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"Tiene orden de alejamiento y condena de prisión, pero ahora mismo está en la calle", dice una mujer mientras enseña el dedo índice reconstruido en una operación. "¿Te lo rompió? No, me lo rebanó con un cuchillo". Andrea, nombre figurado, tiene 38 años y teme por su vida. Hace tiempo que andaba buscando un curso para afrontar el constante acoso de su expareja. Encontró el programa piloto de Técnicas de Autoprotección ante la Violencia de Género que se imparte durante el mes de julio en los municipios madrileños de Móstoles, Alcalá de Henares y Las Rozas.
Lo que le gusta a Andrea del curso es que no aprende a luchar cuerpo a cuerpo contra una persona que es mucho más fuerte que ella, sino que le explican cómo utilizar uñas y dientes para desconcertar al agresor, echar a correr y salvar su vida. “Enseñamos a las mujeres unos protocolos de autodefensa para que al atacante le sea muy difícil acercarse a ellas”, explica Miguel Ángel Gascón, instructor de la Federación de Lucha y Disciplinas Asociadas que organiza el programa junto a la ONG Policías Sin Fronteras.
Aprenden a estar alerta cuando andan por la calle, cuando giran una esquina, cuando abren la puerta del coche y hasta cuando bajan la basura. También identifican el tipo de agresor al que se enfrentan: no es lo mismo que sea una persona impulsiva con episodios depresivos, que un psicópata frío y calculador, capaz de estudiar cada movimiento de la víctima para organizar el próximo ataque.
“El mío creo que es de esos”, dice otra joven de 25 años durante la clase, “lo planifica todo”. Está hablando del padre de sus dos hijos. Para ella, una de las técnicas más útiles que ha aprendido es la de esquivar a una persona que la agarra del cuello para intentar estrangularla.
El curso está formado por clases teóricas, en las que se explican las medidas de seguridad, y prácticas, donde enseñan técnicas para repeler diversos tipos de agresiones. Miguel Ángel Gascón es el que habla, hace los movimientos, y su compañero Leonardo Barona, policía miembro de la ONG organizadora del curso, el que recibe los golpes como a cámara lenta. Ante las mujeres muestran desde cómo aturdir al atacante arañándole en la cara, hasta cómo zafarse de un intento de violación, tumbadas en el suelo con el hombre entre sus piernas.
El grado de amenaza al que están sometidas las participantes del curso es muy diverso. Aunque para algunas el rapto pueda parecer algo muy lejano, para otras que Gascón les enseñe a desatarse las manos o a salir de un maletero puede llegar a ser cuestión de vida o muerte.
Ahora mismo, en el programa participan 80 mujeres en los tres cursos que se imparten en Alcalá de Henares, las Rozas y Móstoles. El consejero de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, lo presentó en el mes de junio dentro de sus iniciativas para dar formación a las mujeres víctimas de violencia de género. ¿El presupuesto? Ninguno. Todas las personas que participan, tanto policías como instructores de técnicas de autodefensa, lo hacen de forma voluntaria, en su tiempo libre. La iniciativa se repetirá a la vuelta de vacaciones, a partir de octubre.
