Nos miran mal
España se convierte en fuente de malas noticias para la prensa global
El reflejo de una crisis muy real no puede atribuirse a conspiraciones
En el imaginario colectivo de los medios de comunicación occidentales, España parece estar convirtiéndose a medida que va avanzando este año de 2012 en lo que fue Grecia en los semestres anteriores: el paradigma de austeridad impuesta por poderes externos, pobreza rampante entre las clases populares y medias, indignación creciente de la ciudadanía contra los bancos y los políticos y episodios de violencia callejera cada vez más frecuentes. Ciertamente, las escenas que pueden fotografiarse o filmarse estos meses en las calles españolas son tan impactantes como las de los jubilados griegos protestando por el recorte de sus magras pensiones en la ateniense plaza de Sintagma frente a una muralla de bien pertrechados policías. O, saltando a los comienzos de este siglo, las de los enfurecidos depositantes argentinos agolpándose frente a los bancos cuando el corralito de 2001-2002. O, puestos a hacer historia, las inmortalizadas por Dorothea Lange en el Estados Unidos de la Gran Depresión.
Si el fotógrafo es talentoso —tanto como para, además, utilizar el blanco y negro en un guiño a los trabajos de Lange—, el resultado de un reportaje sobre la España en crisis es irresistible para cualquier editor periodístico. Y nadie puede negarle a Samuel Aranda, ganador del World Press 2011 por una estremecedora foto sobre las revueltas democráticas en Yemen, su condición de gran fotógrafo.
Así que The New York Times publicó este lunes un reportaje fotográfico de Samuel Aranda sobre la España en crisis, y le dio un tratamiento de portada con una imagen en la que se veía a un hombre buscando comida en un contenedor de basura, una imagen que el autor de este artículo ve a diario en su barrio madrileño. Muy probablemente por casualidad, el diario neoyorquino hizo ese despliegue el mismo día en que era visitado por don Juan Carlos. El Rey, sin duda, les explicó a los responsables del New York Times que las dificultades actuales de España son superables.
A este lado del Atlántico saltaron voces indignadas. Las más moderadas citaban el hecho de que España, aunque en crisis, no es solo eso, no es solo lo retratado por Aranda: gente esperando a ser desahuciada de su vivienda, pobres rebuscando en la basura, comedores de caridad repletos, inflamadas protestas callejeras, carreteras y urbanizaciones sin terminar... En efecto, no es solo eso, pero también, y cada vez más, es eso. La tragedia de España no se limita al millón de personas que ya son pobres según Caritas, ni tampoco a los cinco millones de desempleados registrados oficialmente; la tragedia de España también es que las conversaciones cotidianas de la mayoría del resto traten sobre despidos inminentes y recortes en las prestaciones sociales, versen sobre estrecheces y miedos.
No se equivocan, pues, los medios internacionales que llevan con frecuencia creciente a sus portadas temas de la España en crisis. Es lo nuevo, esto es, lo noticioso, tras unas décadas en las que han hablado de una España de transición democrática tildada de “modélica” y, luego, de una España de éxitos económicos, culturales y deportivos.
Por lo demás, ¿reflejan con el 100% de exactitud las realidades de Túnez y Egipto los medios de aquí o allá cuando abren con imágenes de unos cientos de salafistas asaltando embajadas norteamericanas? ¿No podría decirse también que, durante esos días, millones de norteafricanos siguen con su vida normal, ajenos a tales barbaridades? ¿Y es Estados Unidos tan solo ese país donde, cada dos por tres, un enajenado se pone a disparar contra la muchedumbre? ¿No había el día del asalto al cine de Colorado una inmensa mayoría de norteamericanos que estudiaba, trabajaba o veraneaba? Sin duda, pero los medios (españoles e internacionales) abrieron en su momento con esos temas, e hicieron bien. Su misión no es dar el parte de la cotidianidad, sino contar lo que es nuevo y relevante, y tanto el salafismo en el norte de África como los tiroteos en Estados Unidos lo son.
Y también lo es, y ahí es donde nos duele, que una España vista con admiración y hasta envidia en los últimos lustros parezca emprender el camino de la desdichada Grecia. Máxime cuando, como subraya el texto periodístico que acompaña al reportaje gráfico de Aranda, se trata de un país grande, poblado y con peso económico.
En el peor de los casos, algunos de los que han denostado en España el reportaje del New York Times han resucitado un clásico carpetovetónico: aquel que reza que los de fuera nos miran mal, nos tienen envidia y/o inquina. Este tufillo desprendían ciertos comentarios escandalizados por el hecho de que, tras el reportaje del lunes del diario neoyorquino, ese mismo medio y muchos otros en Europa y América dieran un tratamiento destacado a las escenas de violencia vividas en la noche del martes en el centro de Madrid, cuando los antidisturbios reprimieron a porrazos a los que pretendían acercarse más de la cuenta al blindado Congreso de los Diputados.
