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España, cobaya de las medidas de ajuste
El FMI se fija en la economía española como laboratorio de la política de austeridad
“Somos la estrella invitada y eso no es bueno”, asegura un inversor afincado en EE UU
En el moderno edificio donde el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebra sus reuniones, en la avenida de Pensilvania de Washington con la calle 19, un asunto se ha colado inesperadamente en la agenda de su asamblea de primavera. En la última semana, no había conferencia, rueda de prensa, corrillo o seminario que no arrancara casi inevitablemente con una pregunta sobre España. ¿Será el próximo país en solicitar un rescate financiero?; ¿la duda no es si pasará, sino cuándo?; ¿puede haber una intervención parcial del país?
Lo cierto es que la situación española se ha convertido en un banco de pruebas sobre las consecuencias de la austeridad y el ritmo al que habría que aplicar los ajustes. “La cuestión relevante no es si debería haber consolidación fiscal o no. Debería. La cuestión es a qué velocidad”, defendía el economista jefe del Fondo, Olivier Blanchard, durante la presentación de las Perspectivas Económicas Mundiales.
El mercado ha vuelto su mirada a la interacción entre austeridad y crecimiento y discute si acierta Europa con su apuesta por los ajustes frente a las recetas que aplica EE UU o las que recomienda el propio FMI. “Sin darse cuenta, España se ha convertido en un test para la cuestión fundamental que afronta Europa”, subraya Phil Suttle, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales bancos privados del mundo y que se reúne de forma paralela a cada asamblea del FMI.
Un test que suscita dudas sobre su final. “Desde hace semanas todo el mundo me pregunta por España, quieren saber cómo de grave es la situación, qué está haciendo de verdad el Gobierno, si habrá intervención. Esa tónica se ha mantenido en la asamblea. Incluso miembros de Gobiernos de fuera de Europa buscan respuestas”, asegura un inversor afincado en EE UU. “Somos la estrella invitada y eso no es bueno”.
Las medidas aprobadas por el Gobierno no han logrado reducir la presión de los mercados sobre la deuda española. Ni la subida de impuestos, ni la reforma laboral que provocó una huelga general ni los 27.000 millones recortados en los Presupuestos ni las últimas reducciones de prestaciones en sanidad y educación parecen calmar la voracidad de los inversores. “Al Gobierno le ha fallado claramente la comunicación”, admitía un responsable del FMI. Pero también algo más. Lo dijo el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, hace unas semanas y lo ha dicho el FMI en esta asamblea. “El Gobierno ha establecido unos planes muy fuertes y la clave es la implementación. Por ejemplo, el sector financiero necesita aumentar sus niveles de capital y liquidez. Hay buenos planes al respecto, pero tienen que ser aplicados”, apuntaba el número dos del departamento de análisis del FMI, Jörg Decressin.
La desviación del objetivo de déficit de 2011 al 8,5% del PIB, desde el 6% inicial, ha tenido un fuerte impacto en el exterior. Aunque dentro de España se acepta una cierta limpieza de cajones con cada cambio de Gobierno, esa es una dinámica que no se alcanza a entender fuera, de ahí que las miradas se hayan puesto en el control del déficit por parte de las comunidades autónomas y una mayor transparencia de sus cuentas. Hay que evitar a toda costa, dicen los analistas, una repetición de lo que sucedió el año pasado.
“Aunque, sin duda, lo más importante es detallar un plan a medio plazo, con objetivos de realistas y medidas concretas que reduzcan la presión sobre las reformas a corto plazo. Es lo que hizo el Reino Unido y lo que debería hacer el Gobierno español. Su ultima oportunidad es el Programa de Estabilidad, que tiene que presentar en los próximos dias”, asegura un experto del sector financiero. Si falla con eso, el impacto puede ser letal.
Esa ausencia de planes concretos para 2013 explica que el FMI apenas augure un descenso de tres décimas en el déficit público de 2013 (del 6% al 5,7%). Pero los expertos del organismo tampoco tuvieron en cuenta el impacto de los Presupuestos de 2012 sobre el déficit de este año, lo que les obligará a revisar sus estimaciones.