el dispreciau dice: mientras los estados se ausentan de sus legítimas responsabilidades políticas y sociales, la intolerancia social crece en varias direcciones... los géneros no se soportan... las agresiones van y vienen, comenzando con palabras capaces de atravesar paredes, para luego seguir con ninguneos y avanzar más tarde a las agresiones físicas, de menor a mayor, desde el cachetazo hasta lo aberrante... mientras tanto, las víctimas no tienen donde recurrir ya que si lo hacen, se expondrán a nuevas vejaciones, sean estas de índoles públicas (ninguneos, desprecios, etc., desde estamentos de supuesta autoridad) hasta familiares, vecinales, y otra vez, nuevos etcéteras, que enseñarán a la víctima la importancia de los silencios y el sentido de las oportunidades. En dicho concierto los agresores andan libres (entiéndase, agresores y/o agresoras, porque el problema es bidireccional), protegidos por las ausencias jurídicas de los estados que se hacen los burros, dando discursos bonitos de cosas que nunca sucederán en las calles. Mientras tanto, las violencias crecen, se instalan como mecanismos de vida, y se autojustifican a sí mismas, sea en el seno de las parejas (muy desparejas), sea en el seno de los grupos de jóvenes que, al modo de los cromagnones o neardenthales, sólo se entienden a las trompadas, ya que las ignorancias sólo los habilitan a eso... no leen, no saben hablar, no saben pensar, por ende tampoco saben contener el sentido del "reaccionar" (pero reciben subsidios, eso sí). Los resultados están a la vista... los estados ausentes filman escenas tétricas, sobre las que nadie hará nada... y todo regresará al punto cero para volver a comenzar. Más droga vendida entre los desparpajos de los estados ausentes, siempre declamantes... más alcohol... más locura... más violencia... más vejaciones desde el estado y desde el llano... más ignorancia... menos espacio social... ningún trabajo... todo igual a "degradación", en cualquiera de sus formas... luego llegará la policía... las autoridades políticas de turno... algún juez trasnochado... y se acordará... dale, hacé que parezca un suicidio... y el mundo se denigrará un poco más... y los ciudadanos conocerán la significancia del infierno y sus demonios, sueltos por el mundo humano, disfrazados de políticos circunspectos... corruptos e ineptos, sí, pero circunspectos y siempre dispuestos a poner (exhibir) rostro de circunstancia. JULIO 18, 2012.-
Lo que le gusta a Andrea del curso es que no aprende a luchar cuerpo a cuerpo contra una persona que es mucho más fuerte que ella, sino que le explican cómo utilizar uñas y dientes para desconcertar al agresor, echar a correr y salvar su vida. “Enseñamos a las mujeres unos protocolos de autodefensa para que al atacante le sea muy difícil acercarse a ellas”, explica Miguel Ángel Gascón, instructor de la Federación de Lucha y Disciplinas Asociadas que organiza el programa junto a la ONG Policías Sin Fronteras.
Aprenden a estar alerta cuando andan por la calle, cuando giran una esquina, cuando abren la puerta del coche y hasta cuando bajan la basura. También identifican el tipo de agresor al que se enfrentan: no es lo mismo que sea una persona impulsiva con episodios depresivos, que un psicópata frío y calculador, capaz de estudiar cada movimiento de la víctima para organizar el próximo ataque.
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"Tiene orden de alejamiento y condena de prisión, pero ahora mismo está en la calle", dice una mujer mientras enseña el dedo índice reconstruido en una operación. "¿Te lo rompió? No, me lo rebanó con un cuchillo". Andrea, nombre figurado, tiene 38 años y teme por su vida. Hace tiempo que andaba buscando un curso para afrontar el constante acoso de su expareja. Encontró el programa piloto de Técnicas de Autoprotección ante la Violencia de Género que se imparte durante el mes de julio en los municipios madrileños de Móstoles, Alcalá de Henares y Las Rozas.
Lo que le gusta a Andrea del curso es que no aprende a luchar cuerpo a cuerpo contra una persona que es mucho más fuerte que ella, sino que le explican cómo utilizar uñas y dientes para desconcertar al agresor, echar a correr y salvar su vida. “Enseñamos a las mujeres unos protocolos de autodefensa para que al atacante le sea muy difícil acercarse a ellas”, explica Miguel Ángel Gascón, instructor de la Federación de Lucha y Disciplinas Asociadas que organiza el programa junto a la ONG Policías Sin Fronteras.
Aprenden a estar alerta cuando andan por la calle, cuando giran una esquina, cuando abren la puerta del coche y hasta cuando bajan la basura. También identifican el tipo de agresor al que se enfrentan: no es lo mismo que sea una persona impulsiva con episodios depresivos, que un psicópata frío y calculador, capaz de estudiar cada movimiento de la víctima para organizar el próximo ataque.
Lo que le gusta a Andrea del curso es que no aprende a luchar cuerpo a cuerpo contra una persona que es mucho más fuerte que ella, sino que le explican cómo utilizar uñas y dientes para desconcertar al agresor, echar a correr y salvar su vida. “Enseñamos a las mujeres unos protocolos de autodefensa para que al atacante le sea muy difícil acercarse a ellas”, explica Miguel Ángel Gascón, instructor de la Federación de Lucha y Disciplinas Asociadas que organiza el programa junto a la ONG Policías Sin Fronteras.
