Mil máscaras para Oleg Sentsov
Una marcha silenciosa en Praga pide la liberación del cineasta ucranio encarcelado en Rusia que lleva 107 días en huelga de hambre
Un hombre lleva una máscara del cineasta Oleg Sentsov, encarcelado en Rusia, para pedir su libertad. MARTIN DIVISEK EFE
El hombre de la foto (¿o en realidad son dos?) no dice una palabra. La suya es una protesta muda, sin eslóganes ni proclamas. Es decir, inquietante.
En la mano izquierda, donde lleva un reloj de pulsera naranja, sujeta otros dos folios cuyo contenido hay que adivinar. Seguramente sean otros retratos idénticos al que lleva colgado en el lado izquierdo de la cara.
Por lo tanto podríamos estar ante una imagen perturbadora, de las que hay que mirar varias veces para entenderla: un hombre con cuatro rostros y un solo cuerpo.
El semblante visible —el invisible puede que sea el de un señor anónimo, o no— pertenece a Oleg Sentsov, el cineasta ucranio de 42 años que lleva 107 días en huelga de hambre por su encarcelamiento en la prisión Oso Polar, en el norte de Rusia. El también activista fue condenado por las autoridades rusas a 20 años de prisión por terrorismo.
Popular en Occidente por su película Gamer, fue un relevante opositor a las fuerzas prorrusas y un fervoroso partidario del Euromaidán, la oleada de protestas que terminó con el régimen de Yanukóvich en 2014 y se opuso a la anexión rusa de Crimea. La fiscalía le acusó, entre otras cosas, de querer volar por los aires una estatua de Lenin en Kiev. Sus amigos, en un documental en el que trataron de exponer la farsa que había sido en realidad su juicio, dijeron que se trataba de una idea ridícula. En la película, colegas de profesión y otros disidentes defienden a uno de los presos políticos más famosos de Rusia y algunos, como el reputado director Alexander Sokurov, le piden clemencia al mismísimo Vladimir Putin
En el pie de la fotografía de ahí arriba se lee que un “hombre con una máscara” del cineasta, aunque más bien parece un papel impreso, sin mayor pretensión.
Su protesta, solitaria en apariencia, una instalación artística por sí sola, formó ayer parte de una acción coordinada en Praga. Fue una marcha silenciosa en la que se demandó la libertad del preso político. No necesitaron armar alboroto. Seres humanos con más de una cara y un solo cuerpo fueron suficientes para propagar el desasosiego frente a la embajada rusa.
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