viernes, 11 de mayo de 2012

SÍSMO, ESTADO AUSENTE Y DESPUÉS || Vídeo: Las voces de una tierra que tembló | Política | EL PAÍS

Vídeo: Las voces de una tierra que tembló | Política | EL PAÍS


LORCA, UN AÑO DESPUÉS DEL TERREMOTO






Las voces de una tierra que tembló

Escucha las voces de quienes sufrieron el seísmo, de las víctimas, de las personas que hace un año vieron cómo el mundo se hundía bajo sus pies, de quienes aún esperan las ayudas. Las voces de Lorca



Clemen González estaba en casa con su madre. Juan Carlos López entraba a Lorca conduciendo su coche. María Josefa López se encontraba trabajando en la peluquería. Aquel miércoles, 11 de mayo de 2011, iba a ser un día como los demás. Pero de repente, la tierra tembló y sus vidas cambiaron. Las suyas y las del resto de los habitantes de esta localidad murciana.

El primer terremoto fue a las cinco de la tarde. Dos horas después hubo una réplica aún más fuerte. Entre uno y otro temblor, a Juan Carlos López (actualmente presidente de la asociación 11 de Mayo. Somos Lorca), le dio tiempo a llegar a casa. “El segundo me pilló en la cocina”, recuerda. Al salir al descansillo comprobó que las zonas comunes estaban muy deterioradas, “con trozos de paredes caídos”. Ya en la calle, el pánico se había apoderado de sus vecinos. “Yo lo comparo con las primeras imágenes, con perdón de la comparación, que salían cuando los atentados del 11-S. La cara de la gente era muy similar”, afirma.

Aún hay gente pendiente de recibir una cobertura de sus necesidades”
Aurelino Luna, Cruz Roja
Esa misma sensación le ha quedado a Clemen González. Esta agente de la Policía Local también abandonó su casa al producirse el primer seísmo. “Llamé a mis hijos, a mi padre, y cuando vi que estaban todos bien, aunque estaba en el turno de noche, pensé que tenía que ir a trabajar”. Fue así como el segundo la sorprendió en la comisaría. Entonces, corrió hacia una de las calles más afectadas. Clemen González intentó ayudar a los heridos, consolar a los familiares y amigos de los fallecidos y desalojar la zona. “Aparte de que estaban cayendo escombros, ladrillos y cascotes, el peligro era que las tuberías de gas se habían roto”. En 30 años de servicio, esta agente no había vivido una tragedia parecida.

“El momento más duro fueron las primeras cuatro horas. Empezaba a constituirse el dispositivo de ayuda y era muy difícil transmitir de forma clara dónde se encontraban los recursos”. Es el recuerdo de Aurelino Luna, presidente de Cruz Roja en Murcia. Ese día estaba en Zaragoza, de donde salió hacia Lorca en cuanto supo lo que había ocurrido. Cruz Roja trabajó intensamente en los campamentos que se levantaron para acoger a la gente que se había quedado sin casa y no tenía dónde alojarse. El último estuvo operativo hasta septiembre.

Aunque ya no haya campamentos, las ayudas de organizaciones como Cruz Roja y Cáritas continúan. “Hay gente que todavía está pendiente de recibir una cobertura de sus necesidades”, reconoce Aurelino Luna. Explica que ellos tienen programas de ayudas al alquiler, donación de libros a niños, apoyo a personas mayores con dificultades para llevar a cabo los trámites necesarios, e incluso siguen colaborando en los planes de retorno de aquellos inmigrantes que quieren regresar a sus países.

Entre esas ayudas que ofrece la organización está el reparto de alimentos. Una de sus beneficiarias es María Josefa López. La tragedia dejó nueve fallecidos y unos 300 heridos y ella fue una de las heridas más graves. Le cayó encima un trozo de cornisa de 19 metros y le aplastó la pierna derecha. Tuvieron que amputársela desde la rodilla. Ella, de 37 años, su marido y sus dos hijos, de cuatro y nueve años, viven con los 900 euros que esta peluquera percibe al estar de baja. Él tuvo que dejar de trabajar para cuidarla y ocuparse de los niños. Pese a estas circunstancias, su voz suena animada durante la entrevista telefónica. Da gracias por haberse “quedado aquí”.

María Josefa López también ha conseguido ayuda de la Mesa Solidaria para poder colocar un ascensor en el edificio en el que vive. Esa mesa está formada por partidos, asociaciones y ciudadanos de Lorca, y se ocupa de recoger donativos y distribuirlos entre los afectados. Hasta ahora, según el Ayuntamiento, ha repartido unos 2,5 millones de euros.

