Especial Benedicto XVI
Una despedida emotiva y esencialista
El Papa marca el camino
Vídeo: Atlas
Benedicto XVI saluda a la multitud congregada para despedirle en la Plaza San Pedro. | Afp
Roma y el mundo abrazaron por penúltima vez al Papa anciano, tímido y revolucionario. Con una marea de vivas y pancartas. Con el sentimiento y la emoción de la despedida. Incluso, con algunas lágrimas, como las del cardenal Antonelli. Y, sobre todo, con mucha oración y con especial atención a la última lección del Papa Ratzinger.
Y, como siempre, el Papa-teólogo no defraudó. Con una homilía esencialista y con su probada maestría para explicar con palabras sencillas y didáctica profesoral las ideas teológicas más profundas. Como el misterio de la Iglesia y del ejercicio del ministerio petrino. O como la relación entre la lógica del servicio y la lógica del poder en el seno de la Iglesia, a la luz del Evangelio.
El Papa, siguiendo la estela de los Santos Padres, tiene muy claro que el poder es la gran tentación de la Iglesia. Más que el sexo o el dinero. Porque el diablo anida en el poder. Y si algo ha manchado el rostro de la Iglesia universal en estos últimos años ha sido el carrerismo y la búsqueda desenfrenada del poder por parte de algunos curiales. Quizás por eso, eligió, para despedirse, el día en el que Evangelio reza así: "El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor".
Y, una vez, fijado su papel futuro, quiere aclarar las razones de esta revolucionaria decisión. "No bajo de la cruz". Se sumerge en su raíz más profunda. "Nunca me he sentido solo" y reivindica su papal de padre, al que le escriben los poderosos del mundo, pero también los más humildes y sencillos.
Confiado en que "la barca de la Iglesia no es mía, ni vuestra, es suya", es de Dios, y que está, por lo tanto, en buenas manos, el Papa da las gracias a todos los que le han ayudado durante estos casi ocho años. Y cita expresamente al "fiel" secretario de Estado, Tarcisio Bertone. ¡Todo un signo!
Ésa es la hoja de ruta que Benedicto XVI marca a la Iglesia y al cónclave: un sucesor que se fíe de Dios, con fuerzas y ganas de seguir haciendo limpieza en la Iglesia. Para que la Roca vuelva a estar limpia y pueda presentarse ante el mundo como espejo seguro de Cristo.
Y, marcado el camino, Benedicto se fue, sonriente, seguro, confiado, relajado, casi feliz. Y se fue estrenando el que puede ser ya su nuevo 'look' de Papa emérito: sotana blanca, sin esclavina, y dulleta blanca. El uniforme que, a partir de ahora, identificará al Papa en oración, columna de la Iglesia dedicado a lo esencial. Como Moisés en el monte. Como Cristo en el Huerto de Getsemaní. Se va el Papa...a rezar.
Y, como siempre, el Papa-teólogo no defraudó. Con una homilía esencialista y con su probada maestría para explicar con palabras sencillas y didáctica profesoral las ideas teológicas más profundas. Como el misterio de la Iglesia y del ejercicio del ministerio petrino. O como la relación entre la lógica del servicio y la lógica del poder en el seno de la Iglesia, a la luz del Evangelio.
El Papa, siguiendo la estela de los Santos Padres, tiene muy claro que el poder es la gran tentación de la Iglesia. Más que el sexo o el dinero. Porque el diablo anida en el poder. Y si algo ha manchado el rostro de la Iglesia universal en estos últimos años ha sido el carrerismo y la búsqueda desenfrenada del poder por parte de algunos curiales. Quizás por eso, eligió, para despedirse, el día en el que Evangelio reza así: "El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor".
Dios en el centro
En este sentido, el Papa explica, en su última intervención pública, que la Iglesia es de Dios y que, por lo tanto, en ella no hay nadie indispensable. Ni siquiera el ejercicio del ministerio petrino. De ahí su renuncia, que no dimisión. No dimite, renuncia al oficio de guiar la Iglesia, pero sigue dentro de ella. Como un padre, porque el Papa no es un mánager de una gran multinacional, sino un padre en la fe. Por eso, no vuelve a la vida privada. Tampoco será un Papa adjunto, sino un Papa emérito. Seguirá siendo Papa, pero sin ejercer como tal.Y, una vez, fijado su papel futuro, quiere aclarar las razones de esta revolucionaria decisión. "No bajo de la cruz". Se sumerge en su raíz más profunda. "Nunca me he sentido solo" y reivindica su papal de padre, al que le escriben los poderosos del mundo, pero también los más humildes y sencillos.
