El tsunami de Japón generó icebergs en la Antártida
El satélite europeo 'Envisat' captó la fractura de una placa helada del continente blanco cuando llegaron las olas generadas en el terremoto de marzo, a 13.000 kilómetros de distancia
ALICIA RIVERA - Madrid - 09/08/2011
El tsunami desencadenado por el terremoto de magnitud 9 que devastó una extensa región costera en el noreste de Japón el pasado mes de marzo, se hizo notar a más de 13.000 kilómetros de distancia, en la Antártida. Las olas se propagaron por el Pacífico y su impacto provocó fracturas en la plataforma Sulzberger del continente blanco, de manera que unos grandes trozos de hielo se convirtieron en icebergs que empezaron a flotar en el mar de Ross. Lo captó el satélite Envisat de la Agencia Europea del Espacio (ESA), pero ha sido una científica de la NASA, Kelly M. Brunt, y dos colaboradores suyos, quienes han logrado relacionar ambos sucesos. Tras los análisis de los datos, estos especialistas en criosfera presentan sus resultados en la revista Journal of Glaciology. "El tsunami de Honshu cruzó el pacífico en poco más de 18 horas y afectó a la plataforma helada de Sulzberger provocando la ruptura de 125 kilómetros cuadrados de hielo en el frente de la misma, que había permanecido estable durante más de 46 años", escriben Brunt y sus colegas en Journal of Glacilogy. La llegada del tsunami a la Antártida fue registrada, por ejemplo, en el mar de Ross por mareógrafos instalados por los neozelandeses, añaden. Los investigadores han podido comprobar el efecto de las olas en esa región del continente blanco gracias a imágenes previas al terremoto -o a la llegada del tsunami al mar de Ross- y después tomadas con el radar del Envisat, que ve a través de las capas de nubes que pueda haber.
En los primeros registros del satélite tras la llegada del tsunami a la Antártida de Honshu a la Antártida (el 12 de marzo) se aprecia claramente que se ha fracturado el frente de la plataforma helada y se ha formado un iceberg de unos 10x6 kilómetros, explican los investigadores. Al día siguiente se distingue ya la separación de otro trozo de hielo, más pequeño que el primero, de unos 7x4 kilómetros. En esos días se rompió una superficie total helada superior a los 125 kilómetros cuadrados, incluidos estos dos icebergs grandes y otros fragmentos menores.
"Este hallazgo en la Antártida demuestra que las observaciones desde satélite son esenciales para comprender los mecanismos y los efectos asociados a los desastres naturales", recuerda Henri Laur, responsable de la misión Envisat en un comunicado de la ESA.
Primer mapa completo de los flujos de los hielos en la Antártida
Los datos tomados desde satélites europeos, japoneses y canadienses muestran los desplazamientos de los glaciares que pueden ser críticos en la subida del nivel del mar
ALICIA RIVERA - Madrid - 19/08/2011
Con sus análisis del mapa, Rignot y sus colegas se han llevado varias sorpresas importantes. Primero, señalan, han descubierto un nueva cresta que recorre el territorio de Este a Oeste. También han identificado formaciones de hielo desplazándose hasta 250 metros al año por planicies inmensas inclinadas hacia el Océano Antártico. "Este mapa destaca algo fundamental y es que el hielo se mueve por deslizamiento sobre el terreno en que reposa", dice Thomas Wagner, un experto de la NASA, en un comunicado de dicha agencia. "Esto es importante para proyectar la futura subida del nivel del mar, porque si perdemos hielo en la costa debido al calentamiento, abrimos el grifo de cantidades masivas de hielo del interior".
Los investigadores, que presentan su nuevo mapa en la revista Science (en la edición adelantada en internet), explican que las velocidades de desplazamiento de los hielos en la Antártida van desde pocos centímetros al año en algunos lugares hasta unos cuantos kilómetros anuales en los glaciares más rápidos y en las plataformas heladas flotantes. En cuanto a la distribución espacial de los glaciares, Rignot y sus colegas resaltan el patrón de tributarios. "Cada gran glaciar es la fusión de varios tributarios que se extienden cientos de kilómetros hacia el interior [del continente]", escriben. Esto se había ya observado y en mapas parciales, pero ahora resulta evidente a escala de todo el continente blanco, añaden.
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