lunes, 4 de agosto de 2008

LAS SEÑALES

Todos los seres humanos llevamos con nosotros una dosis de sensibilidad, natural, que forma parte del instinto primitivo, ese que nos hace presentir "algo", aún cuando ese "algo" no pase de aquello que definimos como "sensación". A veces, algunas personas, desarrollan este sentido a lo largo de la vida, sin embargo la gran mayoría lo pierde o se le extingue.
Cuando se dice que alguien percibe lo que va a ocurrir hace referencia concreta a ese don de "ver" lo que aún no está, que todavía no llega, que no se produce, lo cual indica que dicha persona tiene la posibilidad de anticipar el "sentido del momento".
De esta forma, se dice que hay personas que detectan el mal, sienten "presencias" (que no pueden ser definidas con palabras) y hasta logran ver por instantes mínimos "movimientos" de un algo que está pero que nadie más puede detectar.
Indudablemente se trata de una capacidad extra, algo semejante a un sexto sentido pero más fino.
Las culturas del cercano oriente, en el pasado, denominaban a estos agraciados como "profetas". Guías que ayudaban o contribuir a aglutinar cultura, a sostener el sentido de tribu, pueblo. Además de ellos como mensajeros desde y por la eternidad coexistía un Consejo de Ancianos, cuerpo colegiado que resguardaba tradiciones y costumbres.
Por su parte las americanas los llamaban chamanes. Personas que estaban en comunión con la naturaleza y sus aportes. Acumulaban conocimientos que no estaban disponibles para el resto pero curiosamente no conducían los destinos de las tribus, aspecto que se dejaba para el Consejo de Ancianos.
En el lejano oriente y bajo el mismo esquema se los denominaba gurúes, pudiendo ser simultáneamente sacerdotes o no.
Este don se manifiesta en todas las razas con distintos grados de sensibilidad, sin embargo en algunas de ellas dichas capacidades parecen expresar un virtuosismo singular.
Algunas de estas personas aparecen ante los demás como supuestos "elegidos", tocados por la varita mágica de un hada madrina invisible. Otras simplemente son despreciadas y aisladas porque se transforman en "negativos" ya que están todo el tiempo anticipándose justamente a eso: el tiempo en que ocurrirá tal o cual cosa.
Se dice que la civilización humana actual está "densa". Realmente lo está.
Desde la Edad Media y acentuado luego de la inquisición la densidad se ha ido concentrando. Ha ido creciendo, difundiéndose, apoderándose de las almas...
Esta etapa de la civilización humana aparece como muy adherida a los bienes materiales. Corriendo por "vivir", tanto como por "juntarla" para asegurar un mañana que desconoce. El dinero modifica seriamente el sentido último de la dignidad, transforma las convicciones en variables móviles capaces de adaptarse al paisaje, pero por sobre todo agota la capacidad humana para diferenciar valores de anti-valores. Todo es lo mismo, cuando en verdad no lo es.
La mayoría de las personas se apresuran por acumular, no importa qué, cosas, algo que les proporcione entidad y también identidad ya que sin ellas sienten "no ser nada".
Cada cosa que acumulan se transforma en un peso más para la mochila que llevan en sus espaldas, una mochila que no se ve, pero que forma parte de cada persona y su aura, esto es aquello denominamos "vida" y que acumula matemáticamente una sucesión de "ayeres" (sumatoria del ayer, del momento vivido y superado hacia uno nuevo)...
Cuando estas cosas se tornan muy pesadas las personas se sienten agobiadas pero sucede que es tarde para volver atrás. Es más, no hay atrás porque en realidad éste no existe.
La vida se entiende como un permanente paso hacia adelante. Un adelante incierto.
Este "peso" anula la visión tanto como la capacidad de oir. Traducido, resta capacidad para entender porque aún mirando no se logra "ver", oyendo no se alcanza a "escuchar" y juntando los sentidos no son suficientes para entender (porque el alma se cierra) y mucho menos para comprender.
Entonces los cuerpos están tan densos como sus espíritus.
No se trata de peso corporal ni tampoco de masa, se trata de la densidad del espíritu.
En muchas personas dicha condición los transforma en una cáscara humana, vacía de contenidos, donde hay ojos vacíos, oídos vacíos, mentes vacías.
Así transcurre nuestro mundo de hoy.
Miles de millones de seres humanos están perdidos. Algunos están perdidos en su pobreza. Otros lo están en sus mezquindades. Otros en sus avaricias. Algunos en sus angurrias. Pero a todos ellos los une un factor común, la condición de miserables.
El ser miserable es patrimonio de los marginados tanto como de los que viven en la abundancia. Curioso, pero real.
Otro factor común que los une es que todos nacieron de madre, desnudos e indefensos. De la misma manera todos morirán de manera individual, solos, indefensos, desnudos.
Nadie trae más que el "sí mismo". Nadie se lleva más que el "sí mismo"...
No obstante ello, nadie (gran mayoría) lo asume.
Los tiempos de los unos atropellan los tiempos de los otros.
Algunos viven para depredar los esfuerzos ajenos.
Algunos viven para diezmar las voluntades ajenas.
Algunos viven para destruir, burlar e insultar las inteligencias ajenas.
Algunos viven para despreciar al que tienen al lado utilizándolo como una fuente de "energía" que puede ser utilizada a su antojo y discreción.
Algunos viven para robar el sentido de la oportunidad... que le pertenece a otros (los prójimos).
Pero esta Tierra ha sido creada por la palabra divina, el verbo convertido en algo tangible denominado "existencia".
No hay cultura en el mundo que no tenga conciencia de ello. Forma parte de la tradición, aún cuando después pase a formar parte de aquello que puede creerse o no, ser reconocido o no, pero en todo caso ese sentido último de la palabra, del verbo divino, nunca puede ser razonado porque la capacidad humana es limitada.
No se puede razonar la creación porque no hay capacidad para comprender semejante "obra" que nos excede sencillamente porque nosotros somos su consecuencia y desconocemos su causa.
La causalidad muchas veces es desconcertante. Tanto que es imposible dimensionarla y por lo tanto darle el valor intrínseco que tiene.
Otra vez, NOS EXCEDE.
Así los tiempos que transcurren envían SEÑALES, pero la gran mayoría no las percibe, no ve que algo no está bien y que todo indica que hay una circunstancia de cambio en ciernes.
El cambio de polo magnético puede tergiversar el orden vigente. En apenas un chasquido... Si el orden vigente se modifica el cambio sería dramático, brutal, diametral, angular. Si el orden vigente se altera, luego nada será igual. Estamos ante el dilema de aceptar o rechazar, de asumir o de negar, pero la verdad última, esa que se ubica por sobre nosotros, nos expondrá a un mañana con una realidad diferente a la conocida, a la que estamos en capacidad de aceptar.
Esta es una prueba de FE.
Las pruebas de FE son justamente eso: PRUEBAS de FE.
¿Estamos preparados para ella?...

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