EDITORIAL
Violencia universal
La persecución que sufren las mujeres requiere una determinación total y global
26/11/2011
Una de cada 10 mujeres ha sido violada alguna vez en Noruega; casi siempre en su propio hogar. Gulnaz, una joven afgana, debe cumplir 12 años de cárcel por adulterio debido a que la violó un hombre casado. La única manera de evitar la prisión y cuidar de su hija, fruto de dicha violación, es casarse con su agresor. En Colombia, los hombres humillados por el desplante de sus parejas han empezado a utilizar un sistema antes solo usado en ciertos países asiáticos: desfigurar las caras de esas mujeres rociándolas con ácido. En Arabia Saudí, la mitad de la población vive en libertad condicional: las saudíes no pueden conducir ni viajar ni salir solas sin la compañía de un varón de la familia. Cada día, 356 mujeres denuncian en España por agresión a un hombre (normalmente su pareja o expareja) y casi siempre una vez que la policía ha tenido que acudir a levantar un atestado; 54 han sido asesinadas ya este año; 599 desde el 1 de enero de 2003.
Es tan difícil asimilar el drama de la violencia machista que, incluso en las sociedades modernas más sensibilizadas, este tipo de noticias publicadas en las últimas semanas han ocupado espacios secundarios en la mayor parte de los medios de comunicación. Ayer, Día Internacional contra la Violencia de Género, por la atención pública suscitada pudo parecer que se rompía la tónica. Pero lo pertinente es mantener la vigilancia informativa permanentemente, no tan solo en las fechas organizadas para recordar la gravedad de esta lacra.
La violencia machista no forma parte, en ningún caso, de las preocupaciones preferentes de las políticas, pero tampoco de las sociedades en su conjunto, responsables principales de costumbres y tradiciones que colocan a las mujeres en posiciones de desventaja y sumisión, lo que a su vez las convierte en víctimas propiciatorias de todo tipo de agresiones y vejaciones.
Cualquier país democrático decretaría el estado de emergencia si un colectivo identificado por su raza, creencia o ideología fuera perseguido con la misma saña. Ese mismo país, aun no siendo democrático, quedaría aislado del concierto de las naciones y expuesto a sanciones. La dimensión universal del problema de la violencia machista, lejos de favorecer una política real y global contra ella, mueve a la resignación y al escepticismo. En este contexto, la determinación de la ONU en su denuncia y la de países como España, uno de los más avanzados en la lucha contra esta vergonzante tragedia, es una esperanza.
La violencia machista no forma parte, en ningún caso, de las preocupaciones preferentes de las políticas, pero tampoco de las sociedades en su conjunto, responsables principales de costumbres y tradiciones que colocan a las mujeres en posiciones de desventaja y sumisión, lo que a su vez las convierte en víctimas propiciatorias de todo tipo de agresiones y vejaciones.
Cualquier país democrático decretaría el estado de emergencia si un colectivo identificado por su raza, creencia o ideología fuera perseguido con la misma saña. Ese mismo país, aun no siendo democrático, quedaría aislado del concierto de las naciones y expuesto a sanciones. La dimensión universal del problema de la violencia machista, lejos de favorecer una política real y global contra ella, mueve a la resignación y al escepticismo. En este contexto, la determinación de la ONU en su denuncia y la de países como España, uno de los más avanzados en la lucha contra esta vergonzante tragedia, es una esperanza.
el dispreciau dice: cualquier tipo de violencia me produce espanto... pero hoy, siguiendo los criterios inhumanos del pasado cercano, el humanismo se ha transformado en la entelequia que justifica la deshumanización... ya no son necesarios campos de concentración, campos de exterminio, genocidios masivos de sociedades "distintas", discriminables por argumentos vacíos... la humanidad de los varones está en conflicto consigo misma, pero la humanidad de las mujeres también lo está, escudándose en la falsa competencia de verse siempre "niñas", adolescentes apuradas... finalmente la humanidad ya no guarda sus lógicas y habiendo extraviado las éticas de su filosofía, se ha perdido en una maraña de circunstancias sin fundamento alguno, situaciones que inducen a nuevas violencias y más contradicciones que cimentan nuevos conflictos que a su vez justifican peores agresiones... los estados ausentes apañan entonces todas y cada una de las expresiones de violencia y no hay quién reclamar, por nada, por nadie... los estados ausentes se hacen a un lado para enseñar al ciudadano que él, en sí mismo, no significa nada para las políticas vacías. Es así que se extravían personas a manos de traficantes de destinos, esfuerzos y voluntades, todas ellas esclavizadas por un sistema que sólo conduce intereses mezquinos y conveniencias perversas...¿dónde están los niños?, ¿dónde están las niñas?, ¿dónde están los cientos de miles de desaparecidos?... esos mismo que por arte de magia se esfuman sin dejar rastro suficiente para que la justicia exista?... ¿quién devuelve el sentido de las ausencias robadas?... transitamos un mundo de discursos vacíos y declamaciones burdas, donde la clase política es socia en la corrupción de los poderes corporativos que se escudan detrás del mediatismo de un periodismo amarillo y falaz, también socio solidario de las perversiones de los pocos en desmedro de los muchos. Justo allí donde los anónimos no existen comienzan las violencias de género, esas que ningún estado atiende... con jueces que miran hacia el costado... con fiscales que hacen los preocupados... con abogados que participan consecuentemente con aquellas desapariciones, permitiendo que el "modelo" gane tiempos suficientes para hacer efectivos sus eternos atropellos. Esta sociedad humana, deshumanizada, no tiene destino cierto, más aún, ya no guarda sentido de existencia. El culto a la mentira y sus desprecios, a los atropellos y sus engaños, al homo "descartable", está conduciendo al mundo humano a un triste final, cuyos testigos no son otros que un universo que aprecia azorado cómo el hombre se empecina en destruir al prójimo, sin asumir que al hacerlo, también se consume a sí mismo. Noviembre 26, 2011.-
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