sábado, 6 de junio de 2009
ROSAS COLOMBIANAS
03 JUN 09 | "Rosas colombianas"
Ana María Bovo: entre la narración oral y la novela
La fantástica narradora oral derrama su talento sobre una conmovedora novela.
IntraMed
Entrevista a la narradora oral y flamante escritora Ana María Bovo
“La sencillez es trabajosa”
www.anamariabovo.com.ar/
Su primer libro, Rosas colombianas, está emparentado con el mundo de las telenovelas y tiene un tono que por momentos remite al folletín. Fiel a su vocación narradora, Bovo cuenta que, en el proceso de escritura, se contaba la novela a sí misma.
Por Silvina Friera
Bovo dice que le costó la “mediación” entre la oralidad y la escritura.En el living de Ana María Bovo no podían faltar las rosas colombianas de color pastel. No son un decorado más en ese departamento de la calle Balcarce, que conserva las puertas y buena parte de los azulejos y cerámicas originales de 1928. Esas rosas, contraseña de las adictas a la telenovela Café con aroma de mujer, que llevaba la heroína, Ga-viota, en su corona de novia, son un elemento clave en la vida de Inés, la protagonista de Rosas colombianas (Emecé), la primera novela de Bovo. “Nunca me había entusiasmado tanto con una telenovela. Durante ocho meses tuve una certeza al despertarme: entre las tres y las cuatro de la tarde iba a sentirme bien”, admite Inés, que prefiere hundirse en el sopor de los cafetales, en un clima de pura ilusión, para desentenderse de las cosas que no funcionan, como su matrimonio. Para esquivar esa tristeza típica de un divorcio anunciado que no se quiere asumir, ella se dedica a solucionar los problemas de su plomero italiano.
Estructurada en tres partes y con un tono por momentos cercano al folletín, la trama invita a sumergirse en tres momentos de la vida de la protagonista marcados por las pérdidas –el marido, la desaparición de su prima Elena– y los viajes a España, donde conocerá a sus tías andaluzas, Emilia y Anica, dos personajes inolvidables que parece que se hubieran escapado de un film de Almodóvar, sobre todo Anica. Aunque dejó de estudiar porque tenía la “inteligencia dormida”, esa anciana de “gracia fina” es una maestra por su manera de hablar, por esa oralidad que es una delicia para el oído de los lectores. “Y ahora vienes tú, como una paloma que trae el olivo en el pico para decirme que yo, del otro lado del mar, también tenía familia”, le dice Anica a su sobrina.
Como si necesitara de la protección y la sabiduría de Anica, a quien conoció realmente en un viaje a España, para esta nueva etapa en la que estrena “tímidamente” el oficio de escritora, Bovo tiene una fotografía de la anciana donde aparece sentada a la mesa de la cocina de la casa de su ama con vestido negro, un mantón de lana y el pelo tirante sujeto en un rodete. Actriz, docente, narradora oral y flamante escritora, con humor zumbón desmiente el mito de lo tenebrosa que puede resultar la experiencia de la escritura. En la entrevista con Página/12 cuenta que el proceso de pasar de la oralidad a la letra impresa fue un espacio de felicidad. “Yo tenía entendido que a veces la escritura es muy tortuosa, que la página en blanco genera angustia, pero por recomendación de mi médico salía a caminar tres veces por semana. Al principio me daba pereza, pero aproveché esas caminatas para rumiar la novela en mi cabeza. Primero concebí la estructura y, cuando la armé, supe cómo empezaba y terminaba cada una de las partes que eran bastante autónomas entre sí. Toda la concepción de la novela se dio del mismo modo en que concibo los textos para mis espectáculos”, explica Bovo. “Muchas adaptaciones literarias todavía no las llevé al papel, las sigo teniendo en el disco rígido de mi memoria. Después de rumiarla en silencio, me contaba la novela a mí misma, la decía en voz alta; por momentos la escribía en borradores, a mano, porque no manejo el teclado, y después gracias a mis asistentes, Lourdes y Gabriela, aparecía escrita en la pantalla de la computadora. Luego la imprimía, la corregía, volvía a rumiarla y volvía al papel.”