Existe la sensación en la comunidad financiera de que el Gobierno español se relaja en la aplicación de reformas cuando desaparece la presión de los mercados. “Sin las subastas de liquidez del BCE de diciembre y febrero, el Gobierno no habría podido permitirse esperar a marzo para presentar sus Presupuestos”, asegura un responsable de un fondo de inversión. “Ahora el BCE está dispuesto a hacer sufrir a España para que aplique las reformas”.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, mantendrá este lunes reuniones con inversores en Nueva York para venderles las bondades de los planes del Gobierno. Pero, a la vista de cómo ha ido la asamblea, el mensaje que recibirá parece claro: ver para creer.
[2]
Si hay una palabra prohibida, esa es suicidio. Mucho más para las sociedades —como la italiana, como la española— que desde siglos han vivido a la sombra ética y estética de la religión. A pesar de que a los suicidas siempre se les negó un lugar en el cielo, en el camposanto y en los periódicos, los italianos se están quitando la vida por motivos económicos. A un ritmo de dos al día. Un pequeño empresario y un trabajador se sienten empujados diariamente a las vías del tren o a la horca por la desesperación que les provoca la crisis. No se llega todavía al récord espantoso de los griegos —1.725 suicidios en los dos últimos años—, pero la progresión es tan alarmante que hasta el primer ministro Mario Monti, tan católico, nombró al diablo por su nombre. “Todos los días luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios”, dijo. No hablaba, por una vez, de la dichosa prima de riesgo o del déficit de las cuentas públicas. Hablaba por fin del coste humano. De Vicenzo, de 28 años, o de Roberto, de 62, que se ahorcaron agobiados por las deudas. O de Mario, de 59, que huyó de la crisis pegándose un tiro en el pecho.
La situación es tan dramática que, la noche del pasado miércoles, pequeños empresarios y trabajadores acudieron con velas al Panteón para exigir en silencio: “No más suicidios”. Unas horas antes, el propio Monti había admitido públicamente que la crisis está imponiendo “un precio altísimo a las familias, a los jóvenes, a los trabajadores… A veces con experiencias que se cierran en la desesperación”. En los últimos meses, raro es el día que los periódicos italianos no traen la noticia de un pequeño empresario que se arroja a las vías del tren, de un trabajador autónomo o de un desempleado que se ahorcan agobiados por las deudas y la falta de salida. Según Giuseppe Bortolussi, secretario general de Cgia di Mestre, una asociación de artesanos y pequeñas empresas, “para muchos de los que optan por quitarse la vida, el suicidio es un gesto de rebelión contra un sistema sordo e insensible que no acierta a entender la gravedad de la situación. Es un verdadero grito de alarma lanzado por quien ya no puede más”.
Hay un dato que a Bortolussi se le antoja dramáticamente representativo. De los 23 suicidios de pequeños empresarios registrados desde principios de 2012, el 40% pertenece al Veneto, la región del noreste de Italia que siempre ha sido un motor de desarrollo económico basado en la pequeña y mediana empresa. Los llamados “suicidios económicos” están provocados por un cóctel fatal formado por los rezagos de la vieja Italia y la nueva crisis global. “La lentitud de la burocracia, la dificultad para tratar con bancos y administraciones”, según se puso de manifiesto a la vera del Panteón, “se unen ahora a empresas endeudadas, pagos que se retrasan y jamás llegan… El pequeño empresario se ve abocado a despedir a personas con las que ha trabajado toda la vida, a verdaderos amigos, incluso a familiares… Intenta aguantar hasta que un día ya no puede resistirlo y…” Todo parece indicar que la situación seguirá agravándose. De ahí que al menos cinco asociaciones —desde Cáritas a organizaciones empresariales— ya hayan puesto en marcha servicios de ayuda psicológica a emprendedores y trabajadores en apuros. La más representativa, la que solo con el título lo dice todo, se creó el pasado lunes en Vigonza, en la provincia de Padua, a 25 kilómetros al oeste de Venecia. Su nombre: “Asociación de familiares de empresarios suicidados”.
El horizonte es muy oscuro. Sobre la mesa se van agolpando informes, el uno más pesimista que el otro. En los últimos tres meses, 146.000 empresas italianas echaron el cierre. Y el temporal no ha pasado. Según la asociación de comerciantes, 2012 será el peor año de la crisis y, según el Gobierno, hasta 2013 no se quebrará la tendencia. Desde el punto de vista del consumo, no se estaba tan mal desde los años de la posguerra. La mitad de las familias, dicho por el propio Monti, tienen problemas para salir adelante. Si en junio de 2011, el 28% de los italianos aún conseguía ahorrar algo al mes, ahora solo es un 9%. El 87% ya ha recortado en la cesta del supermercado y ya hay más de un millón y medio de familia abocadas a la caridad.