Confiado en que "la barca de la Iglesia no es mía, ni vuestra, es suya", es de Dios, y que está, por lo tanto, en buenas manos, el Papa da las gracias a todos los que le han ayudado durante estos casi ocho años. Y cita expresamente al "fiel" secretario de Estado, Tarcisio Bertone. ¡Todo un signo!
Ésa es la hoja de ruta que Benedicto XVI marca a la Iglesia y al cónclave: un sucesor que se fíe de Dios, con fuerzas y ganas de seguir haciendo limpieza en la Iglesia. Para que la Roca vuelva a estar limpia y pueda presentarse ante el mundo como espejo seguro de Cristo.
Y, marcado el camino, Benedicto se fue, sonriente, seguro, confiado, relajado, casi feliz. Y se fue estrenando el que puede ser ya su nuevo 'look' de Papa emérito: sotana blanca, sin esclavina, y dulleta blanca. El uniforme que, a partir de ahora, identificará al Papa en oración, columna de la Iglesia dedicado a lo esencial. Como Moisés en el monte. Como Cristo en el Huerto de Getsemaní. Se va el Papa...a rezar.
“Soy consciente de la gravedad y la novedad de mi renuncia”
Miles de fieles invaden a la plaza de San Pedro y sus alrededores para despedir al Papa, un día antes de que su renuncia sea efectiva
El papa Benedicto XVI ha declarado "ser consciente de la gravedad y la
novedad" de su renuncia, durante la celebración de la última audiencia general
de sus ocho años de pontificado, celebrada este miércoles en el Vaticano. El
Pontífice, de 85 años, ha asegurado que "seguirá acompañando la Iglesia en sus
rezos y sus reflexiones", un día antes de dejar su cargo. La noticia de su
renuncia el pasado 11 de febrero causó estupor en todo el mundo.
El Sumo Pontífice ha vuelto a explicar los motivos de una decisión que, según él, ha tomado "en plena libertad", al notar que sus fuerzas habían disminuido y no por el bien particular, "sino por el bien de la Iglesia".
En alusión a los escándalos y controversias que han salpicado su pontificado, Benedicto XVI ha reconocido que ha vivido "momentos complicados, en los que las aguas estaban agitadas, el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía estar durmiendo". "Pero siempre he sabido que la Iglesia no es nuestra barca sino la suya, y que él no la deja hundirse", ha añadido.
Decenas de miles de personas se habían congregado en la plaza de San Pedro y la via della Conciliazone, la gran avenida que conduce al Vaticano, para asistir a la despedida pública del papa Ratzinger. La multitud de fieles y turistas ha aclamado a Benedicto XVI cuando ha pasado a su lado en el Papamóvil para saludarlos. "Estoy conmovido y veo a la Iglesia con vida", les ha dicho en señal de agradecimiento.
Las audiencias generales con el Papa se llevan a cabo normalmente una vez a la semana (los miércoles a las 11.00) en el Vaticano. Cualquier persona puede asistir a ella, reservando una plaza gratuita con mucha antelación. Las audiencias suelen llevarse a cabo dentro de la Basílica de San Pedro, o en el Aula Pablo V, pero ante la gran cantidad de fieles que quieren despedirse de Benedicto XVI, la ceremonia se llevará hoy a cabo en la plaza de San Pedro.
Después de la audiencia general se celebra en la Sala Clementina un encuentro privado en el que el Papa se reúne con algunas personas, entre otros, a los jefes de Estado de Eslovaquia, San Marino, el príncipe de Andorra y el presidente de Baviera, Alemania.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ha asegurado que Benedicto XVI no se despedirá con una celebración especial sino que aprovechará esta audiencia para despedirse de los fieles. El objetivo, según ha precisado, es que pueda acudir un gran número de gente a la que será su "última celebración grande".