Bovo, que actualmente está presentando un espectáculo de narración oral, Relatos. Nuevas y viejas historias, en Clásica y Moderna (ver aparte), señala que por su oficio de narradora buscó deliberadamente escribir la novela de esa manera. “Quería conservar para la voz de Inés una impronta fuerte de oralidad, que hubiera más panorama de la acción que panorama de la conciencia, que los personajes se mostraran a partir de lo que hacían y decían, que se presentaran así mismos como se presentan los personajes en el cine.”
–¿Qué fue lo que más le costó en ese pasaje entre la oralidad y la escritura?
–Hacer la mediación, que la novela estuviera bien escrita, preservando la sencillez y la impronta de oralidad. La sencillez fue lo más trabajoso para mí, porque por momentos me tentaba ponerme más compleja. Renunciar a “mostrarse inteligente” me costó un poquito, quizá porque tenía una platea temida de lectores, otros escritores, que a lo mejor podían pensar que simplificaba demasiado la escritura. Pero finalmente me afiancé en algo que a mí me ha dado mucha satisfacción a lo largo de mi trabajo como narradora que es, como dice Truman Capote, “escribir claro como un arroyo que corre por el campo”.
–Además de sus tías andaluzas, ¿qué otros materiales autobiográficos utilizó?
–Yo viajé con mi plomero italiano a Italia para que se reencontrara con su madre; fue un personaje muy entrañable para mí y para mi hija, sólo que cuando vi la telenovela Café con aroma de mujer, él ya había muerto. A partir de experiencias autobiográficas desplegué todo un mundo de ficción que a la vez me otorgó nuevos recuerdos, como si ahora dudara un poquito de la verdad que se puede verificar de la verdad verosímil de la ficción. Cuando un 22 de septiembre de hace veintidós años atrás conocí a mis dos tías andaluzas, no sabía que ahí tenía el germen de una novela ni que iba a ser escritora, si es que me puedo llamar así a partir de esta primera novela. Las rosas colombianas llegaron a mi vida después, un poco a través de la telenovela y de mis visitas al mercado de flores. Yo añoraba mucho las rosas de los jardines de los barrios, o de los fondos de las casas de los inmigrantes, que son unas rosas más desprolijas. Se fueron mezclando vivencias personales con la ficción, y la novela fue adquiriendo autonomía por fuera de mi experiencia personal.
–¿Rosas colombianas es un homenaje a la telenovela?
–No pretendía hacer un homenaje a la telenovela, pero sí quería darle el lugar que tiene en la construcción del ideal amoroso, de los amores para toda la vida. El divorcio de Inés es la ruptura del final feliz que ella esperaba para su vida, de un amor para siempre, y a partir de eso empieza esa travesía en busca de una nueva identidad. No me propuse un homenaje, pero a partir de la energía, de la alegría que me dio a mí Café con aroma de mujer, hay un acto de gratitud hacia esa felicidad de suspender el espacio de la siesta, como dice Cecilia Absatz en su ensayo, dejar atrás el malhumor de los colectiveros, las corridas bancarias y sumergirse en ese lugar de sensualidad y de ensoñación que proponen las telenovelas.
–¿La telenovela es un elemento de socialización entre las mujeres?
–Sí, de empatía, de conversación. Compartir una telenovela es el brote de una conversación. Con Café con aroma de mujer me pasó que la alegría de la protagonista, a pesar de su desventura, me resultaba muy sanadora, como un acto de reparación. Inés hace el recorrido de la heroína de una telenovela porque va superando muchas adversidades y termina sabiendo quién es en el final. Cecilia Absatz dice en Mujeres peligrosas: la pasión según el teleteatro que muchas veces en las telenovelas hay un señuelo amoroso detrás del cual va la heroína, pero que fundamentalmente está conociéndose a sí misma. Inés no quiere renunciar a los finales felices, yo tampoco quería que renunciara...
Bovo confiesa que “tímidamente” empieza a sentirse escritora. “Creo que empecé a serlo hace tiempo, cuando escribía mis propios espectáculos, pero como los iba rumiando en mi cabeza, no les otorgaba entidad literaria. Ver la novela publicada empieza a devolverme la imagen de escritora. Adivino ahí un porvenir interesante. Cuando sea muy mayor y no pueda salir a escena, seguiré escribiendo”, bromea. La tía Anica, que vivió en el pueblo Alsodux y murió a los cien años, se devora literalmente la tercera parte de Rosas colombianas. Bovo recuerda que aunque Anica fue sólo tres meses al colegio, tenía una impronta poética muy arraigada en el decir popular. “La gente te regala unas frases maravillosas, la copla sigue estando a flor de piel, en boca de todos; te sumergís en agua fresca y surge a borbotones lo que ellos llaman la ‘gracia fina’. Las vecinas decían de Anica que era ‘fina como los corales, detallosa como ninguna’. Elaboraban frases con una naturalidad enorme, escuchabas literatura oral todo el tiempo, sin que se propusieran ser inteligentes.”
