Editorial I
La disparidad con Brasil
Más allá de los acuerdos firmados con Dilma Rousseff, el Gobierno debería abocarse a fortalecer la industria nacional
Miércoles 02 de febrero de 2011 | Publicado en edición impresa.
En su primera visita al exterior tras asumir el 1° de enero la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff ha tenido la deferencia de elegir la Argentina como su primer destino. Lo mismo habían hecho sus antecesores Luiz Inacio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso, pero, más allá del saldo positivo que arroja todo acercamiento entre países vecinos, amigos y socios, los tiempos han cambiado en más de una década.
Es lógico que, frente al fuerte déficit de 4095 millones de dólares que arrojó en 2010 la balanza comercial para nuestro país, la presidenta Cristina Kirchner se haya propuesto que Brasil aumente las importaciones de productos argentinos y contribuya de ese modo a atenuar el desequilibrio. Perdura, sin embargo, una tendencia que se agudizó tras la crisis de 2001 y 2002, y se incrementó durante el gobierno de Néstor Kirchner. Se trata de la progresiva desnacionalización de la industria argentina, plasmada en la venta de activos nacionales a firmas de Brasil.
Si bien ese proceso se inició en la década del noventa en coincidencia con el auge de las privatizaciones, en los últimos años se ha consolidado. Esta tendencia, por la cual las ganancias de esas empresas no quedan necesariamente en el país, contradice la consigna fogoneada por el kirchnerismo de crear y fomentar un empresariado nacional vigoroso. En todo caso, ese papel le ha tocado a un Estado torpemente robustecido con compañías antes privatizadas que no pueden jactarse de tener administraciones eficaces ni de brindar servicios ejemplares.
Curiosamente, con la compra masiva de empresas argentinas, los brasileños aplicaron al pie de la letra el modelo que, en apariencia, se proponía el ex presidente Kirchner. No era tema para tratar con la presidenta Rousseff, sino para plantearse en el seno del gobierno argentino y trazar una estrategia superadora.
En la reunión bilateral de la cual participó buena parte de ambos gabinetes, se firmaron 14 acuerdos. Entre ellos, sobre energía nuclear, bioenergía, viviendas, agricultura, medicamentos, tecnología y promoción de la igualdad de género. En materia comercial, uno de los más relevantes impone la creación de un consejo empresarial bilateral. En él participarán representantes del sector privado de ambos países cuya misión será aconsejar a los respectivos gobiernos medidas que permitan incrementar el intercambio.
Es imprescindible que, en una relación tan dinámica, el sector privado tenga cada vez mayor protagonismo, pero, en la práctica, no cambia la enorme disparidad por la cual la Argentina ha quedado en desventaja respecto de Brasil como consecuencia de las políticas de corto plazo o la falta de política que ha padecido en los últimos años. Lejos de alentar un empresariado nacional robusto, como han hecho Cardoso y Lula en Brasil, al margen de estar en las antípodas desde el punto de vista político, el kirchnerismo se ha caracterizado por engordar al Estado cada vez que tuvo oportunidad.
En estos años, el Banco Patagonia ha sido adquirido por el Banco do Brasil (símil del Nación). El conglomerado energético de Pérez Companc y Petrolera Santa Fe pasó a manos de Petrobras. También fue adquirido el control de Alpargatas por su filial brasileña, Alpargatas São Paulo, subsidiaria del grupo Camargo Correa. Ese holding brasileño compró Loma Negra, responsable de la mitad de la producción de cemento del país y dueña del ferrocarril Ferrosud. A su vez, el grupo belga-brasileño InBev compró la Cervecería Quilmes y Belgo Mineira tomó el control de Acindar. Otro tanto sucedió en las industrias cárnica y textil.
En mucho han influido para que se concretaran estas operaciones un tipo de cambio favorable para los brasileños y la posibilidad de financiar las operaciones por medio del Banco de Desarrollo de Brasil (Bndes).
De haber sido al revés, el interés de la presidenta Rousseff habría estado centrado en buscar un equilibrio en ese aspecto, más que en dejar todo como está. Frente a esto, la presidenta Kirchner no ha revelado un plan para revertir la situación o, al menos, atenuarla. Es preocupante que esto sea así, sobre todo porque contradice la presunta línea de su propio gobierno. Tal como están las cosas, ambos países saldrán a negociar juntos sus ventas en el exterior y, según los acuerdos, el gobierno brasileño procurará que se incremente la participación de los productos argentinos en su mercado. En buen romance, la ganancia será doble.
