jueves, 6 de agosto de 2009

Empecinamiento destructivo


Editorial I
Empecinamiento destructivo
La resistencia gubernamental a bajar las retenciones al campo sólo acentuará la caída de la producción y de la recaudación

Noticias de Opinión: Jueves 6 de agosto de 2009 | Publicado en edición impresa

El Gobierno ha rechazado por ahora cualquier posibilidad de reducir las retenciones sobre las exportaciones de origen agropecuario. Las expectativas que se habían generado antes de la reunión con la Comisión de Enlace, realizada el viernes pasado, se esfumaron cuando el jefe de Gabinete y los dos ministros que lo secundaron expresaron tras el encuentro que esos derechos de exportación no se tocarían.

La ministra de la Producción, Débora Giorgi, intentó justificar infundadamente esta negativa, alegando que el campo ya había sido altamente beneficiado por las políticas instrumentadas en los últimos años. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, por su parte, desafió a los dirigentes del agro a que propongan otras fuentes impositivas si pretenden que se reduzcan las retenciones. En rigor, se carece de autoridad para sugerir la búsqueda de otros impuestos alternativos cuando se ha hecho crecer el gasto desde el 23 por ciento del Producto Bruto Interno, en 2002, hasta el 31 por ciento, en 2008.

El desafío del ministro coordinador se parece más a otra de sus trampas dialécticas teniendo en cuenta que la presión impositiva alcanza hoy los niveles más altos de nuestra historia.

Ningún gobierno puede hacer subir el gasto indefinidamente y, además, pretender financiarlo mediante impuestos. Menos aún si ese mayor gasto no se traduce en nueva y mejor infraestructura o en servicios que le generen ahorros al sector privado o que sustituya otros gastos de las familias y de los contribuyentes. Si lo que se sigue haciendo es extraer para no dar, llega un momento en que la sociedad ya no puede pagar más impuestos sin que aumente la pobreza o se destruya la producción. Algo que ya está sucediendo.

A partir de un determinado nivel de presión impositiva, todo intento de aumentarla será infructuoso para hacer crecer la recaudación y, por lo contrario, será sumamente eficaz para destruir la producción y la inversión. Este fenómeno, ampliamente comprobado por la experiencia, fue descripto por el economista Arthur Laffer y forma parte del abecé de la teoría de los impuestos ("efecto Laffer")

Un tributo sobre las exportaciones tiene un efecto Laffer potenciado. El derecho de exportación o retención reduce directamente el precio de venta del productor. Es mucho más agresivo que otros impuestos que sólo afectan alguno de los componentes del costo, o el valor agregado o las utilidades. Por lo tanto las retenciones inciden más directamente en las decisiones de producir o dejar de hacerlo. A su vez, como la exportación es un excedente sobre el consumo interno, el volumen exportable se afecta proporcionalmente más que las alteraciones del total de la producción. No debe extrañar entonces que con la política de retenciones aplicada por este gobierno hayan prácticamente desaparecido los saldos exportables de trigo, carne, petróleo y otros productos.

Si el Gobierno insiste en sostener el nivel actual de retenciones, no sólo acentuará la reducción de la producción agropecuaria, sino que también correrá el riesgo de que se desplome su propia recaudación. No se enfrentará únicamente al efecto Laffer en los derechos de exportación, sino que verá mermar la recaudación de otros impuestos tales como el IVA o Ganancias por la caída directa e indirecta de todas las actividades relacionadas con el campo. Además, afectará a los gobiernos provinciales en la captación de sus propios impuestos.

Las retenciones deben disminuirse y, simultáneamente, debe trabajarse sobre el gasto público para reducirlo y mejorar su calidad. También debe lograrse retornar al crédito externo para poder cubrir un período de transición en el que se deberían reducir más rápidamente los impuestos que el gasto. La clave para ello es recuperar la confianza y la credibilidad que hace tiempo se han perdido debido a un default mal resuelto, a un deplorable deterioro de la calidad institucional, al falseamiento estadístico y a la creciente pérdida de la solvencia fiscal.