No sería extraño, por tanto, que los datos de suicidios que arroja el último estudio de Eures —el portal europeo de la movilidad profesional— se llegaran a agravar: durante 2010 se suicidaron 362 desempleados y 336 empresarios o autónomos. Y eso que, entonces, ni la economía estaba tan mal ni existía todavía en Italia una nueva clase de desheredados, esos que aquí llaman esodati.
Vincenzo Sgroi es uno de ellos. Su caso ilustra muy bien la angustia de muchas familias. Es uno de los 500 prejubilados de La Posta, el servicio de correos que también actúa como caja de ahorros. Aceptó renunciar a la indemnización de 70.000 euros que le ayudaría a llegar hasta la jubilación a cambio de que uno de sus hijos tuviera la oportunidad de colocarse, fijo, en la empresa pública. Un sistema muy discutido por los sindicatos, que lo consideran medieval. En tanto, fueron llegando la crisis primero y el Gobierno de Monti después. Vincenzo se encontró con que el puesto fijo de su hijo es solo a tiempo parcial —15 días trabajando y 15 en casa— y que el sueldo no llega a los 700 euros. Pero lo más grave es que la reforma de las pensiones puesta en marcha por el nuevo Gobierno le ha alejado el horizonte de la jubilación. Cuando aceptó la prejubilación, solo le quedaba un año para jubilarse; ahora le quedan cuatro… Toda la impotencia se refleja en su rostro, en su pregunta: “¡¿Qué hago yo ahora?!”
Él y otros 65.000 prejubilados —350.000 según los sindicatos— creían que habían llegado por fin a la orilla de la tranquilidad y ahora se encuentran a tres o cuatro años de la costa, en aguas más frías y más profundas que nunca, sin fuerzas para aprender a nadar, con la vida arruinada. Todo el sufrimiento que se reúne en las ojeras de Vincenzo, toda la sensación de haber sido estafado, se convierte en un factor de riesgo. Es el grito de Italia contra la crisis. Un grito dramático. El disparo de una escopeta puesta del revés. El silbido de un tren que se acerca en medio de la noche…
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/21/actualidad/1335028608_277635.html
[3]
La semana pasada, The New York Times informaba de un fenómeno que parece extenderse cada vez más en Europa: los suicidios “por la crisis económica” de gente que se quita la vida desesperada por el desempleo y las quiebras de las empresas. Era una historia desgarradora, pero estoy seguro de que yo no era el único lector, especialmente entre los economistas, que se preguntaba si la historia principal no será tanto la de las personas como la de la aparente determinación de los líderes europeos de cometer un suicidio económico para el continente en su conjunto.
Hace solo unos meses albergaba algo de esperanza respecto a Europa. Es posible que recuerden que a finales del pasado otoño Europa parecía estar al borde de la crisis financiera, pero el Banco Central Europeo, homólogo europeo de la Reserva Federal estadounidense, acudió al rescate. Ofreció a los bancos europeos unas líneas de crédito indefinidas siempre que presentaran bonos de los Gobiernos europeos como garantía, lo que ayudó directamente a los bancos e indirectamente a los Gobiernos, y puso fin al pánico.
La cuestión por aquel entonces era saber si esta acción valiente y eficaz sería el inicio de un replanteamiento más amplio, y si los líderes europeos usarían el oxígeno que el banco había insuflado para reconsiderar las políticas que llevaron las cosas a un punto crítico en primer lugar.
Pero no lo hicieron. En vez de eso, persistieron en sus políticas y en sus ideas que no dieron resultados. Y cada vez resulta más difícil creer que algo les hará rectificar el rumbo.
Piensen en la situación en España, que actualmente es el epicentro de la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; España se encuentra en una depresión en toda regla, con una tasa de desempleo total del 23,6%, comparable a la de EE UU en el peor momento de la Gran Depresión, y con una tasa de paro juvenil de más del 50%. Esto no puede seguir así, y el hecho de haber caído en la cuenta de ello es lo que está incrementando cada vez más los costes de financiación españoles.
