Holanda lidera la furibunda reacción de los acreedores contra la reforma del euro
Draghi: "Deberíamos estar listos para actuar en caso de que aparezcan nuevos desafíos"
Bruselas
El primer ministro holandés Mark Rutte, a su llegad a la cumbre europea, este viernes DAN KITWOODGETTY IMAGES
El presidente francés Emmanuel Macron propone un presupuesto del euro contra las crisis. El jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha puesto sobre la mesa un paquete de reformas en el que destaca la conversión del mecanismo de rescate europeo (Mede) en un Fondo Monetario Europeo que rescate países y sirva como respaldo del fondo europeo para cerrar bancos sin afectar a la estabilidad financiera. Los líderes discutirán hoy una hoja de ruta en la que sobresale un fondo de garantía depósitos común: la necesidad de compartir más riesgos es acuciante para reforzar el euro de cara a la próxima crisis. Alemania ha liderado durante años una negativa rotunda a ese tipo de medidas, dentro de la guerra de baja intensidad entre acreedores y deudores que emergió en la fase más aguda de la crisis del euro. Holanda toma el relevo: el primer ministro Mark Rutte encabeza hoy una reacción de los llamados acreedores (Alemania, Finlandia, Austria y la propia Holanda) en favor de mantener el estatus quo y evitar las reformas del euro por la que suspiran Francia, Italila, España y la Comisión Europea.
"No estoy a favor de un fondo europeo anticrisis: prefiero 19 fondos nacionales más pequeños", ha dicho Rutte en los aledaños de la cumbre, como aviso a navegantes. Holanda y el resto del Norte no quieren ni oír hablar de solidaridad europea: las cancillerías de los países acreedores creen que es mejor "luchar contra las crisis individualmente". "Algunos hablan de compartir riesgos, de absorber los shocks financieros con fondos gestionados en Bruselas. Yo tengo un punto de vista distinto: volver a Maastricht. La fortaleza o debilidad del euro estará determinada por la de los Estados miembros: darle a las impresoras de dinero no es la solución", ha dicho un Rutte que activa así una enmienda a la totalidad de las propuestas que abogan por reformar la eurozona. "Lo primero es poner tu casa en orden. Arreglar la calle vendrá después", describe el primer ministro holandés en una suerte de manual de economía de andar por casa.
La canciller alemana, Angela Merkel, no fue ayer tan directa, pero tampoco está cómoda con los planes de Bruselas. Merkel se mostró más ambigua con respecto a las reformas de la eurozona, aunque subrayó que considera importante "reforzar la unión económica y monetaria". Frente a los planes que piden un presupuesto común y un ministro de Finanzas para la eurozona, la canciller alemana indicó que su intención es poner sobre la mesa en este debate la importancia de "no hablar sólo de dinero", sino también de otras cuestiones como "competitividad" y "eficiencia". La inercia de Berlín y Holanda contrasta con el interés de las instituciones europeas en apuntalar la eurozona de cara a próximas crisis: "Deberíamos estar listos para actuar en caso de que aparezcan nuevos desafíos", ha dicho esta mañana el jefe del BCE, Mario Draghi, a los líderes. "Los países deben hacer reformas en casa, pero hay que mejorar las estructuras de la zona euro", ha dicho.
Las palabras de Draghi no calan en los países del Norte. El no holandés va de lo general a lo particular. Y se opone a todos y cada uno de los planes que han ido emergiendo en los últimos años: desde las últimas propuestas de Italia, a las de Macron, pasando por el paquete de reformas propuestas por Bruselas. El Ministerio de Finanzas alemán ya hizo circular el pasado septiembre un documento en el que fijaba sus líneas rojas, que eran muchas. Holanda va incluso más allá. Este es un resumen de la posición holandesa.
Reforzar el Pacto de Estabilidad. Holanda quiere endurecer la aplicación de las reglas fiscales: critica la gestión de la Comisión Europea (que indultó a Portugal y España hace unos meses) y asegura que cada vez que Bruselas pasa por alto las violaciones de las reglas fiscales "debilita el Pacto de Estabilidad". La Haya pasa por alto que Holanda incumple con creces el mecanismo de desequilibrios excesivos, con un superávit comercial que roza el 9% del PIB, tres puntos por encima del máximo permitido. Rutte no hace nunca una sola referencia a ese incumplimiento. Al contrario: el superávit comercial es la joya de la corona para Holanda, como lo es en Alemania.
Reformas. Holanda, como ya ha propuesto repetidamente la canciller Merkel, quiere vincular los fondos estructurales y el presupuesto europeo en general a la obligación de hacer reformas: aboga por reforzar las "recomendaciones específicas por país", no vinculantes, que fijan las principales reformas que debe hacer cada socio.
Unión Bancaria. En Europa hay una amplia mayoría para que la reducción de riesgos y el compartir riesgos (responsabilidad y solidaridad) vayan de la mano. Durante los últimos años el énfasis se ha puesto en las medidas de reducción de riesgos: se ha endurecido la normativa de créditos morosos y se han reforzado las necesidades de liquidez y capital de los bancos. Alemania quiere más. La cumbre tiene que discutir sobre un cortafuegos para el fondo de resolución (para el cierre de bancos) y sobre un fondo de garantía común, que permitirían compartir riesgos. El no holandés se suma al alemán y es atronador: "Primero los bancos deben tener balances más saludables. Esa es una precondición para aprobar el fondo de garantía común", dice Rutte. "Hay que reducir los riesgos sustancialmente", subraya.
Fondo Monetario Europeo (FME): sí, pero no. Rutte se muestra a favor de convertir el Mede en el FME. "Si se produce una crisis tenemos que ser buenos vecinos", dice. Pero Holanda descarta comunitarizar el Fondo Monetario, como ha propuesto la Comisión: el FME "gestionará los rescates", a cambio de duras condiciones, pero "lo manejarán los Estados miembros".
Mecanismo de reestructuración de la deuda soberana. Alemania lleva años soñando con un mecanismo automático de reestructuración de deuda soberana, pero siempre se ha topado con el reclazo de París, Berlín y Roma: provocaría una huida de fondos de los países más endeudados hacia Holanda y Alemania, y potencialmente una nueva crisis de deuda soberana. Berlín insiste una y otra vez en esa idea. Holanda se suma a esa petición, a sabiendas de que la periferia de Europa, encabezada por Francia, se va a oponer con fiereza, y que incluso las instituciones europeas creen que es una pésima idea. "En caso de rescate, hay que reestructurar la deuda antes de que los contribuyentes pongan dinero", dijo ayer Rute. "Un mecanismo de reestructuración de la deuda debe ser un elemento importante en el paquete de reformas del euro", aseguró.
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