Los residuos no se eternizarán en las centrales nucleares
El CSN fijará límites al tiempo de almacenamiento en las piscinas
FERRAN BALSELLS - Barcelona - 08/11/2011
Una de las piscinas de la central Ascó II.- JOSEP LLUIS SELLART
Una de las piscinas de la central Ascó II.- JOSEP LLUIS SELLART
Las nucleares españolas no podrán guardar de forma permanente el combustible usado y radiactivo que ahora acumulan en las piscinas ubicadas en recintos instalados junto al reactor. Es la medida pionera y más significativa adoptada hasta ahora por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), máxima autoridad en materia atómica del país, para extremar la seguridad de las plantas tras el accidente nuclear de la central japonesa de Fukushima. El organismo ha decidido, por este motivo, fijar un límite al tiempo que el combustible -principalmente uranio, que posee alta actividad radiactiva durante miles de años- pueda permanecer en las instalaciones, según aprobó el pleno del CSN del pasado octubre y que se comunicó ayer.
La medida, que dividió la opinión del pleno y se aprobó con tres votos a favor y los dos votos en contra de una consejera y de la presidenta del CSN, Carmen Martínez Ten, razona que cuanto menos material radiactivo acumulen las centrales menor será la radiactividad que puedan emitir en caso de accidente. La diferencia de criterios fue tal que Ten incluso elaboró un voto particular, junto a la consejera Rosario Velasco, donde lamenta la falta de previsión y de rigor técnico para tomar esta decisión. "Compartimos la preocupación, pero antes de decidir es necesario definir criterios técnicos contrastados, y ello supone un tiempo de reflexión", señalan. Los partidarios de la medida, el vicepresidente, Luis Gámir; y los consejeros Antonio Colino y Antoni Gurgui, defendieron, por su parte, que garantizar la seguridad de las plantas no tiene por qué esperar más tiempo, detallaron fuentes del CSN.
Esta limitación supone una iniciativa sin precedentes, según los expertos del organismo, aunque otros Estados europeos están estudiando aprobar medidas similares también a cuenta del accidente de Fukushima.
En esa planta, que emitió radiactividad tras sufrir un terremoto seguido de un tsunami, el material acumulado en las piscinas no tuvo un papel relevante, pero podría haber empeorado la situación si la fuga hubiese seguido descontrolándose. "Fue un toque de atención: debemos preguntarnos si es seguro seguir acumulando residuos en instalaciones que no han estado diseñadas para este fin", detallaron fuentes del CSN.
La decisión del Consejo pone de relieve la imprevisión del Gobierno en este aspecto: el almacén centralizado que debía acoger estos residuos debería haberse construido en 2010, según las previsiones iniciales. El retraso forzó que en ese año se aspirara al menos a designar la localidad que acogerá el almacén, pero el Ministerio de Industria mantiene paralizada esa decisión después de que los técnicos seleccionaran al municipio de Zarra (Valencia) seguido del de Ascó (Tarragona).
La dirección técnica del CSN precisará, en el plazo de un año, cuál debe ser el tiempo máximo que las centrales pueden acumular un determinado combustible. Una vez el material almacenado cumpla el límite que se fije, deberá ser trasladado a otro recinto alejado del reactor. Mientras tanto, cada uno de los ocho reactores que emplea piscinas va incrementando el número de barras de combustible que guardan junto al reactor: las plantas acumulan ya unos 11.500 bloques radiactivos -cada tipo de distinto tamaño y cantidad- y cada año suponen unas 150 toneladas más, según datos del CSN. Los dos reactores de Ascó ya están construyendo un almacén propio alejado de las piscinas, a punto de saturarse, mientras la nuclear de José Cabrera (Guadalajara) ya emplea un almacén. En este caso, el CSN también analizará que el material radiactivo de esta planta pueda manipularse con rapidez para responder a cualquier accidente.
Esta limitación supone una iniciativa sin precedentes, según los expertos del organismo, aunque otros Estados europeos están estudiando aprobar medidas similares también a cuenta del accidente de Fukushima.
