sábado, 24 de febrero de 2018

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La inestabilidad y el caos geopolítico llegaron al Golfo para quedarse (por ahora) | Internacional | EL PAÍS

La inestabilidad y el caos geopolítico llegaron al Golfo para quedarse (por ahora)

El Instituto Elcano reúne en Madrid a varios expertos para analizar la creciente rivalidad entre Irán y Arabia Saudí y los vertiginosos cambios recientes en la región

El príncipe saudí, Mohamed bin Salmán, en una ceremonia en Riad el pasado diciembre.

El príncipe saudí, Mohamed bin Salmán, en una ceremonia en Riad el pasado diciembre. REUTERS



La inestabilidad y la incertidumbre han llegado para asentarse como un horizonte común para todos los países del Golfo. Los vientos de cambio que trajo el estallido de la primavera árabe en 2011 han conducido a Oriente Próximo, más que a un nuevo orden, hacia un equilibrio político todavía por resolver. Las heridas que siguen abiertas en los conflictos armados de Siria o Yemen son, según un grupo de expertos reunidos este jueves en Madrid, pequeños escenarios de una gran batalla que libran Irán y Arabia Saudí con el objetivo de hacerse con la hegemonía política y económica de la región.
“El futuro va a traer más incertidumbre, más volatilidad y más sorpresas para la región”, ha asegurado Tarik Yousef, director del Brookings Doha Center, un think thank estadounidense con sede en Qatar. En un debate con investigadores del Real Instituto Elcano y la corresponsal de EL PAÍS en Dubái, Ángeles Espinosa, este economista experto en el mundo árabe ha asegurado que la polarización y los enfrentamientos están destinados a asentarse en una zona que, en su opinión, “está pagando el precio de políticas que no están diseñadas para la estabilidad interna o regional”. Por este motivo, Yousef pronostica más división: “Va a pasar mucho tiempo hasta que veamos nuevos acuerdos de seguridad”.
Todos los ponentes han señalado, a lo largo de un debate que se ha prolongado durante más de dos horas, que el Golfo vive una situación de inestabilidad política insólita, por bien que en las últimas décadas han sido habituales las rivalidades estratégicas y los choques armados. Para el economista, una de las claves de este giro es la inusitada preponderancia de Irán: el régimen sirio de Bachar el Asad, al que apoya Teherán, avanza hacia la victoria en Siria, y la influencia iraní en Irak, con un Gobierno encabezado por chiíes, y en Líbano, es cada vez mayor. Por el contrario, Arabia Saudí ha roto la concordia en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo, el bloque creado con seis monarquías en los ochenta para promover la seguridad y la cooperación económica, con un bloqueo comercial a Qatar desde el pasado junio.
En opinión de la periodista Espinosa, que califica de oportunista el renovado afán iraní de extender sus tentáculos en la región, hay que seguir de cerca los movimientos de Riad para comprender hacia dónde se decantarán los nuevos equilibrios de poder en el Golfo, porque Arabia Saudí “tiene un carácter de actor regional que antes no tenía”. Nadie podía predecir, asegura la corresponsal, que el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, tomaría las riendas del país con un ímpetu transformador tan grande. Asimismo, tampoco se puede calibrar de qué forma cambiará el rumbo de Oriente Próximo el ascendente de su figura.
La rivalidad entre Irán y Araba Saudí se manifiesta en una gran multiplicidad de frentes abiertos y de guerras de todos contra todos, donde es difícil analizar las prioridades de cada uno y saber quién apoya a quién. Sin embargo, lo que sí han señalado los expertos, es que Estados Unidos y Europa parecen cada vez más alejados de desempeñar un papel relevante en la mediación de las tensiones en el Golfo. Kristina Kausch, investigadora del Instituto Elcano, asegura que Bruselas es incapaz de ejercer en la actualidad su papel de promoción del diálogo y asegura que la Unión Europea ve con preocupación el hecho de que Estados Unidos, tras la llegada de Trump al poder, haya pasado “de defensor de un orden liberal a ser uno de sus detractores”.
Por el momento, nada parece que pueda poner freno al caos geopolítico en el Golfo, de acuerdo con los argumentos de Yousef: “Todos los jugadores de la partida sufren esta crisis. No hay ganadores. Todos pierden económicamente”.

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