vida&artes
El talento que viene
Los estudiantes más brillantes de España son críticos con la educación y con la política
Un 80% elige carrera de ciencias
“No somos la generación del ‘botellón”
A los estudiantes con mejores notas de España lo que menos les gusta del sistema educativo que ellos han conseguido sortear es la inestabilidad generada por los cambios políticos; tampoco les agrada que el presupuesto no alcance para prácticas, ni que haya tantos profesores desmotivados, más funcionarios que pedagogos. Sin embargo, estos 100 estudiantes, que se han conocido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander gracias a una beca obtenida por sus brillantes notas, no se asustan ante la crisis: ya se han resignado a emigrar, sobre todo los que están interesados en la investigación.
Con notas por encima de 9,82 y una selectividad promedio de 13 (sobre 14), forman parte de la élite educativa nacional. No proceden de la misma extracción social ni han superado iguales obstáculos. Pero tienen en común ser los mejores de una época en la que se ha estigmatizado a muchos jóvenes como la generación del botellón.
Viene de Ibiza, Baleares, y tiene 18 años. Estudió en el centro concertado Nuestra Señora de la Consolación, donde finalizó con una media de 9,89. Actualmente, Nuria Ribas Costa se prepara para conseguir una doble titulación, en Periodismo y Derecho, en Barcelona.
Ha ganado varios premios de narrativa y poesía en sus años de estudios. También es deportista y practica natación. Quizá por ello tiene escrito a fuego el espíritu del esfuerzo y la superación “Si quieres algo tienes que ir a por ello”. Le gusta escribir, pero sobre todo pintar, que es su válvula de escape.
Cree que la política está desvirtuada como consecuencia de la crisis, y que la gente piense que la situación es su culpa por vivir, supuestamente, por encima de sus posibilidades; le desespera que la respuesta se limite a la queja. “Hay tantos comentarios, tantos estereotipos, fruto de la ignorancia...”. “Necesitamos optimismo, confiar en que hay que seguir adelante”.
En el curso del Aula Ortega y Gasset de la UIMP han debatido con científicos, políticos, jueces, catedráticos, actores y escritores sobre el sistema educativo del cual proceden y el futuro profesional que les espera. El 79% estudiará áreas relacionadas con ciencias, tecnología y salud. Como el sevillano Miguel Flores, que quiere ser ingeniero aeroespacial; o Laura Cano, de Albacete, que ha comenzado Bioquímica y cuyo sueño es encontrar una vacuna contra el cáncer. Otros nadan a contracorriente y optan por las humanidades. Entre ellas, la cántabra Olga Santisteban, matriculada en Bellas Artes, e Isabel Marqués, de Zaragoza, que cursa Filología Inglesa.
En sus conversaciones, todos destacan la importancia del apoyo de sus padres. Ellos han sido quienes les han motivado, les han concienciado y han apoyado para conseguir oportunidades de superarse. De hecho, dicen estar dispuestos a “comerse el mundo”.
¿Qué opina la élite de los jóvenes de España? Diez de ellos responden. Y lo primero que tienen claro es que no son élite de nada. Ni son tampoco la generación del botellón. Rehúyen de los estereotipos. “Poner etiquetas nunca es una buena idea”, dice Nuria Ibas, de Ibiza. Y añade: “Los estereotipos se basan en la ignorancia”. Pablo Espinosa, de Madrid, aclara que salir de fiesta no es sinónimo de desperdiciar la vida.
Su primera reivindicación educativa es que exista un solo plan de estudios, inmune a los cambios políticos, con más apoyo y menos trabas. Aunque algunos no se conocían, hubo acuerdo generalizado en que el gran problema estriba en el cambio de leyes, programas y temarios según quien esté en el poder —con la reforma que prepara actualmente el Ministerio de Educación serían siete leyes educativas en la democracia—. “Nunca se llega a una estabilidad”, asegura la valenciana Lluch García. Almudena Sánchez cree que el temario debería ser más intenso: “Que no sea tan light, especialmente en la ESO”.
Con 18 años, Adrián Fernández Gollerizo ha finalizado sus estudios en el IES Laguna de Joatzel, en Getafe (Madrid). Ha comenzado sus estudios de Física este septiembre en la Universidad Complutense con una media de 13,5 en selectividad y quiere especializarse en nanociencia, aunque no descarta hacer otra carrera, esta vez de letras, como Filosofía y Psicología.
