sale a buscar la complicidad de los demás y, casi siempre regresa con ella. Una buena parte de los que se arremolinan a su alrededor son los llamados vaticanistas, periodistas especializados en la información de la Santa Sede, expertos algunos en desentrañar los discursos del teólogo Joseph Ratzinger. Francisco tiene un estilo distinto. Tan distinto que en este vuelo hacia la periferia, que es el destino preferente de su papado, no habla de Dios ni de la Iglesia, sino entre quienes “creyentes o no” sufren en carne propia a gran injusticia de la desigualdad.

“Leí la pasada semana” dice Jorge Mario Bergoglio, “el porcentaje de jóvenes sin trabajo. Pensad que existe el riesgo de tener una generación sin trabajo. Y del trabajo viene la dignidad de la persona. La dignidad es ganarse el pan. En este momento, los jóvenes sufren especialmente la crisis. Y nos estamos acostumbrando a la cultura del descarte. Con los ancianos se hace demasiado a menudo. Pero también ahora con tantos jóvenes sin trabajo. Debemos eliminar esta costumbre de descartar. No. Debemos ir hacia la cultura de la inclusión, del encuentro. Tenemos que hacer un esfuerzo por llevar a todos a la sociedad. Este es el sentido que yo quiero dar a este encuentro con los jóvenes”.


el dispreciau dice: vaya a saber por qué fue elegido Papa... Francisco es un sacerdote del llano o de la montaña, de los mares o de las playas, hombre primero, sacedote después, sencillo y simple, siempre... en lo personal tengo mis diferencias con los jesuitas, como también las tengo con los franciscanos, con los dominicos, o con los agustinos, así como con las caridades que han vivido a costillas de los pobres, creados para enaltecer una mentida misericordia, por siglos, comportándose igual que lo hicieron los romanos con los cristianos iniciadores, con los judíos, y hasta con los musulmanes, dividiendo según el criterio y la estrategia política de los reinos, de los virreinos, los ducados y todos los demás "ados" que han contribuido a envolver a la Tierra en un "pecado" que se carga sobre los muchos, pero que es patrimonio de muy pocos. Durante más de mil años la Iglesia se separó de sus fieles, castigándolos con culpas inconcebibles, sumiéndolos en "pecados" de conveniencias... hasta saturar a las gentes y producir una huída generalizada ya que cuando el ejemplo no desciende, la inteligencia social se retira y crea sus propios salvaguardas... El mundo de estas horas merece un replanteo profundo, una refundación urgente que termine con los fasos mesías y sus peores mesianismos... el primer culpable es la Iglesia, pero no el único... ya que los estados ausentes y las políticas perversas y los políticos cínicos han hecho el resto, protegidos por el poder corporativo, que se caracteriza más por sus vacíos que por sus "contenidos". Me limitaré a decir que todos, los nombrados y los no nombrados, han contribuido a dar foirma a una deuda monumental de ellos para con la sociedad humana... que tiene un Dios distinto al provisto por cualquiera de las sagradas escrituras, y más distinto aún al contenido en los templos y en las órdenes. Una vez más, no es bueno vivir de los "pobres"... porque el resultado de la tarea se enaltece cuando el "pobre" deja de serlo... cosa que no ha sucedido hasta hoy. La cultura de la exclusión se ha venido exacerbando desde hace siglos, y se ha marcado definitivamente, como estrategia, desde el Siglo pasado hasta hoy... evidentemente no sirve... sus resultados son catastróficos y representan en sí mismos, un delito de lesa humanidad, que no ha sido juzgado como tal como las justicias han dejado de ser tales, para ver sus balanzas invertidas por las mismas razones antedichas. Poco puede hacer el Papa, que puede acudir sólo a su voluntad y a su esfuerzo... la humanidad necesita repensarse a sí misma, partiendo de hombres y mujeres contenidos en sus propias consciencias, algo que aparece como utópico, ya que los valores han sido tirados por la borda del mediatismo corporativo para dar vida a realities que poco y nada tienen que ver con la "vida" y sus funciones. Si los poderes guardaran una pizca de juicio íntimo, deberían reunirse a acordar la necesidad de la perdurabilidad de la raza, cosa que está en tela de juicio a partir de las aberraciones cursadas... y para ello asumir al menos diez decisiones que muevan hacia el cambio necesario que asegure:
- el respeto a los derechos humanos contenidos en los destinos.
- el respeto a los derechos humanos contenidos en los dones.
- el respeto a los derechos humanos contenidos en los talentos.
- el respeto a los derechos humanos contenidos en las gracias.
- por ende, el respeto y la garantía de los estados políticos asegurando a los ciudadanos el disponer de educación, formación, protección a su salud, dignidad laboral y el tener un hogar propio, no hipotecable ni embargable...
Si la humanidad no termina con sus miserias humanas, y con las pobrezas consecuentes, indefectiblemente se extinguirá... con o sin Papa... con o sin gentes comprometidas. JULIO 22, 2013.-

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