En cierta forma, no importa realmente cómo ha llegado España a este punto, pero por si sirve de algo, la historia española no se parece en nada a las historias moralistas tan populares entre las autoridades europeas, especialmente en Alemania. España no era derrochadora desde un punto de vista fiscal; en los albores de la crisis tenía una deuda baja y superávit presupuestario. Desgraciadamente, también tenía una enorme burbuja inmobiliaria, que fue posible en gran medida gracias a los grandes préstamos de los bancos alemanes a sus homólogos españoles. Cuando la burbuja estalló, la economía española fue abandonada a su suerte. Los problemas fiscales españoles son una consecuencia de su depresión, no su causa.
Sin embargo, la receta que procede de Berlín y de Fráncfort es, lo han adivinado, una austeridad fiscal aún mayor.
Esto es, hablando sin rodeos, descabellado. Europa ha tenido varios años de experiencia con programas de austeridad rigurosos, y los resultados son exactamente lo que los estudiantes de historia les dirían que pasaría: semejantes programas sumen a las economías deprimidas en una depresión aún más profunda. Y como los inversores miran el estado de la economía de un país a la hora de valorar su capacidad de pagar la deuda, los programas de austeridad ni siquiera han funcionado como forma de reducir los costes de financiación.
¿Cuál es la alternativa? Bien, en la década de 1930 —una época cuyos detalles la Europa moderna está empezando a reproducir de forma cada vez más fiel— el requisito fundamental para la recuperación fue una salida del patrón oro. La medida equivalente ahora sería una salida del euro, y el restablecimiento de las monedas nacionales. Pueden decir que esto es inconcebible, y que sin duda alguna sería enormemente perjudicial tanto económica como políticamente. Pero lo que es realmente inconcebible es mantener el rumbo actual e imponer una austeridad cada vez más rigurosa a países que ya están sufriendo un desempleo de la época de la Depresión.
Por eso, si los líderes europeos quisieran realmente salvar al euro estarían buscando un rumbo alternativo. Y la forma de dicha alternativa es en realidad bastante clara. Europa necesita más políticas monetarias expansionistas, en forma de buena disposición —una buena disposición anunciada— por parte del Banco Central Europeo para aceptar una inflación algo más elevada; necesita más políticas fiscales expansionistas, en forma de presupuestos en Alemania que contrarresten la austeridad en España y en otros países en apuros de la periferia europea, en vez de reforzarla. Incluso con esas políticas, los países periféricos se enfrentarían a años de tiempos difíciles, pero al menos existiría alguna esperanza de recuperación.
Sin embargo, lo que estamos viendo en realidad es una falta de flexibilidad absoluta. En marzo, los líderes europeos firmaron un pacto fiscal que establece de hecho la austeridad fiscal como respuesta ante todos y cada uno de los problemas. Mientras tanto, los principales directivos del banco central insisten en recalcar la voluntad del banco de aumentar los tipos a la más mínima señal de una inflación más elevada.
Por eso resulta difícil evitar una sensación de desesperación. En vez de admitir que han estado equivocados, los líderes europeos parecen decididos a tirar su economía —y su sociedad— por un precipicio. Y el mundo entero pagará por ello.
Lo cierto es que la situación española se ha convertido en un banco de pruebas sobre las consecuencias de la austeridad y el ritmo al que habría que aplicar los ajustes. “La cuestión relevante no es si debería haber consolidación fiscal o no. Debería. La cuestión es a qué velocidad”, defendía el economista jefe del Fondo, Olivier Blanchard, durante la presentación de las Perspectivas Económicas Mundiales.
¿Será el próximo país en solicitar un rescate financiero?; ¿la duda no es si pasará, sino cuándo?; ¿puede haber una intervención parcial del país?
El mercado ha vuelto su mirada a la interacción entre austeridad y crecimiento y discute si acierta Europa con su apuesta por los ajustes frente a las recetas que aplica EE UU o las que recomienda el propio FMI. “Sin darse cuenta, España se ha convertido en un test para la cuestión fundamental que afronta Europa”, subraya Phil Suttle, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales bancos privados del mundo y que se reúne de forma paralela a cada asamblea del FMI.
Un test que suscita dudas sobre su final. “Desde hace semanas todo el mundo me pregunta por España, quieren saber cómo de grave es la situación, qué está haciendo de verdad el Gobierno, si habrá intervención. Esa tónica se ha mantenido en la asamblea. Incluso miembros de Gobiernos de fuera de Europa buscan respuestas”, asegura un inversor afincado en EE UU. “Somos la estrella invitada y eso no es bueno”.
