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- Canguros en Bawley Point, en la costa sur de Nueva Gales del Sur. Crédito: Neena Bhandari/IPS
- Camellos domesticados en Broome, Australia Occidental. Crédito: Neena Bhandari/IPS
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Incendios condenan a muerte la flora y fauna nativa de Australia
El charloteo de las cacatúas y los loris dio paso a un silencio desolador en las zonas carbonizadas y cubiertas de humo del sureste de Australia. Los incendios forestales implacables pusieron a muchas especies de plantas y animales autóctonos al borde de la extinción y agravaron la vulnerabilidad de otras más, que perdieron grandes extensiones de su hábitat arrasadas por el fuego.
- Unas 13 especies de aves y de otros animales podrían extinguirse debido a los infames incendios, según un análisis inicial de organizaciones locales como la Fundación para la Conservación de Australia (ACF) y el Fondo Mundial para la Naturaleza-Australia (WWF-Australia).
Entre las especies más vulnerables se destacan koalas, mielero regente, skink de las Montañas Azules, walabí cola cepillo de las rocas y la rana corroboree del sur, en áreas de Nueva Gales del Sur. Pero también la cacatúa lustrosa y el ratón marsupial de la Isla Canguro (o dunnart), en el sur de Australia; además del petauro gigante y potoroo de patas largas, en el condado de Gippsland Este, en Victoria, y el quokkas y el perico terrestre occidental, en el oeste de Australia.
“Las primeras estimaciones indican que el número de animales vertebrados afectados desde el inicio de los incendios, en septiembre de 2019, podría llegar a 1.000 millones, los que podrían haber muerto como resultado directo del fuego o posteriormente, debido a que su hábitat quemado los dejó casi sin alimentos ni refugio”, reza una declaración del director de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
- Australia es uno de los 17 países considerados como “megadiversos”. En este país viven entre 600.000 y 700.000 especies, muchas de las cuales son endémicas, es decir que no existen en ningún otro lugar del mundo. Entre ellas, por ejemplo, 84 por ciento de las especies de plantas, 83 por ciento de las de mamíferos, y 45 por ciento de las de aves.
- “Se estima que ya se quemó la mayor parte para entre 20 y 100 especies amenazadas de plantas y animales, lo que agrava el riesgo de extinción”, añade la declaración de UICN.
- El fuego quemó grandes partes del hábitat de algunas especies como por ejemplo el murciélago Pteropus poliocephalus nativo y el murciélago volador de anteojos.
El activista Jess Abrahams, de ACF, dijo a IPS: “Los murciélagos zorros voladores son particularmente vulnerables a las olas de calor. Y son solo una de las muchas especies amenazadas de Australia y llevadas al límite por la crisis climática”.
“Una ola de calor en noviembre de 2018 mató a 23.000 murciélagos voladores de anteojos, casi una tercera parte de la población total de Australia, y este devastador verano está matando a miles más”, apuntó.
“El destino de la vida silvestre está íntimamente conectado con nuestro propio destino. La pérdida de especies polinizadoras clave como el murciélago Pteropus poliocephalus tendrá un impacto enorme en nuestro futuro suministro de alimentos”, añadió Abrahams.
- Unas 34 especies y subespecies de mamíferos nativos se extinguieron en Australia en los últimos 200 años, la mayor tasa de pérdida del mundo. En octubre de 2019, unos 200 científicos expresaron su preocupación por la rapidez con que desaparecen especies nativas de Australia en una carta abierta al primer ministro Scott Morrison y alertaron que otros 17 animales podrían extinguirse en los próximos 20 años.
Los incendios forestales hicieron retroceder décadas de logros en materia de conservación. Al quemarse árboles y follaje y no quedar ninguna cobertura vegetal, los animales salvajes quedan más expuestos a la depredación y a condiciones ambientales nocivas como el calor, el frío y el viento y, por ello, más vulnerables a morir de hambre. Además de la vida silvestre, también murieron o sufrieron quemaduras graves decenas de miles de ovejas, vacas y otros animales de granja.
La prolongada sequía y los incendios forestales también aumentaron la competencia entre animales y comunidades por los escasos recursos hídricos, en especial en regiones alejadas de este segundo continente más seco de la Tierra.
En cinco días de operaciones para sacrificar animales, se mataron unos 10.000 camellos en la zona de Anangu Pitjantjatjara Yunkunytjatjara (APY), aquejadas por una grave sequía, en el estado de Australia Meridional.
Según la portavoz del Departamento de Ambiente y Energía, “en tiempos de sequía, los camellos se juntan en manadas y buscan agua”.
“Así dañan la infraestructura, compiten con el ganado por alimentos y agua, ponen en riesgo a las poblaciones de comunidades alejadas, destruyen vegetación autóctona y contaminan pozos de agua”, explicó.
“El sacrificio de animales para equilibrar el número de camellos es la única opción para proteger ese recurso y a las personas”, añadió.