Es imprescindible producir modificaciones en la orientación de las políticas de gobierno. Ya quedó atrás el modelo de tipo de cambio superalto que en algún momento pareció dar espacio para las retenciones. Hoy, la cruda realidad reclama el cambio.


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Editorial IEmpecinamiento destructivo

La resistencia gubernamental a bajar las retenciones al campo sólo acentuará la caída de la producción y de la recaudación

lanacion.com | Opinión | Jueves 6 de agosto de 2009



el dispreciau dice: cabe preguntarse... ¿qué intencionalidad esconde el empecinamiento político de querer parar la estructura productiva de la Argentina, a cualquier precio?... ¿qué hay detrás de la estrategia de las dilaciones?... ¿qué se esconde detrás de las manipulaciones de los indicadores de gestión del INDEC?... ¿qué hay detrás de la táctica de dismular el resultado eleccionario?... ¿a qué se debe que se reavivan causas de corrupción de otras gestiones y se bloquean los controles que corresponderían a la actual?... ¿qué hay detrás de la alianza estratégica con el actual gobierno de Venezuela?... ¿qué esconde una mentida política de derechos humanos?... ¿qué intenta hacer el gobierno golpeando brutalmente la economía de la clase media argentina a través de tarifazos perfectamente diseñados?... ¿por qué se le entrega la administración de los fondos sociales de salud al poder sindical?... ¿qué hay detrás de los asesinatos secuenciales conducidos desde un prolijo sicariato del que nunca quedan rastros?... ¿qué hay detrás de los procedimientos de secuestro de drogas que luego se reemplazan por harinas?... ¿por qué se la gestión política y el poder judicial están aliados para proteger a los nodos de delincuencia que crecen sin cesar?... ¿por qué ingresan tantas armas desde la triple frontera?... ¿qué negociado estratégico se está diseñando con el guiño del gobierno paraguayo, que esconde inteligencias venezolanas unidas a nichos de fundamentalismos islámicos radicados en Paraguay?... ¿qué se pretende con la agresión anarquista (supuestamente) a la empresa LAN?... ¿por qué han usado al gordo "valor" como chivo expiatorio?... ¿a qué se debe que están aflorando nichos de resistencia pseudo montonera protegidos desde el poder político?... ARGENTINA, no tiene respuestas... los argentinos menos aún... el país se está diluyendo, mal que nos pese. Algo anda muy mal... cada día que pasa un poco peor. Desde lo íntimo pienso que esta película ya la ví varias veces, y nunca, nunca jamás me gustó, es más ya no la tolero, aún cuando cambien los actores... las víctimas somos siempre las mismas y nunca figuramos en los derechos humanos de nadie que haya pasado por Balcarce 50... Agosto 06, 2009.-


Viven en una nube
Por Roberto Cachanosky
Especial para lanacion.com
Noticias de Economía: Jueves 6 de agosto de 2009 | 01:20 (actualizado a las 04:18)

Cuando a mediados del año pasado algunos pocos economistas sosteníamos que esto terminaba en un Rodrigazo, más de uno consideró que estábamos exagerando. El incremento de la energía eléctrica ya es un hecho y ahora se vino el gran tarifazo del gas. ¿Por qué sorprenderse de semejante tarifazo si cualquiera que siguiera en detalle las cuentas públicas y los subsidios que estaba dando el Estado iba a terminar en un tarifazo? Pero bueno, tal vez ahora se convenzan que muchas veces uno no es pesimista, sino que trata de anticipar qué puede ocurrir cuando se adoptan medidas irracionales.

Como muchos habitantes yo también tuve el correspondiente tarifazo en la cuenta de gas. La idea de usar mi caso es solo para mostrar el disparate impositivo que ha lanzado el Gobierno y que afecta a muchas personas.