En esa planta, que emitió radiactividad tras sufrir un terremoto seguido de un tsunami, el material acumulado en las piscinas no tuvo un papel relevante, pero podría haber empeorado la situación si la fuga hubiese seguido descontrolándose. "Fue un toque de atención: debemos preguntarnos si es seguro seguir acumulando residuos en instalaciones que no han estado diseñadas para este fin", detallaron fuentes del CSN.
La decisión del Consejo pone de relieve la imprevisión del Gobierno en este aspecto: el almacén centralizado que debía acoger estos residuos debería haberse construido en 2010, según las previsiones iniciales. El retraso forzó que en ese año se aspirara al menos a designar la localidad que acogerá el almacén, pero el Ministerio de Industria mantiene paralizada esa decisión después de que los técnicos seleccionaran al municipio de Zarra (Valencia) seguido del de Ascó (Tarragona).
La dirección técnica del CSN precisará, en el plazo de un año, cuál debe ser el tiempo máximo que las centrales pueden acumular un determinado combustible. Una vez el material almacenado cumpla el límite que se fije, deberá ser trasladado a otro recinto alejado del reactor. Mientras tanto, cada uno de los ocho reactores que emplea piscinas va incrementando el número de barras de combustible que guardan junto al reactor: las plantas acumulan ya unos 11.500 bloques radiactivos -cada tipo de distinto tamaño y cantidad- y cada año suponen unas 150 toneladas más, según datos del CSN. Los dos reactores de Ascó ya están construyendo un almacén propio alejado de las piscinas, a punto de saturarse, mientras la nuclear de José Cabrera (Guadalajara) ya emplea un almacén. En este caso, el CSN también analizará que el material radiactivo de esta planta pueda manipularse con rapidez para responder a cualquier accidente.
el dispreciau dice: a veces el hombre aprende de sus errores, otras no... a veces los estados políticos aprenden de sus errores, en la mayoría de los casos NO... a veces las soberbias académicas se rinden ante las evidencias de las circunstancias, sin embargo en el 99% de los casos, esas mismas soberbias suelen negar lo evidente... así las cosas, desde Chernobyl para aquí, el mundo ha quedado expuesto a las impericias científicas, esas que se atan a las conveniencias, dejando huecos temibles en el conocimiento necesario... todo a favor de costos baratos que terminan siendo dramáticamente caros. El eco de Fukushima ha dejado a la luz que el hombre desea al átomo como factor de poder, pero mucho le falta para entender qué puede y qué no respecto del átomo y sus energías... más aún, el átomo no está interesado en que el hombre se acerque a él (átomo), a sabiendas que las negligencias pueden fabricar situaciones no deseadas que afectarán al universo visible tanto como al invisible. Las energías nucleares han entrado en la tela del juicio social... y hay fundamentos suficientes para ello. Los riesgos son muy superiores (por lejos) a los eventuales beneficios... no obstante ello, como siempre, los intereses están dispuestos a defender las conveniencias antes que las inteligencias. Luego de Fukushima, varios accidentes de menor cuantía han tenido lugar en distintos lugares del mundo, los que han sido rápidamente dibujados para que parezcan otra cosa... y desde luego, los medios suelen ayudar a confundir la conciencia pública a efectos de dividir las conceptualizaciones, favoreciendo a los intereses subyacentes a cualquier catástrofe mayor o menor. Ello deja a los medios periodísticos a merced de los desprecios que ellos mismos se fabrican al insultar a la sociedad que los lee... pero una vez más, el hombre no aprende y la persistencia de las conductas anómalas crece. Está claro que el planeta está alterado y que los sismos, las tormentas predecibles y las otras impredecibles, el calor, el derretimiento global de hielos y glaciares, prometen más dramas a la sociedad humana indefensa ante los estados ausentes y sus desidias... pero, lamentablemente, el hombre no aprende las lecciones y siempre insiste en sus errores hasta que no hay regreso... y eso se llama, incapacidad para interpretar el sentido común de las cosas. Noviembre 09, 2011.-
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