lunes, 24 de junio de 2013

¿TIERRA SÍ?, ¿TIERRA NO? || Actuar o no actuar, esa es la cuestión | Sociedad | EL PAÍS

Actuar o no actuar, esa es la cuestión | Sociedad | EL PAÍS

Vida y Artes

Actuar o no actuar, esa es la cuestión

Los galardonados con los Premios Fronteras se plantean la responsabilidad ante el futuro en temas como el declive de los océanos y el cambio climático



Arriba, de izquierda a derecha: Coleman, Milgrom, Mumford, Pécoul. Abajo: Friedman, Zadeh, Lubchenco, Boulez, Solomon, Daubechies. / Luis Sevillano
Una reunión de 10 creadores en la cumbre de sus respectivas especialidades, con muchos años de experiencia a sus espaldas, para hablar de lo terrestre y lo humano (lo divino no es lo suyo), tiene que ser estimulante. Con motivo de la entrega de los Premios Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA, los galardonados este año (siete científicos, un economista, un músico y un cooperante) comentan su visión de un mundo que han contribuido a cambiar y cómo el nuevo conocimiento, muchas veces desde el escepticismo inicial, se convierte en proyección hacia el futuro que plantea el dilema de cómo actuar y si hacerlo o no.

Curiosamente, los más cañeros resultan ser los de mayor edad, como el padre de la lógica difusa, Lofti Zadeh (91 años) y el músico Pierre Boulez (88 años), que no tienen reparo en admitir que mantienen un espíritu transgresor y una visión radical de las cosas. Hay que resaltar también que tres de los premiados (Jane Lubchenco, Susan Solomon e Ingrid Daubechies) son mujeres, sabias prestigiosas de las matemáticas, la ecología y el cambio climático respectivamente, lo que resulta todavía algo destacable en el panorama mundial de la ciencia. Y muchos de ellos tienen lazos profesionales muy valorados con especialistas españoles.

El estado preocupante de los océanos, el reto que supone el cambio climático para el futuro del planeta y si tiene sentido intentar actuar frente a estos y otros desafíos cuando el futuro no se conoce, aparecen como temas recurrentes en la conversación. Los que trabajan en otras áreas están de acuerdo en que la población necesita un mayor conocimiento y sensibilización para afrontarlos adecuadamente.

De los océanos se ocupa Jane Lubchenko (Denver 1947), una activa ecóloga marina que convirtió su experiencia sobre el terreno en conocimiento y, según el jurado del premio, “ha liderado el diseño de reservas marinas a partir de principios fundamentales en la ciencia ecológica”.

En cambio climático trabaja Susan Solomon (Chicago, 1956), que empezó estudiando el agujero de ozono y después ha conseguido, según el jurado “integrar y establecer las conexiones entre tres variables clave en el cambio climático: la acción humana; una comprensión integral y profunda del comportamiento de los gases atmosféricos y la alteración de los patrones del clima a escala global”.

Un poco más difíciles de explicar son los trabajos de los premiados en Ciencias Básicas, el matemático de origen británico David Mumford (Sussex, 1937) y la física belga Ingrid Daubechies (Houthalen, 1954), esta última actual presidenta de la Unión Matemática Internacional. El trabajo de Daubechies se traduce en una bonita palabra –ondículas-, que tiene amplia aplicación práctica, ya que es una herramienta que permite descomponer un objeto matemático, que puede ser una imagen, en componentes más simples. Esta descomposición hace posible transmitir imágenes con mucha carga de información sin perder calidad. Mumford ha investigado en casi todo. Como dice su nominador, Antonio Campillo, presidente de la Real Sociedad Matemática Española (RSME): “David Mumford representa todas las ciencias matemáticas y a todos los investigadores en matemáticas,
independientemente de su campo de interés en matemáticas puras, aplicadas, computacionales o en otras áreas de la matemática”.

