Estados Unidos recupera las sanciones a Irán y apoya las protestas ciudadanas
Washington reimpone esta medianoche las penalizaciones al comercio de metales o transacciones con dólares que se levantaron tras el acuerdo nuclear
Washington
Estados Unidos reimpone esta medianoche un paquete de sanciones a Irán que había levantado con el acuerdo nuclear y que golpean la emisión de deuda, el comercio de metales o las transacciones con dólares y riales. El Gobierno de Donald Trump confía en que agudizar la asfixia económica fuerce a Teherán a retirar su apoyo a grupos terroristas y a retroceder en lo que considera injerencias territoriales. Washington niega que aliente la caída de los líderes islámicos, pero da su pleno apoyo a las protestas de ciudadanos molestos por la corrupción y la debacle financiera.
Trump, el pasado 8 de mayo, cuando firmó la salida de EE UU del acuerdo nuclear JONATHAN ERNSTREUTERS
Trump cierra este lunes orgulloso una etapa en la geopolítica estadounidense y afianza su brecha con Europa, que apuesta por mantener vivo el acuerdo nuclear con Irán. Tras anunciar en mayo la salida de EE UU del pacto, el martes entra en vigor la primera fase de las sanciones y en noviembre se reactivarán las penalizaciones petroleras y de transporte. La Administración republicana entierra definitivamente el incipiente deshielo con Irán del anterior Gobierno del demócrata Barack Obama, cristalizado en el acuerdo de 2015 entre Teherán, Washington y otras cinco potencias. La Casa Blanca vuelve a la política de mano dura, bajo el dogma de que es la única vía para lograr una suerte de rendición completa de la cúpula clerical iraní.
Sin embargo, Brett Bruen, un diplomático que trabajó como responsable de comunicación global de la Casa Blanca de Obama, considera que EE UU pagará un “alto precio” por la pérdida de credibilidad al retirarse del acuerdo y porque es probable que Irán aumente su ofensiva cibernética contra EE UU o su apoyo a rivales en Oriente Próximo. “Es una apuesta peligrosa. Washington está en general actuando solo y sin mucha planificación”, escribe en un correo.
El diagnóstico de Trump es victorioso. “El régimen iraní afronta una elección: cambia su comportamiento amenazante y desestabilizador y se reintegra en la economía global, o bien continúa por una senda de aislamiento económico”, señaló en un comunicado. “Mientras continuamos aplicando máxima presión económica al régimen iraní, sigo abierto a alcanzar un acuerdo más completo que aborde el rango completo de las actividades malignas del régimen, incluyendo su programa de misiles balísticos y su apoyo al terrorismo”.
Ese escenario, sin embargo, parece improbable por las dinámicas diplomáticas y porque ya fue la presión internacional la que llevó a Teherán a negociar sobre su programa atómico. A preguntas de una periodista, Trump se mostró dispuesto la semana pasada a reunirse, “sin precondiciones”, con el presidente iraní. Pero Hasan Rohaní reiteró este lunes que no confía en el republicano y que no tiene nada que negociar con Washington.
También John Bolton, el consejero de Seguridad Nacional de Trump y que en el pasado abogó por bombardear las instalaciones nucleares de Irán, elevó este lunes el tono ante Teherán. En una entrevista televisiva, aseguró que el régimen está en un “terreno muy inestable”, que “si fuera serio vendría a la mesa [de negociación]” con EE UU y especuló con si la Guardia Revolucionaria, a órdenes del ayatolá Ali Jamenei, “usará la fuerza contra su propia gente”.
El rial ha perdido la mitad de su valor desde abril por temor a las nuevas sanciones. La debacle de la moneda, junto a la creciente inflación y la pérdida de inversión extranjera, ha propiciado manifestaciones esporádicas en Irán contra la corrupción y la situación económica, incluidos cánticos contra el Gobierno. La Administración de Trump no esconde su satisfacción por el malestar social. “Nuestra política no busca un cambio de régimen sino de comportamiento”, dijo un alto cargo en una conferencia telefónica con periodistas. Aún así, señaló que Washington “apoya las demandas” de los manifestantes y el “derecho a protestar contra la corrupción y la opresión”.
Trump y los republicanos consideran que el pacto de 2015 era demasiado benévolo con Teherán al permitir reanudar en el futuro el enriquecimiento de uranio y no abordar otros asuntos, como el apoyo a Hezbolá en Líbano o al dictador sirio Bachar el Asad. En la misma conferencia, el alto cargo sostuvo que “terroristas, dictadores y milicianos” fueron los más beneficiados del levantamiento de sanciones. Los defensores del pacto esgrimen que era utópico abordar todas esas cuestiones.
EE UU MINIMIZA LOS ESFUERZOS EUROPEOS
La suerte del acuerdo nuclear pasa por Bruselas. La Unión Europea trata de convencer a Irán de permanecer en él y de frenar la sangría de multinacionales que han cancelado sus inversiones en ese país ante la reimposición de los castigos estadounidenses. Pero EE UU lo considera fútil. “No es algo de lo que estemos particularmente preocupados”, dijo a la prensa un alto cargo del Gobierno sobre la iniciativa europea de blindar a sus empresas en Irán. “Tienes que mirar a lo que están haciendo las compañías”, dijo sobre el éxodo de inversiones.
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