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La carga del hombre blanco
* Hace 10 años, el Banco Mundial despidió al economista William Easterly
* El motivo fue que denunciaba la gestión de las donaciones y su uso
* El economista apuesta por proyectos más pequeños pero 'racionales'
Pablo Rodríguez Suanzes | Madrid
Actualizado lunes 04/07/2011 20:20 horas
El 4 de julio de 2001, hace justo una década, el economista William Easterly fue despedido del Banco Mundial. El pecado de Easterly, ahora director del Developtment Research Institute de la Universidad de Nueva York y reconocido experto en crecimiento económico y ayuda al desarrollo, fue un durísimo artículo escrito en 'Financial Times' cuando era asesor principal del grupo de investigación del propio Banco.
En él, afirmaba que, atendiendo a los hechos, es 'evidente que el billón de dólares dedicado a ayuda desde los años 60 -con el esfuerzo de asesores, donantes, el FMI y el Banco Mundial- ha fracasado a la hora de alcanzar los resultados deseados'.
'El África subsahariana no ha logrado emerger de una crisis que dura décadas. Asia sigue siendo el hogar de la mayoría de los pobres del mundo. América Latina sólo ha conocido un crecimiento bajo y errático. Oriente Medio no ha convertido su petróleo en desarrollo sostenido', aseguraba.
Easterly criticaba con dureza a todos los que han 'contribuido a esa debacle'. Tanto a los economistas optimistas como a los receptores de la ayuda, pasando por los propios donantes. Y concluía: 'lo mejor que la comunidad internacional pueda hacer es apoyar el cambio genuino en las preciosas ocasiones en las que éste ocurre'.
El Banco Mundial acusó a Easterly de una 'violación ética' y le abrió una investigación. Diez años después, él asegura que no siente 'rencor', pero preguntado este domingo por sus seguidores de Twitter afirmó que hoy volvería a publicarlo tal cual. Es más, a la pregunta de si '¿De haber estado al frente del Banco Mundial, usted se hubiera despedido?', él, defendiendo la misma línea que entonces, respondió sin duda : 'sí, y a todos los demás'.
Y añadió que en la última década no ha cambiado nada 'la ignorancia centralizada' pero que la 'sabiduría descentralizada es más accesible'.
En 2006, el economista publicó el polémico libro 'La carga del hombre blanco' (como el famoso poema de Rudyard Kipling), con un título muy explícito 'Por qué los esfuerzos de Occidente de ayudar al resto del mundo han hecho mucho daño y poco bien'.
Una actitud paternalista
En él, con una aguda ironía, arremetía contra los macroproyectos totalizadores de ayuda al desarrollo y contra la idea, en la misma línea que los imperialistas británico del siglo XIX, de que Occidente puede salvar al resto del mundo de golpe. Sólo que ahora, en lugar de ser racista, o no tan racista, es más bien 'paternalista'.
Sobre todo porque, a su juicio, el dinero que llega a los países necesitados tiende a aumentar la corrupción y a que 'los dictadores estén más tiempo en el poder' y llega menos de lo que debería a los que realmente está destinado.
Apenas un lustro después, la cantidad destinada a ayuda al desarrollo ya la cifraba en 2,3 billones de dólares.
Ya antes de sus libros, Easterly había criticado abiertamente a célebres economistas como Jeffrey Sachs o al cantante de U2 Bono por sus grandes planes para ayudar al tercer mundo, definiéndolos como 'planificadores' e 'ingenieros sociales', e incluso comparando sus propuestas como las del Gran Salto Adelante de Mao Zedong, que llevó a la muerte a decenas de millones de personas a finales de los años 50 y principios de los 60.
Por su parte, el norteamericano recibió numerosos ataques, incluyendo a sus ex compañeros del Banco Mundial o al Premio Nobel Amartya Sen, quien replicó a la obra de Easterly llamándole 'el hombre sin plan', y defendiendo que la ayuda puede funcionar si se hace bien.