Para hacer homogénea la comparación voy a relacionar el período 4 de 2009 con el período 4 del 2008, que mide los mismos meses de consumo. ¿Cuál fue el incremento en el monto final de la factura? En el período 4 de este año pagué un 159% más que en el período 4 del año pasado, habiendo consumido un 20% menos de metros cúbicos. En el período 4 de este año consumí 1089 m3 contra 1364 del año pasado. Esto quiere decir que si consumiendo un 20% menos pagué un 159% más, el incremento es mucho mayor por el servicio de gas.

En rigor, cuando uno mira las dos facturas se encuentra con un incremento del costo del m3 del 84,4%, ya que el costo pasó, en mi caso, de $ 0,166753 por m3 a $ 0,307528 por m3. Hasta aquí no tengo grandes quejas porque yo mismo siempre he sostenido que era un disparate el dinero que se iba en subsidiar el gas y la energía. Es más, lo que no pagábamos en la cuenta de gas lo pagábamos en impuestos que luego se usaban para financiar los subsidios. Sin embargo el primer problema que se presenta con este tarifazo es que el componente impositivo creció mucho más que el costo del m3. En mi caso el componente impositivo (IVA, impuestos sobre ingresos brutos, tasas, decreto 2067/08, etc.) se incrementó el 438%. Es decir, en la factura del período 4 del año pasado había $ 96,52 en impuestos, tasas, etc. En el período 4 de este año la suma de todos los impuestos de la factura es de $ 519,3. El costo impositivo en la factura del año pasado representaba el 28,89% del total. El costo impositivo de la factura de este año representa el 60,04% del total. Puesto en otras palabras, del monto final de la factura pago más impuestos que por lo que pago por consumir gas.

Como frutilla del postre, en la factura de este año aparece el famoso impuesto del decreto 2067/08. Pero ese no es el problema, el problema es que, encima, me cobran el IVA sobre el importe del decreto 2067/08. Es un impuesto sobre otro impuesto, por más que en el decreto hablen de cargo tarifario. Lo de cargo tarifario es una triquiñuela de leguleyo para aplicar el IVA sobre un impuesto que se le cobra a los consumidor y expoliar aún más al contribuyente. Es como el caso del impuesto al cheque. Cuando uno hace el cheque para pagar el impuesto a las ganancias, también tiene que pagar el impuesto al cheque para pagar el impuesto a las ganancias.

Pero, ¿a qué se destinan estos famosos fondos del decreto 2067/08? A financiar la importación de gas natural licuado. En la genialidad que impera en este Gobierno, como destruyeron la industria gasífera argentina por medidas demagógicas, ahora tiene que importar gas, para ello primero hay que hacerlo líquido para poder transportarlo y una vez que está en Argentina hay que volver a gasificarlo. Se estima que el costo de importación es de U$S 6 el millón de BTU. Por otro lado, al productor local de gas, en promedio, se le paga aproximadamente U$S 2 por millón de BTU. La pregunta es: ¿por qué no pagarle el precio pleno al productor local en vez de importar gas? Siguiendo el razonamiento del modelo productivo del Gobierno, no se entiende porqué está bien destruir a la industria gasífera argentina para después tener que hacer toda una pirueta para importar gas natural licuado. Tampoco se entiende porqué no se recompone el precio interno en vez de importar gas, mientras el Gobierno se encarga de frenar las importaciones de otros productos para ampliar el saldo de balance comercial y de esta forma financiar la fuga de capitales. Es todo tan absurdo y ridículo, que no se entiende cuál es la lógica que aplican para hacer este tipo de cosas. Lo que ha hecho el Gobierno con el tema gasífero y este impuestazo es equivalente a que dinamite mi casa y después me cobre un impuesto para reconstruirla y, encima, no me dan la plata a mí para reconstruirla, sino que la maneja un burócrata a través de fondos fiduciarios que nadie sabe muy bien cómo se utilizan ni hay rendiciones de cuenta accesibles para cualquier contribuyente.

