Apuntes fuera de guion de una corresponsal en las elecciones iraníes
La enviada especial de EL PAÍS a Teherán narra, con relatos breves, la otra cara de los comicios
Teherán
Seguidores del candidato presidencial Hasan Rohaní, el 13 de mayo. MAJID SAEEDI (GETTY)
DÍA 2: El (obligado) hotel de los periodistas
Algunos conflictos de las últimas décadas han extendido la idea de que los periodistas, allá donde vamos, nos alojamos en “el hotel de los periodistas”. El desaparecido Commodore en Beirut, el American Colony de Jerusalén, el Palestina de Bagdad… forman ya parte del imaginario popular. En Teherán, solía ser el Laleh, antiguo Intercontinental desde el que los reporteros de medio mundo cubrieron entre 1978 y 1979 el levantamiento popular contra el sha, el regreso del ayatolá Jomeiní y la proclamación de la República Islámica.
Sin embargo, no es ese el motivo por el que los plumillas extranjeros que hemos venido a cubrir las presidenciales iraníes estamos concentrados en el Grand Hotel. A mí, este céntrico establecimiento me trae malos recuerdos. En diciembre de 2007, me desapareció misteriosamente la cartera con el pasaporte tras haberme reunido en la cafetería de su vestíbulo con varias mujeres activistas que se quejaban de la represión bajo el entonces presidente Ahmadineyad. Pero no hay elección. Un email recibido poco después de obtener el visado me informaba: “No puede ir a ningún otro hotel”.
¿El motivo? No nos han dado ninguno, pero supongo que para facilitar nuestro control a las agencias con las que se nos obliga a trabajar. ¿Y para poder echarnos más fácilmente en caso de que los iraníes decidan salirse del guión?
DÍA 1: Entender Irán en cinco días
Un chascarrillo de la profesión asegura que un periodista viaja tres o cuatro días a un país y publica un libro; pasa una semana en el lugar, y saca un reportaje; a partir de una estancia más larga, ya no escribe nada porque empieza a descubrir la complejidad del lugar. Las autoridades iraníes están empeñadas en que todos los reporteros que hemos venido a cubrir las elecciones presidenciales del próximo viernes escribamos un libro.
Sólo así se explica el exiguo visado que se ha facilitado a la prensa. Cinco días. Ese es todo el tiempo que nos dan para tratar de enterarnos de la complejidad de la política iraní. Ni siquiera en 2013, las primeras elecciones presidenciales tras las protestas de 2009, fueron tan tacaños. Para quien llegue por primera vez al país, será sin duda suficiente para reproducir todos los estereotipos que lo adornan. Para quien repita, una nueva fuente de frustración ante la dificultad de conseguir citas o salirse de los caminos trillados. ¿De qué tienen miedo?
Deseosa de aprovechar al máximo el permiso, he cogido un avión que aterrizaba en el aeropuerto Imam Khomeini de Teherán al filo de la medianoche. He caminado despacio por los pasillos, ignorando las colas que me esperaban ante el control de pasaportes, para cruzar cuando los policías ya hubieran cambiado la fecha del sello al 15 de mayo, en realidad, el 25 de ordibehesht de 1396, de acuerdo con el calendario persa, en vigor en la República Islámica. Y ahora, a trabajar.
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