La disparidad con Brasil - lanacion.com
el dispreciau dice: Brasil, país de las gentes lindas, hizo un quiebre en la deácad del setenta... contrariamente a lo sucedido en Argentina, la nación hermana descubrió que a pesar de sus dicotomías era necesario insertarse en el mundo, agregando valor, desarrollando recursos humanos y fabricando fuentes de trabajo. Asumiendo que esa era un tarea difícil, quizás penosa y no menos incierta que la realidad que se transitaba en América Latina por entonces, se pusieron manos a la obra. Seguramente con más dudas que certidumbres, pero pocos años después, una década más tarde, Brasil era considerada una potencia en pleno desarrollo... ¿qué cambió en la mente de los brasileños?... quizás el evitar ser mediocres, el destacarse, el enseñar su potencial, el luchar contra la desidia y sus inercias... vaya a saber. Cuando colectivamente se hace un quiebre en el orden social, detrás hay un aliento que empuja y Brasil no perdió su oportunidad. Su sociedad no ha logrado resolver viejos problemas, pero se ha liberado de ciertas ataduras pesadas de su pasado y descubrió que estaba incluida en el futuro... Por el contrario, sucediendo procesos semejantes, Argentina cobija una atadura con su pasado que no la deja despertar. No despiertan sus empresarios, tampoco su clase política, menos aún la sindical, y los bancos de aquí son algo semejante a una cruz, inservibles, pero imprescindibles. Argentina no sabe, ni quiere, ni puede agregar valor porque sus instituciones, cualquiera sea su índole, cargan personalismos e individualismos que atrapan al conjunto al modo de una telaraña, donde las víctimas van quedando expuestas a secarse al sol. La mediocridad domina la escena y aquel que pretenda destacarse perecerá en el intento o deberá irse, emigrar hacia otras luces, en Brasil, Estados Unidos o bien Alemania (Europa focalizada). Intentar aquí producir un cambio es imposible porque las gentes están convencidas que lo que hacen está bien y es suficiente, sin apreciar que Argentina acumula pobres que se fabrican todos los días a manos de un estado ausente e inconsciente. Cuando hablo de estado me refiero a poder político, pero lo hago extensivo a empresarios y sindicalistas, que han perdido hace rato la concepción social y filosófica de su existencia. Todos hablan de Perón como su referente social, pero en verdad en el país impera la injusticia social. Esta inercia mantiene al país inmovilizado, impidiéndole asumir sus terribles deficiencias estructurales y funcionales. Mucha culpa tienen los medios periodísticos que conforman el paisaje de lo vulgar, pero la Argentina que transitamos está esencialmente pobre de valores, más aún de cultura y se ha dedicado a arrasar sus tradiciones, de forma que hoy para un porteño no hay nada peor que un argentino del interior y para éstos, además de no haber nada peor que un porteño tampoco hay nada peor que otro del resto del país. Léase, el país está desintegrado porque no hay instituciones aglutinantes y dado que el estado está ausente en cualquiera de sus expresiones, lo demás se refleja en voluntarismos y discursos vacíos que no resuelven nada... He ahí la diferencia con Brasil... Más vale hacer poco y cierto, que declamar mucho para luego no hacer nada o bien pretender burlar la inteligencia del soberano, atropellándolo. Brasil está en el foco del mundo, y al primer mundo hoy (consideración célebre de un mediocre), no se le ocurriría establecer un emprendimiento sin incluir en sus planes a dicha nación que además se ha sumado a las potencias intelectuales. Argentina sigue de pié porque le conviene al primer mundo que así sea... pero de no ser por ello, nos hubiésemos extinguido al igual que dinosaurio sin dientes. Más allá de las idealizaciones y las visiones de cada quién, en Brasil da placer trabajar, cosa que no sucede en nuestro medio, donde todo es un problema y si no lo hay, se lo fabrica con el sólo objeto de joder al prójimo... y allí se marcan las diferencias. Cuando Usted pide una entrevista en Brasil, la misma no se demorará ni tampoco se esquivará... a diferencia, aquí cuando Usted pide una entrevista, política, económica, empresarial, deberá iniciar una carrera con obstáculos donde se le requerirá sacarse el calzado y correr sobre leca hirviente, recibiendo todo tipo de respuestas dilatorias que irán minando las voluntades hasta consumir los esfuerzos y robarle la idea para que luego no se haga nada... y allí radica lo que nos distingue. Ambas sociedades han padecido circunstancias parecidas, pero los argentinos parece que no hemos aprendido nada. De allí que no estemos en los planes de nadie, salvo del narcotráfico, el narcolavado y la corrupción... todos asociados a la incapacidad reinante. Febrero 02, 2011.-
A rachas. Poesía reunida
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