Asegura: “La generación del botellón es la misma que se manifestó en el 15-M, los que están presentando propuestas”.
Practica lomografía (una técnica fotográfica) y estudia varios idiomas, entre ellos inglés y chino. Pero se considera un chico normal “que ve a los Simpsons y sale de fiesta”. Además toca el piano en la banda Thursday Rock.
“Es muy importante conseguir una Europa más unida pero es muy difícil. ¿Cómo pretendemos crear un superestado si en España no nos ponemos de acuerdo entre comunidades autónomas?”, se pregunta.Otra de las quejas es la falta de recursos y la desigualdad según la comunidad autónoma, algo que se refleja en los datos del último informe PISA de 2009, en el que Andalucía, Baleares o Extremadura están por debajo de Castilla y León, Madrid o La Rioja y, como explica el murciano Francisco Cárceles, en la falta de fondos. “En otras partes de Europa, la gente tiene un nivel muy bueno por las facilidades para hacer prácticas; aquí no se hacen porque no hay dinero”, dice el joven ganador de la Olimpiada Nacional de Biología. España se encuentra 12 puntos por debajo de la media en calidad de la enseñanza según el informe, que evalúa la educación en los 67 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“En épocas de crisis debería fomentarse la educación, la sanidad, la investigación, que son las columnas en las que se apoya la sociedad. Estamos haciendo lo contrario, y eso genera mucho malestar”, afirma Adrián Fernández, de Getafe, Madrid.
Ante cuestiones muy concretas, como el anunciado bachillerato de excelencia (cursos aparte para los más estudiosos), ¿lo apoyan? La mayoría responde que no. “Es mejor mantenernos juntos porque así tiramos todos de todos”, dice Nuria Ribas. No descartan una atención más personalizada, que se les pueda exigir más, pero no separados. Para Adrián Fernández, la satisfacción de poder ayudar a sus amigos a aprobar las asignaturas que les han quedado es algo que no cambiaría por nada.
Tímidamente, Alba Salazar expresa que en parte podría mejorar la situación porque los que pasan de estudiar retrasan al resto. Pablo Espinosa replica: “Debería ser más duro entrar al bachillerato, no que nos separen por notas”. Y Almudena Sánchez, de Extremadura, agrega: “Que haya un temario de excelencia para todos y un test como el de selectividad para acceder al bachillerato. Si quieres entrar, demuéstralo”.
Del IES Ítaca de Zaragoza, Isabel Marqués López, de 18 años, ha logrado un 13,34 en selectividad, solo a seis décimas de la nota máxima. Estudia Filología Inglesa y luego buscará complementarla con la hispánica. Ha ganado algunos premios de traducción del griego y el latín.
Le gusta viajar y también leer (pertenece a un club de lectura Cubit). Es adalid de los ebooks. “Antes iba a la biblioteca porque no puedo permitirme comprar libros”. Se confiesa adicta a las revistas de moda, de las que asegura: “Estoy intentando leerlas menos porque no paras de ver anuncios de ropa que te venden fantasías. En el fondo vivimos de ilusiones y eso se transmite a través de la publicidad”.
Reflexiona: “La educación es una cosa para todos. No depende de un partido ni otro y debería decidirse por consenso”.
“A mí, Julian Assange me parece valiente. Deberíamos saber mucho más, se nos están ocultando muchas cosas”.Ante la posibilidad de que esta medida dificulte el acceso y provoque desánimo o aumente la tasa de fracaso escolar —que duplica la media europea—, Almudena contesta: “Quien quiera llegar lo conseguirá porque siempre hay caminos; si no llegas al cinco puedes hacer un curso formativo e intentarlo de nuevo”.
También critican la subjetividad de las notas (se dice que por eso la mayoría de los bachilleres meritorios son de ciencias) y la falta de pasión de algunos profesores que ingresaron al sistema para tener un empleo fijo. “Hay que luchar y mucha gente no se lo está currando”, dice Ribas.
Un reclamo, no viable en el panorama actual educativo, es su deseo de clases más reducidas. Nuria Ribas afirma que es más fácil trabajar y relacionarte con menos gente. Francisco Cárceles estudió en un aula con 37 compañeros y asegura que era horrible.
