Y la burbuja financiera se llevó por delante la expansión económica | Economía | elmundo.es: "ANIVERSARIO (II) | Cuatro años de crisis
Y la burbuja financiera se llevó por delante la expansión económica
Líderes en la cumbre del G20 en 2008 con Zapatero y Bush en el centro. | Reuters
Líderes en la cumbre del G20 en 2008 con Zapatero y Bush en el centro. | Reuters
Beatriz González | Madrid
Actualizado miércoles 10/08/2011 09:42 horas
El sistema financiero de Estados Unidos enfermó en 2007. Hace cuatro años que el caos se instaló en las Bolsas y en los mercados debido a la crisis de las hipotecas 'subprime'. Lo que parecían ser 'turbulencias financieras' pasó a ser una crisis real. Al año siguiente el sistema bancario tuvo que ser rescatado y el cierre del 'grifo' en préstamos a empresas y hogares contagió los problemas a la economía real. El problema norteamericano resultó ser un problema mundial.
Signos de recesión reales
Los signos de recesión llegaron con el declive de la inversión empresarial, bloqueada por las duras condiciones de préstamos instaladas en los bancos, los cuales tampoco se prestaban entre sí ante el miedo a que la exposición 'subprime' fuera mayor.
Los países desarrollados optaron por rescatar a los bancos quebrados tras el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, que a punto estuvo de llevarse consigo al sistema financiero.
Si el batacazo de la industria financiera de Wall Street había dañado seriamente a los bancos estadounidenses, en el capitalismo globalizado actual no tardó en extenderse al resto de países.
La contracción global del Producto Interior Bruto (PIB) confirmó la recesión. 2009 fue un año negro para la economía mundial. La mayor potencia económica del mundo, Estados Unidos, sufrió una caída del 2,6% del PIB aquel año, según datos del Fondo Monetario Internacional. El desempleo, que se había mantenido en torno al 4,5% los años previos a la crisis, subió cinco puntos hasta situarse en el 9,3% en 2009 y 9,6% en 2010.
Al otro lado del Atlántico, Alemania protagonizó un descalabro mayor, con una caída de 4,6% del PIB en 2009, a pesar de que el empleo apenas sufrió en la 'locomotora europea': la tasa de desempleo se mantuvo en torno al 7%. Sin embargo, este dato esconde las reducciones de jornadas típicas del mercado laboral alemán. No se perdieron tantos empleos porque se transformaron los trabajos a jornada completa en jornadas parciales.
Obama firma la 'Ley de Recuperación americana' en 2009 | AFP
Obama firma la 'Ley de Recuperación americana' en 2009 | AFP
El descenso del consumo supuso un freno general para la economía y por ello se fomentó el gasto público en EEUU y Europa. En este sentido, si las familias no tenían dinero para comprar, las empresas también quedarían paralizadas. La idea era que el gasto público supliera al privado durante el tiempo necesario para que la economía repuntara. En este contexto, el presidente Obama lanzó la Ley de Recuperación americana en 2009 (American Recovery and Reinvestment Act) que proveía 787.000 millones de dólares destinados a mejoras en infraestructuras, ayudas al empleo o disminución de impuestos para las rentas más bajas.
El Gobierno español lanzó por su parte el 'Plan E' y la deducción de 400 euros para las rentas superiores a 9.000 euros. El resultado de estos planes ha sido cuestionado multitud de veces por lo efímero de sus efectos.
Los tipos de interés también cambiaron con la nueva perspectiva económica. En EEUU el interés que debían pagar los bancos para adquirir dinero en el mercado interbancario habían estado en torno al 5,25% en 2006 para controlar la inflación provocada por la política monetaria expansiva del anterior responsable de la Reserva Federal, Alan Greenspan. A finales de 2008 los bajó a niveles históricos de entre 0 y 0,25% para fomentar justo lo contrario: el préstamo de créditos a empresas, que había quedado paralizado.