Tampoco es ajeno a la vida cotidiana la obesidad, en cuyos mecanismos han trabajado los premiados en Biomedicina. El químico Douglas Coleman (1931, Ontario) primero y el médico Jeffrey Friedman (Orlando, 1954), continuó su trabajo, revelaron en Estados Unidos “la existencia de los genes involucrados en la regulación del apetito y del peso corporal, un descubrimiento fundamental para entender patologías como la obesidad”. Su descubrimiento de la hormona leptina ha contribuido a desestigmatizar la obesidad.

De Lofti Zadeh, de origen azerbayano (Bakú,1921) y afincado en EE UU, se puede decir que la lógica difusa, que inventó y desarrolló, pasó en unos cuantos años de su mente a los circuitos que regulan los electrodomésticos, por ejemplo. Esta contribución “revolucionaria”, señala el jurado, ha hecho posible que las máquinas trabajen con conceptos imprecisos, como hacen los humanos, y logren resultados más eficientes y adecuados a la realidad. En los últimos 50 años, esta metodología ha generado más de 50.000 patentes sólo en Japón y Estados Unidos.

En cuanto al economista estadounidense Paul Milgrom (Detroit, 1948), ha hecho contribuciones pioneras en casi todo, como las subastas, el diseño del mercado, los contratos e incentivos, la economía industrial, la economía de las organizaciones, las finanzas y la teoría de juegos, según el jurado.

Y en esta lista faltan dos franceses. El músico Pierre Boulez (Montbrison,1925) no solo es un compositor de primer nivel sino también una personalidad comprometida en todos los aspectos de la reflexión y la transmisión de la música, según el jurado. Suyas son las famosas Notations. Y Bernard Pécoul es el director ejecutivo de la organización premiada en la categoría de Cooperación al Desarrollo: Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi). Pecoul procede de Médicos sin Fronteras, una de las siete instituciones públicas y privadas que crearon DNDi hace 10 años, tiempo en el que ha logrado seis nuevos tratamientos adaptando otros anteriormente existentes a las necesidades y condiciones de los países afectados. La malaria, la enfermedad del sueño, la leishmaniasis y la enfermedad de Chagas son algunos de sus objetivos.

Este es un resumen de la larga conversación a 10 bandas que tuvo lugar el pasado jueves en Madrid, moderada por la presentadora británica Juliette Foster.

Se plantea la resistencia a que se enfrentan las contribuciones revolucionarias al avance del conocimiento, los cambios de modelo, también entre los propios colegas de los que las hacen, el escepticismo inicial.

Coleman. Vimos la diferencia entre dos ratones, el normal y el obeso. Me sorprendió que el animal normal no podía sobrevivir porque dejaba de comer por el factor de saciedad que descubrí. Tardé 30 años en probar su existencia, con ayuda de mis colegas, con tecnologías más modernas. Confirmamos la existencia de la leptina y luego de toda una cascada de hormonas que cambiaron la forma de ver la obesidad y la diabetes.

Friedman. Sabíamos que todo se debía a un único gen, y quería identificarlo. Experimentamos hostilidad los dos, había un cierto nivel de resistencia, hasta que la teoría fue probada.

Solomon. Lo que yo presenté y fue una sorpresa era la idea de que se pueden producir reacciones químicas en las capas superficiales de la atmósfera , sobre la Antártida, dando lugar al agujero de ozono. Era un nuevo tipo de química, pero para mi la resistencia en estos casos es muy sana, una forma de búsqueda, aunque existe el peligro de que, si hay demasiado rechazo, frene al investigador. La verdad acaba surgiendo en la ciencia, suele ser bastante rápido. Es un poco como una sinfonía, todo se junta, y esto no ocurriría si no discutiéramos.

Zadeh. Cuando yo avancé mi teoría de la lógica difusa, el enfoque cartesiano predominaba: lo bueno, lo malo, lo verdadero, lo falso, lo blanco, lo negro. En biología, en economía, vemos que hay matices, tonos de gris. La definición oficial de recesión, por ejemplo, es sorprendente que los economistas hagan suya una definición así de algo tan complejo. A mí me da risa.