A Diego Re Muñoz le ha ayudado igualmente la Mesa Solidaria, en su caso, a pagar el alquiler. Vivía en San Fernando, uno de los barrios más azotados por los terremotos, y su casa fue una de las que hubo que derribar. Desde entonces está de inquilino en un estudio de unos 35 metros cuadrados en el que vive solo. “Creo que estaré de alquiler otros tres años. Todavía no hemos empezado a construir”, lamenta.
Y es que la reconstrucción de Lorca está siendo muy lenta. José Miguel Sánchez es presidente de la comunidad del primer inmueble de viviendas que va a empezar a levantarse, situado en la calle de la Benemérita. “En 15 o 20 días empezarán las máquinas a quitar lo que queda de estructura y comenzarán a construir”, señala.

Él no es vecino de Lorca. Tenía su piso alquilado a una familia a la que se ha comprometido a readmitir cuando el edificio esté nuevamente en pie, “dentro de unos diez meses”. Se queja de que al tratarse de su segunda residencia no va a recibir ninguna ayuda: “Se dan ayudas en caso de primera residencia, tanto si se tenía seguro como si no. Yo pago todos mis impuestos pero no voy a recibir ningún tipo de ayuda si me falta dinero. El Consorcio de Seguros me ha dado 74.000 euros, pero si yo no hubiese tenido póliza no me correspondería nada”.

Aparte de lo aportado por las ONG mencionadas, el Consorcio de Seguros y la Mesa Solidaria, los lorquinos se quejan de que las ayudas no están llegando. El alcalde de la localidad, Francisco Jódar (PP), confía en que el nuevo real decreto ley aprobado por el Gobierno de Mariano Rajoy acelere las cosas. Mientras, colectivos de damnificados se manifestaron este jueves para denunciar esa falta de ayudas y la parálisis del proceso de reconstrucción un año después de la catástrofe.


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Lorca, un año después

El terremoto sigue vivo en Lorca

Un año después del temblor, más de 7.000 personas no han podido volver a sus hogares

Muchos edificios aparentemente intactos tienen las estructuras dañadas

Una monja de clausura de las clarisas observa las obras de restauración de su convento. / PEDRO VALEROS


Un año después de los terremotos que hundieron Lorca, los barrios de La Viña, Alfonso X, San Diego o San Fernando parecen zonas bombardeadas. Están llenos de solares vacíos y de casas apuntaladas. Las promesas de reconstrucción de la ciudad murciana, de 90.000 habitantes, no se han cumplido. Más de 7.000 personas —2.000 familias— no han podido volver a sus casas porque siguen dañadas, demolidas o sin reparar.
Ya no hay escombros tirados por las calles como la noche del 11 de mayo de 2011, pero el daño sigue presente, aunque no siempre se perciba. La concejal delegada para la reconstrucción, Saturnina Martínez, confiesa que “al obligar a los vecinos a hacer informes técnicos muy precisos, han aparecido daños ciegos que eran mayores que los visibles. Las grietas que se veían los primeros días eran lo sencillo. Lo difícil está dentro de las estructuras”.

