Un año del terremoto y el 'tsunami'
Los samuráis centenarios de Iitate
Varios de los ancianos que se resisten a ser evacuados de Iitate, la localidad más contaminada de Fukushima. | Fotos: David Jiménez
- Son los últimos residentes de una de las poblaciones más contaminadas
El centenar de ancianos son los últimos residentes de una de las poblaciones más contaminadas de la prefectura de Fukushima. Tienen una media de 85 años y el convencimiento de que a su edad no tiene sentido empezar de nuevo. Han decidido aguantar lo que les quede de vida bajo la radiactividad. "Fue imposible convencerles de que se marcharan", asegura el comandante Takahashi, uno de los militares que trabajan en la descontaminación de la zona.
Los negocios siguen cerrados, a excepción de un Salón de Belleza
Los carteles turísticos siguen publicitando Iitate como uno de los '100 pueblos más bellos' de Japón, pero sus están desiertas. Escuelas, edificios públicos y viviendas siguen abandonados un año después del accidente nuclear. Y sus negocios cerrados. Esto es: a excepción del Salón de Belleza Hanai.
'No podíamos dejarles abandonados', dice una enfermera
Equipos de descontaminación trabajan sin descanso, limpiando calles y fachadas con agua a presión y removiendo cada centímetro de terreno radiactivo. Algunos ex vecinos participan en las labores en un intento de acelerar la recuperación de su comunidad, regresando a su vida de refugiados al final de la jornada.
Desde la zona de Exclusión Nuclear se puede ver que lo que queda de Fukushima Daiichi. Es la zona prohibida. Lea el reportaje
El director de la residencia, Masami Sanpei, ha logrado un permiso especial del Gobierno para mantener el centro abierto, alegando que la noticia de su posible evacuación deprimió a los mayores, muchos de ellos demasiado frágiles para ser desplazados. El suicidio del más anciano de todos ellos reforzó el argumento y puso más presión sobre las autoridades. Pero lo que al final decidió la suerte de los samuráis de Iitate fue la determinación del personal del hospicio de seguir ocupándose de ellos, dejando a un lado su miedo a la radiactividad. "No podíamos dejarles abandonados", dice la enfermera. "Si ellos se quedan, nosotros también".
No hay comentarios:
Publicar un comentario