El argumento de algunos funcionarios del Gobierno es que la gente que vive en San Isidro o en el Barrio Norte puede pagar el aumento de la factura. En primer lugar, vivir en San Isidro o Barrio Norte no implica ser un ciudadano de segunda o una mala persona a la que hay que castigar. ¿Cuál es el criterio del Gobierno? ¿Hacer que los pobres dejen de ser pobres, es decir, igualar para arriba o hacer que todos sean pobres, igualando hacia abajo, salvo la nomenklatura que vive a costa de los contribuyentes que seguirá teniendo un nivel de vida superior al resto de la población? Si hay gente que no tiene gas, el camino más adecuado es aplicar el precio de mercado al consumo de gas y generar la confianza institucional para que se produzcan inversiones que les lleve gas a todos los habitantes del país. Claro que este es un camino más largo que el Gobierno, ha dado acabadas muestras, que no le interesa recorrer.

Lo cierto es que para este Gobierno todo se arregla con impuestazos y regulaciones desopilantes. Al campo hay que cobrarle impuestos porque es la protesta de la abundancia y de las 4 x 4. A los ganaderos hay que prohibirles la exportación porque quieren lucrar con el hambre del pueblo. A los que consumen gas hay que cobrarles porque pueden pagarlo y no tienen que quejarse y además viven en San Isidro o Barrio Norte, lo que parece ser un pecado para aquellos que tienen casas de fin de semana en El Calafate. A los asalariados y jubilados se les cobra el impuesto inflacionario y no tienen que quejarse porque el INDEC de Moreno dice que no hay inflación y, por lo tanto, decir que hay inflación es destituyente.

Definitivamente viven en una nube de gas.




El escenario
Los verdaderos intocables
Carlos Pagni
LA NACION
Noticias de Política: Jueves 6 de agosto de 2009 | Publicado en edición impresa

La designación de Ricardo Bellagio como superintendente del Sistema de Salud es parte del doble pacto sindical que se teje en estas horas. Por un lado, el de los Kirchner con Hugo Moyano (ya viejo, pero en constante reconstrucción). Por otro, el de Moyano con los que se le resisten en la CGT, "los Gordos". No debería sorprender que los acuerdos, en este ambiente, tengan que ver con dinero. En este caso, $ 2500 millones. Para empezar a hablar.

Bellagio es un burócrata del sanitarismo, que estuvo a cargo del área económico - financiera de la Superintendencia durante la gestión de Héctor Capaccioli. Capaccioli era aquel recaudador de campaña de Cristina y Néstor Kirchner que reportaba a Alberto Fernández y que debió renunciar como superintendente cuando se conocieron sus vinculaciones con droguerías reguladas por él e involucradas en la venta de efedrina.

Bellagio es, en relación con las facciones sindicales, neutral. Al menos ésa fue la explicación que escucharon del ministro de Salud, Juan Manzur, dos gremialistas enemistados con Moyano, que lo visitaron ayer por la mañana.

La designación de Bellagio es parte de la cuenta pendiente de los Kirchner con Moyano por la subordinación de la CGT al Gobierno. El camionero ya había conseguido la cabeza de Graciela Ocaña, pero todavía le faltaba cobrarse la del superintendente desplazado ayer, Juan Rinaldi, acaso más valiosa que la de la ministra. En un principio, cuando manejaba los subsidios a las obras sociales en la Administración de Programas Especiales (APE), Rinaldi se presentaba como un subordinado incondicional de Moyano. Pero cuando descubrió que podía quedarse con el lugar de Capaccioli, se sumó a Ocaña y a sus investigaciones sobre los fondos de las obras sociales. Los días de Rinaldi comenzaron a estar contados desde que en el Sindicato de Camioneros recibieron la primera carta documento con inquisiciones sobre el manejo del dinero. En el barrio de Moyano esas cosas no se hacen.

Sería un error pensar que al camionero, como se dice en esos casos, "no le importaba la plata, sino el hecho". No. El conflicto con Ocaña-Rinaldi tuvo un efecto insoportable para los voraces sindicalistas: el bloqueo de un reparto de más de $ 2500 millones que ellos pretenden recibir como subsidios a sus organizaciones de salud. Se trata de contribuciones laborales que se acumulan en una cuenta del Banco Nación y que, por deficiencias contables, no son imputadas a ninguna obra social.