–Una de esas frases maravillosas que repetía Anica es que tenía “dormida la inteligencia...”
–Ella contaba que la habían retirado de la escuela porque la maestra le había dicho a su patrón que su inteligencia estaba dormida. Anica me preguntaba si creía que la inteligencia podía despertarse alguna vez (risas). Ese encuentro fue muy enriquecedor para mí. Como tengo el entrenamiento de oír, traté mucho de captar desde el oído. Muchas veces me detenía en las puertas de las casas, cuando recorría el pueblo de-sierto a la hora de la siesta, porque las mujeres cantaban mientras lavaban los platos o tendían la ropa. Eran unas voces conmovedoras... Cuando Emilia abría las puertas del cementerio, decía, como Gabi, Fofó y Miliki: “¡Cóomo están ustedeees!...”, esa manera tan festiva de entrar a un cementerio era muy loca y hermosa.
–Se nota en la novela que la relación de sus tías con la muerte es muy natural, no es algo trágico...
–Me fascinó que la muerte fuera como un tránsito más. Había una espera de la muerte que la sobrellevaban no diría con ilusión, sino con mucha naturalidad. La única ambición que tenía Anica era tener una tumba propia, era su único lugar de obstinación, no había tenido casa propia y quería una tumba a estrenar (risas).
Página 12
"Quiero que mi voz sólo sea un vehículo de las voces de otros"
Llega "Rosas Colombianas", la primera novela de Ana Maria Bovo. Las telenovelas, la inmigración, la última dictadura, los desengaños, son los ejes de esta obra.
La cucaracha, la cucaracha/ Que ya no puede caminar" canturrea Lila Downs y casi que obliga a mover los hombros. La sala, mientras, es atravesada por una luz cálida que huele a siesta y, por qué no, a melodrama. Por ahí, por la telenovela de la siesta, empieza Rosas colombianas -la primera novela de Ana María Bovo-. En este caso la memorable "Café con aroma de mujer" que, como dice Inés, la voz que narra, tiene la capacidad de hacernos "olvidar de los problemas entre las tres y las cuatro".
Pero la que está en esa sala en la que suena "La cucaracha" y absorbe los ruidos que desde afuera devuelve el microcentro porteño es Ana María Bovo y habla, no de la telenovela de la tarde, sino de Rosas colombianas, que para resumir "narra tres momentos de una misma vida", rozando algunos de los temas más sensibles para la historia y la cultura argentina: la inmigración, el Proceso y el culto a los muertos.
Conocida por sus infinitos trabajos como narradora oral, Bovo da con esta novela el salto al papel, aunque confiesa: "Le tengo pánico a la letra impresa." El cuento es que gran parte de la novela, más que escribirla, Bovo "la iba diciendo en voz alta. Porque necesito -contó- amasar las voces en mi cabeza para comprobar su verosimilitud, sus tonos, la densidad y la longitud de las frases".
Aun en la puntuación, dijo, "trato de conservar eso que es propio del aliento". ¿Podría decirse que construyó la novela bajo los principios de la narración oral? "Bueno -explicó la autora-, tomé como modelo estético a los narradores espontáneos, muchos de ellos casi analfabetos, pero con una gran capacidad expresiva. Traté de copiarme de ellos: muchos acontecimientos pero austeridad en la reflexión sobre ellos; muy dosificado el panorama de la conciencia y muy amplificado el de la acción."
Por lo demás, la escritora dijo haberse valido también de una premisa de Rodrigo Fresán que dice que narrar bien consiste en distinguir lo que no debe ser contado. "Hice un trabajo de edición muy minucioso para volver lo más austera posible a la novela y no sobrecargarla de intencionalidad. Eso, sumado a un principio cinematográfico que dice que hay que entrar tarde a una escena y salir temprano."