“Alternativas como poner trampas y retirarlos para el consumo interno o externo o exportarlos en pie tienen una logística y costos prohibitivos porque están en lugares de difícil acceso y porque se necesita infraestructura especializada”, abundó.
“También preocupa el bienestar animal a la hora de atraparlos y transportarlos a mercados externos”, acotó.
El sacrificio se decide caso a caso. El Estado australiano y los gobiernos locales tienen la responsabilidad de velar por el número de animales y su bienestar.
Por su parte, el gerente general de APY Lands, Richard King, dijo a IPS: “Los propietarios tradicionales solicitaron esta intervención, pero no se tomaron la decisión a la ligera. Estamos haciendo lo mejor que podemos en una situación imposible”.
“El aumento de la población de animales salvajes, como los camellos, eliminó a otros que formaban parte de la alimentación aborigen tradicional, así como plantas comestibles, como bayas, ciruelas y tomates, porque comen una gran variedad de plantas. Eso ha dificultado la caza y la recolección de los indígenas, gracias a la cual han sobrevivido desde hace miles de años”, explicó.
Pero también se sacrifican canguros, caballos, burros y cerdos para mantener poblaciones sostenibles de animales salvajes, pues no están expuestos a las limitaciones normales del crecimiento poblacional, como pueden ser depredadores, enfermedades y parásitos.
Por su parte, Arthur Georges, del Instituto de Ecología Aplicada de la Universidad de Canberra, dijo a IPS: “En el territorio de la capital australiana, la estrategia es eliminar un número fijo de canguros cada año antes de que aumente mucho la población y causen una crisis que obligará a sacrificar una gran cantidad de ejemplares”.
“Es una estrategia sensible pues cierto nivel de control, preferentemente utilizando carne y otros productos, es delicada tanto desde el punto de vista de la conservación como desde la perspectiva del bienestar animal. En un contexto más amplio, el sacrificio también es beneficioso desde una perspectiva agrícola por los riesgos en materia de bioseguridad y su impacto en la producción”, abundó.
El gobierno federal anunció el lunes 13 que destinará unos 50 millones de dólares australianos (34,52 millones de dólares estadounidenses), procedentes de los 2.000 millones de dólares australianos (unos 1.380 millones de dólares estadounidenses) del fondo de recuperación de incendios forestales para la recuperación de hábitats y vida silvestre.
“Se necesitarán más fondos para recuperar las especies amenazadas”, señaló el director general de WWF-Australia, Dermot O’Gorman, al calificar el anuncio de primer paso importante.
Mientras la tragedia ecológica sigue desarrollándose, el profesor David Lindenmayer, de la Facultad Fenner de Ambiente y Sociedad de la Universidad Nacional Australiana, observó: “Los incendios se producen de forma irregular y quedan pequeñas porciones de tierra sin quemar, troncos a medio quemar y árboles muertos o dañados por el fuego”.
“Nuestra investigación ha demostrado que esas porciones de tierra y los restos de madera son muy importantes para recuperar a las poblaciones silvestres. Los árboles quemados que quedan en pie, así como los muertos o los troncos caídos, también proporcionan recursos para la supervivencia y la recuperación de las poblaciones silvestres, como alimentos, refugios y huecos para la reproducción”, explicó en el comunicado.
“Muchos árboles que parecen muertos están vivos”, acotó.
La ACF, junto a otras organizaciones ambientalistas, enviaron a la ministra de Ambiente, Sussan Ley, un plan de cinco puntos que incluye fondos para proveer alimentos, agua y hábitat en las áreas más afectadas y la creación de programas de reproducción para acelerar la recuperación de los animales en mayor riesgo.
La organización Arid Recovery, que tiene una reserva de vida silvestre en Australia Meridional, elaboró un diseño simple de fuentes de agua que pueden construirse con materiales fáciles de encontrar y sin muchos conocimientos específicos.
“Las creamos para ayudar a los animales en las partes de la reserva afectadas por la sequía y las compartimos a través de las redes sociales con las personas de zonas afectadas por los incendios forestales para que pudieran ayudar a los animales salvajes y también al ganado”, indicó a IPS la directora, Katherine Tuft.
Por lo menos 30 personas o instituciones construyeron sus propias fuentes, incluso el Departamento de Ambiente de Nueva Gales del Sur, que puso a disposición una hoja informativa para que su personal y los voluntarios pudieran construir las fuentes.
Mientras, hospitales para animales salvajes, zoológicos, veterinarios y voluntarios varios atienden animales desplazados o heridos gracias a generosas donaciones de la comunidad.
La gente ha tejido mitones para las patas, ha donado mantas para los cachorros, fabricado jaulas para aves y colocado estructuras de baño y alimentación para aves. Funcionarios de Nueva Gales del Sur han tirado desde el aire zanahorias y boniatos en las zonas quemadas del walabí cola cepillo de las rocas, en peligro de extinción.
Puede llevar meses, o hasta años, evaluar y determinar el impacto de los incendios forestales de Australia en la biodiversidad.
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