ESPAÑA | Tramas en centros del Patronato de Protección a la Mujer
'Presionaban a las embarazadas para que diesen al bebé; o se lo quitaban'
Imágen de Peñagrande en 1959, publicada en la web de antiguas internas.
- A la maternidad de Peñagrande llegaban menores embarazadas de toda España
- En mucho casos, sus padres querían ocultar la gestación de sus hijas 'díscolas'
- El Doctor Vela tenía contacto directo con estos centros, donde daba clase
- 'Se llevaban al bebé y muchas veces no volvían. Nos decían que había muerto'
"Velar por todas aquellas mujeres que, caídas, desean recuperar su dignidad". El eufemismo del régimen franquista para definir la función del Patronato de Protección a la Mujer ocultaba auténticos reformatorios en los que las jóvenes que no se adaptaban a la moral de la época sufrían las consecuencias de su 'rebeldía'. Y allí, según los testimonios de las afectadas, surgieron buena parte de las tramas de niños robados que funcionaron en España desde 1940. A saber: menores embarazadas eran 'encerradas' para ocultar su gestación o para que las monjas 'cuidasen' de ellas. Muchos de los bebés eran después dados en adopción con el consentimiento de las madres. O sin él.
Consuelo García vivió en primera persona ese drama. Estuvo interna en el centro madrileño de Padre Damián, gestionado por monjas adoratrices, donde su vida se cruzó con la del Doctor Vela, uno de los nombres que más se repite en las tramas de tráfico de niños. El ginecólogo, que ejercía entonces en la clínica San Ramón -hasta que, en 1981, un reportaje de Interviú mostró cadáveres de bebés congelados en sus sótanos- daba clases de auxiliar de clínica a las internas, que después hacían las prácticas con él.
El nombre del ginecólogo aparece en muchas de las denuncias de madres que sospechan que les quitaron a sus hijos dándolos por muertos al nacer. [Lea al caso de David Rodríguez] Trabajaba directamente con Sor María, asistente social en Santa Cristina y única imputada hasta ahora por las tramas. Y tenía vía directa con los centros a los que llegaban las menores 'díscolas' y embarazadas. "Era considerado una eminencia. Todos le trataban con un respeto tremendo", recuerda Consuelo.
El Patronato de Protección a la Mujer, presidido por Carmen Polo, dependía del Ministerio de Justicia y comenzó a operar de forma activa en 1952. Controlaba decenas de centros por toda España, gestionados por órdenes religiosas. "Allí nos llevaban a mujeres de bajo nivel, a jóvenes que consideraban rebeldes, a niñas mal de familias bien...", cuenta esta mujer que, marcada por su experiencia, ha investigado a fondo lo que ocurría en los centros.
"El Patronato tenía una especie de policía femenina, señoras adscritas al Régimen que identificaban a las menores en conducta dudosa para que fuesen internadas. También los padres podían acudir a él si no les gustaba el comportamiento de sus hijas", cuenta Consuelo. ¿Los 'delitos'? "Tener conciencia política, besar a un chico en la calle o que le gustase bailar y salir...". El centro asumía la patria potestad de las menores, a las que podía mantener hasta los 25 años, aunque la mayoría de edad se alcanzaba entonces a los 21. "Antes de llevarnos al centro, nos hacían un reconocimiento médico que terminaba con un 'completa', si eras virgen, o 'incompleta', si no", añade. Y es que uno de los traumas para la moral de la época era quedarse embarazada siendo soltera.
Ya interna, la apartaron de las chicas más jóvenes para que no les 'contagiase' sus ideas comunistas. "Fue terrible, era un lavado de cerebro constante con la religión. Te obligaban a despertarte de madrugada para rezar, a trabajar sin cobrar... Pero, sin duda, en el centro de Peñagrande estaban mucho peor. Era el único para menores embarazadas y llegaban niñas de toda España, muy vulnerables. A algunas las habían enviado sus padres para disimular la gestación y dar luego al niño en adopción ; a otras, las habían detenido los de Patronato o habían terminado allí después de pedir ayuda a una asistente social", cuenta. Y reconoce que lo del robo de niños se asumía como normal. "Recuerdo que un día llegaron a mi centro dos niñas de Peñagrande que acababan de dar a luz. Tenían el pecho vendado y lloraban porque decían que les habían quitado al hijo. ¡Y ni siquiera nos escandalizaba!".