Entre los presentes, han confirmado su participación en la audiencia el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, el portavoz y secretario general de la CEE, Juan Antonio Martínez Camino, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, y el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez.
Mañana, Benedicto XVI recibirá a las once de la mañana a los cardenales presentes en Roma, es decir, tanto a los residentes como a los que han acudido a la capital en los últimos días, aunque no habrá discurso.
“Soy consciente de la gravedad y la novedad de mi renuncia” | Internacional | EL PAÍS
el dispreciau dice:
¿Cree Usted en Dios?...
Sí...
¿Cree Usted en la Iglesia?...
No...
¿Cree Usted en los representantes terrenales de Dios?...
No...
La institución está degradada a su mínima expresión, porque el procedimiento utilitario de la Iglesia Católica fundado en que "cualquier fin justifica los medios" es, a estas alturas, inaceptable, tan inaceptable como lo ha sido el genocidio de la inquisición. La clase política está corrupta y perimida, nada distinto a lo que acontece en los ámbitos eclesiásticos donde los religiosos están ocupados en exterminar aquello que predican... claro que hay excepciones, pero estas se ven en las personas, no así en la institución que se ha vaciado de contenidos, de valores, y hasta de sentidos esenciales... ya que está procediendo en contrario a las escrituras que dice defender.
El Papa se va del papado... no se va de la Iglesia. Se va pegándole un portazo a los oportunistas de las sotanas fáciles, esos que viven a costillas de sus prójimos sin agregarle valor a nada, pero sí usufructuando las barbaries que caracterizan el mundo por estas horas.
Indudablemente, aunque no se lo vea ni se lo aprecie en lo inmediato, esta decisión personal creará un "antes" y un "después" en la Iglesia que no tuvo reparos en asesinar a Juan Pablo I y luego manipular su muerte para salvaguardar a los diablos inquisidores disfrazados de ángeles sin cielo.
El antes enseña una Iglesia que merece ser despreciada... el después exigirá una Iglesia fraternal, a sabiendas que sin una Iglesia solidaria, misericordiosa y compasiva, sencillamente no la habrá... ya que las gentes hoy están atrapadas por las "iglesias negocio", esas que no deberían tener lugar social alguno, pero que existen asociadas a la desesperación de las gentes.
Cabría preguntarse cómo hizo para sobrevivir Juan Pablo II a tanta vergüenza ajena. Pero claro, a cada destino le toca su aura, y los zapatos de aquel no fueron los de éste, y por ende tampoco serán del que siga luego del cónclave.
Desde afuera, desde el cielo y hasta desde el infierno, se ve a cardenales atrapados por y en este último de los ámbitos, pergeñando cómo hacerse del poder a costas de las gentes, sus almas y sus espíritus... indudablemente lo que siga será un después de difícil tránsito, porque la Iglesia Católica ya no es creíble... ni siquiera confiable... ya que se ha reducido al concepto corporativo de cualquier multinacional: "negocio, sólo negocio, no más que un negocio"... y en tal sentido dispuesta a venderle el alma al propio diablo con tal sostener una pizca de cualquier poder. Aberrante, sí.
Después de Benedicto XVI ... el quiebre.
Cuando la historia se dobla, todo se torna inapelable, y eso se verá en los tiempos por venir.
Febrero 27, 2013.-
El Sumo Pontífice ha vuelto a explicar los motivos de una decisión que, según él, ha tomado "en plena libertad", al notar que sus fuerzas habían disminuido y no por el bien particular, "sino por el bien de la Iglesia".
En alusión a los escándalos y controversias que han salpicado su pontificado, Benedicto XVI ha reconocido que ha vivido "momentos complicados, en los que las aguas estaban agitadas, el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía estar durmiendo". "Pero siempre he sabido que la Iglesia no es nuestra barca sino la suya, y que él no la deja hundirse", ha añadido.
Decenas de miles de personas se habían congregado en la plaza de San Pedro y la via della Conciliazone, la gran avenida que conduce al Vaticano, para asistir a la despedida pública del papa Ratzinger. La multitud de fieles y turistas ha aclamado a Benedicto XVI cuando ha pasado a su lado en el Papamóvil para saludarlos. "Estoy conmovido y veo a la Iglesia con vida", les ha dicho en señal de agradecimiento.