¿Y cómo se plantean el porvenir? La crisis no les quita la ilusión, pero tienen claro que el futuro pasa por marcharse de España, aunque sea unos años. O indefinidamente. “Si te ofrecen trabajo aquí y en Alemania, pero allí tienen unos equipos alucinantes y aquí no hay ni aire acondicionado, claro que te vas”, explica Adrián Fernández. Lluch García comenta que le gustaría irse fuera, “pero si nos vamos todos, quién va a arreglar España”. Adrián replica: “Yo me quedaré donde me den las mejores oportunidades para trabajar para la ciencia”.
¿Qué piensan del 15-M? Lluch, que participó en el movimiento desde sus inicios, considera positiva la opinión crítica que generó: “Despertó conciencias. La acampada llamó la atención. A raíz del 15-M hay mucha gente interesada en la política”. Sin embargo reconoce su degeneración por la falta de coordinación y la inclusión de grupos con otros intereses. Almudena Sánchez lo tacha de fracaso porque se quedaron en nada. Nuria Ribas piensa que les faltó actuar y que alargar la acampada no fue una buena idea: “Las cosas no se solucionan así. Actuemos, planteemos algo. No ocupemos un lugar público solo para que nos vean. Ya nos hemos mostrado, ahora hay que actuar”. Isabel Marqués, de Zaragoza, se anima: “Este año ha sido el año de las mareas verdes, amarillas, naranjas, de funcionarios por sus derechos, y eso no se había hecho hasta ahora”.
Lluch García Garay, valenciana de 17 años, estudió en un colegio concertado de Alzira. Estudia Traducción y no descarta hacer luego periodismo. Es bailarina de hip-hop desde hace años y pertenece a una escuela de baile donde da clases y participa en algunas competiciones.
No se considera la élite de los jóvenes: “Conozco gente que sacaban seis o siete y son superinteligentes. A lo mejor a los que sacan menos nota les va mejor. El futuro de España no va solo con las calificaciones”.
Es muy crítica contra la telebasura: “Dice mucho de un país que uno de los programas más vistos sea Sálvame”.
Participó en el 15-M desde sus inicios y considera que se debe enseñar política a los ciudadanos desde pequeños porque “es lo que va a dirigir tu vida. Y si la gente supiera de política habría más diversidad y tendríamos más criterio de qué cosas es necesario cambiar”.Nadie está a salvo de sus críticas, ni los partidos políticos ni los medios de comunicación, a los que consideran politizados y parciales. Reprochan la manipulación de las informaciones, la falta de transparencia y la telebasura. “Es muy fuerte que haya más gente interesada en la última novia de Paquirrín y no sepa qué es la prima de riesgo”, dice indignado Adrián Fernández. Almudena Sánchez afirma: “Si pudiera cambiar algo sería la mentalidad, que parece de hace 30 años, la ignorancia, la dejadez que nos invade”. Nuria Ribas no se considera suficientemente formada para dar una idea de lo que hay que hacer, pero tiene claro que pasa necesariamente por trabajar.
¿Son el relevo que salvará a España? Se espera mucho de ellos y no entienden por qué, aunque las buenas notas les abran muchas puertas. “Es muy absurdo creer que el éxito futuro se refleje solo en las notas; el expediente depende de muchos factores”, dice Isabel Marqués. Anabel Reyes, de Zaragoza, alega que no siente presión: “Si luego me cambio de carrera o me va mal, no pasará nada”. Almudena Sánchez lo tiene más claro: “Me gustaría poder contribuir a levantar el país, pero eso no lo puedo decir con 18 años”. Y continúa medio en broma que, si fuera un cerebrito y “tuviera 14 años y dos carreras, a lo mejor sí”.
¿Tanto como para salvar a España? No lo saben. Tienen las ganas, la ilusión y las habilidades para lograr un cambio. Les faltan los medios, los recursos y lo que les depare el futuro. Anabel Reyes, lo resume: “Hay gente que es mejor que yo y no ha venido aquí porque tiene menos nota; a lo mejor son ellos los que nos salvan”.
“Necesitamos tener más optimismo”
Ha ganado varios premios de narrativa y poesía en sus años de estudios. También es deportista y practica natación. Quizá por ello tiene escrito a fuego el espíritu del esfuerzo y la superación “Si quieres algo tienes que ir a por ello”. Le gusta escribir, pero sobre todo pintar, que es su válvula de escape.
