sábado, 16 de noviembre de 2013

CHINA A CONTRAMANO ► La orden más difícil de cumplir | Internacional | EL PAÍS

La orden más difícil de cumplir | Internacional | EL PAÍS

La orden más difícil de cumplir

Ninguna ley ha supuesto un mayor abuso de los derechos de la mujer y del derecho a la intimidad de la persona que la política del hijo único para controlar el crecimiento de la población


En la historia de la República Popular no ha habido una orden más difícil de cumplir que la que ha obligado a cientos de millones de familias a tener un solo hijo. Ninguna ley ha supuesto un mayor abuso de los derechos de la mujer y del derecho a la intimidad de la persona que esa política impuesta en 1979 en aras de controlar el crecimiento de la población.

Entonces, el 80% de los 1.000 millones de habitantes de China eran campesinos, por cuyas venas corrían las enseñanzas de Confucio, que basan el orden social en el orden familiar. Para ellos era inconcebible que les prohibiesen su principio más básico: tener hijos para asegurar su vejez y el futuro de la patria. En la ciudad, donde está menos enraizada la costumbre de que las hijas al casarse pasen a integrarse en la familia del marido y prácticamente rompan los lazos con la propia, las dificultades económicas facilitaron el trago amargo que supuso aceptar un solo hijo, pero en el campo se necesitaron medidas coercitivas extraordinarias. El celo de las encargadas de la planificación familiar llegó a extremos tales como revisar de manera ocular si las mujeres tenían la menstruación en las fechas que les correspondían, practicarles reconocimientos vaginales para comprobar que no estaban embarazadas o forzarlas a abortar.

El Gobierno autorizó un segundo embarazo a las campesinas que dieran a luz una niña en el primero. Millones de mujeres vivieron con pánico su gestación ante la posibilidad de que volvieran a tener una hija. Muchas se escondieron o huyeron hasta que nació el bebé y pudieron regresar con el varón en los brazos u ocultando a la niña para poder embarazarse otra vez.

Si Mao Zedong reconoció a las mujeres la mitad del cielo que les correspondía, la política del hijo único encerró a millones de chinas en el infierno y otras muchas nunca nacieron. El feticidio femenino se multiplicó hasta el punto de que desde finales del pasado siglo están prohibidas las ecografías para conocer el sexo, y más de un médico que se enriqueció violando esta norma y practicando abortos clandestinos de niñas fue condenado a la pena capital. Pese a ello, hoy hay en China 25 millones de solteros que nunca podrán encontrar esposa.

La política del hijo único también somete a las mujeres a una enorme presión y tiene una incidencia negativa en la integración de estas en la sociedad. Sufren en especial las profesionales y trabajadoras urbanas por la enorme competitividad de la educación en las ciudades, lo que lleva a muchas a renunciar total o parcialmente a su trabajo para dedicarse a reforzar las tareas escolares de su pequeño emperador o emperatriz. Esto, según la Federación de Mujeres de China, es una de las causas del “significativo retroceso en los índices de igualdad de la mujer” que en los últimos años enfrenta el país.

Además, este control contra natura ha sumido la sociedad china en un profundo desconcierto que se ha llevado por delante muchos de sus valores. Ahora muchos padres contemplan horrorizados el futuro ante la realidad de que a su único descendiente no le interesa tener el vástago o los vástagos que el Gobierno le autoriza.


el dispreciau dice: los medios periodísticos suelen vender a occidente la imagen de una China inexistente, una China reluciente, brillante, enigmática pero occidentalizada, una China donde el liberalismo industrial se ha apoderado de la sociedad para enaltecerla... pero la realidad de la rutina de los chinos no se corresponde con dicho mensaje, como tampoco se corresponde con la visión que venden los políticos occidentales sobre China. En China coexiste la paradoja de un comunismo liberal o bien de una sociedad donde los esclavos son todos, menos los miembros del partido... políticos significativamente corruptos, acostumbrados a sacar su mano derecha para luego doblar a la izquierda. Léase, a la clase política china poco le importan las gentes, sus gentes, ya que para ellos son meros esclavos condenados a morir, antes o después, pero donde la vida humana no vale un centavo... detrás, el mensaje corporativo y mediático indica exactamente lo contrario... todo es bueno... poco es lo malo... y China va a dar un gran salto hacia las economías de mercado. La realidad es bien otra, la sociedad china, además de fragmentada está empobrecida hasta el hartazgo ya que la verdadera no está en Beijing, como tampoco está en Hong Kong ni tampoco en Shanghai, algo que los periodistas del facilismo parecen no comprender, o tal vez sus líneas editoriales les prestan ojos para ver una China que no existe. Si hay un lugar del mundo humano donde los derechos civiles y humanos no existen, dicho lugar es China... tema para nada menor, sea por la diversidad étnica de la población, sea porque China es demasiado grande y occidente desconoce las diferencias, sea porque los chinos del norte nada tienen que ver con los del sur, como tampoco los del este con los del oeste... en estas horas, la sociedad china golpeada por miles de años por sus esclavizadores, reyes o partido comunista, es algo semejante a una olla a presión con una válvula obstruida... en algún momento, lo impensable puede suceder... 
a modo de una simple metáfora, podría decirse que China, más allá de sus sabios, que los tiene y no pocos, se algo semejante/comparable al Titanic... es inundible... pero está en curso de colisión. Noviembre 16, 2013.-

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