Las medidas aprobadas por el Gobierno no han logrado reducir la presión de los mercados sobre la deuda española. Ni la subida de impuestos, ni la reforma laboral que provocó una huelga general ni los 27.000 millones recortados en los Presupuestos ni las últimas reducciones de prestaciones en sanidad y educación parecen calmar la voracidad de los inversores. “Al Gobierno le ha fallado claramente la comunicación”, admitía un responsable del FMI. Pero también algo más. Lo dijo el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, hace unas semanas y lo ha dicho el FMI en esta asamblea. “El Gobierno ha establecido unos planes muy fuertes y la clave es la implementación. Por ejemplo, el sector financiero necesita aumentar sus niveles de capital y liquidez. Hay buenos planes al respecto, pero tienen que ser aplicados”, apuntaba el número dos del departamento de análisis del FMI, Jörg Decressin.
La desviación del objetivo de déficit de 2011 al 8,5% del PIB, desde el 6% inicial, ha tenido un fuerte impacto en el exterior. Aunque dentro de España se acepta una cierta limpieza de cajones con cada cambio de Gobierno, esa es una dinámica que no se alcanza a entender fuera, de ahí que las miradas se hayan puesto en el control del déficit por parte de las comunidades autónomas y una mayor transparencia de sus cuentas. Hay que evitar a toda costa, dicen los analistas, una repetición de lo que sucedió el año pasado.
“Aunque, sin duda, lo más importante es detallar un plan a medio plazo, con objetivos de realistas y medidas concretas que reduzcan la presión sobre las reformas a corto plazo. Es lo que hizo el Reino Unido y lo que debería hacer el Gobierno español. Su ultima oportunidad es el Programa de Estabilidad, que tiene que presentar en los próximos dias”, asegura un experto del sector financiero. Si falla con eso, el impacto puede ser letal.
Esa ausencia de planes concretos para 2013 explica que el FMI apenas augure un descenso de tres décimas en el déficit público de 2013 (del 6% al 5,7%). Pero los expertos del organismo tampoco tuvieron en cuenta el impacto de los Presupuestos de 2012 sobre el déficit de este año, lo que les obligará a revisar sus estimaciones.
Existe la sensación en la comunidad financiera de que el Gobierno español se relaja en la aplicación de reformas cuando desaparece la presión de los mercados. “Sin las subastas de liquidez del BCE de diciembre y febrero, el Gobierno no habría podido permitirse esperar a marzo para presentar sus Presupuestos”, asegura un responsable de un fondo de inversión. “Ahora el BCE está dispuesto a hacer sufrir a España para que aplique las reformas”.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, mantendrá este lunes reuniones con inversores en Nueva York para venderles las bondades de los planes del Gobierno. Pero, a la vista de cómo ha ido la asamblea, el mensaje que recibirá parece claro: ver para creer.
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La crisis cercena vidas en Italia
Cada día un pequeño empresario y un trabajador se quitan la vida agobiados por las deudas y la falta de expectativa para superar las dificultades
Si hay una palabra prohibida, esa es suicidio. Mucho más para las sociedades —como la italiana, como la española— que desde siglos han vivido a la sombra ética y estética de la religión. A pesar de que a los suicidas siempre se les negó un lugar en el cielo, en el camposanto y en los periódicos, los italianos se están quitando la vida por motivos económicos. A un ritmo de dos al día. Un pequeño empresario y un trabajador se sienten empujados diariamente a las vías del tren o a la horca por la desesperación que les provoca la crisis. No se llega todavía al récord espantoso de los griegos —1.725 suicidios en los dos últimos años—, pero la progresión es tan alarmante que hasta el primer ministro Mario Monti, tan católico, nombró al diablo por su nombre. “Todos los días luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios”, dijo. No hablaba, por una vez, de la dichosa prima de riesgo o del déficit de las cuentas públicas. Hablaba por fin del coste humano. De Vicenzo, de 28 años, o de Roberto, de 62, que se ahorcaron agobiados por las deudas. O de Mario, de 59, que huyó de la crisis pegándose un tiro en el pecho.
