“Entre más alto pongan el cerco, más alta será la escalera”
Viaje a Nogales, la tercera ciudad de México por donde más migrantes deporta Estados Unidos
Pablo de Llano Nogales (Sonora) 30 JUN 2013 - 05:53 CET16
Afuera revienta la luz blanca del mediodía en Nogales. Dentro del bar del hotel Fray Marcos, el más reputado de este pueblo grande de frontera, hay una penumbra agradable coloreada por los tonos discotequeros de los focos del techo, verdes y azules. En una mesa alargada un grupo de periodistas comparte un coloquio-desayuno con el alcalde, Ramón Guzmán. El bar tiene unas sillas acolchadas que están tapizadas con un forro de plástico que imita la piel de las víboras.
El alcalde habla de la reforma migratoria de Estados Unidos. Dice que si regularizan a 11 millones de indocumentados, como se prevé, entonces habrá menos sin papeles y no deberían de llegar a Nogales tantos deportados. También dice que a lo mejor la gente se piensa que hay barra libre de papeles y empiezan a llegar más migrantes a intentar “brincar” la frontera.
En cualquier caso, si alguna certeza tiene Ramón Guzmán es que por mucho que el vecino blinde la frontera, por más que doble el número de agentes y que extienda el muro, como también se prevé, el ansia de los migrantes no se va a rebajar. Uno de los comensales, un señor de cintura abudante sentado en una de las sillas con piel de víbora de mentira, resume en una imagen el discurso del alcalde.
–Entre más alto pongan el cerco, más alta será la escalera.
Estamos en el norte de México. En la frontera con Estados Unidos. En el tercer municipio mexicano por el que el vecino deporta a más migrantes: 450 al día, en 2012, unos 5.000 a la semana, más de 20.000 al mes, alrededor de un cuarto de millón al año. Los detienen en Estados Unidos, cargan un camión, llegan a una garita fronteriza y ahí se los dejan, sean mexicanos o no. Todo suyo, señores.
Nogales es un municipio dividido entre dos países, como Berlín durante la Guerra Fría pero con un poco más de calor. El viernes la temperatura en esta zona serrana del desierto de Sonora subió de los 40 grados. Al sur está la Nogales mexicana, una ciudad sube y baja construida sobre colinas y en crecimiento constante, en parte por los migrantes deportados que se quedan a vivir aquí. El ayuntamiento calcula que ya son 320.000 habitantes. Al norte está la Nogales de Arizona, Estados Unidos, que se ve mucho menos habitada a través de los barrotes del muro de acero que recorre los nueve kilómetros fronterizos del municipio.
El muro en Nogales es como una cuchilla que se ondula de cerro en cerro. Parece imposible de saltar para un humano. Pero resulta que es posible si ese humano tiene una especial necesidad de saltarlo.
En una tienda de comestibles que está delante de un tramo de la Muralla China gringa explican cómo lo hacen. “Cómo el hombre araña”, dice la propietaria de la tienda. Un señor que está con ella lo describe con detalle. El muro está formado por barrotes rectangulares que permiten ver el otro lado de la frontera pero que son demasiado estrechos para que se cuele una persona. Él dice que los hombres araña atraviesan los pies en ese hueco, se agarran al filo de los barrotes y van trepando hacia arriba.
Hay otras opciones para pasar. Escondidos en vehículos. Con papeles falsificados. También se puede caminar hasta más allá del municipio de Nogales e intentar entrar por zonas que por ahora no tienen el muro alto, sino cercos más modestos. O directamente poner a escondidas una escalera contra el muro y subir peldaño a peldaño hacia Estados Unidos.
Otro método es buscar éxito bajo tierra. Los dos lados de la ciudad comparten el mismo sistema de drenaje, y cuando no llueve algunos migrantes se meten por las bocas más grandes de la red y rebuscan tubos por los que salir al otro lado. Si una alcantarilla de Arizona se abre sola no es que se esté dando un fenómeno paranormal. Debajo viene un migrante. La voluntad de llegar al paraíso hace que cualquier vía sea válida.