Pues sí, la España en crisis está, lamentablemente, de “moda”, se ha convertido en una fuente de noticias negativas, como señalaba ayer un comentarista en un medio digital. Pero, como añadía ese mismo comentarista, no hay la menor necesidad de recurrir a teorías conspirativas para explicarlo. Le ocurre a Francia cuando hay disturbios en los suburbios donde se apiñan los inmigrantes, le ocurre a Estados Unidos cuando hay tiroteos, le ocurre al mundo árabe y musulmán cuando los integristas hacen de las suyas, le ocurre a países que se suponían acomodados cuando hay crisis que llevan a millones a la miseria o la penuria... Casi nunca le ocurre a Suiza. Así es el universo mediático.
A lo largo de su historia, España ha tenido, como todo el mundo, buena y mala prensa. La tuvo nefasta cuando el poderío de Felipe II y sus sucesores, aquella época en que se gestó en la Europa protestante la Leyenda Negra. Asociada con la Inquisición de Torquemada, España fue sinónimo al norte de los Pirineos de oscurantismo, integrismo católico y crueldad extrema. Pero, luego, en el siglo XIX, el estereotipo cambió con los viajeros románticos: una España en manifiesta decadencia pasó a ser un país adorable y exótico de bandidos justicieros, mujeres fatales como la Carmen de Merimée, toros, flamenco y leyendas morunas.
La Guerra Civil española fue un acontecimiento trágico urbi et orbi. En Europa y en las Américas, toda una generación de demócratas vivió con desgarro el violento fin de la República, intuyendo, además, que era el preludio de la II Guerra Mundial. Nunca, ni tan siquiera ahora, España estuvo tan en el corazón y las mentes de millones de extranjeros. En los lustros siguientes, Franco, el ganador de la contienda, resucitaría la teoría de la secular conjura judeo-masónica contra la España nacional-católica.
La Transición volvió a cambiar la mirada extranjera. España fue felicitada (sí, también en Le Monde y The New York Times) por su habilidad para superar esos atavismos antidemocráticos de los que una postrera muestra sería Tejero, aquel coronel con pistola y gorro de “torero” (así llamó al tricornio algún medio anglosajón) que secuestró al Gobierno y al Parlamento de una sola tacada. A continuación, y hasta hace bien poco, llovieron reportajes en la prensa internacional sobre la nueva España pionera en derechos y libertades (matrimonio gay), floreciente en lo cultural y deportivo y tan próspera en lo económico que hasta competía con Estados Unidos en presencia inversora en América Latina.
¿Puede haber algo de resentimiento en la actual mirada sobre España? Tal vez sí, tal vez no. Es cierto que Aznar iba por el mundo pavoneándose de que España iba bien merced al milagro económico del que él y sus amigos eran autores; ninguneando como epítomes de la “vieja Europa” al francés Chirac y el alemán Schröder, y postulándose como socio estelar de un Estados Unidos llamado a ser el imperio único y eterno. Y es cierto que Zapatero, aun siendo de talante más modesto, se excedió cuando habló de que España jugaba en la Champions, de que había superado a Italia y Canadá e iba a por Francia, de que su sistema financiero era el mejor del mundo.
Hoy, tras esa etapa de un autobombo que fue, recordémoslo, bien acogido en la prensa internacional, el mundo descubre la persistencia, pese a la Transición y pese a los años de vacas gordas, de algunos males crónicos de España: la corrupción y la contabilidad dudosa, cierta tendencia colectiva a vivir la juerga con el dinero de los otros, la persistencia de pulsiones como el autoritarismo o el separatismo. Por supuesto, la mayoría de los españoles son gente honrada y laboriosa que paga ahora las facturas de una crisis que no ha provocado, pero ellos también salen en los reportajes del New York Times y otros medios.
Somos noticia por cosas penosas que están emergiendo aquí, y no hay razones para rasgarse las vestiduras. No estamos ante una nueva Leyenda Negra orquestada por una conjura infame. En absoluto. La hispanofilia es mayoritaria en Francia y tantísimos otros países; España sigue siendo el destino predilecto de los universitarios europeos; la Roja tiene seguidores en cualquier rincón del planeta, al igual que Javier Marías y Pérez Reverte, Almodóvar y Amenábar, Javier Barden y Penélope Cruz; este año más de 40 millones de turistas extranjeros han venido a España, y este país es citado por Obama como puntero en energías renovables y trenes de alta velocidad.
¿Hay tópicos en los medios extranjeros al hablar de España? Claro que los hay... y en los ingleses al hablar de Francia, y en los alemanes al hablar de Italia, y en los estadounidenses al hablar de los árabes. El buen corresponsal es aquel que pelea a diario contra la tendencia al estereotipo de su redacción central. ¿Y es paleta la obsesión española por lo que digan de este país los medios extranjeros? Puede ser. Pero lo es tanto como cuando, no hace mucho, el Financial Times sacaba informaciones positivas sobre la economía española y el gobierno de turno lo usaba cual si fuera una bendición a su labor procedente del dios de las finanzas, como cuando una información negativa de ese mismo diario es citada ahora contra el gobierno. Ni el Financial Times ni el New York Times ni ningún otro son la Biblia. Son solo periódicos, lo que no es poco.
