jueves, 4 de agosto de 2011

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Creo que nunca he comido carne
Por: Ramón Lobo
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Comer tres veces todos los días es un privilegio al alcance de una minoría. Los que tienen la suerte de alimentarse tan bien viven en el Norte, donde se concentran la riqueza, el desperdicio de comida y los casos de obesidad. Muchos niños encienden la televisión nada más levantarse de la cama mientras que se atiborran de productos hipercalóricos.

En el Tercer Mundo no hay despertadores; es al alba, cuando surgen las primeras luces, la que marca la hora del comienzo de una lucha: sobrevivir. No existen camas ni colchones, solo unas esterillas viejas colocadas sobre una tierra dura y roja. Como los habitantes de la mayoría de las aldeas africanas no saben qué es la electricidad no han tenido que preocuparse por el consumo, comprar aparatos: televisión, lavadoras, friegaplatos.

Los que tienen suerte en el Tercer Mundo comen dos veces, a mediodía y al atardecer. Depende de los lugares, pero el arroz, el maíz y el trigo suelen ser la base alimentaria. En los días buenos se añade alguna verdura o carne de pollo, casi siempre escuálido.
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En Níger, uno de los países más pobres del mundo, también cobran la atención médica; fue una idea genial de un tipo del Banco Mundial. Es fácil hacer números, cuadrar cuentas sentado en un despacho; es fácil porque en la distancia no se respiran las historias personales de las víctimas de los balances.

Todos esos expertos, másters del universo, intermediarios, especuladores o ingenieros y líderes deberían hacer sus cuentas en una aldea africana, encerrados en ella, en convivencia con el tipo de vida que ignoran y que fomentan con sus políticas. Seguro que conseguirían buenas ideas en un tiempo no muy largo para salir de esa situación.

Comer carne alguna vez es otro lujo. Conocí hace años en Haití a dos niños, Lionel y Miguel. Su tía era la encargada de reunir alimentos para las dos comidas que hacían en su chabola de Cité Soleil, uno de los barrios más pobres de Puerto Príncipe, capital pobre del país más pobre de toda América. Un día di algo de dinero a Lionel, en compensación por su trabajo de intérprete. Le dije: "Toma, para que te compres las zapatillas", su gran sueño consumista. Lionel me miró de arriba abajo y dijo: "Hoy no como y me compro las zapatillas". Le pregunté qué había comido el día anterior y respondió: "Plátanos". ¿Y el anterior? "Plátanos, también. Siempre como plátanos". ¿Cuándo has comido carne? Su hermano menor, Miguel, entonces con 11 años, saltó: "Creo que nunca he comido carne".



Algunos datos:

-El 50% de la comida producida en EEUU se desperdicia. Un tercio de la comida comprada en Reino Unido nunca es consumida.

-La comida desperdiciada en EEUU y Reino Unido cada año podría dar de comer a 1.000 millones de personas.

-950 millones de personas pasan hambre cada día.

-El mundo produce suficientes alimentos para todos sus habitantes. La agricultura mundial produce un 17% más de calorías que hace 30 años pese al incremento del 70% de la población.

-Más del 30% de los niños en los países en desarrollo (600 millones) viven con menos de un dólar al día.

-Cada 3,6 segundos muere una persona de hambre, casi siempre un niño menor de cinco años.


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el dispreciau dice: como buen dispreciau que soy, confieso que el sufrimiento ajeno me produce daño, cualquier expresión de él (sufrimiento) me toca la fibra del alma, produciéndome una sensación difícil de traducir a palabras... ante ello, debo confesar que me aterra el mundo que transitamos, donde las palabras vacías sobran y las acciones concretas están ausentes sin aviso. Las gentes que padecen en el mundo son demasiadas, nada distinto a si se tratase de una sola... ¿Qué pasa en el mundo humano?, ¿Qué bicho les ha picado el cerebro que se asiente como habitual/normal algo que está lejos de serlo?, ¿Qué sucede adentro de esas mentes sin espíritu?, No tengo respuesta alguna, ya que de tenerla la misma me apabullaría. Realmente, la clase política es impresentable... las corporaciones lo son, y todo el resto de organismos internacionales creados para "no" ayudar a nadie, también lo son (impresentables), incluyendo en ellos a la propia Iglesia Católica, siempre apurada a arrojar argumentos vacíos a quién los quiera atender. El mundo humano apena y al mismo tiempo da pena, perversa imagen de desprecios y soberbias... algo anda mal en estas mentes sin neuronas... algo anda peor en estas almas escudadas en avaricias y angurrias, muy mal. La Tierra humana produce náuseas... Agosto 04, 2011.-

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