La Biblia de Daniel Enemías Guzmán
En Nogales hay una entidad pública de ayuda a los migrantes que se llama Grupo Beta. Al lado de la oficina hay un camión de la Cruz Roja que atiende a los que llegan heridos o enfermos. El viernes por la mañana andaban deambulando por allí dos hondureños. Melvin Antonio Acosta, 33 años, tres hijos, desaseado y con gafas de sol. Daniel Enemías Guzmán, 27 años, dos hijos, desaseado y con unas zapatillas de deporte a las que le bailaban las suelas.
Los dos eran de Tegucigalpa, según dijeron. Habían salido de allí hace más de un mes y se habían conocido en el camino. Guzmán le llamaba “John Lennon” a su compañero Acosta porque no se quitaba sus gafas de sol. Explicaron que se habían ido de su país por lo inseguro que es, no tanto por buscar un empleo. “Más que todo nos fuimos por la violencia, porque trabajo siempre se encuentra, papá”, dice Acosta, que allá, por lo que comentó, era carpintero. Guzmán dijo que era “piloto” de autobús.
Debajo de sus lentes de estrella de rock, Acosta trae un ojo morado. Según su parte de viaje en tren, los asaltaron en dos ciudades de paso mexicanas, Orizaba y Mazatlán. En esta última Acosta cuenta que le dieron una paliza y que le robaron todo lo que llevaba. Dice que las gafas no se las robaron porque las traía envueltas en un calcetín. Los dos están sonrientes, pero comentan que el viaje no es una broma. “Ah, es duro eso”, dice Melvin Antonio Acosta, “se ve mucha cosa”. Ellos cuentan que vieron cómo el tren “trozó” a una muchacha y que en Palenque, México, a otras dos las mataron a machetazos.
Ahora mismo ellos lo que quieren es que les den algo de comer. Llegaron por la noche. Dicen que no tienen ni una moneda. Un coyote, o un pollero, como se le llama a los guías de las rutas clandestinas, puede costar 1.000 dólares o unos 3.000, según a quién se le pregunte. Ellos dos dicen que van a intentar “colear” a algún grupo, seguir sus pasos de lejos. Lo que más les preocupa es que en el camino los asalten y los maten.
“Dicen que por ahí andan los bajadores [los ladrones]”, comenta Guzmán. “Primeramente Dios que no nos los topemos”. Si los evitan, aún tendrán otros peligros que superar: el principal, hacer decenas de kilómetros bajo el sol sin deshidratarse. Según un informe del Instituto Binacional de Migración, en los últimos 22 años han muerto más de 2.200 migrantes en el desierto de Arizona.
A Guzmán y a Acosta también les han dicho que Estados Unidos va a construir aún más muro. Tony Estrada, sheriff del condado de Santa Cruz, al que pertenece la Nogales estadounidense, comenta por teléfono que en su zona de momento no se han empezado nuevas obras para extender la barrera, y que tampoco han mandado más agentes de la Border Patrol, el grupo de vigilancia fronterizo.
Estrada dice que en los últimos tiempos ha bajado el número de migrantes que intentar entrar por su zona, y que entre ellos cada vez hay menos mexicanos y más centroamericanos. Pero lo que más le ha sorprendido últimamente es que desde principios de junio han aparecido unos 50 migrantes de India tratando de pasar a Estados Unidos desde México, una rareza inédita en sus 45 años de servicio en la frontera.
En cuanto al endurecimiento del muro y de la vigilancia, opina que las rutas clandestinas se harán más caras y más peligrosas para los migrantes, y que probablemente el beneficio para Estados Unidos no sea muy significativo. El sheriff Estrada, de origen mexicano, asume que un país debe tener una frontera segura, pero cree que ninguna barrera frenará la dinamo de desesperados que mueve la pobreza de los países del sur.
A las cinco de la tarde, los dos hondureños seguían en el entorno del centro de apoyo a migrantes. Estaban con dos salvadoreños, apoyados contra la tapia de un cementerio. Se habían bañado y les habían dado ropa nueva. Ahora Guzmán tenía unas zapatillas blancas relucientes y con la suela pegada a la base. A John Lennon le habían dado una camisa caqui de manga corta. No se había quitado sus gafas de sol. Seguían sonriendo. Dijeron que al día siguiente lo iban a intentar. De golpe, Guzmán le hizo una pregunta al reportero.
–¿Usted es cristiano?
–¿Por?
–Por si tenía una Biblia para regalarnos.
