Buenos días, Victor Norberto (el dispreciau)...
Mientras tomamos nuestro desayuno esta mañana te voy a contar una historia bastante triste. ¿Té o café? No te ofreceré hoy nada de comer porque se te irá el apetito. Créeme Victor Norberto.
Esta historia va de cómo un par de hombres y algunas mujeres destruyeron a la familia. O están en ello.
En el Manifiesto del Partido Comunista, Carlos Marx y Federico Engels, anunciaron el fin de la familia:
“¡Abolición de la familia! ¿En qué se funda la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. Es natural que ese tipo de familia burguesa desaparezca al dejar de existir el capital, que le sirve de base. ¿Nos reprocháis acaso que aspiremos a abolir la explotación de los hijos por sus padres? Sí, es cierto, a eso aspiramos. Pero es, decís, que pretendemos destruir la intimidad de la familia, suplantando la educación doméstica por la social.”
Marx consideraba al matrimonio como “una forma de propiedad privada” que era necesario abolir y Engels sostenía que la desaparición de la familia sería posible gracias, entre otras cosas (a ver si te suena) “a la educación de los niños por la sociedad; por esto, los dos fundamentos del actual matrimonio serán abolidos; la mujer no dependerá del marido ni los hijos de los padres.” Porque los hijos dependerán del Estado.
Como ves, Victor Norberto, el buenismo no es un invento de Zapatero, sino cien por cien marxista: destruyamos la familia y cedamos la patria potestad al Estado porque así evitaremos la pobreza y la desigualdad. Se me quitan las ganas de seguir desayunando, pero continuaré con la historia.
Todo esto sucedía a mediados del siglo XIX. Y un siglo después, de la mano de algunas mujeres, la batalla por la destrucción de la familia se generalizaba en todo el mundo utilizando una coartada tan buenista como la de Marx: evitemos la explotación de las mujeres.
Simone de Beauvoir lamentaba en una entrevista publicada en 1974 “la esclavitud que se impone a la mujer con los hijos… Estoy a favor de que se suprima la familia”.
En aquellas mismas fechas y desde Nueva York, las feministas de las Red Stockings (medias rojas, para que nos entendamos) actualizaban también las propuestas marxistas:
“Nosotras identificamos los hombres como los agentes de nuestra opresión. La supremacía masculina es la forma de dominación más antigua y básica. Todas las demás formas de explotación y opresión (el racismo, el capitalismo, el imperialismo) son extensiones de la supremacía masculina.”
Uno de los referentes internacionales del feminismo actual, Shulamith Firestone, proclamaba con claridad el fin de la familia: “La estructura familiar es la fuente de la represión psicológica, económica y política.” Y como consecuencia, abría la puerta del feminismo a todos los abusos:
“Quiero decirlo con toda claridad: el embarazo es una atrocidad.”
La lucha por alcanzar los derechos civiles para las mujeres se corrompió definitivamente cuando se cruzó en el camino con el marxismo y destruyó del todo su sentido cuando a ello se sumó la supuesta “revolución” sexual del pasado siglo:
“Para asegurar la eliminación de las clases sexuales se necesita una revuelta de la clase inferior (mujeres) y la confiscación del control de la reproducción. Es indispensable la confiscación por parte de las mujeres del control de la fertilidad humana.
Las diferencias genitales entre los seres humanos deberían pasar a ser culturalmente neutras. La reproducción de la especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos sería sustituida por la reproducción artificial.
Se destruiría así la tiranía de la familia biológica.”
En nuestros días la izquierda ha mejorado el disfraz y no se muestra tan burda (no al menos de manera habitual). Hoy habla de “estado del bienestar”. Pero tras esa denominación se vuelve a esconder el viejo ADN izquierdista, enemigo de las relaciones humanas que de forma natural conforman la familia.
Para conocer el proceso de destrucción de la familia en nuestros días y su relación con ese “estado del bienestar” te recomiendo la entrevista que, por ser suscriptor de Actuall, puedes leer en exclusiva aquí, de la mano de nuestro querido director de Actuall, Nicolás de Cárdenas. Conocerás en ella a José Ignacio Sánchez, director académico del Instituto Juan de Mariana. Su libro, Estado de bienestar y destrucción de la familia, se va a convertir en una obra de referencia para analizar la estrategia actual de destrucción de la familia.
Una vez terminado nuestro desayuno y la historia que te traía, te deseo un feliz fin de semana. ¡Mejor en familia!
Antes de irme a mi fin de semana y tú al tuyo, quiero decirte con convicción que cuando en una familia, las partes no tienen consciencia de tal (familia)... genuina consciencia... no son más que un conjunto de personas sacándose provecho, y por lo tanto ventaja, unos de otros... donde los más débiles van siendo descartados a medida que sus fuerzas se acaban... por lo tanto, ser familia implica un fuerte estado de consciencia... que por lo visto, por estas horas, son muy pocos los que lo tienen y hacen culto de ello... con esto quiero decirte, simplemente, que en tus palabras hay razón fundamental, pero no tanto como crees... Abrazo de almas, como suelo decir... ah!, lo que te digo, lo hago por simple experiencia... ya que no hay familias con manual, guía o prospecto... aprendes a vivir según lo que traes en tu esencia... perdón. NO quería irme sin decírtelo. Palabras de un dispreciau... no más que eso... [familia son afectos auténticos].
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