En todo caso, ese mirar constante al tendido de los medios extranjeros para ver si aplauden o silban no es patrimonio exclusivo de España. En Francia pasa lo mismo; muchos de sus medios escritos y audiovisuales tienen secciones permanentes que informan de cómo refleja la prensa extranjera lo que ocurre en el Hexágono. Tal vez sea un complejo compartido por países que fueron grandes en la escena internacional y hoy se preguntan con angustia si lo siguen siendo.
En fin, la visita a algún medio anglosajón para vender la “marca España”, eso de lo que tanto se habla ahora y que, según los gobernantes y sus voceros, se deteriora por las protestas y no por la realidad que causa esas protestas, parece haberse convertido en imprescindible en los road shows de los dirigentes españoles. Lo hizo, cuando era vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado en el Financial Times, y lo ha hecho ahora don Juan Carlos en el New York Times. Al parecer, con escaso éxito en ambos casos. Estupendo: un buen periódico no cambia su línea por la visita de un notable.
En el caso del Rey, el problema añadido es que su propia imagen internacional se ha deteriorado por asuntos como el caso Urdangarín y el safari de elefantes en Botsuana. Es otro signo de que el ciclo español iniciado tras la muerte de Franco ha llegado a su fin. Los medios internacionales reflejaron su ascenso durante lustros y cumplen igualmente con su obligación cuando ahora cuentan lo dura que es la caída.
Si el fotógrafo es talentoso —tanto como para, además, utilizar el blanco y negro en un guiño a los trabajos de Lange—, el resultado de un reportaje sobre la España en crisis es irresistible para cualquier editor periodístico. Y nadie puede negarle a Samuel Aranda, ganador del World Press 2011 por una estremecedora foto sobre las revueltas democráticas en Yemen, su condición de gran fotógrafo.
Así que The New York Times publicó este lunes un reportaje fotográfico de Samuel Aranda sobre la España en crisis, y le dio un tratamiento de portada con una imagen en la que se veía a un hombre buscando comida en un contenedor de basura, una imagen que el autor de este artículo ve a diario en su barrio madrileño. Muy probablemente por casualidad, el diario neoyorquino hizo ese despliegue el mismo día en que era visitado por don Juan Carlos. El Rey, sin duda, les explicó a los responsables del New York Times que las dificultades actuales de España son superables.
A este lado del Atlántico saltaron voces indignadas. Las más moderadas citaban el hecho de que España, aunque en crisis, no es solo eso, no es solo lo retratado por Aranda: gente esperando a ser desahuciada de su vivienda, pobres rebuscando en la basura, comedores de caridad repletos, inflamadas protestas callejeras, carreteras y urbanizaciones sin terminar... En efecto, no es solo eso, pero también, y cada vez más, es eso. La tragedia de España no se limita al millón de personas que ya son pobres según Caritas, ni tampoco a los cinco millones de desempleados registrados oficialmente; la tragedia de España también es que las conversaciones cotidianas de la mayoría del resto traten sobre despidos inminentes y recortes en las prestaciones sociales, versen sobre estrecheces y miedos.
No se equivocan, pues, los medios internacionales que llevan con frecuencia creciente a sus portadas temas de la España en crisis. Es lo nuevo, esto es, lo noticioso, tras unas décadas en las que han hablado de una España de transición democrática tildada de “modélica” y, luego, de una España de éxitos económicos, culturales y deportivos.
Por lo demás, ¿reflejan con el 100% de exactitud las realidades de Túnez y Egipto los medios de aquí o allá cuando abren con imágenes de unos cientos de salafistas asaltando embajadas norteamericanas? ¿No podría decirse también que, durante esos días, millones de norteafricanos siguen con su vida normal, ajenos a tales barbaridades? ¿Y es Estados Unidos tan solo ese país donde, cada dos por tres, un enajenado se pone a disparar contra la muchedumbre? ¿No había el día del asalto al cine de Colorado una inmensa mayoría de norteamericanos que estudiaba, trabajaba o veraneaba? Sin duda, pero los medios (españoles e internacionales) abrieron en su momento con esos temas, e hicieron bien. Su misión no es dar el parte de la cotidianidad, sino contar lo que es nuevo y relevante, y tanto el salafismo en el norte de África como los tiroteos en Estados Unidos lo son.
Y también lo es, y ahí es donde nos duele, que una España vista con admiración y hasta envidia en los últimos lustros parezca emprender el camino de la desdichada Grecia. Máxime cuando, como subraya el texto periodístico que acompaña al reportaje gráfico de Aranda, se trata de un país grande, poblado y con peso económico.
En el peor de los casos, algunos de los que han denostado en España el reportaje del New York Times han resucitado un clásico carpetovetónico: aquel que reza que los de fuera nos miran mal, nos tienen envidia y/o inquina. Este tufillo desprendían ciertos comentarios escandalizados por el hecho de que, tras el reportaje del lunes del diario neoyorquino, ese mismo medio y muchos otros en Europa y América dieran un tratamiento destacado a las escenas de violencia vividas en la noche del martes en el centro de Madrid, cuando los antidisturbios reprimieron a porrazos a los que pretendían acercarse más de la cuenta al blindado Congreso de los Diputados.