La situación es tan dramática que, la noche del pasado miércoles, pequeños empresarios y trabajadores acudieron con velas al Panteón para exigir en silencio: “No más suicidios”. Unas horas antes, el propio Monti había admitido públicamente que la crisis está imponiendo “un precio altísimo a las familias, a los jóvenes, a los trabajadores… A veces con experiencias que se cierran en la desesperación”. En los últimos meses, raro es el día que los periódicos italianos no traen la noticia de un pequeño empresario que se arroja a las vías del tren, de un trabajador autónomo o de un desempleado que se ahorcan agobiados por las deudas y la falta de salida. Según Giuseppe Bortolussi, secretario general de Cgia di Mestre, una asociación de artesanos y pequeñas empresas, “para muchos de los que optan por quitarse la vida, el suicidio es un gesto de rebelión contra un sistema sordo e insensible que no acierta a entender la gravedad de la situación. Es un verdadero grito de alarma lanzado por quien ya no puede más”.
Hay un dato que a Bortolussi se le antoja dramáticamente representativo. De los 23 suicidios de pequeños empresarios registrados desde principios de 2012, el 40% pertenece al Veneto, la región del noreste de Italia que siempre ha sido un motor de desarrollo económico basado en la pequeña y mediana empresa. Los llamados “suicidios económicos” están provocados por un cóctel fatal formado por los rezagos de la vieja Italia y la nueva crisis global. “La lentitud de la burocracia, la dificultad para tratar con bancos y administraciones”, según se puso de manifiesto a la vera del Panteón, “se unen ahora a empresas endeudadas, pagos que se retrasan y jamás llegan… El pequeño empresario se ve abocado a despedir a personas con las que ha trabajado toda la vida, a verdaderos amigos, incluso a familiares… Intenta aguantar hasta que un día ya no puede resistirlo y…” Todo parece indicar que la situación seguirá agravándose. De ahí que al menos cinco asociaciones —desde Cáritas a organizaciones empresariales— ya hayan puesto en marcha servicios de ayuda psicológica a emprendedores y trabajadores en apuros. La más representativa, la que solo con el título lo dice todo, se creó el pasado lunes en Vigonza, en la provincia de Padua, a 25 kilómetros al oeste de Venecia. Su nombre: “Asociación de familiares de empresarios suicidados”.
El horizonte es muy oscuro. Sobre la mesa se van agolpando informes, el uno más pesimista que el otro. En los últimos tres meses, 146.000 empresas italianas echaron el cierre. Y el temporal no ha pasado. Según la asociación de comerciantes, 2012 será el peor año de la crisis y, según el Gobierno, hasta 2013 no se quebrará la tendencia. Desde el punto de vista del consumo, no se estaba tan mal desde los años de la posguerra. La mitad de las familias, dicho por el propio Monti, tienen problemas para salir adelante. Si en junio de 2011, el 28% de los italianos aún conseguía ahorrar algo al mes, ahora solo es un 9%. El 87% ya ha recortado en la cesta del supermercado y ya hay más de un millón y medio de familia abocadas a la caridad.
No sería extraño, por tanto, que los datos de suicidios que arroja el último estudio de Eures —el portal europeo de la movilidad profesional— se llegaran a agravar: durante 2010 se suicidaron 362 desempleados y 336 empresarios o autónomos. Y eso que, entonces, ni la economía estaba tan mal ni existía todavía en Italia una nueva clase de desheredados, esos que aquí llaman esodati.
Vincenzo Sgroi es uno de ellos. Su caso ilustra muy bien la angustia de muchas familias. Es uno de los 500 prejubilados de La Posta, el servicio de correos que también actúa como caja de ahorros. Aceptó renunciar a la indemnización de 70.000 euros que le ayudaría a llegar hasta la jubilación a cambio de que uno de sus hijos tuviera la oportunidad de colocarse, fijo, en la empresa pública. Un sistema muy discutido por los sindicatos, que lo consideran medieval. En tanto, fueron llegando la crisis primero y el Gobierno de Monti después. Vincenzo se encontró con que el puesto fijo de su hijo es solo a tiempo parcial —15 días trabajando y 15 en casa— y que el sueldo no llega a los 700 euros. Pero lo más grave es que la reforma de las pensiones puesta en marcha por el nuevo Gobierno le ha alejado el horizonte de la jubilación. Cuando aceptó la prejubilación, solo le quedaba un año para jubilarse; ahora le quedan cuatro… Toda la impotencia se refleja en su rostro, en su pregunta: “¡¿Qué hago yo ahora?!”
