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- El productor cubano Wilfredo Pérez comparte éxitos de sus experimentos ecológicos con participantes en el VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en la finca La Cañada, en la localidad de Arroyo Arenas, en municipio de La Lisa, en la periferia de La Habana. Crédito Jorge Luis Baños/IPS
- Participantes en VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo recorren las áreas cultivadas en el vivero de plantas ornamentales Ecomundo en La Lisa, un municipio de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
- La agricultora Idalia María González observa sus cultivos ecológicos en la finca La Cañada, uno de los sitios visitados por los participantes al VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en Arroyo Arenas, en la periferia de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
- Gonzalo Lebrén muestra algunos frutas cultivados en forma orgánica en la finca Gonzalo, de la Cooperativa de Crédito y Servicios Amistad con Los Pueblos, en el municipio de Marianao, uno de los que conforman La Habana, la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Encuentro en Cuba revisa desafíos del movimiento agroecológico
- En la pequeña parcela La Cañada, en la periferia de la capital de Cuba, participantes del VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo se interesaron por cómo al productor Wilfredo Pérez elabora sus propios fertilizantes ecológicos.
Con detalle, el agrónomo compartió que añade al humus de lombriz líquido un té a base de plátanos, junto a otros manejos que realiza como aplicar materia orgánica de forma focalizada y la labranza mínima, para mantener además sin grandes esfuerzos la parcela de 1,73 hectáreas en el municipio de La Lisa, uno de los 15 que conforman La Habana.
Junto a una mesa con muestras de sus cosechas, este integrante del movimiento agroecológico cubano recibió en su finca a un grupo de los 140 participantes de 26 países, que han participado en los talleres, conferencias y visitas a 40 parcelas de cooperativas de las provincias vecinas de La Habana, Artemisa y Mayabeque, en el occidente cubano.
El encuentro, entre el domingo 17 y este sábado 23, buscó el intercambio y el fortalecimiento de un movimiento internacional que promueve una agricultura sostenible, la biodiversidad, economía solidaria y alimentación sana, en un contexto de emigración a las ciudades y desmotivación de los jóvenes por el trabajo agrícola.
De ahí que sumar a muchas más personas a la agroecología, en especial a los jóvenes, figura entre los retos compartidos por las y los participantes del encuentro, que provienen de países tan disímiles como Estados Unidos, Puerto Rico, Reino Unido, Corea del Sur, Colombia y la nación sede.
La incorporación juvenil y la igualdad de género estuvieron entre los problemas debatidos en el encuentro con sede principal en el Centro Integral Niceto Pérez, en Artemisa, y convocado por la cubana Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), la Coordinadora Latinoamericana de Organización del Campo y Vía Campesina.
“Tratamos de promover labores agroecológicas entre los productores, que ellos conozcan todo lo que pueden hacer… no discutimos ni imponemos”, dijo Pérez a IPS, sobre su estrategia para crecer como encargado de la capacitación, en la Cooperativa de Créditos y Servicios Orlando López, de la que es socio.
Un país forzado a la agroecología
Cuba cuenta alrededor de 11 millones de hectáreas de tierras disponibles, de las cuales seis millones se destinan al sector agropecuario y otros 3,5 millones se dedican al desarrollo forestal.
Diferentes especialistas destacan que la escasez prolongada de insumos químicos, por el impacto del embargo estadounidense desde 1962 y la persistente depresión de la economía desde comienzos de los años 90, forzó a los agricultores de este país insular caribeño a abrazar la producción ecológica, con soluciones creativas e innovadoras, que ahora atraen a productores, investigadores y activistas del mundo.
Paralelamente, Cuba está urgida de reducir su elevada dependencia de la importación de alimentos, que cada año implica una erogación de entre 1 800 y 2 000 millones de dólares para cubrir alrededor de 70 por ciento de las necesidades alimentarias de su población de 11,2 millones de habitantes.
Cuba cuenta alrededor de 11 millones de hectáreas de tierras disponibles, de las cuales seis millones se destinan al sector agropecuario y otros 3,5 millones se dedican al desarrollo forestal.
Diferentes especialistas destacan que la escasez prolongada de insumos químicos, por el impacto del embargo estadounidense desde 1962 y la persistente depresión de la economía desde comienzos de los años 90, forzó a los agricultores de este país insular caribeño a abrazar la producción ecológica, con soluciones creativas e innovadoras, que ahora atraen a productores, investigadores y activistas del mundo.
Paralelamente, Cuba está urgida de reducir su elevada dependencia de la importación de alimentos, que cada año implica una erogación de entre 1 800 y 2 000 millones de dólares para cubrir alrededor de 70 por ciento de las necesidades alimentarias de su población de 11,2 millones de habitantes.