Milgrom. Los economistas serios tienen en cuenta lo que usted dice, la definición oficial sirve para el debate público, para analizar la situación de desempleo, pero no es el discurso científico. La incertidumbre es importante en las ciencias sociales, en las que no podemos hacer muchos experimentos, pero no se puede reemplazar todo las medidas concretas con enfoques probabilísticos o difusos sea lo mejor para la ciencia.

Zadeh. La tradición cartesiana lleva a este tipo de definiciones que no son realistas. Por ejemplo, la toma de decisiones a largo plazo versus el corto plazo. ¿Quién tiene razón? Para un político puede tener sentido pero si pensamos en las generaciones futuras ¿qué va a pasar?

Mumford. El mundo es incertidumbre. Estamos todo el tiempo tratando con ello, y me planteo si nuestro cerebro piensa en términos de probabilidad o utilizamos otro enfoque. Al final saberlo será una cuestión experimental, a medida que se conozca mejor el funcionamiento de la corteza cerebral.

Dubchenco. Existe tensión entre la visión reduccionista del mundo y la visión más holística actual, en la que el todo es mayor que la suma de las partes, nos da una visión más realista del mundo. Está dominando no solo la ecología sino también otros campos y nos proporciona formas ricas de tratar con la incertidumbre.

Daubechies. Deberíamos poder tomar decisiones de forma que podamos volver atrás, como hace la naturaleza todo el tiempo. Pensaba también en la transición de lo analógico a lo digital, son sistemas completamente diferentes pero se puede retroceder.

Boulez. Los descubrimientos son útiles para la sociedad, pero mi actividad como músico no es útil. La música es importante para la sociedad, produce placer pero no es una necesidad, es una actividad marginal. La educación musical está totalmente descuidada.Si no empezamos con la educación de los niños la música nunca avanzará. La música pop es música fácil, no influye en nada.

Pécoul . El desafío en el campo de las enfermedades olvidadas es hacer llegar los tratamientos que surgen en los laboratorios a los millones de personas afectadas. Necesitamos socios públicos y privados y que piensen a largo plazo.

Este dilema entre el corto y el largo plazo en la toma de decisiones basadas en el conocimiento preocupa a los participantes.

Solomon. Cuando descubrimos el agujero de ozono en 1985 era ya muy grande, mucho más de lo que decían las estimaciones. Cuando hacemos predicciones podemos equivocarnos y existe el riesgo de que las cosas sean mucho peores de lo que creemos. Necesitamos comprender los problemas y tomar medidas para mitigarlos.

Lubchenco. Me gusta la frase: la tiranía del corto plazo, especialmente en temas medioambientales. Hay poca conciencia pública de la magnitud de los desafíos y del hecho de que no se puede dar a un interruptor y volver atrás en los efectos, y que las acciones actuales tienen impacto a largo plazo.

Mumford. Pero el futuro es enormemente difícil de predecir, y hay muchos factores que influyen. La posibilidad de que en 100 años se pueda modificar el genoma humano o colonizar el espacio esta ahí. Tomar decisiones sobre la base de predicciones a largo plazo es complicado.

Daubechies. Es verdad, pero también tenemos la responsabilidad de tomar buenas decisiones basadas en lo que sabemos. No sería bueno no hacer nada solo porque no sabemos lo que va a pasar.

Zadeh. En algunos casos es un tema de supervivencia nacional. Tomemos el caso de Europa, el paro va a aumentar porque cada vez va a haber menos cosas que producir.

Milgrom. Ya, pero hablando de supervivencia nacional, se necesita apoyo público para la ciencia básica, pero no para la innovación. Las tecnologías de la información son un buen ejemplo, no hay gobiernos detrás.


el dispreciau dice: así como la clase política no da para más, las ciencias de las conveniencias y los oportunismos corporativos... tampoco. La Tierra demanda soluciones urgentes, no palabras, no intenciones, no discursos, no diagnósticos de cosas que cualquiera aprecia por sí mismo, sin necesidad que nadie le recite el apocalipsis humano en ciernes. JUNIO 24, 2013.-

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