En el 'Viejo Continente', el Banco Central Europeo tuvo que dar un giro a su lucha contra la inflación en octubre de 2008, cuando redujo los tipos de interés por primera vez en un año en una acción conjunta con la Reserva Federal para inyectar liquidez a los mercados.
El tipo de interés bajó gradualmente del 4,25% hasta el 1% para estimular la economía, y se mantuvo en ese nivel hasta abril de 2011, cuando el BCE volvió a subirlo para hacer frente a la inflación emergente en una eurozona de dos velocidades, con Alemania en plena recuperación y otros socios como España o Portugal estancados.
Los cambios de parecer de los mercados
Los efectos de los planes de estímulo y los rescates duraron un tiempo limitado. El sistema financiero estadounidense se recuperó y devolvió el dinero al Estado. Pero la deuda americana había subido exponencialmente y los niveles en torno al 60% del PIB en 2006 y 2007 se situaron cerca del 100% en 2011. Las alarmas saltaron en los mercados con el descubrimiento de que Grecia había maquillado las cuentas presentadas a la UE con datos falsos. El déficit griego en 2009 estaba en el 12,7% y la deuda ya alcanzaba el 127% del PIB.
EFE
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Entonces, los mercados empezaron a dudar de la solvencia del país heleno por la abultada deuda que ya soportaba y por el balance negativo de sus ingresos. El primer signo que marcó esta desconfianza fue el hecho de que la prima de riesgo del país se disparó e hizo más difícil la búsqueda de financiación en el exterior. En el momento en que el interés del bono griego alcanzó la cota del 8% y sus dificultades de financiación crecieron, la UE y el FMI decidieron inyectar 110.000 millones de euros al Estado griego.
Este fue el primer rescate de un país acontecido en la UE. Sin embargo, se tornó insuficiente este año porque la economía griega sigue estancada y los recortes en el gasto público exigidos por ambos organismos frenaron aún más su crecimiento.
El devenir de Irlanda y de Portugal estuvo vinculado a crisis políticas. Los mercados empezaron a dudar de la solvencia de ambos países, que tenían deudas abultadas (Irlanda de un 96% en 2010 y Portugal de un 90% en 2011). Entonces la falta de acuerdo en ambos parlamentos precipitaron la actuación de la UE. Irlanda en 2010 estaba inmersa en la nacionalización de su sistema financiero, quebrado desde 2008.
La dimensión del problema provocó que la supervisión europea considerara que necesitaba ayuda. Además de adelantar las elecciones en el país, Irlanda acabó aceptando un préstamo de 85.000 millones de euros de la UE y del FMI.
Por otro lado, Portugal, ahogado por la deuda y el descenso de los ingresos fiscales, solicitó los préstamos de la UE, pero después de adelantar las elecciones y un cambio de gobierno. En 2011 recibió 78.000 millones de euros condicionados a ejecutar un duro plan de austeridad que preveía privatizaciones, bajadas de sueldos públicos y freno en inversión pública.
La austeridad se instaló como el principio rector en el Banco Central Europeo y en las instituciones de la UE así como en EEUU. Las deudas abultadas por los planes de estímulo y rescates se tornaron un problema para la solvencia de estas economías y la política del gasto público fue convertida en planes de austeridad y recortes.
Más allá de Occidente
En noviembre de 2008, las grandes potencias que más sufrían la crisis decidieron dar un nuevo impulso al foro del G20, el grupo de los países más industrializados, que ya formaban el G7, más otros que se habían unido recientemente a la senda del desarrollo económico. España asistió a la cumbre de la mano de Francia, quien cedió un asiento (tenía uno de más en representación del G7) para que acudiera, pero sin voz ni voto.
La cumbre nació con la perspectiva de regular los mercados financieros para frenar crisis futuras. Los países del G-20 tenían en sus agendas imponer una tasa que gravara las transacciones en los mercados para constituir un fondo común al que echar mano en momentos de recesión. El presidente francés Nicolás Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, lideraron esta posición y la Unión Europea, aunque aún no se ha materializado. Vistos años después, los logros del G-20 han sido muy limitados.