Él y otros 65.000 prejubilados —350.000 según los sindicatos— creían que habían llegado por fin a la orilla de la tranquilidad y ahora se encuentran a tres o cuatro años de la costa, en aguas más frías y más profundas que nunca, sin fuerzas para aprender a nadar, con la vida arruinada. Todo el sufrimiento que se reúne en las ojeras de Vincenzo, toda la sensación de haber sido estafado, se convierte en un factor de riesgo. Es el grito de Italia contra la crisis. Un grito dramático. El disparo de una escopeta puesta del revés. El silbido de un tren que se acerca en medio de la noche…
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/21/actualidad/1335028608_277635.html
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El suicidio económico de Europa
La austeridad fiscal que promueve Alemania está ahogando a sus socios europeos
La semana pasada, The New York Times informaba de un fenómeno que parece extenderse cada vez más en Europa: los suicidios “por la crisis económica” de gente que se quita la vida desesperada por el desempleo y las quiebras de las empresas. Era una historia desgarradora, pero estoy seguro de que yo no era el único lector, especialmente entre los economistas, que se preguntaba si la historia principal no será tanto la de las personas como la de la aparente determinación de los líderes europeos de cometer un suicidio económico para el continente en su conjunto.
Hace solo unos meses albergaba algo de esperanza respecto a Europa. Es posible que recuerden que a finales del pasado otoño Europa parecía estar al borde de la crisis financiera, pero el Banco Central Europeo, homólogo europeo de la Reserva Federal estadounidense, acudió al rescate. Ofreció a los bancos europeos unas líneas de crédito indefinidas siempre que presentaran bonos de los Gobiernos europeos como garantía, lo que ayudó directamente a los bancos e indirectamente a los Gobiernos, y puso fin al pánico.
La cuestión por aquel entonces era saber si esta acción valiente y eficaz sería el inicio de un replanteamiento más amplio, y si los líderes europeos usarían el oxígeno que el banco había insuflado para reconsiderar las políticas que llevaron las cosas a un punto crítico en primer lugar.
Pero no lo hicieron. En vez de eso, persistieron en sus políticas y en sus ideas que no dieron resultados. Y cada vez resulta más difícil creer que algo les hará rectificar el rumbo.
Piensen en la situación en España, que actualmente es el epicentro de la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; España se encuentra en una depresión en toda regla, con una tasa de desempleo total del 23,6%, comparable a la de EE UU en el peor momento de la Gran Depresión, y con una tasa de paro juvenil de más del 50%. Esto no puede seguir así, y el hecho de haber caído en la cuenta de ello es lo que está incrementando cada vez más los costes de financiación españoles.
En cierta forma, no importa realmente cómo ha llegado España a este punto, pero por si sirve de algo, la historia española no se parece en nada a las historias moralistas tan populares entre las autoridades europeas, especialmente en Alemania. España no era derrochadora desde un punto de vista fiscal; en los albores de la crisis tenía una deuda baja y superávit presupuestario. Desgraciadamente, también tenía una enorme burbuja inmobiliaria, que fue posible en gran medida gracias a los grandes préstamos de los bancos alemanes a sus homólogos españoles. Cuando la burbuja estalló, la economía española fue abandonada a su suerte. Los problemas fiscales españoles son una consecuencia de su depresión, no su causa.
Sin embargo, la receta que procede de Berlín y de Fráncfort es, lo han adivinado, una austeridad fiscal aún mayor.
Esto es, hablando sin rodeos, descabellado. Europa ha tenido varios años de experiencia con programas de austeridad rigurosos, y los resultados son exactamente lo que los estudiantes de historia les dirían que pasaría: semejantes programas sumen a las economías deprimidas en una depresión aún más profunda. Y como los inversores miran el estado de la economía de un país a la hora de valorar su capacidad de pagar la deuda, los programas de austeridad ni siquiera han funcionado como forma de reducir los costes de financiación.
Lo que es realmente inconcebible es mantener el rumbo actual e imponer una austeridad cada vez más rigurosa
¿Cuál es la alternativa? Bien, en la década de 1930 —una época cuyos detalles la Europa moderna está empezando a reproducir de forma cada vez más fiel— el requisito fundamental para la recuperación fue una salida del patrón oro. La medida equivalente ahora sería una salida del euro, y el restablecimiento de las monedas nacionales. Pueden decir que esto es inconcebible, y que sin duda alguna sería enormemente perjudicial tanto económica como políticamente. Pero lo que es realmente inconcebible es mantener el rumbo actual e imponer una austeridad cada vez más rigurosa a países que ya están sufriendo un desempleo de la época de la Depresión.