Pues sí, la España en crisis está, lamentablemente, de “moda”, se ha convertido en una fuente de noticias negativas, como señalaba ayer un comentarista en un medio digital. Pero, como añadía ese mismo comentarista, no hay la menor necesidad de recurrir a teorías conspirativas para explicarlo. Le ocurre a Francia cuando hay disturbios en los suburbios donde se apiñan los inmigrantes, le ocurre a Estados Unidos cuando hay tiroteos, le ocurre al mundo árabe y musulmán cuando los integristas hacen de las suyas, le ocurre a países que se suponían acomodados cuando hay crisis que llevan a millones a la miseria o la penuria... Casi nunca le ocurre a Suiza. Así es el universo mediático.
A lo largo de su historia, España ha tenido, como todo el mundo, buena y mala prensa. La tuvo nefasta cuando el poderío de Felipe II y sus sucesores, aquella época en que se gestó en la Europa protestante la Leyenda Negra. Asociada con la Inquisición de Torquemada, España fue sinónimo al norte de los Pirineos de oscurantismo, integrismo católico y crueldad extrema. Pero, luego, en el siglo XIX, el estereotipo cambió con los viajeros románticos: una España en manifiesta decadencia pasó a ser un país adorable y exótico de bandidos justicieros, mujeres fatales como la Carmen de Merimée, toros, flamenco y leyendas morunas.
La Guerra Civil española fue un acontecimiento trágico urbi et orbi. En Europa y en las Américas, toda una generación de demócratas vivió con desgarro el violento fin de la República, intuyendo, además, que era el preludio de la II Guerra Mundial. Nunca, ni tan siquiera ahora, España estuvo tan en el corazón y las mentes de millones de extranjeros. En los lustros siguientes, Franco, el ganador de la contienda, resucitaría la teoría de la secular conjura judeo-masónica contra la España nacional-católica.
La Transición volvió a cambiar la mirada extranjera. España fue felicitada (sí, también en Le Monde y The New York Times) por su habilidad para superar esos atavismos antidemocráticos de los que una postrera muestra sería Tejero, aquel coronel con pistola y gorro de “torero” (así llamó al tricornio algún medio anglosajón) que secuestró al Gobierno y al Parlamento de una sola tacada. A continuación, y hasta hace bien poco, llovieron reportajes en la prensa internacional sobre la nueva España pionera en derechos y libertades (matrimonio gay), floreciente en lo cultural y deportivo y tan próspera en lo económico que hasta competía con Estados Unidos en presencia inversora en América Latina.
¿Puede haber algo de resentimiento en la actual mirada sobre España? Tal vez sí, tal vez no. Es cierto que Aznar iba por el mundo pavoneándose de que España iba bien merced al milagro económico del que él y sus amigos eran autores; ninguneando como epítomes de la “vieja Europa” al francés Chirac y el alemán Schröder, y postulándose como socio estelar de un Estados Unidos llamado a ser el imperio único y eterno. Y es cierto que Zapatero, aun siendo de talante más modesto, se excedió cuando habló de que España jugaba en la Champions, de que había superado a Italia y Canadá e iba a por Francia, de que su sistema financiero era el mejor del mundo.
Hoy, tras esa etapa de un autobombo que fue, recordémoslo, bien acogido en la prensa internacional, el mundo descubre la persistencia, pese a la Transición y pese a los años de vacas gordas, de algunos males crónicos de España: la corrupción y la contabilidad dudosa, cierta tendencia colectiva a vivir la juerga con el dinero de los otros, la persistencia de pulsiones como el autoritarismo o el separatismo. Por supuesto, la mayoría de los españoles son gente honrada y laboriosa que paga ahora las facturas de una crisis que no ha provocado, pero ellos también salen en los reportajes del New York Times y otros medios.
Somos noticia por cosas penosas que están emergiendo aquí, y no hay razones para rasgarse las vestiduras. No estamos ante una nueva Leyenda Negra orquestada por una conjura infame. En absoluto. La hispanofilia es mayoritaria en Francia y tantísimos otros países; España sigue siendo el destino predilecto de los universitarios europeos; la Roja tiene seguidores en cualquier rincón del planeta, al igual que Javier Marías y Pérez Reverte, Almodóvar y Amenábar, Javier Barden y Penélope Cruz; este año más de 40 millones de turistas extranjeros han venido a España, y este país es citado por Obama como puntero en energías renovables y trenes de alta velocidad.