Su compañero de viaje dice que él traía una. Al parecer también se la robaron en Mazatlán. A un día de embarcarse en la fase final de su viaje, Melvin Antonio Acosta y Daniel Enemías Guzmán estaban aseados, pero no tenían ni una moneda ni tampoco la palabra de Dios.
el dispreciau dice: el mundo humano suele colocar todo en la misma bolsa... nadie puede negar que Estados Unidos de Norteamérica es un gran país... tampoco, nadie puede negar que en su seno residen contradicciones que afectan al planeta humano en su conjunto... más allá, es sabido que las murallas y los muros suelen constituir fronteras que sólo son útiles en las cabezas de sus mentores... los parias del mundo humano han sido fabricados por miles de años por sistemas políticos perversos, asociados a sistemas económicos cínicos, perversos e hipócritas, ayudados por sistemas eclesiásticos aberrantes, asociados de manera corporativa para una finalidad principal: excluir, aislar, marginar, indigenciar, separar, o como se le quiera llamar. La historia demuestra que a pesar de las muralla china... nadie pudo detener lo que había del otro lado... así como también se demuestra que a pesar del muro de Berlín... nadie pudo detener la equiparación de las aguas (voluntades de las personas)... así como la propia historia se ha encargado de descubrir que la cortina de hierro era una vil mentira política... pues bien, nada distinto sucederá con el muro de las discordias que separa al futuro del pasado inducido, entendiendo por ello que EEUU es un ángulo del futuro, y que México es una tierra obligada a vivir atrapada en conflictos propios del pasado colonial, a los que ahora se agregan la marginación social creciente, y la guerra entre delincuentes que manejan territorios del hampa, para dueños que viven del otro lado de la frontera... curioso. Muy curioso. Seguramente, el muro de las discordias irá creciendo en altura hasta alcanzar los mismos cielos, así como se irá extendiendo por el planeta corriendo por debajo de los mares, intentando parar lo imparable... lo cual enseña cuanto empecinamiento hay de un lado... lo cual indica cuanta soberbia hay de ese mismo lado... lo cual expone cuanto desprecio se oculta detrás de las palabras de los discursos políticos... asimismo, dejando establecido que aún cuando el problema sea colocado entre rejas, en una caja hermética en el fondo de los océanos, o en una cápsula espacial en el lugar más lejano del universo, no por ello dejará de existir, esto es de seguir teniendo la entidad de problema... pero claro, los políticos y las corporaciones suelen no hacer lecturas de la realidad, de allí los divorcios entre las sociedades y los estados, tal está en evidencia en todo el orbe, a partir de las crisis fabricadas para salvar a lois bancos, castigando a los inocentes. La humanidad debe terminar con "fábrica" de pobres. La humanidad debe terminar con la estrategia de fabricar "excluidos". La humanidad debe terminar con el modelo de crisis de escala, de conflictos a escala, para obligar a todos a mirar hacia otro lado, distrayendo las atenciones de los verdaderos focos de los problemas que siguen sin solución. EEUU asumió desde hace mucho el rol de "ordenador" del mundo humano... pero a dicho modelo ordenador se le desordenan ciertos momentos de negligencia a partir de otras inciertas conveniencias internas, lo cual es inadmisible, porque sé es, o no sé es... ya que con simular no sirve... y ya no estamos en los tiempos de la alianza para el progreso, donde se proveían cerbatanas con mira telescópica a pobres separados de sus tiempos. El mundo se ha globalizado, y está demandando roles sociales ciertos, genuinos, que resuelvan los problemas de las gentes... ya que los discursos y las "buenas intenciones" no pasan de ser eso, "discursos", "buenas intenciones"... que no proveen solución alguna a nadie. Tal lo he expresado desde estas mismas líneas, ya no hay espacios para izquierdas ni tampoco para las derechas... del mismo modo no hay espacios para demócratas ni republicanos... esas divisiones pertenecen a un pasado que ya halla lugar en el concierto humano del Siglo XXI, podrán aparecer en los papeles, pero no en las realidades... por ende, es hora que los poderes se concentren en resolver los problemas de las gentes. Estados ausentes, meros recaudadores de impuestos, sin compromiso social alguno, no tienen sentido en estos tiempos... por ende, esta propuesta de fabricar excluidos y luego colocarlos en un campo de concentración rodeado por un muro alto, hasta el infinito, no hace más que agigantar el problema que queda detrás del muro alto, o circunscripto al contorno de las murallas... y como es sabido, cuando las cosas (problemas) se agigantan, terminan haciendo estallar cualquier muro... por ende, aquel problema que se quiso aislar, regresa a ocupar sus espacios, generalizándose. Espantoso, no?. JULIO 01, 2013.-
El alcalde habla de la reforma migratoria de Estados Unidos. Dice que si regularizan a 11 millones de indocumentados, como se prevé, entonces habrá menos sin papeles y no deberían de llegar a Nogales tantos deportados. También dice que a lo mejor la gente se piensa que hay barra libre de papeles y empiezan a llegar más migrantes a intentar “brincar” la frontera.
