MEDIO AMBIENTE | Los científicos usaron un robot submarino
El vertido del Golfo de México tuvo un efecto 'sin precedentes' en el océano
El vehículo subarino 'Alvin' durante los trabajos en el Golfo de México. | PNAS
Miguel G. Corral | Madrid
Actualizado lunes 26/03/2012 21:00 horas
El vertido de petróleo del Golfo de México ocurrido hace casi dos años ha dañado los ecosistemas de los fondos marinos mucho más de lo que los científicos imaginaban.
Entre el 15 de octubre y el 1 de noviembre de 2010, unos seis meses después de la explosión de la plataforma petrolífera de la compañía BP en el Golfo de México, el robot submarino Jason II analizaba nueve lugares cercanos al desastre en los que habitan corales de profundidad. Estas colonias se encontraban entre 260 y 2.600 metros bajo la superficie del mar, pero los científicos no encontraron en ninguna de ellas se encontraron daños sobre los corales o sobre los hábitats asociados.
Sin embargo, el 2 de noviembre de 2010 los investigadores cambiaron el lugar de muestreo hacia un área situada a 11 kilómetros del pozo de Macondo, que había sido tapado tres meses antes después de verter al océano, como una surgencia submarina, cerca de 600 millones de litros de petróleo. Tras los resultados obtenidos en los muestreos anteriores, los investigadores quedaron sorprendidos con las imágenes que ofrecía el robot Jason II de esta nueva zona situada a 1.300 metros de profundidad.
Los investigadores están más familiarizados con las consecuencias de los vertidos superficiales debido a la liberación del contenido de barcos petroleros o de instalaciones desde tierra. Pero el efecto de una surgencia de petróleo en el propio fondo oceánico afecta de forma muy diferente a las comunidades biológicas.
Helen White, la autora principal del trabajo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), asegura que "los ecosistemas de las profundidades del Golfo de México están separadas de la actividad humana, en la superficie, por 1.220 metros de agua; por lo que no es esperable que los corales de aguas profundas que se vean afectados por un derrame de petróleo típico. Sin embargo, la magnitud y profundidad del derrame de la plataforma 'Deepwater Horizon', hacen que este sea un caso muy diferente".
La descripción científica de los daños sufridos por las comunidades de coral de profundidad debido al efecto del petróleo es demoledora. "Las colonias de coral presentan signos de estrés de forma muy generalizada, incluyendo varios grados de pérdida de tejidos, alargamiento de los escleritos [estructuras de carbonato cálcico que sirven como sustento del coral], exceso de producción mucosa, ofiuros [estrellas de mar] blanquecinos adheridos y una cobertura de un material marrón floculante".
Para examinar las profundidades tras el descubrimiento del área dañada, el equipo empleó el vehículo submarino autónomo 'Sentry', con el fin de cartografiar y fotografiar el fondo del océano; y el vehículo 'Alvin', tripulado por un piloto y dos científicos, para obtener una mejor visión de los corales. Durante seis inmersiones, para las que las pinzas robóticas del vehículo fueron transformadas en cuchillas, el equipo recogió sedimentos y muestras de los corales para su análisis.
Para identificar el petróleo que se encuentra en las comunidades de coral los investigadores usaron una técnica avanzada, llamada cromatografía de gases integral de dos dimensiones. El método, que separa los compuestos del petróleo por peso molecular, permitió a los científicos obtener una 'huella digital' del petróleo, y determinar su origen.
"Ya se conocía el impacto del petróleo en las aguas superficiales, la costa, y la vida marina, pero ésta era la primera vez que se exploraba el fondo marino para examinar los efectos sobre los ecosistemas de aguas profundas", afirma White. "Debido a este derrame sin precedentes, hemos aprendido que su impacto es mucho mayor que el de aquellos que se producen en la superficie", explica White.
Entre el 15 de octubre y el 1 de noviembre de 2010, unos seis meses después de la explosión de la plataforma petrolífera de la compañía BP en el Golfo de México, el robot submarino Jason II analizaba nueve lugares cercanos al desastre en los que habitan corales de profundidad. Estas colonias se encontraban entre 260 y 2.600 metros bajo la superficie del mar, pero los científicos no encontraron en ninguna de ellas se encontraron daños sobre los corales o sobre los hábitats asociados.
Sin embargo, el 2 de noviembre de 2010 los investigadores cambiaron el lugar de muestreo hacia un área situada a 11 kilómetros del pozo de Macondo, que había sido tapado tres meses antes después de verter al océano, como una surgencia submarina, cerca de 600 millones de litros de petróleo. Tras los resultados obtenidos en los muestreos anteriores, los investigadores quedaron sorprendidos con las imágenes que ofrecía el robot Jason II de esta nueva zona situada a 1.300 metros de profundidad.
Vertido desde el fondo marino
"Tan pronto como el robot submarino se acercó lo suficiente a la comunidad de corales como para verla con claridad, ya tuve claro que algo iba mal en ese punto", explica Charles Fisher, investigador del Departamento de Biología de la Universidad del Estado de Pennsylvania (EEUU) y director de la investigación. "Pensé que había demasiado marrón y blanco y que no había suficiente color en los corales y estrellas de mar".Los investigadores están más familiarizados con las consecuencias de los vertidos superficiales debido a la liberación del contenido de barcos petroleros o de instalaciones desde tierra. Pero el efecto de una surgencia de petróleo en el propio fondo oceánico afecta de forma muy diferente a las comunidades biológicas.
Helen White, la autora principal del trabajo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), asegura que "los ecosistemas de las profundidades del Golfo de México están separadas de la actividad humana, en la superficie, por 1.220 metros de agua; por lo que no es esperable que los corales de aguas profundas que se vean afectados por un derrame de petróleo típico. Sin embargo, la magnitud y profundidad del derrame de la plataforma 'Deepwater Horizon', hacen que este sea un caso muy diferente".
Coral dañado. | PNAS
Para examinar las profundidades tras el descubrimiento del área dañada, el equipo empleó el vehículo submarino autónomo 'Sentry', con el fin de cartografiar y fotografiar el fondo del océano; y el vehículo 'Alvin', tripulado por un piloto y dos científicos, para obtener una mejor visión de los corales. Durante seis inmersiones, para las que las pinzas robóticas del vehículo fueron transformadas en cuchillas, el equipo recogió sedimentos y muestras de los corales para su análisis.
Para identificar el petróleo que se encuentra en las comunidades de coral los investigadores usaron una técnica avanzada, llamada cromatografía de gases integral de dos dimensiones. El método, que separa los compuestos del petróleo por peso molecular, permitió a los científicos obtener una 'huella digital' del petróleo, y determinar su origen.
"Ya se conocía el impacto del petróleo en las aguas superficiales, la costa, y la vida marina, pero ésta era la primera vez que se exploraba el fondo marino para examinar los efectos sobre los ecosistemas de aguas profundas", afirma White. "Debido a este derrame sin precedentes, hemos aprendido que su impacto es mucho mayor que el de aquellos que se producen en la superficie", explica White.
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