Rosas colombianas -que se presenta el próximo lunes 2 de junio en el Malba- nació casi por prescripción médica, pero ¿cómo es eso? "Mi médico me había indicado que caminara tres veces por semana. Un día estaba en eso y me di cuenta de que tenía dos capítulos de una novela: el inicio y el final. Un mes después -detalló Bovo- también mientras caminaba apareció la segunda parte. Levanté los brazos y me dije: ''''''''''''''''tengo una novela'''''''''''''''', sólo faltaba escribirla."
Bovo se entusiasma, entra y sale de las páginas de su libro, siempre salpicadas de su propia biografía: "He dejado que vaya a parar aquí un mosaico de imágenes que tenía en la memoria."
Entre ellas, los pasajes de Rosas colombianas fueron saliendo "de una valija de fotos desordenadas. En la casa de mi mamá -amplió la autora- las fotos familiares están en una valija. Mi mamá nunca quiso ponerlas en un álbum, dice que prefiere tenerlas mezcladas, porque si las ordena cronológicamente siente la tristeza de ver llegar la muerte. Elige recuperar los recuerdos fragmentados. Utilicé esa idea para la novela. Cada foto arroja luz sobre otra, o crea un nuevo misterio".
Pero además, cada imagen es una voz, "cuando uno recuerda asigna a esa memoria su propio lenguaje. Yo me cuidé de que la voz de la narradora no opaque ni tiña la expresión del personaje original". Y en este punto, la que pelea por salir es la Ana María Bovo narradora oral, para la que es más sencillo hablar de espectador que de lector, y que se autodefine como "una recolectora de voces".
"La impregnación de voces ajenas es lo que me provocó el deseo de ser narradora y en éste, mi primer hecho literario -concluye Bovo-, quiero que mi voz sea sólo un vehículo que traslada las voces de los otros."
Revista Ñ
Ana María Bovo en el teatro:
ANA MARÍA BOVO estrena en el MAIPO CLUB
“ASÍ DA GUSTO”
Un tributo a la comicidad femenina de nuestros escenarios
Desde el próximo martes 12 de mayo Ana María Bovo presentará su nuevo trabajo como autora e intérprete: ASI DA GUSTO, en el que despuntará, por fin, su veta de actriz cómica.
Su nuevo personaje, Olinda Petrungaro, propone un punto de quiebre en el teatro cómico: a los gags visuales del cine mudo y al ritmo verbal de los capocómicos le aporta una mágica inocencia y la agudeza de su mirada.
Olinda, asistente de vestuario, lleva años viviendo en las entrañas del teatro Maipo. Tiene calle: la calle que dan las luces, las plumas, los artistas, las peleas de cartel. Saldrá de su encierro para subir a escena, para que la escuchen, para ser mirada. Tiene mucho, mucho que contar.
En ASI DA GUSTO, Bovo rinde tributo a la comicidad femenina de nuestros escenarios. El espectáculo revaloriza las figuras femeninas de Sofía Bozán, Tita Merello, Lola Membrives, Nélida Roca y Nélida Lobato. Pone el acento –además de en la ya muy homenajeada Niní Marshall- en la capocómica Olinda Bozán.
ASI DA GUSTO, de y por Ana María Bovo. Desde el 12 de mayo.
Funciones: martes 20.30 hs. y domingos 17 hs. Maipo Club
Esmeralda 443. Localidades $ 40
Teléfonos de boletería: 4322-8238 y 4322-4882
Después del éxito de “Maní con chocolate” (2000), Ana María Bovo escribió y protagonizó "Hasta que me llames" (2002, Club del Progreso y en el CCC), escribió y dirigió "Emma Bovary" (2004), protagonizó "Relatos" (2007-2008, Clásica y Moderna) y "Humor Bovo" (Verano de 2009, Maipo Club).
Como escritora, editó su primera novela, "Rosas colombianas" (Emecé), que va por su segunda edición.
Ficha técnica
Dramaturgia y Dirección: Ana María Bovo
Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova
Diseño de vestuario: Sofía Di Nunzio
Asistente de Dirección: Alejandra Montero
Producción ejecutiva: Alejandra Montero, Lourdes Lávaque
Prensa: Débora Lachter
el dispreciau dice: lo adjunto porque desde mi humilde punto de vista, Ana María Bovo es un genio de la expresión... Junio 06, 2009.-
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