lunes, 10 de junio de 2013

ALMANAQUES VACÍOS ► [Henciclo] interruptor - Sintomatología menor de Apocalipsis - la columna de H enciclopedia

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interruptor_Sintomatología menor de Apocalipsis

    NUEVO ALMANAQUE DEL VACÍO

Sintomatología menor de Apocalipsis

Gustavo Espinosa


Ante la realidad finalizada, ante el Apocalipsis, o para no abusar de lo truculento ante la nostalgia de la civilización de la que somos oriundos (sentimiento que a veces viene, no se sabe de dónde, y pasa como un olor), solemos tener a mano, a modo de amuleto, de amansa locos verbal, ciertas imágenes o palabras o esquirlas de conceptos prestigiosos. Una de las más elementales fórmulas de consolación que a veces repito es una especie de interjección o suspiro de Lezama Lima: “Todo puede llegar a la grandeza, pero todo es una miseria. Qué le vamos a hacer”. El difunto falangista y premio Nobel Camilo José Cela, en uno de los prólogos a no sé qué edición de su novela La colmena, estampó algo menos lánguido y más pragmático que el apotegma del cubano, como un inciso escogido de un manual de autodestrucción: “…no merece la pena que nos dejemos invadir por la tristeza. Nada tiene arreglo: evidencia que hay que llevar con asco y resignación. Y, como los más elegantes gladiadores del circo romano, con una vaga sonrisa en los labios”.
El mentado acabamiento de los grandes relatos parece incluir también la desactivación de la escatología, tal como la conocíamos. Entonces, cuando se trata de comentar los grandes epílogos, inminentes o ya consumados, nos socorren una vez más Hannah Arendt y su ya banalizada banalidad del mal, o tal como ha ocurrido en estas columnas aquellas líneas de Eliot, según las cuales el fin del mundo no ocurrirá con un estallido, sino con un suspiro.
Es sobre esos fenómenos, relativos a la anodina burocracia de la catástrofe, que escribo hoy, 3 de junio, día en el que Uruguay celebra a San Cono.
Se sabe que la escuela es la institución más representativa de la modernidad, y también  la metonimia más precisa del funcionamiento y el tipo de relaciones que ésta instituye. Su declinación y caída es el naufragio de cierta forma de civilización. Se conoce también que uno entre tantos mecanismos de degradación de la escuela es el vaciamiento de sus contenidos, entendidos éstos, según sostiene Carlos Cullen, como lo que la escuela enseña. Esos asuntos han sido abolidos por una de las penúltimas modas pedagógicas, para ser sustituidos por competencias. La índole cada vez más obsolescente y efímera de los saberes se dice vuelve inútil la transmisión de cualquiera de ellos. Cuando una verdad ha terminado de atravesar el proceso de enseñanza-aprendizaje, es probable que ya haya sobrepasado su fecha de vencimiento. Por lo tanto no se deben enseñar verdades ni conocimientos, sino estimular o potenciar ciertas aptitudes o competencias que permitan interactuar con el vértigo de liquidación perpetua, con el fluido incesante que ha ocupado el lugar de lo que llamábamos mundo.
Un copioso documento transnacional “La Educación encierra un tesoro” (UNESCO, 1996), conocido como el informe Delors , fundante del sentido común poseducativo, nos enseña que aprender tal o cual cosa es menos importante que aprender a aprender. Así, tras la bandera de la educación permanente, la escuela comienza a vaciarse, a convertirse en una máquina imparable y autotélica. Esta manera de concebir la educación, que se resigna a replicar de modo mimético la mutabilidad del mercado o de la tecnología, produce entre otras cosas el auge de cierto didactismo ( y su correspondiente y próspero segmento de industria editorial) que provee el know how o la experticia necesaria para enseñar nada.
Sin embargo, tal vez porque las almas aborrecen el vacío, o porque en algo hay que ocupar el tiempo pedagógico cada vez más extendido y vacante, es que aparece lo que la enseñanza media uruguaya ha llamado educación en valores. Maestros y profesores se surten de valores en el repertorio de lo políticamente correcto. Generalmente, además, esos valores vienen señalados en el calendario.
Es frecuente oír protestas o burlas porque el almanaque uruguayo está demasiado agujereado de feriados. Ahora hay que agregar a esos asuetos patrióticos o turísticos, una agenda prolijísima de causas que es necesario defender, particularismos de los que hay que enorgullecerse, peligros sobre los que se debe alertar, iniquidades contra las que luchar. Veamos solo algunas de las efemérides de este mes de junio: Día Internacional de los Niños Víctimas de la Agresión (4), Día Mundial del Medio Ambiente, Día del Donante de Órganos y Tejidos (5), Día Mundial de los Océanos (8), Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12), Día Mundial del Donante de Sangre (14), Día Mundial de la Lucha contra la Desertifiación y la Sequía (17), Día del Orgullo Autista (18), Día del Abuelo (19), Día Mundial de los Refugiados (20), Día de las Naciones Unidas para la Administración Pública (23), Día de la Gente de Mar (25), Día Internacional contra el Abuso y Tráfico de Drogas, Día Internacional contra la Tortura (26), Día del Orgullo Gay (28). He preferido dejar afuera (porque esta lista ya se parece mucho a otra enumeración demasiado famosa, por incredulidad) el día del picnic o el día de las viudas. Es verdad que estas conmemoraciones no suspenden las clases, pero muchas de ellas están permeando y ocupando el tiempo escolar. El almanaque sustituye al currículum, lo abruma, lo llena de papelógrafos, folletería y carteles diseñados por tal o cual gerencia estatal o por alguna ONG altruista, lo aturde con power points, con niños o muchachos disfrazados de árbol o de víscera que posponen su aprendizaje del alfabeto, la sintaxis o el cálculo.
Más allá de la escuela, así como la Ilustración revolucionaria impuso su Brumario, su Nivoso o su Fructidor, el mundo idiota (téngase en cuenta la etimología referida por Mazzuchelli en una de sus columnas de interruptor) ha imaginado e instituido su propio almanaque.