Nuevos actores (emergentes), nuevas exigencias
Pero más allá de reuniones multilaterales a puerta cerrada, los países pertenecientes a ese no-G7 tenían en mente aumentar su poder efectivo en el ámbito internacional. Las cifras los respaldaban. Aunque el crash financiero fue sentido en todo el mundo, China siguió creciendo a una velocidad vertiginosa. El descenso de las exportaciones limitó el crecimiento de su PIB a un 9% anual, frente al ritmo del 14% de 2007 y del 12% de 2006, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, la tasa de desempleo en estos países varió décimas durante la crisis: por ejemplo, en China se ha mantenido constante en torno al 4%. México y Brasil soportaron el peor año en 2009, pero después el PIB repuntó y el empleo creció de nuevo.
Los países emergentes reclamaron entonces un mayor papel en los mecanismos de poder de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Su tamaño y su pujanza económica en cuanto a la recuperación de la crisis les dieron protagonismo. Sin embargo, el proceso todavía no ha terminado. Se han visto indicios, como la candidatura a director del FMI del mexicano Agustín Carstens, que perdió frente a la francesa Christine Lagarde, o el reciente nombramiento del chino Zhu Min como asesor especial de la dirección del Fondo.
Por otro lado, China ha ido adquiriendo una mayor importancia en el contexto económico internacional hasta el punto de que se llegó a hablar de un G2, que comprendería la íntima cooperación entre EEUU y el gigante asiático. La interdependencia de ambos juega un papel clave en la crisis de deuda que se está viviendo en la actualidad. Una rebaja en el 'rating' estadounidense hace temblar a las economías situadas al otro lado del globo por su condición de acreedoras de deuda estadounidense. Por ello, China se ha visto con el poder de exigir mayor control a EEUU con el problema del endeudamiento.
Los mercados emergentes han sido la clave para muchas empresas españolas. Dos ejemplos son Telefónica e Inditex, que se están beneficiando del crecimiento de Latinoamérica y Asia respectivamente, frente a la debilidad del mercado español y europeo. Es un hecho que empresas españolas más internacionalizadas están soportando mejor la crisis que las estrictamente nacionales.
Hoy, cuatro años después, algunos bancos están en mejor situados que al inicio de las 'turbulencias financieras', aunque su exposición a la deuda pública y privada de países en crisis les hace aún frágiles.
Por su parte, la economía real, sin embargo, afronta duros ajustes porque mientras se sanean las cuentas públicas existen indicios de un posible estancamiento en la recuperación económica o, lo que es peor, de una nueva recesión.
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el dispreciau dice: tienen oídos pero no escuchan... si lo hacen, no entienden lo que escuchan... tienen ojos pero no ven... si lo hacen, no entienden lo que ven... tienen asesores que no comprenden la movilidad de las variables... tienen consultores que han perdido la capacidad de razonamiento y son parte del problema que ellos mismos fabricaron... están asistiendo al fin del poder tal ha sido conocido, pero no atinan a comprender la gravedad de la circunstancia... el sistema está arrasado en sí mismo y sus variables contienen vida propia, y estas no se dan con las pretendidas utópicas soluciones. Las fábricas se oxidarán y sus producciones caducarán porque el mercado ha dejado de existir gracias a las impericias de los "expertos"... Europa se incendia ante las narices de políticos sin capacidades... El mundo se consume en una hoguera inducida por un cúmulo de negligencias sin fin... el hombre no podrá alimentarse ni de dólares ni tampoco de euros, y los bancos no podrán dar de comer a los infelices cobijados en ellos. El imperio de los falsos reinos está derrumbándose sin piedad, y esto será visto por todos nosotros, en tiempo real, a pesar de las derechas y sus izquierdas. Hoy mismo, sin piedad de las aseveraciones propias de la soberbia que enseña un modelo político que ha tenido el privilegio de fabricar su propia extinción. Agosto 10, 2011.-
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