¿Hay tópicos en los medios extranjeros al hablar de España? Claro que los hay... y en los ingleses al hablar de Francia, y en los alemanes al hablar de Italia, y en los estadounidenses al hablar de los árabes. El buen corresponsal es aquel que pelea a diario contra la tendencia al estereotipo de su redacción central. ¿Y es paleta la obsesión española por lo que digan de este país los medios extranjeros? Puede ser. Pero lo es tanto como cuando, no hace mucho, el Financial Times sacaba informaciones positivas sobre la economía española y el gobierno de turno lo usaba cual si fuera una bendición a su labor procedente del dios de las finanzas, como cuando una información negativa de ese mismo diario es citada ahora contra el gobierno. Ni el Financial Times ni el New York Times ni ningún otro son la Biblia. Son solo periódicos, lo que no es poco.
En todo caso, ese mirar constante al tendido de los medios extranjeros para ver si aplauden o silban no es patrimonio exclusivo de España. En Francia pasa lo mismo; muchos de sus medios escritos y audiovisuales tienen secciones permanentes que informan de cómo refleja la prensa extranjera lo que ocurre en el Hexágono. Tal vez sea un complejo compartido por países que fueron grandes en la escena internacional y hoy se preguntan con angustia si lo siguen siendo.
En fin, la visita a algún medio anglosajón para vender la “marca España”, eso de lo que tanto se habla ahora y que, según los gobernantes y sus voceros, se deteriora por las protestas y no por la realidad que causa esas protestas, parece haberse convertido en imprescindible en los road shows de los dirigentes españoles. Lo hizo, cuando era vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado en el Financial Times, y lo ha hecho ahora don Juan Carlos en el New York Times. Al parecer, con escaso éxito en ambos casos. Estupendo: un buen periódico no cambia su línea por la visita de un notable.
En el caso del Rey, el problema añadido es que su propia imagen internacional se ha deteriorado por asuntos como el caso Urdangarín y el safari de elefantes en Botsuana. Es otro signo de que el ciclo español iniciado tras la muerte de Franco ha llegado a su fin. Los medios internacionales reflejaron su ascenso durante lustros y cumplen igualmente con su obligación cuando ahora cuentan lo dura que es la caída.
FRANCIA
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Marea roja en París contra la austeridad
'Si España, Portugal, Italia y Francia se unen, cambiaremos las cosas'
Participantes en la marcha de París.| R. V.
Las hermanas Viviane y Florence han viajado en autobús desde Marne (Champagne-Ardenne) hasta París para hacer fuerza común con Madrid, Lisboa y Atenas.
Hacen bailar sus banderas rojas, aunque estas nada tienen que ver con
las que ondearon en la plaza de la Bastilla la noche que François
Hollande ganó las elecciones, hace ya cinco meses. Esta vez no han ido a
la capital para arropar al político, sino para pedirle cuentas.
"Prometió que iba renegociar el tratado de estabilidad europeo y en
lugar de eso ha subido los impuestos", protesta Viviene.
Esta jubilada que no pelea por su bolsillo sino "por el futuro de los jóvenes que más van a padecer la crisis" se ha colgado la pancarta del "no a la austeridad". Junto a ella miles de personas han acudido a la llamada de varios partidos de izquierda (a excepción del socialista) para mostrar al Gobierno su malestar por el giro que ha dado a su gestión. "No me esperaba gran cosa, pero sucumbir a las políticas de rigor, eso sí que no", denuncia Alain, otro de los asistentes.
La marcha de este mediodía en París fue convocada por el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, así como por otras formaciones como el Partido de Izquierda o el Comunista francés. También participaron sindicatos y decenas de asociaciones nacidas al calor de la crisis y contrarias a las políticas de austeridad.
El pacto fiscal obliga a los estados europeos a cumplir con un calendario de reducción de déficit con el objetivo de llegar al equilibrio presupuestario. Es esta carrera por ajustar el déficit lo que ha motivado que muchos gobiernos aprueben duras reformas y recortes que afectan al bolsillo de los ciudadanos. Francia aún no ha ratificado el tratado y será el próximo martes cuando los diputados empiecen a debatir el documento con el objetivo de aprobarlo en las próximas semanas.
Los organizadores están satisfechos, pues entre 50.000 y 80.000 personas han participado a la llamada, según sus cifras. De hecho, estaba previsto que la comitiva saliera a las 13.30 horas y a las 15.00 horas todavía había gente en el punto de partida. "Esto es una muestra física de que esa política es peligrosa para todos los pueblos de Europa. Si los partidos políticos no tienen en cuenta esto es que la democracia está enferma", dijo Mélenchon.
La protesta se produce dos días después de que el Gobierno de Jean-Marc Ayrault presentara sus presupuestos para 2013. Las cuentas prevén recortes por 10.000 millones de euros y subidas de impuestos por 20.000 millones que, insiste el Gobierno, sólo llegarán a uno de cada diez hogares, a las más ricos.
"Este tratado impone a Europa la sumisión a las finanzas", dice la izquierda sublevada en su manifiesto. "En el nombre del rigor, los servicios públicos, las políticas de solidaridad y de medio ambiente y la protección social se suprimirán", critican.
Los descontentos calientan motores de cara a la cita del nueve de octubre en la calle. La huelga ha sido convocada por los sindicatos para protestar por la mala situación económica que atraviesa el país, donde el paro ya alcanza el 10% y donde en los últimos meses varias empresas (entre ellas Peugeot, Sanofi o SFR) han anunciado ya planes de recortes de plantilla y despidos.
