martes, 1 de agosto de 2017

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Ser habitante, dejar de ser invisible | Planeta Futuro | EL PAÍS

Ser habitante, dejar de ser invisible

¿Hay algo más indigno para los seres humanos que sentirnos ignorados por nuestros semejantes?



Asentamiento informal en Buenos Aires (Argentina).



Asentamiento informal en Buenos Aires (Argentina). 

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Cuando uno ve a un chico crecer, recuerda cómo fue el proceso de aprendizaje propio, en el que la mente tiende a extrapolar la realidad que le toca vivir generalizando —aunque sin ninguna mala intención—, con la idea de que su realidad es la de la mayoría. Así fue que crecí creyendo que tener agua corriente; cloacas; recolección de basura; un colectivo a pocas cuadras que me llevara a donde necesitase; hospital, escuela y comisaría cerca, era algo básico, indiscutible, para todos. Los conceptos de desalojo y seguridad en la tenencia ni aparecían en mi lenguaje, discusiones o preocupaciones. Los números de pobreza que veía en el colegio no me decían nada.
Hasta que empecé a ver, escuchar y vivir otras realidades y la burbuja empezó a romperse.
Desasnarme y reconocer que una inmensa cantidad de personas viven sin esas condiciones, que de chico consideraba obvias, me llevó años de recorridas por barrios con derechos humanos básicos vulnerados. Otro tiempo también me llevó romper prejuicios que mi propio entorno había generado en mi mente y corazón: “El pobre es pobre porque quiere”. Me di cuenta de este prejuicio cuando lo rompí viendo a los infinitos trabajadores de los barrios populares de Argentina. Sin duda, las personas que viven en pobreza y/o habitan en asentamientos informales no lo hacen por su falta de esfuerzo, sino que es consecuencia de un sistema desigual. Sin embargo, la meritocracia se encuentra arraigada y es la mayor falacia que existe en el mundo moderno.
Continuando este recorrido en Techo, con el equipo rápidamente comprendí que las familias de los asentamientos estaban invisibles, que no existían en los mapas. ¿Hay algo más indigno para los seres humanos que sentirnos ignorados por nuestros semejantes? De eso se trata no existir en un mapa: es no contar con una dirección domiciliaria donde recibir la factura de los servicios, es no poder dar una referencia a un compañero o compañera de escuela que invitas a estudiar. Es también una ambulancia que no puede acceder al barrio cuando alguien tiene un problema de salud y su vida corre riesgo.
No existir en un mapa es no contar con una dirección domiciliaria donde recibir la factura de los servicios, es no poder dar una referencia a un compañero de escuela que invitas a estudiar
Por eso, desde 2009 realizamos un Relevamiento de Asentamientos Informales en Argentina. Porque estamos convencidos que el primer paso para superar un problema es reconocerlo; fundamentalmente, diagnosticarlo.
En 2014, luego de varios estudios, una de nuestras cinco propuestas de incidencia para los gobiernos en Latinoamérica fue lograr que el gobierno nacional lo realice.
En 2017, esto es lo más fuerte de lo ocurrido a partir del decreto 358: uno de cada 10 habitantes de nuestro país deja de ser invisibilizado. “Es imposible ser ciudadanos si antes no somos reconocidos como habitantes”, dijo un referente comunitario en la presentación de nuestro relevamiento en el Salón Azul del Congreso Nacional en 2013.
Hoy, resulta imposible explicar lo que significa el reconocimiento y las posibilidades que la adjudicación de certificados de vivienda abren. En primer lugar, sabemos que implica la posibilidad de acceso a los servicios básicos, al agua, la luz y el gas. Pero muchas otras las iremos descubriendo junto a las organizaciones sociales y comunitarias en los próximos meses en los cuales se repartirán más de 800.000 certificados como segundo paso del plan de integración urbana. El primero comenzó el año pasado con el lanzamiento del relevamiento de barrios populares en todo el país.
Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para lograr que los 4.100 asentamientos se integren urbana y socialmente al resto de la ciudad. El proceso de regularización dominial que empieza está lleno de obstáculos pero también de lecciones aprendidas de otras experiencias en la región. Esperamos que este hito histórico en nuestro país se reproduzca en Latinoamérica. Somos una sociedad un poco más justa al reconocer la legitimidad del habitar de millones de ciudadanos y ciudadanas.


Virgilio Gregorini es director ejecutivo de Techo Argentina.


Uno de cada seis niños en Argentina tiene una madre adolescente



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