Al comienzo de su reinado, era costumbre que Moyano distribuyera ese pozo con un ostensible favoritismo político. Esta arbitrariedad fue la razón principal, si no la única, del entredicho del camionero con Armando Cavalieri, Carlos West Ocampo, Oscar Lescano y José Pedraza, es decir, con "los Gordos". La guerra alrededor de ese dinero llevó a Moyano a preguntarse si no serían esos "compañeros" quienes suministraban la información con que Ocaña y Rinaldi alimentaban sus denuncias.

Este enfrentamiento, a todas luces filosófico, condujo a los disidentes a amenazar con el vaciamiento de la CGT, una vez que su secretario general perdió, con los Kirchner, las elecciones. Al minar el poder de Moyano, "los Gordos" estaban advirtiendo al Gobierno que ya no le alcanzaría con cebar al camionero para mantener la paz social. Uno de ellos -que ensaya su rebeldía apoltronado a una mesa de un restaurante de Puerto Madero- envió un mensaje inequívoco a De Vido: "Si quieren que volvamos a la CGT, pongan también a alguien nuestro a repartir los subsidios".

De Vido todavía no pudo satisfacer esa exigencia. Pero, con la designación de un superintendente neutral y fogueado, como Bellagio, emitió una primera señal amistosa. Además, Bellagio es contador; nada más indicado para distribuir con equidad la piñata de $ 2500 millones.

El futuro de la APE
Queda otro cargo en el reparto: la jefatura de la APE. Manzur, el ministro, había ubicado allí a Mario Koltan, tucumano como él. Para eso desplazó a un delegado de Moyano, Hugo Sola. Fue como tocar un cable de alta tensión: el camionero se lanzó a las radios proponiendo a Eduardo Duhalde como presidente del PJ y, enseguida, consiguió que Sola volviera, de manera provisoria, a su sillón. Por suerte Koltan es dueño de una prepaga y Manzur pudo aducir que lo desplazó por una incompatibilidad.

Mientras tanto, De Vido sigue haciendo gestiones para reunir en una misma mesa, acaso la próxima semana, a Moyano y "los Gordos". De ese armisticio depende la participación del bloque disidente de la CGT en el Consejo Económico y Social, esa especie de respirador artificial al que busca conectarse el Gobierno, debilitado. Igual, le sobra tiempo a De Vido: si el campo no se pliega, es imposible congregar al Consejo.

La restauración del vínculo con Moyano y el intento de coparticipar la "caja" con sus adversarios internos son dos aspectos de un movimiento más general del Gobierno en el área de la Salud. Después de ilusionarse con una reforma a través de las gestiones de Ocaña, en el PAMI y en el Ministerio, los Kirchner se rindieron ante un esquema de poder establecido en ese campo desde mucho antes de que ellos llegaran a Olivos. La parábola es parecida a la que los llevó, en materia de Seguridad, desde la utópica gestión de Beliz hasta el hiperpragmatismo de Aníbal Fernández.

Esta restauración se exhibe también en la selección de personal de Manzur. Reaparecen allí varios de los funcionarios que colaboraban con Ginés González García -padrino profesional del nuevo ministro- y que Ocaña había desplazado, a veces con denuncias penales. Uno es Andrés Leibobich, en la Subsecretaría de Fiscalización, con quien podría volver también -aunque sólo como asesor- Oscar Cabarra. O José Priegue, en la Unidad de Financiamiento Internacional, subordinado ahora a la contadora Verónica Ferraris, recomendada desde la Secretaría de Hacienda. Aquellos funcionarios, discípulos de González García y de Marcelo Ondarzú, tienen un motivo más excitante que el mero retorno para aplaudir a la rueda de la fortuna: la salida de Ana Talco, la mujer a quien Ocaña había destacado para investigarlos a ellos.


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Carlos Pagni

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