Cree que la política está desvirtuada como consecuencia de la crisis, y que la gente piense que la situación es su culpa por vivir, supuestamente, por encima de sus posibilidades; le desespera que la respuesta se limite a la queja. “Hay tantos comentarios, tantos estereotipos, fruto de la ignorancia...”. “Necesitamos optimismo, confiar en que hay que seguir adelante”.
En el curso del Aula Ortega y Gasset de la UIMP han debatido con científicos, políticos, jueces, catedráticos, actores y escritores sobre el sistema educativo del cual proceden y el futuro profesional que les espera. El 79% estudiará áreas relacionadas con ciencias, tecnología y salud. Como el sevillano Miguel Flores, que quiere ser ingeniero aeroespacial; o Laura Cano, de Albacete, que ha comenzado Bioquímica y cuyo sueño es encontrar una vacuna contra el cáncer. Otros nadan a contracorriente y optan por las humanidades. Entre ellas, la cántabra Olga Santisteban, matriculada en Bellas Artes, e Isabel Marqués, de Zaragoza, que cursa Filología Inglesa.
En sus conversaciones, todos destacan la importancia del apoyo de sus padres. Ellos han sido quienes les han motivado, les han concienciado y han apoyado para conseguir oportunidades de superarse. De hecho, dicen estar dispuestos a “comerse el mundo”.
¿Qué opina la élite de los jóvenes de España? Diez de ellos responden. Y lo primero que tienen claro es que no son élite de nada. Ni son tampoco la generación del botellón. Rehúyen de los estereotipos. “Poner etiquetas nunca es una buena idea”, dice Nuria Ibas, de Ibiza. Y añade: “Los estereotipos se basan en la ignorancia”. Pablo Espinosa, de Madrid, aclara que salir de fiesta no es sinónimo de desperdiciar la vida.
Su primera reivindicación educativa es que exista un solo plan de estudios, inmune a los cambios políticos, con más apoyo y menos trabas. Aunque algunos no se conocían, hubo acuerdo generalizado en que el gran problema estriba en el cambio de leyes, programas y temarios según quien esté en el poder —con la reforma que prepara actualmente el Ministerio de Educación serían siete leyes educativas en la democracia—. “Nunca se llega a una estabilidad”, asegura la valenciana Lluch García. Almudena Sánchez cree que el temario debería ser más intenso: “Que no sea tan light, especialmente en la ESO”.
“La llama del 15-M sigue despierta”
Asegura: “La generación del botellón es la misma que se manifestó en el 15-M, los que están presentando propuestas”.
Practica lomografía (una técnica fotográfica) y estudia varios idiomas, entre ellos inglés y chino. Pero se considera un chico normal “que ve a los Simpsons y sale de fiesta”. Además toca el piano en la banda Thursday Rock.
“Es muy importante conseguir una Europa más unida pero es muy difícil. ¿Cómo pretendemos crear un superestado si en España no nos ponemos de acuerdo entre comunidades autónomas?”, se pregunta.
“En épocas de crisis debería fomentarse la educación, la sanidad, la investigación, que son las columnas en las que se apoya la sociedad. Estamos haciendo lo contrario, y eso genera mucho malestar”, afirma Adrián Fernández, de Getafe, Madrid.
Ante cuestiones muy concretas, como el anunciado bachillerato de excelencia (cursos aparte para los más estudiosos), ¿lo apoyan? La mayoría responde que no. “Es mejor mantenernos juntos porque así tiramos todos de todos”, dice Nuria Ribas. No descartan una atención más personalizada, que se les pueda exigir más, pero no separados. Para Adrián Fernández, la satisfacción de poder ayudar a sus amigos a aprobar las asignaturas que les han quedado es algo que no cambiaría por nada.
Tímidamente, Alba Salazar expresa que en parte podría mejorar la situación porque los que pasan de estudiar retrasan al resto. Pablo Espinosa replica: “Debería ser más duro entrar al bachillerato, no que nos separen por notas”. Y Almudena Sánchez, de Extremadura, agrega: “Que haya un temario de excelencia para todos y un test como el de selectividad para acceder al bachillerato. Si quieres entrar, demuéstralo”.