el dispreciau dice: muchos son los indicios del apocalipsis... asoman por el este todos los días, pero dado que las gentes están muy ocupadas, algunas intentando sobrevivir, y otras intentando perdurar, nadie toma consciencia de las señales que abundan por doquier... en especial en la Europa Medieval... en la China infernal... y en la América de los sueños quebrados... curiosamente todos operan con las mismas recetas, "pan y circo", aunque es bueno aclarar: "mucho circo y casi nada de pan", siguiendo las espeluznantes recetas del Fondo Monetario Internacional, siempre inefable... y la visión es temible... muchos feriados... mucha gente que se sale del circuito para "respirar"... mucha gente que recupera un poco de aire para luego sumergirse en el mar de incomprensiones, y en el otro de intolerancias, donde se convive como se puede... todo ello mientras la máquina de impedir sostiene su rumbo, proa al abismo... para lo cual todo se justifica, desde las mentidas primaveras árabes (que nada tienen de primaveras), hasta las mentidas concertaciones diplomáticas de la China infernal, explicando lo que nunca se hará, argumentando lo que se atropellará... occidente es lo más parecido al "desconcierto" con forma humana... oriente es lo más parecido a la "mentira" con ojos rasgados... y medio de ello, las gentes... esas que no terminan de extinguirse a pesar de las recetas implacables de Bruselas... aquella antigua fuente del nazismo, adecuadamente oculta a los ojos aliados... siempre dispuesta a recomenzar con los genocidios a escala, tal está quedando de manifiesto por estas mismas horas... arrasando los destinos de las personas de los países periféricos de las desuniones no tan colaterales de la Europa Medieval, con todas las letras, sustentadora del modelo inquisidor siglo XXI... donde la Iglesia, como siempre, quema bibliotecas para destruir culturas y luego disfrazarse de "yo no fui"... Francisco está adelantado a su tiempo, demasiado, por ende es otra señal del temprano apocalipsis. Hoy, debemos hacernos sacerdotes sin sotana, sin orden, simples andantes... porque los daños sociales desbordan en todo el orbe, donde haya un humano. JUNIO 10, 2013.-

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