Crimen en Cañuelas
Martes 03 de julio de 2012 | Publicado en edición impresa
El análisis
La respuesta a un miedo que los gobernantes no ven
Por Fernando Rodriguez
| LA NACION
Daniel Scioli mandó a su ministro de Justicia y Seguridad y a
su jefe de policía a dar la cara a Cañuelas. Ayer, a los vecinos de Cañuelas esa
manifestación de cercanía no les cambió un ápice la bronca por el doble
homicidio ni el miedo acumulado por la pesada e incesante acumulación de hechos
de inseguridad de todo tipo. Más aún: a cada intento de explicación del jefe de
la policía, los más exaltados replicaban: "¡Mentira!"
Esa disociación puede definirse en un concepto: hace años, prácticamente en toda la gestión de Scioli en la provincia y de los Kirchner a nivel nacional, ante cada reclamo relacionado con graves crímenes, desde el gobierno se respondió invariablemente con la teoría de la "sensación de inseguridad" y la afirmación de una baja general de la cantidad de delitos asentada en estadísticas invisibles o incomprensibles para el vecino común.
En el más reciente informe del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, 8 de cada 10 personas consultadas respondió que la inseguridad es alta, que aumentó con respecto al año pasado y que la situación afecta su calidad de vida.
Esa "sensación" es, en verdad, un sentimiento a flor de piel, una llaga que no se cura toda vez que lo que ocurre a diario convierte en lotería la posibilidad de que cada uno de los vecinos de un lugar se convierta en víctima de la inseguridad.
La amplia percepción de que la policía y las autoridades no están hoy en posición -por inacción o impericia- de mejorar los niveles de seguridad ha llevado a muchos vecinos a involucrarse, a reunirse para evaluar posibles soluciones. A la falta de datos oficiales, en algunos barrios ya realizan sus propias estadísticas a partir de las experiencias personales.
Cada nuevo hecho de inseguridad aumenta el temor; la gente necesita respuestas ante ese miedo que los gobernantes parecen no ver, no dimensionar. La falta de respuestas se traduce en la invisibilidad del problema. Y, si no hay problema, no hace falta solución. Esa es, hoy, la dramática ecuación..
el dispreciau dice: vivir en otra galaxia tiene su precio, alto por cierto, pero no exime de los dramas que transitan los mortales aquí en la Tierra, en cualquier parte, incluso en Cañuelas, en La Plata, en Mar del Plata, o donde se quiera. Mientras la clase política se empecina en "no ver" y permanecer ajena a los acontecimientos y sus evidencias. Desde luego, cuando se vive en "otra galaxia" las miradas se distorsionan tanto como los pareceres, y todo se vuelve y se envuelve en "sensaciones"... sensaciones de que te roban, te asaltan, te asesinan, te violan, te vejan (incluso el propio estado ausente lo hace), te insultan (la humanidad y la inteligencia), y más, ya que para el funcionario intergaláctico todo está bien, y todo es pasible de ser respondido con palabras vacías en discursos mediáticos... ¿que hay narcotráfico en la Argentina?... sí desde luego, tanto como distribuidores hay... ¿que hay una porción social que se está condenando de cara al futuro, justamente por carecer del mismo, y por estar inducida a ahogarse en la ignorancia de las carencias de las dignidades hipotecadas junto con los destinos?... sí, desde luego, y no es poca la gente en esta condición... pero el estado ausente está enfocado en explicar, siempre, lo inexplicable. Y la realidad contradice a las palabras, al mismo tiempo que se aprecia que la Argentina, la de los mortales, carece de seguridad alguna (con o sin policía, da igual) porque impera la ley de la selva, común en las calles... no en las casas de los funcionarios intergalácticos, siempre ataviados de sueños imposibles, tales como que los empleados cobren lo que deben por el trabajo que hacen, en tiempo, también en forma. Pero esta clase política, lo que no tiene es vergüenza, y arrecia en comentarios inaceptables y en explicaciones inadmisibles, además de insoportables... y mientras las ignorancias sociales siguen bailando por un sueño, lleno de chabacanerías baratas, la delincuencia avanza sobre la sociedad al modo de una sombra que anuncia siempre males mayores... y a las gentes ya no les alcanzan las rejas, porque se han dado cuenta que no hay reja que las proteja de las impericias de la gestión del estado ausente, como tampoco hay reja que los proteja de las segundas intenciones y los dobles discursos, como tampoco hay reja que los proteja de las zonas liberadas, los espacios "vendidos", de las injusticias crecientes, y de las policías ausentes porque son parte de la misma delincuencia que ha tomado por asalto a todo el territorio nacional, sin que nadie se diera cuenta, aunque siempre bajo el extraño paraguas de los "derechos humanos" de los otros... nunca de los propios, mucho menos de los buenos, y ni qué considerar a aquellos que trabajan y sobreviven como pueden, ya que esos no están en ninguna de las consideraciones políticas... y así la vamos llevando... queda en evidencia, claro está, que hace difícil gobernar desde otra galaxia, mucho menos cuando se es sordo y ciego... aunque sí se puede no siendo mudo. JULIO 03, 2012.-
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