viernes, 20 de agosto de 2010

EL DERECHO HUMANO OMITIDO

Editorial I
Acceso a la información: asignatura pendiente
Un vacío jurídico pone a la Argentina a la retaguardia de otras naciones y al Estado nacional a la cola de no pocas provincias

Noticias de Opinión: Viernes 20 de agosto de 2010 | Publicado en edición impresa

A poco de cumplirse 27 años de vigencia del sistema democrático, la Argentina sigue sin tener una ley que garantice el derecho ciudadano básico en cualquier democracia y lo que se considera un requisito mínimo para los Estados modernos. Se trata de la norma que regula y garantiza el acceso a la información pública.

En 2004, un proyecto de ley sobre el tema, que contaba con media sanción de la Cámara de Diputados, fue desvirtuado con quirúrgicas modificaciones por la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado. Las impulsó quien presidía entonces esa vital instancia legislativa, Cristina Kirchner. Tras su devolución a la cámara de origen, la iniciativa cayó en el olvido. No pudo rescatarse ni la esencia de lo que originalmente se había apoyado.

La importancia de contar con una norma que regule el acceso a la información se sintetiza en una frase pronunciada por un nutrido grupo de organizaciones de la sociedad civil que impulsó el tratamiento del proyecto: "Negar el acceso a la información pública es negar el acceso a la democracia".

Hoy, el Congreso está dando señales para aprobar una ley que incluya a los tres poderes del Estado, según describe un informe de la Fundación Directorio Legislativo, que integra un colectivo de organizaciones que impulsan la sanción de esta norma bajo el lema "Saber es un derecho. ¡Que ahora sea ley!".

En Diputados "existen 15 proyectos y hay un borrador de dictamen en el que se incluyeron textos de varias de esas propuestas", dice un documento de estas organizaciones. Se estima que luego de consultar a expertos y despejados algunos temas todavía en discusión entre representantes del oficialismo y la oposición, como, por ejemplo, si la norma debería involucrar a los tres poderes, si la autoridad de aplicación debería estar en la órbita del Congreso o si el alcance debería ser restringido a la información pública en manos del Estado o ampliarse a la información pública en poder de privados, en pocas semanas más se contaría con un dictamen para avanzar con su discusión en el recinto.

En el Senado hay nueve proyectos, pero uno ya ha logrado convergencias entre opositores y oficialistas. Acordaron crear un ente autárquico como órgano de aplicación y extender el alcance del proyecto a la información pública en manos privadas.

Según Directorio Legislativo, existen conversaciones entre diputados y senadores para que la Cámara baja logre un dictamen definitivo y se lo envíe a la otra para consensuar un proyecto único antes de la votación. Oficialismo y oposición coinciden en que esta ley podría ser aprobada antes de fin de año.

La norma que garantiza el acceso a la información, además de asegurar este derecho que es una línea de base de cualquier democracia moderna, crea la oportunidad de ejercer otros derechos fundamentales, como el derecho a la salud y a la educación como estándar básico de calidad de vida, permite monitorear la transparencia de la gestión pública y fomenta la participación ciudadana para reducir la discrecionalidad de los funcionarios públicos.

Como señala Alejandro Rojo Vivot en el libro Acceso a la información , publicado recientemente por la Fundación Avina, toda persona debe poder ejercer sus derechos libremente y sin ningún temor. La información de interés público debe estar a la mano de quien la solicite, sin necesidad de explicar el motivo, y el trámite debe ser sencillo y rápido.

Es de esperar que los acuerdos políticos que deben alcanzarse en el Congreso permitan la pronta sanción de una adecuada ley de acceso a la información pública y que la Presidenta revea aquella postura que mantuvo como senadora y que hoy, al frente del Poder Ejecutivo, promulgue esta norma. A estas alturas de los acontecimientos, lejos de ser un vacío legal, se ha convertido en un vacío jurídico que pone a la Argentina a la retaguardia de otras naciones y al Estado nacional a la cola de provincias y municipios argentinos que hace tiempo han comprendido que el primer derecho humano es el derecho a saber.