Los datos de la tragedia

  • El 11 de mayo de 2011 se produjeron en Lorca dos terremotos. El primero hizo temblar la tierra a las 17.05 y fue de magnitud 4,5 en la escala Richter. El segundo fue a las 18.47 y fue de magnitud 5,1; su intensidad fue de grado VII, el máximo en la escala Mercali. En los siguientes cuatro días hubo nueve réplicas.
  • El epicentro de los temblores se situó a seis kilómetros al suroeste de la ciudad. El hipocentro estaba a unos 2.000 metros de profundidad. La zona es conocida como Falla de Alhama. En la región se halla el límite de las placas tectónicas euroasiática y africana.
  • Hubo nueve muertos y 300 heridos, la mayoría por la caída de cascotes de los edificios.
  • 30.000 personas durmieron en la calle la primera noche del terremoto por miedo a las nuevas réplicas.
En Lorca no se construye. Según el Ayuntamiento, en el último año solo se han concedido tres licencias de obra para levantar edificios y 30 para viviendas unifamiliares. No ha empezado la obra de ninguna. Los trabajos parecen centrados en reparar daños, pero miles de familias siguen empantanadas en la burocracia de obras mayores y menores. Se han dado 1.800 licencias de estos dos últimos tipos, pero la pelea para pagarlas con los peritos de los seguros es, según los vecinos, “kafkiana, constante, y está retrasando las cosas”. La desesperación aumenta. Lo que sí ha habido en la ciudad han sido derribos: 250 edificios, 1.164 viviendas demolidas. “El hueco de su casa es el hueco que me han dejado mis amigos, que se han tenido que ir del barrio”, dice un vecino ante el gigantesco solar que ha dejado el Residencial San Mateo: seis bloques de edificios demolidos en la avenida de Juan Carlos I, la arteria principal de la ciudad.
A toda esta situación hay que añadir la increíble historia de unos 160 edificios que siguen, según la asamblea de vecinos afectados por el terremoto, “en estado de indefinición”. Son las casas de 500 familias que “un año después de la catástrofe no saben si sus edificios serán demolidos o no. Y, lo que es peor, no ignoran si los gastos de demolición y desescombro, si llegan a producirse, correrán a cargo de sus bolsillos”.
Los edificios públicos y de servicios se van recuperando muy lentamente: En educación, 11 colegios conviven todavía con las obras y dos institutos siguen demolidos. En sanidad, por ejemplo, se ha tenido que adecuar como centro de salud el antiguo hospital Santa Rosa de Lima, que presta servicio a los usuarios del antiguo barrio de Lorca Centro, que tuvo que ser arrasado tras los temblores. El hospital Rafael Méndez mantuvo quirófanos cerrados hasta el pasado mes de febrero.
La ciudad entera se ha vaciado y ha perdido ánimos. Dos datos aportados por la gerente del Área III de Salud, Catalina Lorenzo, lo confirman: “Hay un llamativo descenso de nacimientos y 10.000 cartillas sanitarias menos en la zona”. Mucha gente se ha marchado de la llamada Ciudad del Sol y, como triste metáfora, se puede decir que es difícil volver, porque entre los edificios dañados y cerrados está el de la estación de tren.
El sector del comercio sufre este éxodo de vecinos. “En los cuatro meses que siguieron al día de los terremotos, las ventas fueron prácticamente nulas, casi cero”, declara Antonio García, presidente de la Asociación Comarcal de Comerciantes. Unos 700 comercios tuvieron que cerrar, y “la reapertura ha sido lentísima”. Los que se han quedado han tenido que hacer frente, casi sin ayudas, a costosas remodelaciones y “a las calles desiertas”. El 10% de los comercios dañados no han podido reiniciar su actividad.
Para darle la puntilla a la ciudad, el turismo y la vida cultural también están hundidos. Edificios emblemáticos como el palacio Guevara, el conservatorio de música, la biblioteca Pilar Barnés o el teatro Guerra están severamente dañados y cerrados. Y, además, 15 de las 16 iglesias del municipio están cerradas al culto; en dos de ellas ni siquiera se trabaja en su restauración.


el dispreciau dice: se repite en todo el orbe humano, desde China hasta Estados Unidos de Norteamérica, desde Nueva Zelanda hasta España, y desde Groenlandia hasta la Antártida... de repente, un inesperado cataclismo (también uno esperado) y las gentes anónimas que se quedan sin nada, sin vida, sin recuerdos, llenas de frustraciones, entonces... entonces, se acercarán políticos con cara compungida y darán notas una televisión con periodismo vacío... todos llorarán en público y asegurarán que las víctimas serán protegidas... pero veinticuatro horas después ya habrá noticia que arrasará con la anterior y las víctimas se quedarán esperando que alguien se acuerde de ellas... que... que eso sucedió en Buenos Aires con el tornado reciente... sí, pero sucede lo mismo en todas partes... te prometen el oro y el moro cuando es la hora de votar... más tarde, nuevamente regresarás a la condición de "mortal" y ellos, los políticos, a la de semidioses o dioses según corresponda a su rango, factor de desprecio y soberbia. Y las gentes quedarán boyando sin vida, sin casa, sin nada... Una vez más, el estado facturador de impuestos habrá estado ausente cuando de responsabilidades sociales se trata..., una vez más el estado ausente habrá omitido su función social de protección..., una vez más el estado ausente habrá dejado en evidencia su falta de sentido común, alma, espíritu o como se le quiera llamar... léase, el estado está para cobrar, para recortar, para atropellar, para vejar, para mentir, para manipular a los ciudadanos comunes, pero nunca está cuando debe asumir sus responsabilidades, aquí como en España... da igual, la clase política es perversa y vacía en todas partes... por ello el mundo está consumido en un desmadre que no resiste análisis alguno... por ello el mundo ya no tiene repúblicas, apenas republiquetas disfrazadas de arlequines democráticos... donde las víctimas son siempre las mismas... donde los victimarios son siempre los mismos... y "el pescado"... sin vender. Mayo 11, 2012.-

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