“La literatura no se mide con un termómetro: mejor que quién, peor que cuál”
Pablo Gutiérrez busca contribuir a crear un relato de la crisis con la novela 'Democracia'. Reflexiona sobre el alejamiento de lo inmediato
Pablo Gutiérrez es profesor de Instituto y escritor. En ese orden. Porque escribe poco y muy tarde, aclara. “Sólo escribo cuando creo que tengo algo que decir y cuando tengo tiempo para hacerlo. No creo que tenga una carrera de escritor por delante, y probablemente ya haya escrito más, y es muy poco, de lo que me queda por escribir. Cuando se agote el caudal, o cuando yo me agote y mis ojeras lleguen al suelo, se acabó”, dice muy seguro de sí mismo.
Gutiérrez (Huelva, 1978) acaba de publicar su tercera novela. Se llama Democracia (Seix Barral) y en ella cuenta cómo la vida de Marco “comienza a joderse” con la caída de Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Se queda sin trabajo y, a partir de entonces, no sabe cómo pagará la hipoteca. Miles de personas comparten su tragedia, pero él no se queda de brazos cruzados. Durante varias noches sale a la calle para escribir versos anarquistas en las paredes e, inspirado en la vida del magnate George Soros, planea vengarse de su jefe.
“¿Se puede escribir a ciegas?”, se pregunta el propio autor. “A mí no me sirve el escapismo, lo que escribo arranca de lo que veo”. Lo dice porque refleja el contexto en el que se desenvuelve. Vive en “una zona muy empobrecida, y en mis alumnos veo el efecto real de la crisis. Yo, por suerte, tengo trabajo; sus padres, no. Mi generación fue afortunada, nos tocó la prosperidad y la asíntota; a ellos les tocó la planicie, el foso. Los alumnos que justo ahora terminan el bachillerato sienten terror, carecen de expectativas, de confianza”.
Las páginas de Democracia pretenden contribuir a ir formando “un relato de la crisis”. Pero esta afirmación le parece demasiado ambiciosa al novelista, pues todavía no abundan libros al respecto. “La mano invisible de Isaac Rosa también elabora un discurso social de resistencia, pero no está ubicada en los acontecimientos concretos que arrancaron en 2008. La literatura se fabrica despacio, y supongo que esos relatos aparecerán, aunque da la impresión de que entre los novelistas hay cierta tendencia a alejarse de lo inmediato, como si la realidad fuera algo demasiado vulgar o caduco. Aún se escriben novelas sobre la Guerra Civil como si fuera nuestro pasado más reciente”.
Pablo Gutiérrez ha obtenido el Premio Tormenta en un Vaso, el Premio Ojo Crítico de Narrativa y ha sido considerado “uno de los mejores narradores jóvenes de la literatura en español” por la revista Granta. “La literatura no se mide con un termómetro, no hay valores objetivos. Mejor que quién, peor que cuál. Es muy infantil eso de hacer listas con los mejores de cualquier cosa, como cuando grabábamos cintas con nuestras canciones favoritas. Yo aparecí en una de los mejores y seguro que hay quien me considera de los peores”, dice desbordando modestia.
Estudió periodismo y, durante un tiempo, fue redactor. Escapó de “ese mundo” porque se encontró con que “no había tiempo ni energía ni limpieza. El periodismo que yo conocí estaba embebido de corrupción, de mezquindad y de explotación laboral”. Prefirió leer y escribir y dar clases a los estudiantes de secundaria. Y, desde la literatura, “mantener una actitud de resistencia”.
Democracia es su debut en “una gran editorial.” Pero, ¿no es una contradicción publicar un libro que critica el “sistema” en una editorial que parece estar bien arraigada dentro del “sistema”? “En las editoriales independientes se siente uno muy cobijado, te tratan bien, mueven los libros tanto como pueden, pero pueden poco. Cuando escribes, esperas que haya lectores en el otro lado, nadie escribe con vocación de mártir solitario; y las editoriales “del sistema”, como dices, te proporcionan mayor visibilidad. No es cuestión de economía, sino de visibilidad, de que si alguien quiere leer algo tuyo pueda encontrarlo más allá de Amazon, que el libro se encuentre”.
el dispreciau dice: el mundo se ha llenado de zanahorias inalcanzables, colocadas improlijamente por una clase plítica perversa y cínica, para no decir incapaz y mentirosa, o tal vez para no decir negligente y aberrante... pero también se ha llenado de zanahorias inalcanzables, impuestas por el pensamiento corporativo antisocial esgrimido por empresas vacías, que pretenden fabricar mundos virtuales que no condicen ni se corresponden con coincidencia social alguna, esto es que quieren vender al mismo tiempo que destrozan las bases económico-financieras de las sociedades humanas... este pensamiento paradójico ha colocado a la humanidad de rodillas ante sí misma y sus fundamentos, haciéndola inviable. La Democracia es un acto editorial y ya no representa un ejercicio de gobierno, ya que la propia clase política anda exhibiendo insecticidas que calcinan y exterminan las iniciativas humanas, imponiendo la mediocridad como mecanismo de sobrevida. Este pensamiento estúpido, bien definido por los gobiernos de la Europa Medieval y de la China imperial, tanto como de la Latino América personal, muestra a dioses de barro que venden recetas carentes de sentido alguno, que sólo esclavizan y victimizan a las sociedades humanas respectivas... ninguno de los representantes de esta escuela antisocial de la política perversa, se dan cuenta del agotamiento que han provocado y alcanzado de modo simultáneo... dejando sin espacio y quedándose sin capacidad de maniobra ante la zozobra social instalada. América Latina es hoy un cómic de ridículos en el ejercicio del poder... desde México hasta nuestro propio país... y nada distinto se observa en la Europa Medieval desde España hasta la Rusia... sin perder de vista a la barbarie disfrazada de repúblicas que impera en cualquier ángulo del Asia. Traducido, la humanidad no tiene motivos como tampoco incentivos, y la zanahoria de la que tanto se habla, no existe. Diciembre 26, 2012.-
Gutiérrez (Huelva, 1978) acaba de publicar su tercera novela. Se llama Democracia (Seix Barral) y en ella cuenta cómo la vida de Marco “comienza a joderse” con la caída de Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Se queda sin trabajo y, a partir de entonces, no sabe cómo pagará la hipoteca. Miles de personas comparten su tragedia, pero él no se queda de brazos cruzados. Durante varias noches sale a la calle para escribir versos anarquistas en las paredes e, inspirado en la vida del magnate George Soros, planea vengarse de su jefe.