“Deberíamos saber muchas más cosas”
Le gusta viajar y también leer (pertenece a un club de lectura Cubit). Es adalid de los ebooks. “Antes iba a la biblioteca porque no puedo permitirme comprar libros”. Se confiesa adicta a las revistas de moda, de las que asegura: “Estoy intentando leerlas menos porque no paras de ver anuncios de ropa que te venden fantasías. En el fondo vivimos de ilusiones y eso se transmite a través de la publicidad”.
Reflexiona: “La educación es una cosa para todos. No depende de un partido ni otro y debería decidirse por consenso”.
“A mí, Julian Assange me parece valiente. Deberíamos saber mucho más, se nos están ocultando muchas cosas”.
También critican la subjetividad de las notas (se dice que por eso la mayoría de los bachilleres meritorios son de ciencias) y la falta de pasión de algunos profesores que ingresaron al sistema para tener un empleo fijo. “Hay que luchar y mucha gente no se lo está currando”, dice Ribas.
Un reclamo, no viable en el panorama actual educativo, es su deseo de clases más reducidas. Nuria Ribas afirma que es más fácil trabajar y relacionarte con menos gente. Francisco Cárceles estudió en un aula con 37 compañeros y asegura que era horrible.
¿Y cómo se plantean el porvenir? La crisis no les quita la ilusión, pero tienen claro que el futuro pasa por marcharse de España, aunque sea unos años. O indefinidamente. “Si te ofrecen trabajo aquí y en Alemania, pero allí tienen unos equipos alucinantes y aquí no hay ni aire acondicionado, claro que te vas”, explica Adrián Fernández. Lluch García comenta que le gustaría irse fuera, “pero si nos vamos todos, quién va a arreglar España”. Adrián replica: “Yo me quedaré donde me den las mejores oportunidades para trabajar para la ciencia”.
¿Qué piensan del 15-M? Lluch, que participó en el movimiento desde sus inicios, considera positiva la opinión crítica que generó: “Despertó conciencias. La acampada llamó la atención. A raíz del 15-M hay mucha gente interesada en la política”. Sin embargo reconoce su degeneración por la falta de coordinación y la inclusión de grupos con otros intereses. Almudena Sánchez lo tacha de fracaso porque se quedaron en nada. Nuria Ribas piensa que les faltó actuar y que alargar la acampada no fue una buena idea: “Las cosas no se solucionan así. Actuemos, planteemos algo. No ocupemos un lugar público solo para que nos vean. Ya nos hemos mostrado, ahora hay que actuar”. Isabel Marqués, de Zaragoza, se anima: “Este año ha sido el año de las mareas verdes, amarillas, naranjas, de funcionarios por sus derechos, y eso no se había hecho hasta ahora”.
“El futuro no va solo en las calificaciones”
No se considera la élite de los jóvenes: “Conozco gente que sacaban seis o siete y son superinteligentes. A lo mejor a los que sacan menos nota les va mejor. El futuro de España no va solo con las calificaciones”.
Es muy crítica contra la telebasura: “Dice mucho de un país que uno de los programas más vistos sea Sálvame”.
Participó en el 15-M desde sus inicios y considera que se debe enseñar política a los ciudadanos desde pequeños porque “es lo que va a dirigir tu vida. Y si la gente supiera de política habría más diversidad y tendríamos más criterio de qué cosas es necesario cambiar”.
¿Son el relevo que salvará a España? Se espera mucho de ellos y no entienden por qué, aunque las buenas notas les abran muchas puertas. “Es muy absurdo creer que el éxito futuro se refleje solo en las notas; el expediente depende de muchos factores”, dice Isabel Marqués. Anabel Reyes, de Zaragoza, alega que no siente presión: “Si luego me cambio de carrera o me va mal, no pasará nada”. Almudena Sánchez lo tiene más claro: “Me gustaría poder contribuir a levantar el país, pero eso no lo puedo decir con 18 años”. Y continúa medio en broma que, si fuera un cerebrito y “tuviera 14 años y dos carreras, a lo mejor sí”.
¿Tanto como para salvar a España? No lo saben. Tienen las ganas, la ilusión y las habilidades para lograr un cambio. Les faltan los medios, los recursos y lo que les depare el futuro. Anabel Reyes, lo resume: “Hay gente que es mejor que yo y no ha venido aquí porque tiene menos nota; a lo mejor son ellos los que nos salvan”.
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