La renuncia de la favorita de Merkel revoluciona la lucha por la cancillería
Annegret Kramp-Karrenbauer, líder de los conservadores, quedó muy debilitada tras la ruptura del cordón sanitario en un Estado del este del país
Berlín
Annegret Kramp-Karrenbauer, el pasado día 7 en Berlín. En vídeo, las claves de la sucesión de Merkel. ANNEGRET HILSE (REUTERS) | EPV
La ruptura del cordón sanitario en Turingia ha sacudido los cimientos de la política alemana. Para Annegret Kramp-Karrenbauer, presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y favorita en la carrera por la sucesión de la canciller, Angela Merkel, ha supuesto un golpe mortal. Kramp-Karrenbauer ha renunciado a su candidatura como futura canciller, dejando abierta la carrera por la sucesión sin que haya de momento un claro candidato alternativo. Renunciará además AKK, como se la conoce en Alemania, a la presidencia del partido, una vez que los conservadores elijan nuevo candidato, a lo largo de este año, pero seguirá siendo ministra de Defensa hasta final de la legislatura en 2021.
La renuncia de la cabeza del centroderecha alemán abre un periodo de inestabilidad política de la primera economía europea, coincidiendo con la recta final de la era Merkel. El plan de sucesión ordenado y sin sobresaltos diseñado por la canciller, cuyo cuarto y último mandato está previsto que finalice en 2021, ha saltado por los aires. Se abre a partir de hoy la carrera por la cancillería en el centroderecha alemán.
Merkel dijo este lunes lamentar la renuncia de Kramp-Karrenbauer. “Respeto la decisión, pero lo lamento enormemente”, dijo la canciller. “Me puedo imaginar que no ha sido una decisión fácil para ella y le agradezco su disposición a dirigir el proceso de elección de su sucesor”, añadió Merkel ante la prensa, con motivo de la visita del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
La decisión se produce después de que en Turingia, al este del país, saliera elegido en el Parlamento regional un candidato liberal con los votos de la ultraderecha y también de la CDU. Era la primera vez que un candidato salía elegido gracias a los votos de los ultras, lo que marcó una fractura inédita del hasta entonces firme cordón sanitario alemán. La CDU de Turingia votó en contra de las directrices del partido en Berlín y de las órdenes de la propia Kramp-Karrenbauer, que quedó desautorizada.
Al final, fue la canciller Merkel la que desde Pretoria, a 8.800 kilómetros de distancia, se vio obligada a intervenir para poner orden en el partido y obligar a la CDU regional a revertir la elección del candidato liberal y buscar una salida a la crisis sin contar con el apoyo directo ni indirecto de la ultraderecha. “Defiendo una CDU que rechace cualquier tipo de cooperación directa o indirecta con AfD”, reiteró Kramp-Karrenbauer este lunes ante la prensa.
La política aseguró que su renuncia obedece a una decisión meditada desde hacía tiempo. Lo cierto es que desde que se hiciera cargo de la presidencia del partido hace poco más de un año, las críticas más o menos veladas contra AKK desde dentro del partido no han cesado y su liderazgo ha sido cuestionado sobre todo por el ala derecha de la CDU.
Las reacciones políticas se sucedieron el lunes en tromba. El partido socialdemócrata, socio de coalición en el Gobierno, consideró “muy preocupantes” los acontecimientos en palabras de su colíder, Norbert Walters-Borjan, quien pidió a la CDU que aclare qué relación quiere tener con los extremistas de derechas. La ultraderecha se frotó las manos ante una caída que en parte considera mérito propio. “No ha sido capaz de implementar la política de su partido de exclusión de nuestro partido democrático y eso es bueno”, se felicitó Alexander Gauland, presidente honorario de Afd. “Es completamente absurdo y poco realista no querer cooperar con Afd a largo plazo”, consideró.
Annalena Baerbock, colíder de Los Verdes, el partido estrella de la política alemana sostuvo que “es una situación muy difícil para el país. Me preocupa el creciente vacío de poder. La CDU debe clarificar cómo piensa garantizar un Gobierno estable en estas circunstancias”. Y añadió: “Los partidos no deben actuar ahora con tacticismo, sino lograr que el cortafuegos contra AfD se mantenga. La inestable situación de Turingia no debe contagiarse al resto del país”.
