Escasez de verduras baratas crea epidemia de obesidad en Sudáfrica
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Escasez de verduras baratas crea epidemia de obesidad en Sudáfrica
- Todos los domingo de tarde, Thembi Majola* cocina pollo con arroz para ella y su madre en su casa en Alexandra, un asentamiento irregular vecino del centro económico de Sandton, en esta ciudad sudafricana.
“Comemos verduras solo los domingos”, como papas, boniato y calabaza, contó a IPS.
Majola, quien dice que pesa 141 kilogramos, tiene problemas para caminar cortas distancias porque se queda sin aire. Además, toma medicamentos por la presión alta desde hace casi dos décadas.
“El maíz es una prioridad”, apuntó. “Los sábados como ‘borewors’ (una salchicha sudafricana). En la semana, como una vez carne picada y luego la mayor parte del tiempo lleno el estómago con una taza de sopa instantánea”, relató.
Alrededor de 68 por ciento de las mujeres sudafricanas tienen obesidad, según la Encuesta de Demografía y Salud de Sudáfrica.
El Índice de Sostenibilidad Alimentaria del Centro Barilla para la Alimentación y la Nutrición, de 2017, clasifica a 34 países en tres categorías: agricultura sostenible, desafíos nutricionales y desperdicio y desecho de alimentos.
Sudáfrica se ubica en el tercer cuartil, en el lugar 19.
Pero está en el lugar 51 por su capacidad de hacer frente a los desafíos nutricionales. Cuanto más alto se ubica un país, más avances logró. La puntuación de Sudáfrica es inferior a numerosos países del índice.
Familias endeudadas por comprar productos básicos
Muchos sudafricanos comen lo mismo que Majola, pero no por opción, sino porque es a lo que pueden acceder.
“El precio de las frutas y las verduras aumentaron a tal punto que las personas más pobres tuvieron que sacarlas de la lista de la compra”, explicó Kirthee Pillay, especialista en dietas y nutrición humana de la Universidad KwaZulu-Natal, en diálogo con IPS.
El aumento del consumo de carbohidratos como alimento básico en la dieta de la población trae un costo, apuntó.
El salario promedio en Sudáfrica es de unos 209 dólares al mes, pero la canasta básica asciende a 297, según informó la Agencia Pietermaritzburg para la Acción Social Comunitaria (Pacsa, en inglés) en octubre de 2017 en su barómetro alimentario anual.
Los hogares gastan en alimentos lo que les queda después de pagar otros gastos no negociables como transporte, electricidad, deudas y educación. Lo que hace que se endeuden más para pagar la comida.
“Los productos básicos son más baratos y llenan más, y la gente depende de ellos, en especial cuando tienen poco dinero y mucha bocas para alimentar. Las frutas y verduras se volvieron un lujo, pero la ingesta excesiva de alimentos ricos en carbohidratos eleva el riesgo de obesidad”, explicó Pillay, consultada por IPS.
Majola trabaja en una cadena de supermercados nacional, y solo tiene a su madre mayor como dependiente. Gasta unos 190 dólares al mes, por encima de lo que una familia promedio puede gastar, y coincidió en que la fruta y la verdura son un lujo que no puede costearse.
Monopolio de la cadena alimentaria crea un sistema que enferma
David Sanders, profesor emérito en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Cabo Occidental, señaló que los sudafricanos llevan una carga pesada de enfermedades, gran parte de la cual deriva de su dieta.
Las, grandes compañías dominan cada nodo de la cadena alimentaria en este país, desde los insumos y la producción, hasta el procesamiento, la fabricación y la venta. “Está monopolizada desde la granja hasta la mesa”, apuntó.
“El sistema alimentario crea, por lo menos para los más pobres, un ambiente alimentario bastante poco saludable. Para las personas en mejor situación económica, hay opciones suficientes y se pueden permitir una dieta nutritiva, incluso una de alta calidad”, explicó.