'Si España, Portugal, Italia y Francia se unen, cambiaremos las cosas' | Mundo | elmundo.es
Carta abierta a las corporaciones empresarias >>
el dispreciau dice: el mundo humano, el verdadero mundo humano, el de los desconocidos, el de los anónimos que agachan el lomo y la yugan, el de los que no aparecen en diario alguno y el de los que no tienen lugar en ninguna televisora de las que abundan por estos tiempos (vendedoras de ilusiones y esperanzas mentirosas, que ocupan interminables horas de vacíos insoportables), han decidido unirse en el sentimiento de la "indignación" ciudadana hacia una clase política que ha caducado, cumplido su fecha de vencimiento, acompañando a un vacío empresario que ha alcanzado su punto de saturación al excluir, ningunear, para luego no cumplir ninguna función social, y sólo dedicarse a depredar voluntarismos. En dicho paisaje, el peor de los enemigos del mundo humano está representado por un Fondo Monetario Internacional protector de ladrones de esfuerzos ajenos (se les llama banqueros y economistas), un grupo de asaltantes de los prójimos que durante los últimos cien años han hecho de este mundo un desquicio... los economistas son en verdad una pseudo profesión que poco y nada sabe de matemáticas, pero sí conoce mucho de cómo tomar ventaja de las debilidades de los otros, de los que se rompen el traste trabajando por sus vidas y sus tiempos. Este mundo humano se ha llenado de raros supervisores que le dicen a Usted si lo que hace está bien o no, según los intereses de aquellos banqueros y sus socios los economistas... pero sucede que Usted nada tiene que ver con los fines y objetivos de dichas personas, que poco tienen de personas y mucho menos de sentidos sociales o si Usted quiere, de "don de gentes"... El mundo humano quebró... es un hecho... y todo se lo debemos a la Europa Medieval y mentirosa, esa que no ha aprendido lección alguna e insiste en el modelo vigente allá por el año 1930... desde luego, lo reitero, dado que Gran Bretaña, Alemania y Francia suelen negar lo evidente... el mundo paga el precio de sus desprecios políticos globales, y vaya que lo hace (pagar los precios de las locuras de los otros)... y el drama se torna inevitable e impredecible. Nadie sabe cómo seguirá esta película, porque las clases políticas de este mundo de civilizaciones quebradas no sabe qué hacer y tampoco se les cae una idea, sencillamente porque están atrapados por sus mentores, los banqueros quebrados y los falsos economistas... nada distinto a lo que oportunamente cursó el imperio romano. Una vez más, sin lecciones aprendidas, pesan las negligencias, y todas sus inconsistencias... y está bien que nos miren mal... porque esto no da para más, y no hay motivo alguno que justifique que Usted o yo debamos revolver las basuras de los otros, al sólo efecto de salvar las conveniencias de unos pocos banqueros oportunistas que hicieron de este mundo algo invivible. A fines de septiembre de 2012, el modelo económico de la perversidad ha llegado a su fin... y como tal, no hay más nada para agregar... Septiembre 30, 2012.-
Carta abierta a la zozobra argentina >>
ARGENTINA está acostumbrada a que su clase política se rasgue las vestiduras para luego disfrazarse de mentiras con máscaras sonrientes... el proceso militar dejó huellas lamentables en la sociedad argentina, con heridas que no curarán jamás... pero la democracia que cursa está fabricando un enfrentamiento inadmisible e insoportable. La soberbia ha copado los estamentos políticos oficialistas y opositores, que parecen transitar un mundo distinto al del resto de los mortales, colocando en prioridad la mentira y niguneando a la sociedad argentina toda. La guerra entre el estado y la sociedad argentina no conducirá a parte alguna... y sus resultados serán tan nefastos como lo han sido siempre, ya que no se puede gobernar a contramano de la historia y mucho menos de las sensibilidades sociales, cada vez más exacerbadas. Me pregunto dónde conduce el conflicto por los medios... me pregunto dónde va la Argentina esgrimiendo argumentos que sólo cultivan tragedias a escalas... el periodismo argentino se ha ido al descenso, pero no a la B, sino mucho más lejos, a la D del desastre de la manipulación de las opiniones y las respectivas informaciones. Desde luego, esta visión personal no es del interés de nadie, pero indudablemente no le sirve a la Argentina como nicho social... tanto los mecanismos escritos (periodismo gráfico) como el televisivo se han transformado en una especie de reality insoportable que no aporta valor y además resta voluntad social... no obstante ello, no es tarea del estado ausente desplegar un conflicto que resta y divide pero no suma ni tampoco multiplica. Está claro que el mundo humano ya no tiene brújula y por ende, cualquier cosa es posible... sin embargo, llevar a las sociedades humanas a un modelo como el que propone Chávez en Venezuela o Rajoy en España, sólo augura males mayores de toda índole. Si lo que se busca es un quiebre social y un enfrentamiento entre ideologías... se equivocan los unos y también los otros... de una vez por todas deben entender que ya no queda espacio para más aventuras... o los estados ausentes se ocupan de las prioridades sociales o simplemente ya no tienen razón de ser. Una democracia mentida donde el estado ausente saquea las voluntades de los projimos, no sirve para nada... una democracia mentida donde el estado ausente roba los esfuerzos de los pobres (incluyendo en ello la clase media), tampoco sirve para nada... y esto se extiende a repúblicas y reinos devenidos en otras tantas mentiras paralelas. Los estados ausentes no representan a nadie, aún cuando las miserias humanas habiliten a creérselo. Septiembre 30, 2012.-
Ah!... aviso que soy más pobre que un ratón de albañal... no tengo casa, no tengo auto, y lo único que llevo puesto es mi dignidad.