En cualquier caso, si alguna certeza tiene Ramón Guzmán es que por mucho que el vecino blinde la frontera, por más que doble el número de agentes y que extienda el muro, como también se prevé, el ansia de los migrantes no se va a rebajar. Uno de los comensales, un señor de cintura abudante sentado en una de las sillas con piel de víbora de mentira, resume en una imagen el discurso del alcalde.
–Entre más alto pongan el cerco, más alta será la escalera.
Estamos en el norte de México. En la frontera con Estados Unidos. En el tercer municipio mexicano por el que el vecino deporta a más migrantes: 450 al día, en 2012, unos 5.000 a la semana, más de 20.000 al mes, alrededor de un cuarto de millón al año. Los detienen en Estados Unidos, cargan un camión, llegan a una garita fronteriza y ahí se los dejan, sean mexicanos o no. Todo suyo, señores.
Nogales es un municipio dividido entre dos países, como Berlín durante la Guerra Fría pero con un poco más de calor. El viernes la temperatura en esta zona serrana del desierto de Sonora subió de los 40 grados. Al sur está la Nogales mexicana, una ciudad sube y baja construida sobre colinas y en crecimiento constante, en parte por los migrantes deportados que se quedan a vivir aquí. El ayuntamiento calcula que ya son 320.000 habitantes. Al norte está la Nogales de Arizona, Estados Unidos, que se ve mucho menos habitada a través de los barrotes del muro de acero que recorre los nueve kilómetros fronterizos del municipio.
El muro en Nogales es como una cuchilla que se ondula de cerro en cerro. Parece imposible de saltar para un humano. Pero resulta que es posible si ese humano tiene una especial necesidad de saltarlo.
En una tienda de comestibles que está delante de un tramo de la Muralla China gringa explican cómo lo hacen. “Cómo el hombre araña”, dice la propietaria de la tienda. Un señor que está con ella lo describe con detalle. El muro está formado por barrotes rectangulares que permiten ver el otro lado de la frontera pero que son demasiado estrechos para que se cuele una persona. Él dice que los hombres araña atraviesan los pies en ese hueco, se agarran al filo de los barrotes y van trepando hacia arriba.
Hay otras opciones para pasar. Escondidos en vehículos. Con papeles falsificados. También se puede caminar hasta más allá del municipio de Nogales e intentar entrar por zonas que por ahora no tienen el muro alto, sino cercos más modestos. O directamente poner a escondidas una escalera contra el muro y subir peldaño a peldaño hacia Estados Unidos.
Otro método es buscar éxito bajo tierra. Los dos lados de la ciudad comparten el mismo sistema de drenaje, y cuando no llueve algunos migrantes se meten por las bocas más grandes de la red y rebuscan tubos por los que salir al otro lado. Si una alcantarilla de Arizona se abre sola no es que se esté dando un fenómeno paranormal. Debajo viene un migrante. La voluntad de llegar al paraíso hace que cualquier vía sea válida.
La Biblia de Daniel Enemías Guzmán
En Nogales hay una entidad pública de ayuda a los migrantes que se llama Grupo Beta. Al lado de la oficina hay un camión de la Cruz Roja que atiende a los que llegan heridos o enfermos. El viernes por la mañana andaban deambulando por allí dos hondureños. Melvin Antonio Acosta, 33 años, tres hijos, desaseado y con gafas de sol. Daniel Enemías Guzmán, 27 años, dos hijos, desaseado y con unas zapatillas de deporte a las que le bailaban las suelas.