Con su terreno sembrado casi todo de árboles, Pérez y su esposa, Idalia María González, producen cada año en La Cañada alrededor de 13 toneladas de frutas y hortalizas, aunque también cosechan granos, café y otros alimentos para el consumo familiar. “Es algo que nos da placer hacerlo y nos reporta para la economía de la casa”, dijo González.
“Las familias del barrio vienen a comprar directo en la finca: vendemos barato productos frescos”, explicó la productora. “A la fruta bomba (papaya), por ejemplo, suelen echarle maduradores químicos y aquí las vendemos naturales. Casi siempre la compran para niños, personas enfermas y ancianos”, explicó.
Aunque Cuba carece de estudios sobre consumo de alimentos, especialistas y productores señalan que cada vez más personas son conscientes de la importancia de una alimentación sana, en un panorama con limitantes en el acceso a los alimentos y sin un sistema de certificación ni precios diferenciados para los productos ecológicos.
“Es un proceso lento y sin una meta numérica… se debe lograr la concientización del productor para que sea sostenible”, explicó la agrónoma Doreydis Castro-Quirós, que coordina en La Habana el movimiento agroecológico de campesino a campesino de la Anap. De forma general, consideró que crece la transición en el campo cubano.
Castro-Quirós puso como ejemplo que, de los 5 127 productores asociados a la Anap en la capital, 51 tiene fincas agroecológicas en su totalidad, 1 700 se iniciaron en estas prácticas y más de 700 transitan hacia un modelo sostenible, lo que acerca a casi 50 por ciento las parcelas con algún tipo de manejo ecológico.
Fuentes de la Anap indicaron a la prensa local que en 2018 las 145 000 fincas identificadas en las diferentes fases de transición agroecológica representan 65 por ciento del total en el país, que cuenta con un movimiento de 30 años casi por necesidad debido a la escasez de insumos provocada por la crisis económica iniciada en 1991.
“Tenemos una edad promedio alta entre la base campesina y muchos tienen una mentalidad relacionada con la agricultura convencional”, continuó. Por ello, “vamos incorporando a los jóvenes y los niños, a través de círculos de interés, y les enseñamos cómo mejorar los suelos, las producciones y la alimentación sana, entre otros.
Un estudio publicado en 2017 por la Red Políticas Públicas y Desarrollo Rural en América Latina, apoyado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mostró el crecimiento en la promoción de la agroecología en ocho países: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México y Nicaragua.
Y pautó varios desafíos como estar más visible en las estadísticas sobre el agro, mejorar el vínculo con el llamado agronegocio, necesidad de estudios más territoriales y elevar la formación y sensibilización de nuevas generaciones que logren dejar atrás la agricultura basada en la explotación insostenible de los recursos naturales.
“Cada día el movimiento toma más fuerza en Colombia, aunque se convive con la agricultura convencional: los pequeños agricultores se acogen paulatinamente a la agroecología”, compartió Ángela María Londoño, que es docente en la Universidad Nacional de Colombia.
“El campo, como es a nivel internacional, se está quedando sin remplazo por eso tratamos con proyectos de apoyar a la juventud rural, que tenga emprendimientos agroecológicos y de agroturismo”, indicó Londoño. “Están migrando muchos jóvenes por razones de educación, laborales y de acceso a servicios”, lamentó.
Con sus diferencias, el movimiento agroecológico de más de 25 años en el estado libre asociado de Puerto Rico comparte muchos de los desafíos de la región.
“Ahora es bien bajo el por ciento de las fincas ecológicas, pero muchos jóvenes se han dado el reto de producir alimentos sanos y en el mismo país, donde se importa mucho”, indicó el agricultor Derick Campos, que tiene una pequeña parcela en el centro del país, la cual quedó destrozada tras el paso del huracán María en 2017.
“Hay un alza de jóvenes, que tienen las ganas y el empuje pero muchos fracasan porque no tienen las herramientas y enfrentan muchas limitaciones”, describió, sobre obstáculos como la ausencia de una política pública, limitaciones en el acceso a la tierra, falta de redes de apoyo y mercados agroecológicos más organizados.
Participantes del encuentro visitaron también el vivero Ecomundo, que integra la cooperativa Orlando López, donde los recibió el joven estudiante universitario Manuel Ernesto García, que es uno de los 12 trabajadores que mantienen las 4 .000 plantas de 150 variedades disponibles en un terreno de una hectárea bajo manejos ecológicos.
“Básicamente producimos las plantas y hacemos la ambientación de hoteles y cabarets, sobre todo mantenemos los jardines”, contó García. En busca de agregar valor y diversificar la oferta del vivero, el joven experimenta con la cría de carpas y plantas acuáticas para estanques decorativos. “A muchos clientes les interesa”, sostuvo.
Edición: Estrella Gutiérrez
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