Esta jubilada que no pelea por su bolsillo sino "por el futuro de los jóvenes que más van a padecer la crisis" se ha colgado la pancarta del "no a la austeridad". Junto a ella miles de personas han acudido a la llamada de varios partidos de izquierda (a excepción del socialista) para mostrar al Gobierno su malestar por el giro que ha dado a su gestión. "No me esperaba gran cosa, pero sucumbir a las políticas de rigor, eso sí que no", denuncia Alain, otro de los asistentes.
La marcha de este mediodía en París fue convocada por el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, así como por otras formaciones como el Partido de Izquierda o el Comunista francés. También participaron sindicatos y decenas de asociaciones nacidas al calor de la crisis y contrarias a las políticas de austeridad.
La revolución de Ska-P
En place de Nation, punto de partida de la comitiva, suena la revolución del grupo Ska-P. Porque, por una vez en un país habituado a las huelgas y las protestas, España es el ejemplo de rebelión. "Detrás de Madrid, Atenas o Lisboa va París", grita una de las animadoras. "La Unión Europea es suficiente, no queremos este tratado que nos sumirá en la recesión y creará más paro, como ya hemos visto en España o Grecia", protesta.El pacto fiscal obliga a los estados europeos a cumplir con un calendario de reducción de déficit con el objetivo de llegar al equilibrio presupuestario. Es esta carrera por ajustar el déficit lo que ha motivado que muchos gobiernos aprueben duras reformas y recortes que afectan al bolsillo de los ciudadanos. Francia aún no ha ratificado el tratado y será el próximo martes cuando los diputados empiecen a debatir el documento con el objetivo de aprobarlo en las próximas semanas.
"Todos juntos, podemos"
Para Viviene, "si España, Portugal, Italia, Grecia y Francia se unen las cosas cambiarán y se parará esta nueva moda de imponer reformas rigurosas a la población. Todos juntos, podemos, aunque eso llevará mucho tiempo".Los organizadores están satisfechos, pues entre 50.000 y 80.000 personas han participado a la llamada, según sus cifras. De hecho, estaba previsto que la comitiva saliera a las 13.30 horas y a las 15.00 horas todavía había gente en el punto de partida. "Esto es una muestra física de que esa política es peligrosa para todos los pueblos de Europa. Si los partidos políticos no tienen en cuenta esto es que la democracia está enferma", dijo Mélenchon.
La protesta se produce dos días después de que el Gobierno de Jean-Marc Ayrault presentara sus presupuestos para 2013. Las cuentas prevén recortes por 10.000 millones de euros y subidas de impuestos por 20.000 millones que, insiste el Gobierno, sólo llegarán a uno de cada diez hogares, a las más ricos.
Próximas protestas
Los ecologistas, representados en el Ejecutivo por la ministra de Vivienda, Cecile Duflot, se cuidaron esta mañana de sacar la pancarta, aunque sí han advertido que votarán en contra de la ratificación del pacto fiscal en la Asamblea francesa."Este tratado impone a Europa la sumisión a las finanzas", dice la izquierda sublevada en su manifiesto. "En el nombre del rigor, los servicios públicos, las políticas de solidaridad y de medio ambiente y la protección social se suprimirán", critican.
Los descontentos calientan motores de cara a la cita del nueve de octubre en la calle. La huelga ha sido convocada por los sindicatos para protestar por la mala situación económica que atraviesa el país, donde el paro ya alcanza el 10% y donde en los últimos meses varias empresas (entre ellas Peugeot, Sanofi o SFR) han anunciado ya planes de recortes de plantilla y despidos.