Los dos eran de Tegucigalpa, según dijeron. Habían salido de allí hace más de un mes y se habían conocido en el camino. Guzmán le llamaba “John Lennon” a su compañero Acosta porque no se quitaba sus gafas de sol. Explicaron que se habían ido de su país por lo inseguro que es, no tanto por buscar un empleo. “Más que todo nos fuimos por la violencia, porque trabajo siempre se encuentra, papá”, dice Acosta, que allá, por lo que comentó, era carpintero. Guzmán dijo que era “piloto” de autobús.
Debajo de sus lentes de estrella de rock, Acosta trae un ojo morado. Según su parte de viaje en tren, los asaltaron en dos ciudades de paso mexicanas, Orizaba y Mazatlán. En esta última Acosta cuenta que le dieron una paliza y que le robaron todo lo que llevaba. Dice que las gafas no se las robaron porque las traía envueltas en un calcetín. Los dos están sonrientes, pero comentan que el viaje no es una broma. “Ah, es duro eso”, dice Melvin Antonio Acosta, “se ve mucha cosa”. Ellos cuentan que vieron cómo el tren “trozó” a una muchacha y que en Palenque, México, a otras dos las mataron a machetazos.
Ahora mismo ellos lo que quieren es que les den algo de comer. Llegaron por la noche. Dicen que no tienen ni una moneda. Un coyote, o un pollero, como se le llama a los guías de las rutas clandestinas, puede costar 1.000 dólares o unos 3.000, según a quién se le pregunte. Ellos dos dicen que van a intentar “colear” a algún grupo, seguir sus pasos de lejos. Lo que más les preocupa es que en el camino los asalten y los maten.
“Dicen que por ahí andan los bajadores [los ladrones]”, comenta Guzmán. “Primeramente Dios que no nos los topemos”. Si los evitan, aún tendrán otros peligros que superar: el principal, hacer decenas de kilómetros bajo el sol sin deshidratarse. Según un informe del Instituto Binacional de Migración, en los últimos 22 años han muerto más de 2.200 migrantes en el desierto de Arizona.
A Guzmán y a Acosta también les han dicho que Estados Unidos va a construir aún más muro. Tony Estrada, sheriff del condado de Santa Cruz, al que pertenece la Nogales estadounidense, comenta por teléfono que en su zona de momento no se han empezado nuevas obras para extender la barrera, y que tampoco han mandado más agentes de la Border Patrol, el grupo de vigilancia fronterizo.
Estrada dice que en los últimos tiempos ha bajado el número de migrantes que intentar entrar por su zona, y que entre ellos cada vez hay menos mexicanos y más centroamericanos. Pero lo que más le ha sorprendido últimamente es que desde principios de junio han aparecido unos 50 migrantes de India tratando de pasar a Estados Unidos desde México, una rareza inédita en sus 45 años de servicio en la frontera.
En cuanto al endurecimiento del muro y de la vigilancia, opina que las rutas clandestinas se harán más caras y más peligrosas para los migrantes, y que probablemente el beneficio para Estados Unidos no sea muy significativo. El sheriff Estrada, de origen mexicano, asume que un país debe tener una frontera segura, pero cree que ninguna barrera frenará la dinamo de desesperados que mueve la pobreza de los países del sur.
A las cinco de la tarde, los dos hondureños seguían en el entorno del centro de apoyo a migrantes. Estaban con dos salvadoreños, apoyados contra la tapia de un cementerio. Se habían bañado y les habían dado ropa nueva. Ahora Guzmán tenía unas zapatillas blancas relucientes y con la suela pegada a la base. A John Lennon le habían dado una camisa caqui de manga corta. No se había quitado sus gafas de sol. Seguían sonriendo. Dijeron que al día siguiente lo iban a intentar. De golpe, Guzmán le hizo una pregunta al reportero.
–¿Usted es cristiano?
–¿Por?
–Por si tenía una Biblia para regalarnos.