“Pero los pobres no pueden”, subrayó.
“En la mayoría de los casos, la gran mayoría no tienen una agricultura de subsistencia a la cual recurrir debido a las políticas de tierras y a que en los 24 años de democracia, no hubo un desarrollo significativo de la pequeña agricultura”, explicó Sanders, uno de los autores de un informe sobre sistemas alimentarios en Brasil, Sudáfrica y México, al ser consultado por IPS.
Alrededor de 35.000 medianas y grandes granjas comerciales producen la mayoría de los alimentos en Sudáfrica, según ese informe.
Además, Sanders señala que la vasta mayoría de la población rural compra, en vez de cultivar, sus propios alimentos.
“Los alimentos que consumen tienden a ser lo que llamamos ultraprocesados o procesados, los que suelen ofrecer suficientes calorías, no así nutrientes”, explicó.
“También suelen tener pocas proteínas de buena calidad y pocas vitaminas y minerales, lo que llamamos supernutrientes”, añadió.
“Eso hace que muchas personas tengan sobrepeso o sean obesas. Y sin embargo, están mal nutridas”, precisó Sanders.
El impuesto al azúcar no basta para frenar epidemia de obesidad
Sudáfrica impuso en abril un gravamen a las bebidas azucaradas, que agrega 2,1 centavos de dólar por gramo de azúcar que supere los cuatro gramos cada 100 mililitros. La iniciativa forma parte de los esfuerzos del Departamento de Salud para reducir la obesidad.
Sanders precisó que “no solo es la proporción de obesos, sino el ritmo con el que aumentaron, lo que es alarmante”.
El número de jóvenes sudafricanos con obesidad se duplicó en los últimos seis años, revela un estudio, un proceso que en Estados Unidos llevó 13 años.
“Aquí es una epidemia de enfermedades relacionadas con la nutrición y la dieta y se desarrolló extremadamente rápido y es tan grande, amenazante y costosa como la epidemia del VIH, y aún así pasa casi desapercibida”, subrayó.
Las personas con sobrepeso corren el riesgo de sufrir presión alta, diabetes e hipertensión, con lo que corren el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. El impacto en la economía es de 50.000 millones de dólares de rands (unos 35,5 millones de dólares) al año, según estimó uno de los mayores esquemas de asistencia médica de Sudáfrica.
“La educación y la conciencia son factores que inciden, pero esos grandes motores económicos son mucho más importantes”, añadió.
Es necesario preguntarse cómo hacer para controlar el sistema alimentario, y la cadena alimentaria puede “cambiarse hacia una producción, fabricación y distribución más pequeñas y diversas”, apuntó Sanders.
“Son preguntas muy importantes. Se necesitarán políticas muy dirigidas y fuertes de parte del gobierno”, observó.
“Eso puede ser desde financiar de forma preferencial a pequeños operadores (productores, fabricantes y vendedores); en todos los niveles deberían haber incentivos, no solo económicos, sino también capacitación y apoyo”, añadió.
“La agricultura sostenible debe ayudar a reducir los precios de las verduras y frutas cultivadas a escala local, y que haya mayor disponibilidad para los consumidores sudafricanos”, coincidió Pillay.
Mervyn Abrahams, uno de los autores del informe de Pacsa, y ahora coordinador de programa del Grupo de Dignidad y Justicia Económica Pietermaritzburg, señaló que su organización hace campaña para un salario que les permita a los hogares proveerse de suficientes alimentos nutritivos básicos en su canasta de alimentos. Es una cuestión de justicia económica, apuntó.
“Porque en la base de toda nuestra humanidad, en la base de nuestro cuerpo, está la nutrición. Es el nivel más básico por el que creemos que se debe juzgar a la economía, para ver si hay equidad y justicia en nuestro sector económico”, explicó.
* Nombre ficticio para preservar su identidad.
Traducción: Verónica Firme
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