Las audiencias generales con el Papa se llevan a cabo normalmente una vez a la semana (los miércoles a las 11.00) en el Vaticano. Cualquier persona puede asistir a ella, reservando una plaza gratuita con mucha antelación. Las audiencias suelen llevarse a cabo dentro de la Basílica de San Pedro, o en el Aula Pablo V, pero ante la gran cantidad de fieles que quieren despedirse de Benedicto XVI, la ceremonia se llevará hoy a cabo en la plaza de San Pedro.
Después de la audiencia general se celebra en la Sala Clementina un encuentro privado en el que el Papa se reúne con algunas personas, entre otros, a los jefes de Estado de Eslovaquia, San Marino, el príncipe de Andorra y el presidente de Baviera, Alemania.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ha asegurado que Benedicto XVI no se despedirá con una celebración especial sino que aprovechará esta audiencia para despedirse de los fieles. El objetivo, según ha precisado, es que pueda acudir un gran número de gente a la que será su "última celebración grande".
Entre los presentes, han confirmado su participación en la audiencia el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, el portavoz y secretario general de la CEE, Juan Antonio Martínez Camino, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, y el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez.
Mañana, Benedicto XVI recibirá a las once de la mañana a los cardenales presentes en Roma, es decir, tanto a los residentes como a los que han acudido a la capital en los últimos días, aunque no habrá discurso.
“Soy consciente de la gravedad y la novedad de mi renuncia” | Internacional | EL PAÍS
el dispreciau dice:
¿Cree Usted en Dios?...
Sí...
¿Cree Usted en la Iglesia?...
No...
¿Cree Usted en los representantes terrenales de Dios?...
No...
La institución está degradada a su mínima expresión, porque el procedimiento utilitario de la Iglesia Católica fundado en que "cualquier fin justifica los medios" es, a estas alturas, inaceptable, tan inaceptable como lo ha sido el genocidio de la inquisición. La clase política está corrupta y perimida, nada distinto a lo que acontece en los ámbitos eclesiásticos donde los religiosos están ocupados en exterminar aquello que predican... claro que hay excepciones, pero estas se ven en las personas, no así en la institución que se ha vaciado de contenidos, de valores, y hasta de sentidos esenciales... ya que está procediendo en contrario a las escrituras que dice defender.
El Papa se va del papado... no se va de la Iglesia. Se va pegándole un portazo a los oportunistas de las sotanas fáciles, esos que viven a costillas de sus prójimos sin agregarle valor a nada, pero sí usufructuando las barbaries que caracterizan el mundo por estas horas.
Indudablemente, aunque no se lo vea ni se lo aprecie en lo inmediato, esta decisión personal creará un "antes" y un "después" en la Iglesia que no tuvo reparos en asesinar a Juan Pablo I y luego manipular su muerte para salvaguardar a los diablos inquisidores disfrazados de ángeles sin cielo.
El antes enseña una Iglesia que merece ser despreciada... el después exigirá una Iglesia fraternal, a sabiendas que sin una Iglesia solidaria, misericordiosa y compasiva, sencillamente no la habrá... ya que las gentes hoy están atrapadas por las "iglesias negocio", esas que no deberían tener lugar social alguno, pero que existen asociadas a la desesperación de las gentes.
Cabría preguntarse cómo hizo para sobrevivir Juan Pablo II a tanta vergüenza ajena. Pero claro, a cada destino le toca su aura, y los zapatos de aquel no fueron los de éste, y por ende tampoco serán del que siga luego del cónclave.
Desde afuera, desde el cielo y hasta desde el infierno, se ve a cardenales atrapados por y en este último de los ámbitos, pergeñando cómo hacerse del poder a costas de las gentes, sus almas y sus espíritus... indudablemente lo que siga será un después de difícil tránsito, porque la Iglesia Católica ya no es creíble... ni siquiera confiable... ya que se ha reducido al concepto corporativo de cualquier multinacional: "negocio, sólo negocio, no más que un negocio"... y en tal sentido dispuesta a venderle el alma al propio diablo con tal sostener una pizca de cualquier poder. Aberrante, sí.
Después de Benedicto XVI ... el quiebre.
Cuando la historia se dobla, todo se torna inapelable, y eso se verá en los tiempos por venir.
Febrero 27, 2013.-
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