Aprenden a estar alerta cuando andan por la calle, cuando giran una esquina, cuando abren la puerta del coche y hasta cuando bajan la basura. También identifican el tipo de agresor al que se enfrentan: no es lo mismo que sea una persona impulsiva con episodios depresivos, que un psicópata frío y calculador, capaz de estudiar cada movimiento de la víctima para organizar el próximo ataque.
El curso está formado por clases teóricas, en las que se explican las medidas de seguridad, y prácticas, donde enseñan técnicas para repeler diversos tipos de agresiones. Miguel Ángel Gascón es el que habla, hace los movimientos, y su compañero Leonardo Barona, policía miembro de la ONG organizadora del curso, el que recibe los golpes como a cámara lenta. Ante las mujeres muestran desde cómo aturdir al atacante arañándole en la cara, hasta cómo zafarse de un intento de violación, tumbadas en el suelo con el hombre entre sus piernas.
El grado de amenaza al que están sometidas las participantes del curso es muy diverso. Aunque para algunas el rapto pueda parecer algo muy lejano, para otras que Gascón les enseñe a desatarse las manos o a salir de un maletero puede llegar a ser cuestión de vida o muerte.
Ahora mismo, en el programa participan 80 mujeres en los tres cursos que se imparten en Alcalá de Henares, las Rozas y Móstoles. El consejero de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, lo presentó en el mes de junio dentro de sus iniciativas para dar formación a las mujeres víctimas de violencia de género. ¿El presupuesto? Ninguno. Todas las personas que participan, tanto policías como instructores de técnicas de autodefensa, lo hacen de forma voluntaria, en su tiempo libre. La iniciativa se repetirá a la vuelta de vacaciones, a partir de octubre.
el dispreciau dice: mientras los estados se ausentan de sus legítimas responsabilidades políticas y sociales, la intolerancia social crece en varias direcciones... los géneros no se soportan... las agresiones van y vienen, comenzando con palabras capaces de atravesar paredes, para luego seguir con ninguneos y avanzar más tarde a las agresiones físicas, de menor a mayor, desde el cachetazo hasta lo aberrante... mientras tanto, las víctimas no tienen donde recurrir ya que si lo hacen, se expondrán a nuevas vejaciones, sean estas de índoles públicas (ninguneos, desprecios, etc., desde estamentos de supuesta autoridad) hasta familiares, vecinales, y otra vez, nuevos etcéteras, que enseñarán a la víctima la importancia de los silencios y el sentido de las oportunidades. En dicho concierto los agresores andan libres (entiéndase, agresores y/o agresoras, porque el problema es bidireccional), protegidos por las ausencias jurídicas de los estados que se hacen los burros, dando discursos bonitos de cosas que nunca sucederán en las calles. Mientras tanto, las violencias crecen, se instalan como mecanismos de vida, y se autojustifican a sí mismas, sea en el seno de las parejas (muy desparejas), sea en el seno de los grupos de jóvenes que, al modo de los cromagnones o neardenthales, sólo se entienden a las trompadas, ya que las ignorancias sólo los habilitan a eso... no leen, no saben hablar, no saben pensar, por ende tampoco saben contener el sentido del "reaccionar" (pero reciben subsidios, eso sí). Los resultados están a la vista... los estados ausentes filman escenas tétricas, sobre las que nadie hará nada... y todo regresará al punto cero para volver a comenzar. Más droga vendida entre los desparpajos de los estados ausentes, siempre declamantes... más alcohol... más locura... más violencia... más vejaciones desde el estado y desde el llano... más ignorancia... menos espacio social... ningún trabajo... todo igual a "degradación", en cualquiera de sus formas... luego llegará la policía... las autoridades políticas de turno... algún juez trasnochado... y se acordará... dale, hacé que parezca un suicidio... y el mundo se denigrará un poco más... y los ciudadanos conocerán la significancia del infierno y sus demonios, sueltos por el mundo humano, disfrazados de políticos circunspectos... corruptos e ineptos, sí, pero circunspectos y siempre dispuestos a poner (exhibir) rostro de circunstancia. JULIO 18, 2012.-
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