jueves, 14 de mayo de 2009
Un documento histórico de Oscar Arias Sánchez
DISCURSO DEL PRESIDENTE OSCAR ARIAS, de COSTA RICA (Premio Nobel 1987). EN
LA CUMBRE DE LAS AMERICAS - 19 de Abril 2009- Trinidad y Tobago.
Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros
males pasados, presentes y futuros.
No creo que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda... y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.
También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir "una Ciudad sobre una Colina", una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur -en cuestión de 35 ó 40 años- es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de
América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos.
Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor
educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que
ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países.
Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano.
Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un
latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de
valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de
dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo -en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día- y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones
en armas y soldados.
Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro?
El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha
razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la
salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos
necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que
tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los "ismos" (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo,
liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo. ..), los asiáticos encontraron un "ismo" muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo.
Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha : "Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones" . Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera
muerto de nuevo cuando dijo que " la verdad es que enriquecerse es glorioso". Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás. La buena
noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años.
Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años.
Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.
el dispreciau dice: luego de recorrer las palabras vertidas en este documento, reflexiono en aquello que suelo preguntarme desde hace más de treinta años... por qué Argentina está en caída libre mientras que otros países de latinoamérica se han encaminado hacia una senda de "cosas concretas", por caso Chile, Brasil, Uruguay, y algunos otros con ciertos grises (Colombia, por ejemplo). Indudablemente una de las más fuertes razones radica en que en nuestras calles siempre se discute de ideologías, pero estamos así desde hace casi 80 años alejados de toda realidad, al menos de aquella que nos aportó la generación del 80 hace dos siglos atrás. Esto es generación de los 80 del Siglo XIX, luego el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en 1930 y desde allí en adelante la debacle incesante, la que aún perdura como si hubiese nacido ayer.
No obstante ello, quizás lo peor de la Argentina del Siglo XX fue la expresión del proceso militar de los años 70 que al igual que la guerrilla urbana no aportó (aportaron) absolutamente nada, ni a la sociedad, ni al país, ni a la integración, ni al federalismo... es decir, seguimos deliberando acerca de la ideología sin ver el foco de la cuestión. En el caso de los militares ni siquiera aportaron orden, y así estamos hoy, transitando facturas impagas de parte de todos, en especial de la clase política que permanece en estado de autismo... Anoche escuchaba las palabras de la líder de la Coalición Cívica y me daba pena y hasta vergüenza ajena, tanto como las expresiones del Señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires que pareciera vivir en otro planeta, distinto al que transitamos los mortales.
Más allá de ello, me pregunto: qué sucedería si la ciudadanía en pleno comenzara a demandar judicialmente a los políticos por las promesas incumplidas, por las estadísticas mentidas, por un país derruido donde NADA FUNCIONA, y aún lo poco que lo hace, lo hace MAL... qué pasaría si se reclamaran los DERECHOS por DERECHO CONSTITUCIONAL vía jurídica... seguramente, a los políticos no les alcanzaría todo el botín de sus fechorías para devolver lo que nos han robado, incluso hasta la esperanza (elemento esencial de la CAJA DE PANDORA).
Lo que están haciendo ahora, intendentes, gobernadores y hasta el propio presidente de la nación (digo presidente, no esposa) es una vergüenza que nos toca a todos y merecerían ser expulsados por traición a la patria, TODOS.
Al Presidente le tocan dos grandes aspectos, el primero de ellos es habernos privado de la genuina conducción política de la Señora Cristina Fernández... y el segundo de habernos burlado como sociedad.
A los gobernadores le tocan otros tantos, pero quizás el más temible es la incapacidad manifiesta en la obsecuencia.
A los intendentes se los inculpa de alimentar la caja política de los grandes, a cualquier precio, sin contribuir a nada para nadie, lo cual es lamentable.
¿Volvemos a ideologías?... NO, esas no son ideologías, antes bien eso se llama depredación, robar las voluntades y los esfuerzos es rapiña, piratería política...
Los argentinos, así como el resto de los latinoamericanos nos merecemos mejor suerte, sin embargo para merecerla, hay (se hace necesario) que terminar con la historia de las confrontaciones, de la soberbia, de la necedad, de no querer escuchar, de no querer sentarse en una mesa a discutir el foco de las cuestiones sociales, priorizando siempre el amiguismo que alimenta lo más bajo de la condición humana... Mayo 14, 2009.
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