Kramp-Karrenbauer, de 57 años y actual ministra de Defensa, fue elegida para presidir el partido en diciembre de 2018 en un congreso de Hamburgo, en el que su candidatura centrista y continuista se impuso por la mínima a la de la corriente más conservadora y rupturista. Su salida complica la sucesión de Merkel. Supone además un golpe para la canciller, que no ha ocultado su preferencia por Kramp-Karrenbauer frente a otros candidatos. Su salida supone no solo una victoria para los rivales de AKK, sino también los detractores de Merkel y en general para el ala más conservadora del partido, que considera que la canciller ha “socialdemocratizado” la CDU, dando alas a la extrema derecha. “¡AKK-K.O!”, titulaba con cierto regocijo en su edición digital el sensacionalista y conservador Bild, el diario más leído en Alemania.
Cuatro candidatos destacan ahora en la carrera por la sucesión de Angela Merkel. El primero, Friedrich Merz, el hombre de negocios al que derrotó AKK hace un año y que amenaza eternamente con volver. Markus Söder, líder de los conservadores bávaros (CSU), podría ser otro aspirante oficioso según coinciden numerosos analistas. Más hacia el centro, podría concurrir Armin Laschet, próximo a Merkel y ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia, un bastión tradicionalmente socialdemócrata. Y por último, Jens Spahn, el joven y proactivo ministro de Sanidad del actual Gobierno alemán y representante como el resto, excepto Laschet, del ala más a la derecha del partido. Está por ver qué posición adoptaría cada uno de ellos en cuanto a una posible cooperación con AfD frente a la aplicación de un férreo cordón sanitario como el que defiende Kramp-Karrenbauer.
LA CARRERA POR LA SUCESIÓN EN LA CDU
La renuncia de Annegret Kramp-Karrenbauer, conocida como AKK, abre de nuevo la carrera por la presidencia de la CDU y la candidatura a la cancillería de cara a las elecciones de 2021, en las que no concurrirá Angela Merkel. De momento, son cuatro los dirigentes que destacan en una posible pugna por el puesto. Está por ver qué posición adoptan los que den el paso al frente sobre una posible cooperación con Alternativa para Alemania.
- Friedrich Merz, de 64 años, es el hombre de negocios y representante de la línea más conservadora de la CDU al que derrotó AKK en el congreso del partido en diciembre de 2018. Desde entonces, ha mantenido su presencia pública en los aledaños del partido, dispuesto a volver. La semana pasada, durante la crisis de Turingia que ha desembocado en la salida de AKK, Merz anunció que dejaba su puesto en el mayor fondo de inversiones del mundo, Black Rock para centrarse de nuevo en la política. Apartado por la canciller en una pugna interna hace 16 años, Merz es un político locuaz y transmite seguridad en sí mismo, aunque este lunes ha reaccionado con prudencia y ha afirmado que es preferible “reflexionar” primero que “hablar” demasiado deprisa.
Jens Spahn, de 39 años, es el joven y proactivo ministro de Sanidad del actual Gobierno alemán y representante también del ala más a la derecha del partido. Destacó por criticar la decisión de la canciller de abrir en 2015 las fronteras a los refugiados sirios atascados en Hungría. La canciller le incluyó en el Gobierno como gesto a los más conservadores en la CDU. Católico y casado con un periodista, se le considera un político de la Alemania rural y escéptico con la globalización.-
Armin Laschet, de 58 años, se sitúa más hacia el centro del partido conservador y ya figuró en las quinielas como posible aspirante en 2018, pero decidió finalmente no presentar batalla. Político próximo a Merkel, es ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia, un bastión tradicionalmente socialdemócrata y el Estado federal más poblado de Alemania. Sería un candidato de continuidad y ha advertido contra una derechización de la CDU. Durante el escándalo de Turingia, en la línea defendida por Kramp-Karrenbauer y la canciller, afirmó que ningún dirigente, “ni por casualidad”, puede dejarse elegir con los votos de la ultraderecha. Markus Söder, de 53 años, es el líder de los conservadores bávaros (CSU), el partido hermano del de Merkel, y primer ministro de Baviera. Se le incluye entre los posibles aspirantes oficiosos, según coinciden varios analistas, aunque él mismo ha rechazado en alguna ocasión especulaciones de que ambicionaría una candidatura. Defensor de los valores tradicionales, desde que asumió el Gobierno de Baviera tras las elecciones regionales de otoño de 2018, ha buscado una imagen más de centro y de defensa del medio ambiente. Ralph Brinkhaus, de 51 años, es el líder del grupo parlamentario de la CDU/CSU desde 2018, cuando sus compañeros le eligieron frente al protegido de Merkel. Aunque una candidatura no parece estar en el horizonte inmediato, su trabajo parlamentario le ha permitido ganar puntos.
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