Consuelo cuenta que había muchas menores embarazadas, pero también mucha demanda de niños. "Nada fue casual, estaba todo institucionalizado. [ASÍ FUNCIONABAN LAS TRAMAS] Yo he recopilado documentos en los que religiosos se dirigen al centro diciendo que tienen una familia católica buenísima que quiere un niño y que le den uno para saltarse la lista de adopciones. Todo lo arreglaban entre ellos".
Las formas de coacción a las menores eran múltiples. "Desde que llegaban al centro, las monjas las machacaban para que diesen a sus hijos a una familia 'mejor' que ellas. Y muchas veces eran sus padres los que decidían la adopción por encima de su voluntad". Otras, directamente se los quitaban. No era el único centro en Madrid en el que se ejecutaban estas prácticas. Las investigaciones desvelan la existencia de dos chalets en la sierra, en los que también se habría impulsado el tráfico de niños.
La maternidad de Peñagrande, hoy reconvertido en instituto, funcionó hasta 1983. Hoy muchas de esas madres se están uniendo a través de Internet para reivindicar sus historias.
Loli es una de ellas. Estuvo en Peñagrande en 1982 y cuenta que durante su ingreso "al menos dos chicas se quitaron la vida". Describe el caso de una de ellas, que se habría precipitado por el hueco de la escalera: "Se decía que había dado a luz el día antes y le habían quitado el niño. Y cuando supo que sus padres venían para llevársela a casa, no pudo más". Recuerda además visitas de matrimonios a la guardería del centro: "Se ponían todas las cunitas en fila y los veían a todos. Al cabo de unos días, faltaba un niño y, claro, su madre también. Todas sabíamos que iban a escoger al niño que se iban a llevar, como si se tratara de un mercado".
Carmen estuvo interna en 1981. Y no ha olvidado el botiquín, donde llevaban a los bebés enfermos. "Algunos nunca volvían a bajar. Recuerdo que a las madres les decían que habían muerto, pero se rumoreaba que se los llevaban familias en adopción. Yo no dejaba a mi hija sola ni un minuto, tenía pánico a que se pusiera malita y perderla".
Gracias a las redes sociales, muchas de esas madres han celebrado un reencuentro para apoyarse. "Estaban robando a sus hijos y nadie hacía nada. Es hora de que todo salga a la luz", sentencia Consuelo García.
"Un día llegaron a mi centro dos niñas de Peñagrande que acababan de dar a luz. Tenían el pecho vendado y lloraban porque les habían quitado al hijo"
El nombre del ginecólogo aparece en muchas de las denuncias de madres que sospechan que les quitaron a sus hijos dándolos por muertos al nacer. [Lea al caso de David Rodríguez] Trabajaba directamente con Sor María, asistente social en Santa Cristina y única imputada hasta ahora por las tramas. Y tenía vía directa con los centros a los que llegaban las menores 'díscolas' y embarazadas. "Era considerado una eminencia. Todos le trataban con un respeto tremendo", recuerda Consuelo.
El Patronato de Protección a la Mujer, presidido por Carmen Polo, dependía del Ministerio de Justicia y comenzó a operar de forma activa en 1952. Controlaba decenas de centros por toda España, gestionados por órdenes religiosas. "Allí nos llevaban a mujeres de bajo nivel, a jóvenes que consideraban rebeldes, a niñas mal de familias bien...", cuenta esta mujer que, marcada por su experiencia, ha investigado a fondo lo que ocurría en los centros.