Apostar por otros proyectos
Una década después, el mundo ha mejorado sustancialmente, y los datos de Naciones Unidas muestran que decenas de millones de personas han salido de la 'pobreza', gracias sobre todo al desarrollo económico en China y la India. Pero la situación en África apenas ha cambiado, si es que no ha ido a peor.
El resultado es que tras medio siglo de proyectos macro, los enfoques 'micro', como los defendidos por el propio Easterly o el Copenhagen Consensus Center, que aboga por recetas muy concretas para hacer, en palabras de su director, Bjorn Lomborg, 'el mayor bien posible con los recursos disponibles'.
La famosa máxima de Karl Marx asevera que 'los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos. De lo que se trata ahora es de transformarlo'. Precisamente lo que denuncian Lomborg y Easterly.
'Si tuvieras 50.000 millones de dólares para arreglar el mundo, ¿qué harías?', suele preguntar el danés. '¿Intentar curar el sida? ¿Combatir el cambio climático?' Son ideas nobles, pero poco realistas. Con ese dinero se podría hacer un bien increíble, pero si se aplicara en proyectos 'racionales', como micronutrientes y suplementos vitamínicos para niños, aumentar la inmunización de los más pequeños o prevenir la malaria y los problemas cardiacos.
No son medidas tan emocionantes como cambiar el mundo, pero tras medio siglo de decepciones, quizás sea hora de intentar nuevos enfoques.
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el dispreciau dice: las conveniencias de los pocos indican la necesidad de expresar solidaridad para luego ejercer atropellos sistemáticos a la condición humana de los muchos inducidos hacia la pobreza... El modelo económico mundial sucumbe no sólo por su falta de resultados genuinos, sino por tratarse de una máquina de destruir personas, comunidades, culturas, con el sólo objeto de apoderarse de esfuerzos, voluntades y desde luego, robar los bienes conseguidos por los muchos (siempre escasos). Lo que occidente ha hecho con África no tiene perdón, pero lo que ha hecho con el mundo humano, tampoco... ya que es evidente que nada les satisface, que nada les alcanza, que nada les es suficiente. El modelo económico que sostiene a los pocos desde hace tres siglos, fabrica inequidades y produce excluidos, conduciendo al mundo hacia un estado de barbarie donde las conveniencias se justifican en desmadres puntuales, nunca atendiendo cómo se construyen los escenarios para que las circunstancias induzcan determinadas consecuencias. Es hartante ver cuán vacíos están los discursos políticos, ni qué hablar de los económicos provenientes de recetas falaces y mentirosas tal como se esgrime desde el propio Fondo Monetario Internacional, o desde organismos internacionales que esgrimen escudos de "compasión" para luego diezmar a sus víctimas en nombre de un altruismo inexistente. Sucede hoy, que la humanidad se enfrenta a una división dantesca, por un lado están los miles de millones de pobres, marginados e indigentes, mientras que por el otro están los que no tienen alma y se aprovechan de las miserias ajenas para seguir engordando sus negocios. Hablan de fraternidad y de amor, pero detrás esconden a depredadores que no escatiman esfuerzos en devorar cualquier cosa que se les cruce. El mundo humano es un imperio de paradojas que se repelen unas a otras, palabras contra hechos, acciones versus manipulaciones, víctimas consumidas por victimarios que operan al modo de las arañas, tejiendo circunstancias que les permitirán apoderarse de las voluntades hasta secarlas. Pobre imagen de poder dan hoy los gobiernos de la Unión Europea, tan detestable como aquella que ostentan otros gobiernos que se amparan en falsas democracias... todos hablan, ninguno hace nada por nadie. El ejemplo de Grecia o de Argentina, son suficiente evidencia para determinar hasta dónde pretenden llegar los incapaces funcionarios de un modelo perverso, sin contenidos, cuyo único objeto es apañar las desidias, avaricias, angurrias de los pocos... Julio 05, 2011.-
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