Nuevas tecnologías centran debate en cumbre de biodiversidad
El desenlace de esos asuntos ocurrirá esta semana, en la recta final del encuentro que congrega desde el día 2 a la 13 Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), conocida como la COP 13, y otros encuentros y foros internacionales vinculados a la riqueza natural del planeta.
Para los países del Sur en desarrollo, esos temas son vitales, debido al capital biológico y biocultural que concentran en sus territorios y que pueden sufrir menoscabo si son permitidos dentro del andamiaje del CDB.
“En una escala de uno a 10, diríamos que estamos en cuatro. Las negociaciones están lentas. Necesitamos que se agilicen y que vayan a favor de la población”, dijo a IPS el venezolano Santiago Obispo, dirigente de la no gubernamental Red de Cooperación Amazónica.
En cuanto a la biología sintética (synbio, en inglés), gobiernos, representantes académicos, de la sociedad civil e indígenas tienen temores sobre su impacto devastador en ecosistemas y medios de vida de las comunidades locales.
Esta disciplina consiste en ingeniería biológica asistida por computadoras para diseñar y construir formas de vida sintéticas, partes vivas, artefactos y sistemas que no existen en la naturaleza.
Actualmente, hay investigaciones sobre la creación de sabor sintético a vainilla, cuya producción industrial amenaza el bienestar de campesinos de países como Comores, China, Madagascar, México, Reunión y Uganda.
También hay pesquisas similares sobre el vetiver, una fragancia utilizada en productos cosméticos y cuya versión biosintética golpeará a productores en Brasil, China, Haití, Indonesia, Japón, India y Reunión.
Además, aparecen dentro de esta tecnología de laboratorio los llamados impulsores genéticos, aquellos capaces de alterar permanentemente especies mediante el impulso de un “carácter” específico dentro del proceso reproductivo de los organismos.
Eso posibilita que sean esos genes alterados los heredados por toda la descendencia. El temor de sus opositores es que se eliminen especies o ecosistemas a la carta, con secuelas impredecibles.
En Cancún, donde participan más de 6.500 delegados oficiales y representantes sociales, más de 160 organizaciones no gubernamentales, académicas y de pueblos indígenas llamaron a imponer una moratoria a experimentos que involucren biología sintética, como la de estos impulsores genéticos.
En los debates de la COP 13, los bloques africano y caribeño, secundados por El Salvador, Bolivia y Venezuela, se pronunciaron a favor de esa moratoria, pero Australia, Brasil y Canadá lideran la presión por la aceptación de la synbio dentro del CDB.
Un tema que sí obtuvo unanimidad entre los Estados parte es el rechazo a las secuencias genéticas digitales, estructuras moleculares creadas con programas de cómputo.
En el texto de la Declaración de Cancún que se negocia no se incluye la palabra “moratoria” a la bioingeniería y los impulsores genéticos, pero sí se hace una invitación a los Estados a posponer ese tipo de investigaciones.
En anteriores COP, que se realizan bianualmente, el CDB adoptó una aproximación precautoria sobre los efectos positivos y negativos de la synbio y pidió a las partes evaluaciones científicas en torno a ella.
Para Barbara Unmüssig, una de las dos presidentas de la Fundación Heinrich Böll, vinculada al Partido Verde alemán, la cumbre de Cancún será un éxito si el CDB adopta enfoques precautorios sobre la ingeniería biológica y la geoingeniería.
“La COP debe salir con una fuerte postura para decir a las empresas globales detrás de la biología sintética y geoingeniería de que toma pasos para evaluarlas y establecer moratorias. Si confirma esas moratorias mostrará que es una convención con dientes y que no está a favor de ciertas tecnologías”, señaló la activista alemana a IPS.
La geoingeniería representa la manipulación intencional, en gran escala, de los sistemas del planeta para combatir el cambio climático mediante técnicas referidas al manejo de la radiación solar, remoción de gases efecto de invernadero y modificación climática.
Durante la COP 9, realizada en la ciudad alemana de Bonn en 2008, el CDB adoptó una moratoria a la fertilización oceánica, una técnica de geoingeniería, y dos años, en la conferencia realizada en la ciudad japonesa de Nagoya, otra a la modalidad como tal, una posición que no cambiará en Cancún.
En tanto, los representantes de los pueblos originarios han desplegado una gran actividad en la cumbre de Cancún, en defensa de sus derechos en sus territorios y como guardianes de su biodiversidad.
Bolivia planteó la creación de un órgano ad hoc responsable de los temas indígenas, después que los grupos ancestrales ya lograron el reconocimiento del CDB del concepto “pueblos indígenas y comunidades locales” como actores de derechos, en una demanda que cuenta con el apoyo sus organizaciones en todo el mundo.
Pero dentro de ese reconocimiento, el que los pueblos originarios deban dar su consentimiento a las políticas de protección y aprovechamiento de la biodiversidad en sus territorios enfrenta problemas. El término “libre” dentro del propuesto consentimiento previo, libre e informado, bloquea las negociaciones por el rechazo que lideran Estados asiáticos y africanos.
“Queremos que haya un equilibrio de visiones, que haya un balance serio y responsable para fortalecer la participación de pueblos indígenas”, explicó a IPS el jefe de la delegación de Bolivia en la COP 13, Diego Pacheco, viceministro de Planeación y Desarrollo.
La Conferencia de Cancún se produce cuando se cumple la primera mitad del Decenio de Naciones Unidas sobre la Biodiversidad 2011-2020.
Varios estudios divulgados con motivo de la cumbre evidencian que el mundo sigue destruyendo los ecosistemas, a pesar de los esfuerzos conservacionistas.
Al respecto, el mundo incumplirá 60 por ciento de las Metas de Aichi, como se conocen los 20 puntos del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 , adoptado en 2010 por los Estados parte del CDB, y que se refieren al cuidado de la riqueza natural, la participación de los pueblos indígenas y al aprovechamiento sostenible, entre otros.
“Es una negociación que va a afectar la biodiversidad en la Tierra. No podemos permitir que el CDB trate de mercantilizar la biodiversidad, que se le ponga un precio”, insistió el venezolano Obispo.
Unmüssig recomendó enfrentar las causas de la pérdida de la riqueza biológica.
“Tenemos que detener los principales factores de destrucción de la biodiversidad. Si realmente estamos interesados en mantener los ecosistemas, tenemos que pensar en medidas adecuadas contra la sobreexplotación de la pesca y la siembra de transgénicos”, planteó.
Ello, denunció, porque “la agroindustria trata de apoderarse de tierras para destinarlas a monocultivos, está ocurriendo en todo el mundo”.
Para Pacheco, el CDB no debe imponer “un modelo homogéneo”, pues “tiene que escuchar las alternativas, pero hay fuerte influencia de los países desarrollados”.
Temas como el reconocimiento a los polinizadores naturales y la designación de áreas marinas han avanzado sin mayores contratiempos.
En el primer caso, se valoró la importancia de la agroecología, del mantenimiento de sus hábitats y “evitar o reducir” el uso de las sustancias químicas tóxicas usadas en la agricultura, los agrotóxicos. En el segundo caso, se subrayó la transcendencia de la planificación marina.
En Cancún se decidió que Egipto sea la sede de la COP 14 en 2018.
Editado por Estrella Gutiérrez
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