NOTA DEL BLOG: en un mundo donde todo está desvirtuado, donde la misericordia, la FE, y la Justicia son excusas que ocultan segundas intenciones, esgrimidas no sólo desde el Poder Político sino de cualquier expresión del poder, incluyendo en ello a todas las manifestaciones de la mezquindad humana que van contra la FE escudándose en que EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS, o utilizan la misericordia para lavar culpas bajo el supuesto que ello limpia y libera las almas, o manipulan la justicia de manera de verse beneficiados en lo personal pero desdeñando los derechos de los muchos... nos vamos aproximando a un final apocalíptico, fácilmente predecible, siempre que uno lo quiera ver. No hay lógica alguna en la vida nuestra de la rutina. No es bueno que el ser humano corra tras los bienes y para ello destruya lo que está a su alrededor, simplemente porque no se llevará nada a la hora del "llamado" de Dios. Regresará tal como vino, desnudo e indefenso, solo. No es bueno lapidar el sentido de la palabra empleándola como excusa o como garantía, añandiéndola como culpa en la espalda de terceros resguardando el sentido de creerse liberado. Hay palabras que no deben ser endilgadas a nadie y mucho menos pronunciadas para producir daño al prójimo mientras lo que se pretende redimir es el propio espíritu. Ello genera desajustes que no se ven pero que están y agobian, afligen, fatigan las almas de los otros. Todo esto ha destruido el sentido último del "amor" (no como palabra sino acto, como vínculo) y lo ha transformado en un "algo" condicionado por el sexo y por la disponibilidad de bienes. En el efecto dominó esto se ha llevado puesto el sentido de "familia" y los valores últimos que guardaban su esencia. Así asistimos hoy a hijos contra padres y a un todos contra todos sin darnos cuenta que el único beneficiado en esta estrategia es quien conduce el caos y el lado oscuro. Mientras ello ocurre aumentan las pobrezas de toda índole... todo se deteriora, se diluye, se disgrega, hasta la propia alma. La vida no es un discurso... debería ser una contribución al enriquecimiento del espíritu de los prójimos, pero para ello hay que despojarse de las miserias internas y entregarse al destino que está escrito en el LIBRO DE LA VIDA de cada quién.
Evangelio según San Mateo, capítulo 23, versículos del 23 al 26
26 de Agosto de 2008
Semana XXI del Tiempo Ordinario FUENTE: www.aciprensa.com
23. "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, que pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto hay que practicar, sin omitir aquello,
24. conductores ciegos, que coláis el mosquito, y os tragáis el camello.
25. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque purificáis lo exterior de la copa y del plato, mas el interior queda lleno de rapiña y de iniquidad.
26. ¡Fariseo ciego! comienza por limpiar el interior de la copa y del plato, para que también su exterior se purifique".
COMENTARIO
23. Los judíos tenían que dar los diezmos de los frutos al Templo. Pero esto no bastaba a los fariseos: ellos, por pura vanagloria, extendían los diezmos a las hierbas insignificantes que cultivaban en sus huertos. Por lo cual, pretendiendo tener méritos, muy al contrario, se acarreaban el juicio. Por eso S. Crisóstomo llama a la vanagloria "madre del infierno". S. Basilio dice: "Huyamos de la vanagloria, insinuante expoliadora de las riquezas espirituales, enemiga lisonjera de nuestras almas, gusano mortal de las virtudes, arrebatadora insidiosa de todos nuestros bienes". Véase 6, 1 ss. y notas.
25 s. Este espíritu de apariencia, contrario al Espíritu de verdad que tan admirablemente caracteriza nuestro divino Maestro, es propio de todos los tiempos, y fácilmente lo descubrimos en nosotros mismos. Aunque mucho nos cueste confesarlo, nos preocuparía más que el mundo nos atribuyera una falta de educación, que una indiferencia contra Dios. Nos mueve muchas veces a la limosna un motivo humano más que el divino, y en no pocas cosas obramos más por quedar bien con nuestros superiores que por gratitud y amor a nuestro Dios. Cf. I Cor. 6, 7 y nota. En el v. 26 Jesús nos promete que si somos rectos en el corazón también las obras serán buenas. Cf. Prov. 4, 23.
martes, 26 de agosto de 2008
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