Editorial IAcceso a la información: asignatura pendiente

Un vacío jurídico pone a la Argentina a la retaguardia de otras naciones y al Estado nacional a la cola de no pocas provincias

lanacion.com | Opinión | Viernes 20 de agosto de 2010


el dispreciau dice: ARGENTINA tiene en su concierto social muchas deudas acumuladas (ver mis trabajos ARGENTINA EN RUINAS, 2004-2005 en www.documentalistas.org.ar y LA DEUDA POLÍTICA editada en este mismo blog), nunca atendidas, mucho menos asumidas, ni siquiera consideradas. Para no ir tan lejos, desde la dramática década de los noventa, se viene destruyendo el ideario colectivo, haciendo lo imposible para consumir la cultura y sus expresiones, sumergiéndola en un mar de contradicciones y paradojas interminables. Existe una natural tendencia social en pulverizar aquello que no se digiere rápidamente, de allí que el país esté tinelizado y que todo esté en tela de juicio, esto es si ganamos por qué ganamos, si perdemos lanzando una caza de brujas que prometen replicar las utilidades demostradas por una inquisición que se repite con frecuencia. Hoy la víctima no es Galileo sino cualquiera que se aleje del criterio de la "mediocridad", y en dicho contexto todo es opinable y hasta descalificable. Regresando a hoy, esta conducción política se preció por lanzar un cambio que luego se apagó, vaya a saber bajo qué circunstancias. Más allá de ello le doy la derecha a Filmus que vio con claridad algo que estaba en extinción y lo revivió... pero luego el diablo metió la cola y trató de no alentar la iniciativa. Los motivos son extraños pero están. Luego el reflejo del INDEC provee sesgos más que indicadores. Tratar de ocultar la pobreza no es buena señal y gracias a ello la misma crece en la misma proporción que lo hacía en la década infame (noventa). Inmediatamente se eclipsa el derecho humano a "saber", a "conocer", a "aprender"... y ello no es patrimonio de la conducta "k", antes bien es la genuina expresión de todo el concierto político que nos rodea, incluyendo a la "CC-ARI_como se llame", "radicalismo" antidiluviano, las miradas hacia el sur de un Pino Solanas que no sabe dónde pararse, y ni qué hablar del PRO o del PJ Federal, que no son expresiones ni de pro-greso como tampoco de federalismo, pruebas al canto. En este paisaje nadie sabe bien dónde está parado, pero el problema no se circunscribe a hoy, sino al futuro del país y sus generaciones. ¿Se verán sometidas a un mandato Stalinista?, con todo lo que ello implica?... ¿Revivirán las persecuciones de los setenta?... ¿Regresarán los atentados de los noventa?... todo parece indicar que vamos en dicho camino y que el país está conducido por un modelo que convive con los nichos de anarquía y zonas liberadas que conceden al hampa el dominio de la caja y sus resultados. Promover la marginación y la miseria revelan una conducta (in) no resuelta, propia de estrategias perimidas aunque bien vigentes... pero promover la confusión y desconocimiento alienta a peores consecuencias (lo decíamos ayer). Indudablemente a alguien le sirve, de lo contrario esto no sucedería. En lo personal, ya viejo y medio consumido, prefiero el modelo del Instituto Di Tella, un ícono de la argentinidad olvidada... Ahora se le quita fibertel a una empresa, pero curiosamente el daño lo reciben los usuarios (y van...) a los que no se les aporta solución alguna. Dicha motivación enseña que el estado sigue pensando de manera egoista en cómo destruir al oponente asumiendo que los daños colaterales (concepto CIA) son siempre despreciables, tengan la magnitud que tengan. Y así se repite de manera constante, demostrando que no tuvieron razón los ámbitos castrenses en los setenta, ni tampoco en los ochenta, menos en la estúpida gesta en las Malvinas, para continuar con el empecinamiento de los des-criterios radicales en los años siguientes, las barbaries inducidas por las infamias de los noventa, lo que siguió con tonos lamentables de incapacidades, impericias y negligencias... y así llegamos a hoy, donde es imposible saber (dilucidar) hacía dónde vamos, peor, hacia dónde nos llevan, arrastrados entre caprichos y antojos. Agosto 20, 2010.-

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