Editorial
Trump pone la vara para negociar con Norcorea
Autor: Dirección
10 mayo de 2018 - 12:00 AM
No solo Irán recibe el golpe de la determinación de EE.UU. de abandonar el acuerdo nuclear, sino que se debe sentir aludido Corea del Norte, con quien Estados Unidos no negociará ni siquiera en los mismos términos que se había negociado con la república islámica.
Medellín
Donald Trump había dado demasiadas pistas como para que sorprendiera su decisión de retirar a Estados Unidos del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, firmado con Irán en 2015 y del cual hacen parte también Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania. Con esta, el mandatario norteamericano no solo cumple una de sus promesas de campaña, algo que le servirá para recoger frutos en la política interna, sino que pone en la agenda internacional las verdaderas intenciones de la república islámica con un tratado demasiado a su medida y, a su vez, marca un listón bastante ambicioso para lo que será la negociación de los Estados Unidos con Corea del Norte, en el propósito de alcanzar la plena desnuclearización de la Península de Corea.
A primera vista, y en ese sentido se han manifestado la mayoría de las reacciones, el retiro de los Estados Unidos del Tratado es un paso atrás. De una u otra manera, dirán muchos observadores, las potencias internacionales tenían cierto nivel de control sobre Irán y su programa de enriquecimiento de uranio. Pero visto en un contexto más amplio, el paso dado por Trump puede ser la puerta hacia un mejor acuerdo o, por lo menos, hacia mejores formas de control a ese país, que incluyan, por ejemplo, su programa balístico y sus actividades en Yemen y Siria -donde apoya abiertamente el régimen de Bashar al-Assad-, mediante los cuales ese país sigue siendo, en palabras del presidente norteamericano, una “influencia maligna” para la región y para el mundo.
Las razones de los Estados Unidos pasaban por el hecho de que Irán no estaba cumpliendo con su parte del trato. Según lo denunció en días pasados el Gobierno de Israel, la república islámica mantenía un programa nuclear secreto. Lo cierto es que las inspecciones y las obligaciones de Irán dejaban demasiado margen para la desconfianza, puesto que las visitas de la Oiea (Organismo Internacional de Energía Atómica) se han realizado únicamente cuando y en los lugares que el Gobierno iraní autoriza.
Al cumplir Trump con su ultimátum de abandonar el Tratado si no se mejoraba, como lo pidió en enero pasado, ocurre, como decimos coloquialmente en Colombia, que envió un mensaje a Bolívar para que lo entienda Santander, pues no solo Irán recibe el golpe de la determinación sino que se deben sentir aludidos, en primer término, Corea del Norte, con quien Estados Unidos no negociará ni siquiera en los mismos términos que se había negociado con Irán, sino con expectativas superiores; en segundo lugar los aliados Europeos de Trump, que finalmente no se mostraron tan duros en sus reacciones sino que expresaron su compromiso de seguir los términos del Acuerdo, con la intención de no arrinconar a Irán retirándose también ellos, sino más bien de mantener al país islámico en ánimo de colaborar y, por qué no, de negociar un nuevo acuerdo, como es el deseo del Gobierno norteamericano. Ya lo expresó el Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton: Estados Unidos no aceptará tratados inadecuados. Y en tercer lugar, hay un mensaje allí para los aliados de los Estados Unidos; Arabia Saudita, Israel, Japón y Corea del Sur, en el sentido de que el imperio defiende a sus cercanos, entre ellos los dispuestos a renunciar al desarrollo de armamento para defenderse de sus vecinos hostiles, porque confían en la protección ofrecida por Estados Unidos, contribuyendo así significativamente a la no proliferación de armas.
Por otro lado, el presidente iraní, Hasán Rouhaní, no ha cumplido aún las múltiples amenazas que lanzó si Estados Unidos abandonaba el Tratado. Tal vez sea esta la carta que Europa pueda usar, aprovechando a su favor el vacío dejado por Trump, para mantener a Irán cerca mientras el magnate se juega, por su parte, la carta con Corea del Norte. De lograr sus objetivos, definitivamente tendría un enorme capital para buscar un nuevo acercamiento con la república islámica.
Como lo habíamos expresado días atrás, esta decisión marca la preparación de la cumbre entre Trump y Kim Jong-un, sobre la cual ya ayer se reunió el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, con el líder norcoreano, con el fin de fijar la fecha y el lugar del cara a cara, algo que, al momento de escribir estas líneas, no se había hecho público. De esta reunión preparatoria, el presidente norteamericano obtuvo ya su primer rédito: la liberación de tres prisioneros norteamericanos, acusados por Pyongyang de ser espías al servicio de Corea del Sur, un hecho que, en apariencia, podría haber neutralizado el efecto negativo de la salida de EE.UU. del tratado con Irán, pero que a su vez ratifica la imagen que el mandatario norteamericano ha querido promover, en el sentido de que cumple lo que dice y de que no le importa saltarse mediadores o protocolos diplomáticos para resolver él mismo los asuntos.
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