'Si España, Portugal, Italia y Francia se unen, cambiaremos las cosas' | Mundo | elmundo.es
Carta abierta a las corporaciones empresarias >>
el dispreciau dice: el mundo humano, el verdadero mundo humano, el de los desconocidos, el de los anónimos que agachan el lomo y la yugan, el de los que no aparecen en diario alguno y el de los que no tienen lugar en ninguna televisora de las que abundan por estos tiempos (vendedoras de ilusiones y esperanzas mentirosas, que ocupan interminables horas de vacíos insoportables), han decidido unirse en el sentimiento de la "indignación" ciudadana hacia una clase política que ha caducado, cumplido su fecha de vencimiento, acompañando a un vacío empresario que ha alcanzado su punto de saturación al excluir, ningunear, para luego no cumplir ninguna función social, y sólo dedicarse a depredar voluntarismos. En dicho paisaje, el peor de los enemigos del mundo humano está representado por un Fondo Monetario Internacional protector de ladrones de esfuerzos ajenos (se les llama banqueros y economistas), un grupo de asaltantes de los prójimos que durante los últimos cien años han hecho de este mundo un desquicio... los economistas son en verdad una pseudo profesión que poco y nada sabe de matemáticas, pero sí conoce mucho de cómo tomar ventaja de las debilidades de los otros, de los que se rompen el traste trabajando por sus vidas y sus tiempos. Este mundo humano se ha llenado de raros supervisores que le dicen a Usted si lo que hace está bien o no, según los intereses de aquellos banqueros y sus socios los economistas... pero sucede que Usted nada tiene que ver con los fines y objetivos de dichas personas, que poco tienen de personas y mucho menos de sentidos sociales o si Usted quiere, de "don de gentes"... El mundo humano quebró... es un hecho... y todo se lo debemos a la Europa Medieval y mentirosa, esa que no ha aprendido lección alguna e insiste en el modelo vigente allá por el año 1930... desde luego, lo reitero, dado que Gran Bretaña, Alemania y Francia suelen negar lo evidente... el mundo paga el precio de sus desprecios políticos globales, y vaya que lo hace (pagar los precios de las locuras de los otros)... y el drama se torna inevitable e impredecible. Nadie sabe cómo seguirá esta película, porque las clases políticas de este mundo de civilizaciones quebradas no sabe qué hacer y tampoco se les cae una idea, sencillamente porque están atrapados por sus mentores, los banqueros quebrados y los falsos economistas... nada distinto a lo que oportunamente cursó el imperio romano. Una vez más, sin lecciones aprendidas, pesan las negligencias, y todas sus inconsistencias... y está bien que nos miren mal... porque esto no da para más, y no hay motivo alguno que justifique que Usted o yo debamos revolver las basuras de los otros, al sólo efecto de salvar las conveniencias de unos pocos banqueros oportunistas que hicieron de este mundo algo invivible. A fines de septiembre de 2012, el modelo económico de la perversidad ha llegado a su fin... y como tal, no hay más nada para agregar... Septiembre 30, 2012.-
Carta abierta a la zozobra argentina >>
ARGENTINA está acostumbrada a que su clase política se rasgue las vestiduras para luego disfrazarse de mentiras con máscaras sonrientes... el proceso militar dejó huellas lamentables en la sociedad argentina, con heridas que no curarán jamás... pero la democracia que cursa está fabricando un enfrentamiento inadmisible e insoportable. La soberbia ha copado los estamentos políticos oficialistas y opositores, que parecen transitar un mundo distinto al del resto de los mortales, colocando en prioridad la mentira y niguneando a la sociedad argentina toda. La guerra entre el estado y la sociedad argentina no conducirá a parte alguna... y sus resultados serán tan nefastos como lo han sido siempre, ya que no se puede gobernar a contramano de la historia y mucho menos de las sensibilidades sociales, cada vez más exacerbadas. Me pregunto dónde conduce el conflicto por los medios... me pregunto dónde va la Argentina esgrimiendo argumentos que sólo cultivan tragedias a escalas... el periodismo argentino se ha ido al descenso, pero no a la B, sino mucho más lejos, a la D del desastre de la manipulación de las opiniones y las respectivas informaciones. Desde luego, esta visión personal no es del interés de nadie, pero indudablemente no le sirve a la Argentina como nicho social... tanto los mecanismos escritos (periodismo gráfico) como el televisivo se han transformado en una especie de reality insoportable que no aporta valor y además resta voluntad social... no obstante ello, no es tarea del estado ausente desplegar un conflicto que resta y divide pero no suma ni tampoco multiplica. Está claro que el mundo humano ya no tiene brújula y por ende, cualquier cosa es posible... sin embargo, llevar a las sociedades humanas a un modelo como el que propone Chávez en Venezuela o Rajoy en España, sólo augura males mayores de toda índole. Si lo que se busca es un quiebre social y un enfrentamiento entre ideologías... se equivocan los unos y también los otros... de una vez por todas deben entender que ya no queda espacio para más aventuras... o los estados ausentes se ocupan de las prioridades sociales o simplemente ya no tienen razón de ser. Una democracia mentida donde el estado ausente saquea las voluntades de los projimos, no sirve para nada... una democracia mentida donde el estado ausente roba los esfuerzos de los pobres (incluyendo en ello la clase media), tampoco sirve para nada... y esto se extiende a repúblicas y reinos devenidos en otras tantas mentiras paralelas. Los estados ausentes no representan a nadie, aún cuando las miserias humanas habiliten a creérselo. Septiembre 30, 2012.-
Ah!... aviso que soy más pobre que un ratón de albañal... no tengo casa, no tengo auto, y lo único que llevo puesto es mi dignidad.