“¿Se puede escribir a ciegas?”, se pregunta el propio autor. “A mí no me sirve el escapismo, lo que escribo arranca de lo que veo”. Lo dice porque refleja el contexto en el que se desenvuelve. Vive en “una zona muy empobrecida, y en mis alumnos veo el efecto real de la crisis. Yo, por suerte, tengo trabajo; sus padres, no. Mi generación fue afortunada, nos tocó la prosperidad y la asíntota; a ellos les tocó la planicie, el foso. Los alumnos que justo ahora terminan el bachillerato sienten terror, carecen de expectativas, de confianza”.
Las páginas de Democracia pretenden contribuir a ir formando “un relato de la crisis”. Pero esta afirmación le parece demasiado ambiciosa al novelista, pues todavía no abundan libros al respecto. “La mano invisible de Isaac Rosa también elabora un discurso social de resistencia, pero no está ubicada en los acontecimientos concretos que arrancaron en 2008. La literatura se fabrica despacio, y supongo que esos relatos aparecerán, aunque da la impresión de que entre los novelistas hay cierta tendencia a alejarse de lo inmediato, como si la realidad fuera algo demasiado vulgar o caduco. Aún se escriben novelas sobre la Guerra Civil como si fuera nuestro pasado más reciente”.
Pablo Gutiérrez ha obtenido el Premio Tormenta en un Vaso, el Premio Ojo Crítico de Narrativa y ha sido considerado “uno de los mejores narradores jóvenes de la literatura en español” por la revista Granta. “La literatura no se mide con un termómetro, no hay valores objetivos. Mejor que quién, peor que cuál. Es muy infantil eso de hacer listas con los mejores de cualquier cosa, como cuando grabábamos cintas con nuestras canciones favoritas. Yo aparecí en una de los mejores y seguro que hay quien me considera de los peores”, dice desbordando modestia.
Estudió periodismo y, durante un tiempo, fue redactor. Escapó de “ese mundo” porque se encontró con que “no había tiempo ni energía ni limpieza. El periodismo que yo conocí estaba embebido de corrupción, de mezquindad y de explotación laboral”. Prefirió leer y escribir y dar clases a los estudiantes de secundaria. Y, desde la literatura, “mantener una actitud de resistencia”.
Democracia es su debut en “una gran editorial.” Pero, ¿no es una contradicción publicar un libro que critica el “sistema” en una editorial que parece estar bien arraigada dentro del “sistema”? “En las editoriales independientes se siente uno muy cobijado, te tratan bien, mueven los libros tanto como pueden, pero pueden poco. Cuando escribes, esperas que haya lectores en el otro lado, nadie escribe con vocación de mártir solitario; y las editoriales “del sistema”, como dices, te proporcionan mayor visibilidad. No es cuestión de economía, sino de visibilidad, de que si alguien quiere leer algo tuyo pueda encontrarlo más allá de Amazon, que el libro se encuentre”.
el dispreciau dice: el mundo se ha llenado de zanahorias inalcanzables, colocadas improlijamente por una clase plítica perversa y cínica, para no decir incapaz y mentirosa, o tal vez para no decir negligente y aberrante... pero también se ha llenado de zanahorias inalcanzables, impuestas por el pensamiento corporativo antisocial esgrimido por empresas vacías, que pretenden fabricar mundos virtuales que no condicen ni se corresponden con coincidencia social alguna, esto es que quieren vender al mismo tiempo que destrozan las bases económico-financieras de las sociedades humanas... este pensamiento paradójico ha colocado a la humanidad de rodillas ante sí misma y sus fundamentos, haciéndola inviable. La Democracia es un acto editorial y ya no representa un ejercicio de gobierno, ya que la propia clase política anda exhibiendo insecticidas que calcinan y exterminan las iniciativas humanas, imponiendo la mediocridad como mecanismo de sobrevida. Este pensamiento estúpido, bien definido por los gobiernos de la Europa Medieval y de la China imperial, tanto como de la Latino América personal, muestra a dioses de barro que venden recetas carentes de sentido alguno, que sólo esclavizan y victimizan a las sociedades humanas respectivas... ninguno de los representantes de esta escuela antisocial de la política perversa, se dan cuenta del agotamiento que han provocado y alcanzado de modo simultáneo... dejando sin espacio y quedándose sin capacidad de maniobra ante la zozobra social instalada. América Latina es hoy un cómic de ridículos en el ejercicio del poder... desde México hasta nuestro propio país... y nada distinto se observa en la Europa Medieval desde España hasta la Rusia... sin perder de vista a la barbarie disfrazada de repúblicas que impera en cualquier ángulo del Asia. Traducido, la humanidad no tiene motivos como tampoco incentivos, y la zanahoria de la que tanto se habla, no existe. Diciembre 26, 2012.-
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