Cuando el mal se torna visible y real ante nuestros hijos
Por Miguel Espeche | Para LA NACION
.El sadismo es parte de lo que existe en un mundo que, mal que nos pese, siempre lo contó entre sus habitantes. No es la primera vez, y no será la última que sepamos de actos que, como el del crimen de Candela , tocan una médula honda y dramática por el hecho de ofrecernos un atisbo del infierno.
La resonancia mediática del terrible secuestro y asesinato de Candela, cuyo rostro sonriente nos es ya familiar y cotidiano, no hace más que aumentar la percepción de algo que ocurre real o potencialmente en la sociedad: la existencia del mal, del dolor, del horror humano.
Los chicos y las chicas ven la televisión, y se percatan de que eso que aparece en las series cada vez más crueles que se ven en la pantalla también puede ser una realidad que lleva nombre propio y un rostro sonriente y lleno de vida como el de la chiquita que hoy está en boca de todos.
Los chicos se dan cuenta, entonces, de que el "cuco" realmente existe; de que el "hombre de la bolsa" cobra la forma de un asesino cuya desalmada voz amenazante se escucha a través de los parlantes del mismo televisor que hasta hace un rato les mostraba los dibujos animados de cada día.
Las noticias del mal no siempre pueden ser filtradas por los padres. Los chicos tienen cierta capacidad de "digerir" esas noticias cuando, simultáneamente, sienten que sus padres tienen recursos para vérselas con ese mal que se anuncia sin avisar.
De allí que, dado que el peligro existe, lo importante no es negarlo, sino ofrecer a los chicos elementos de protección física, psíquica y espiritual que les hagan sentir que tienen algún tipo de recurso, de orden real o simbólico, ante ese "hombre de la bolsa" o "cuco" con forma de asesino extorsionador que, por unos pesos, pareciera capaz de lo más abominable.
Es un error creer que negar la existencia del mal a los chicos es la solución. No significa mostrarlo sin pudor y sin filtros, sino no negar su existencia.
Lo que sí conviene hacer ante los hijos es enfatizar el bien. Y ese bien está cifrado en la tibieza de los padres, en la percepción de que hay maneras de aminorar la posibilidad de que algunas cosas muy malas ocurran, y en el hecho de que el miedo no vence la confianza en la fuerza de la vida que tienen los padres, más allá de todo.
Además de ver qué hacer con los hijos, es importante ver qué es lo que hacen los padres consigo mismos. Si el horror de lo que ocurrió sirve para que padres y madres puedan poner énfasis en la fuerza de la vida (quizá cifrado en el amor comunitario que el caso despertó, más allá de su resultado trágico) y no para claudicar y dejarse llevar por la fuerza del descorazonamiento, los hijos sabrán qué hacer para asimilar la dureza de la realidad, sin que esa dureza encubra otras dimensiones más luminosas que también existen en el mundo que habitan.
El autor es licenciado en psicología, autor del libro Criar sin miedo
Debido a la sensibilidad del tema, la nota ha sido cerrada a comentarios
Cuando el mal se torna visible y real ante nuestros hijos - 02.09.2011 - lanacion.com
el dispreciau dice:
1. la oposición sigue sin hacer foco en los mensajes de la sociedad argentina hacia el estado...
2. la oposición sigue sin tener capacidad de lectura para interpretar dichos mensajes, tanto los personales como los del conjunto ciudadano...
3. el oficialismo permanece bloqueado ante una realidad que apabulla y que supera cualquier imaginación...
4. Argentina enseña bases sociales deterioradas que se sitúan en contextos altamente peligrosos de cara a la necesaria cohesión, prudente y adecuada para ser comprendida bajo el término "sociedad"...
5. la clase política no recibe un "cheque en blanco" para que los funcionarios hagan lo que se les antoja con el destino de los ciudadanos categorizados como "mortales" y "descartables", antes bien son plazos fijos de corto vencimiento que se licúan ante el estado de zozobra permanente en que nos hallamos sumergidos a pesar de los discursos...
6. en dicho contexto, hay funcionarios destacables así como hay otros impresentables...
7. los mecanismos que debieran garantizar la seguridad pública ya no funcionan y forman parte de las entelequias del poder. Se han visto invadidos por la corrupción y hoy conviven con la delincuencia en cualquiera de sus formas y expresiones, evaporando las fronteras y mezclando los fines, a tal punto que ya no se puede separar la paja del trigo...
8. una sociedad que se sustenta en el ojo por ojo, termina ciega, sorda, estúpida, pero no muda... con el agravante que no medirá las consecuencias de sus actos y procederá a abordar los atajos para ejercer el facilismo que desciende desde el estado ausente en sus expresiones elementales...
9. el hampa en las cárceles tiene hoy más poder fuera de ellas (unidades carcelarias) que el propio estado ausente...
10. la justicia participa de las conveniencias de las partes y es protectora de injustos, nunca de ciudadanos, por ende un país donde la Ley rige a la medida de sus pobrezas, termina siendo eminentemente "pobre"...
11. la vida a Candela no se la regresa nadie... es evidente que su entorno familiar es solidariamente responsable de aquellos que le quitaron la vida, sea por sociedades delincuenciales, sea por narcolavados, sea por lo que sea, no hace falta investigación alguna para revelar que la niña ha sido víctima de un ajuste de cuentas al mejor estilo "México"...
12. cuando una sociedad alcanza este punto (son muchos, aún cuando todos se llamen Candela), el estado ausente está en graves problemas, sus funcionarios lo están, ni qué hablar las gentes como Usted o yo que permanecemos en absoluta indefensión...
Algo anda muy mal en este coco social imaginario... Señores periodistas, más allá de sus jefes, de las corporaciones a las que pertenecen, a los dueños oportunistas... ustedes son padres, han sido hijos, los tienen hoy, y hasta pueden tener nietos o podrán hacerlo en un futuro cercano... cuidado, Candela puede verse reflejada en cualquiera de ellos y sus circunstancias, y para las almas medianamente ordenadas, un hijo que se va antes de su tiempo, ofrece la posibilidad de vivir el "infierno" en la Tierra. Más allá del 50% del Kristinazo, y del bochorno de los "otros" fantasmas y portadores de apellidos que andan ciegos y sordos por la vida, hoy todos somos "Candela", del mismo modo que todos somos "Argentina", una vez más... más allá de los discursos. Septiembre 02, 2011.-
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