"Había matrimonios que iban de visita a la guardería del centro. Se ponían las cunas en fila y los veían a todos. Al cabo de unos días, faltaba un niño"
Menores embarazadas a merced de religiosas
A Consuelo García la detuvieron el día de la ejecución de Puig Antich, una de las últimas penas de muerte del Franquismo. "Se celebraron manifestaciones en Barcelona y yo participé. Me detuvieron y una semana después, llegó mi madre con mi médico a casa, me puso una inyección y me desperté en Madrid", cuenta. Consuelo define a sus padres como "una familia bien que no aceptaba su conciencia política. Me consideraban una rebelde y no era fácil vivir con ellos". Era 1974. Tenía 15 años. Parte de la maternida de Peñagrande que quedó abandonada.
Ya interna, la apartaron de las chicas más jóvenes para que no les 'contagiase' sus ideas comunistas. "Fue terrible, era un lavado de cerebro constante con la religión. Te obligaban a despertarte de madrugada para rezar, a trabajar sin cobrar... Pero, sin duda, en el centro de Peñagrande estaban mucho peor. Era el único para menores embarazadas y llegaban niñas de toda España, muy vulnerables. A algunas las habían enviado sus padres para disimular la gestación y dar luego al niño en adopción ; a otras, las habían detenido los de Patronato o habían terminado allí después de pedir ayuda a una asistente social", cuenta. Y reconoce que lo del robo de niños se asumía como normal. "Recuerdo que un día llegaron a mi centro dos niñas de Peñagrande que acababan de dar a luz. Tenían el pecho vendado y lloraban porque decían que les habían quitado al hijo. ¡Y ni siquiera nos escandalizaba!".
Consuelo cuenta que había muchas menores embarazadas, pero también mucha demanda de niños. "Nada fue casual, estaba todo institucionalizado. [ASÍ FUNCIONABAN LAS TRAMAS] Yo he recopilado documentos en los que religiosos se dirigen al centro diciendo que tienen una familia católica buenísima que quiere un niño y que le den uno para saltarse la lista de adopciones. Todo lo arreglaban entre ellos".
Las formas de coacción a las menores eran múltiples. "Desde que llegaban al centro, las monjas las machacaban para que diesen a sus hijos a una familia 'mejor' que ellas. Y muchas veces eran sus padres los que decidían la adopción por encima de su voluntad". Otras, directamente se los quitaban. No era el único centro en Madrid en el que se ejecutaban estas prácticas. Las investigaciones desvelan la existencia de dos chalets en la sierra, en los que también se habría impulsado el tráfico de niños.
Testimonios de Peñagrande
"Desde que llegaban al centro, las monjas machacaban a las chicas para que diesen a sus hijos a una familia 'mejor' que ellas".
Loli es una de ellas. Estuvo en Peñagrande en 1982 y cuenta que durante su ingreso "al menos dos chicas se quitaron la vida". Describe el caso de una de ellas, que se habría precipitado por el hueco de la escalera: "Se decía que había dado a luz el día antes y le habían quitado el niño. Y cuando supo que sus padres venían para llevársela a casa, no pudo más". Recuerda además visitas de matrimonios a la guardería del centro: "Se ponían todas las cunitas en fila y los veían a todos. Al cabo de unos días, faltaba un niño y, claro, su madre también. Todas sabíamos que iban a escoger al niño que se iban a llevar, como si se tratara de un mercado".
Carmen estuvo interna en 1981. Y no ha olvidado el botiquín, donde llevaban a los bebés enfermos. "Algunos nunca volvían a bajar. Recuerdo que a las madres les decían que habían muerto, pero se rumoreaba que se los llevaban familias en adopción. Yo no dejaba a mi hija sola ni un minuto, tenía pánico a que se pusiera malita y perderla".
Gracias a las redes sociales, muchas de esas madres han celebrado un reencuentro para apoyarse. "Estaban robando a sus hijos y nadie hacía nada. Es hora de que todo salga a la luz", sentencia Consuelo García.
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