Su compañero de viaje dice que él traía una. Al parecer también se la robaron en Mazatlán. A un día de embarcarse en la fase final de su viaje, Melvin Antonio Acosta y Daniel Enemías Guzmán estaban aseados, pero no tenían ni una moneda ni tampoco la palabra de Dios.
el dispreciau dice: el mundo humano suele colocar todo en la misma bolsa... nadie puede negar que Estados Unidos de Norteamérica es un gran país... tampoco, nadie puede negar que en su seno residen contradicciones que afectan al planeta humano en su conjunto... más allá, es sabido que las murallas y los muros suelen constituir fronteras que sólo son útiles en las cabezas de sus mentores... los parias del mundo humano han sido fabricados por miles de años por sistemas políticos perversos, asociados a sistemas económicos cínicos, perversos e hipócritas, ayudados por sistemas eclesiásticos aberrantes, asociados de manera corporativa para una finalidad principal: excluir, aislar, marginar, indigenciar, separar, o como se le quiera llamar. La historia demuestra que a pesar de las muralla china... nadie pudo detener lo que había del otro lado... así como también se demuestra que a pesar del muro de Berlín... nadie pudo detener la equiparación de las aguas (voluntades de las personas)... así como la propia historia se ha encargado de descubrir que la cortina de hierro era una vil mentira política... pues bien, nada distinto sucederá con el muro de las discordias que separa al futuro del pasado inducido, entendiendo por ello que EEUU es un ángulo del futuro, y que México es una tierra obligada a vivir atrapada en conflictos propios del pasado colonial, a los que ahora se agregan la marginación social creciente, y la guerra entre delincuentes que manejan territorios del hampa, para dueños que viven del otro lado de la frontera... curioso. Muy curioso. Seguramente, el muro de las discordias irá creciendo en altura hasta alcanzar los mismos cielos, así como se irá extendiendo por el planeta corriendo por debajo de los mares, intentando parar lo imparable... lo cual enseña cuanto empecinamiento hay de un lado... lo cual indica cuanta soberbia hay de ese mismo lado... lo cual expone cuanto desprecio se oculta detrás de las palabras de los discursos políticos... asimismo, dejando establecido que aún cuando el problema sea colocado entre rejas, en una caja hermética en el fondo de los océanos, o en una cápsula espacial en el lugar más lejano del universo, no por ello dejará de existir, esto es de seguir teniendo la entidad de problema... pero claro, los políticos y las corporaciones suelen no hacer lecturas de la realidad, de allí los divorcios entre las sociedades y los estados, tal está en evidencia en todo el orbe, a partir de las crisis fabricadas para salvar a lois bancos, castigando a los inocentes. La humanidad debe terminar con "fábrica" de pobres. La humanidad debe terminar con la estrategia de fabricar "excluidos". La humanidad debe terminar con el modelo de crisis de escala, de conflictos a escala, para obligar a todos a mirar hacia otro lado, distrayendo las atenciones de los verdaderos focos de los problemas que siguen sin solución. EEUU asumió desde hace mucho el rol de "ordenador" del mundo humano... pero a dicho modelo ordenador se le desordenan ciertos momentos de negligencia a partir de otras inciertas conveniencias internas, lo cual es inadmisible, porque sé es, o no sé es... ya que con simular no sirve... y ya no estamos en los tiempos de la alianza para el progreso, donde se proveían cerbatanas con mira telescópica a pobres separados de sus tiempos. El mundo se ha globalizado, y está demandando roles sociales ciertos, genuinos, que resuelvan los problemas de las gentes... ya que los discursos y las "buenas intenciones" no pasan de ser eso, "discursos", "buenas intenciones"... que no proveen solución alguna a nadie. Tal lo he expresado desde estas mismas líneas, ya no hay espacios para izquierdas ni tampoco para las derechas... del mismo modo no hay espacios para demócratas ni republicanos... esas divisiones pertenecen a un pasado que ya halla lugar en el concierto humano del Siglo XXI, podrán aparecer en los papeles, pero no en las realidades... por ende, es hora que los poderes se concentren en resolver los problemas de las gentes. Estados ausentes, meros recaudadores de impuestos, sin compromiso social alguno, no tienen sentido en estos tiempos... por ende, esta propuesta de fabricar excluidos y luego colocarlos en un campo de concentración rodeado por un muro alto, hasta el infinito, no hace más que agigantar el problema que queda detrás del muro alto, o circunscripto al contorno de las murallas... y como es sabido, cuando las cosas (problemas) se agigantan, terminan haciendo estallar cualquier muro... por ende, aquel problema que se quiso aislar, regresa a ocupar sus espacios, generalizándose. Espantoso, no?. JULIO 01, 2013.-
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