Por eso, si los líderes europeos quisieran realmente salvar al euro estarían buscando un rumbo alternativo. Y la forma de dicha alternativa es en realidad bastante clara. Europa necesita más políticas monetarias expansionistas, en forma de buena disposición —una buena disposición anunciada— por parte del Banco Central Europeo para aceptar una inflación algo más elevada; necesita más políticas fiscales expansionistas, en forma de presupuestos en Alemania que contrarresten la austeridad en España y en otros países en apuros de la periferia europea, en vez de reforzarla. Incluso con esas políticas, los países periféricos se enfrentarían a años de tiempos difíciles, pero al menos existiría alguna esperanza de recuperación.
Sin embargo, lo que estamos viendo en realidad es una falta de flexibilidad absoluta. En marzo, los líderes europeos firmaron un pacto fiscal que establece de hecho la austeridad fiscal como respuesta ante todos y cada uno de los problemas. Mientras tanto, los principales directivos del banco central insisten en recalcar la voluntad del banco de aumentar los tipos a la más mínima señal de una inflación más elevada.
Por eso resulta difícil evitar una sensación de desesperación. En vez de admitir que han estado equivocados, los líderes europeos parecen decididos a tirar su economía —y su sociedad— por un precipicio. Y el mundo entero pagará por ello.
Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, es catedrático de la Universidad de Princeton.
Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times News Service
el dispreciau dice: DEFINICIONES que propone la hipótesis del TEOREMA de los COBAYOS y los SUICIDIOS >>
1. el FMI es un organismo internacional viciado de nulidad que ha promovido la destrucción de la economía mundial a cambio de salvar a los "amigos"... junto con ello ha demostrado incapacidad para hacer lecturas matemáticas elementales y otras geométricas (teoría de los puntos de equilibrio múltiples) complejas... sus recetas son impecablemente estúpidas y utópicas, y sus funcionarios no son otra cosa que representantes de un modelo perimido por su perversidad, algo que no se puede aplicar ni en esta época, ni tampoco en este mundo.
2. ALEMANIA (mi Alemania) viene errando el camino de manera insistente, empecinada, pretendiendo ver una EUROPA que ya no existe más... que dejó de existir bajo el imperio de las conveniencias de una falsa globalización que indujo a errar los caminos... trasladar la producción al lejano oriente y abandonar los acuerdos con Japón ha dado lugar a una industria mediocre con producciones mediocres... nada distinto a lo cursado por GRAN BRETAÑA en la INDIA... etcéteras, tristes etcéteras que fueron diezmando los puestos de trabajo legítimos...
3. ESPAÑA, al igual que PORTUGAL, al igual que ITALIA, al igual que GRECIA, se han convertido en chivos expiatorios ligeros, asumiendo una triste similitud con lo impuesto a la ARGENTINA por el propio FMI durante la década INFAME de los años noventa... ARGENTINA quedó técnicamente arrasada... y lo propio sucederá con estos nuevos modelos de chivos expiatorios denominados COBAYOS.... Cada país que aplique recetas perimidas y perversas, que no contemplen la variabilidad matemática de las inversas de los factores, terminarán viéndose pulverizados en sus estructuras económicas, sin recursos genuinos, sin recursos humanos, y con una sociedad (ciudadanos) SUICIDADA.
4. Parece mentira que, siendo genios de las matemáticas... en ALEMANIA no se den cuenta que cuando las variables saturan los resultados se invierten... acaso, ¿han tomado en cuenta los factores sociales?... acaso, ¿han tomado en cuenta a las personas y sus necesidades?... acaso, ¿han tomado en cuenta que el mercado mundial se ha consumido?... acaso, ¿han tomado en cuenta que la movilidad social que se fabricó durante los noventa, ha trasladado los problemas al propio seno de una EUROPA que atrasa?... acaso, ¿han tomado en cuenta que tanto INDIA como CHINA no son más que inventos comodaticios de ciertos funcionarios utópicos de corporaciones paradojales en el propio seno de occidente?... acaso, ¿no se han dado cuenta que las impericias políticas se han geometrizado hasta mediocrizar a todo el horizonte político de occidente?... acaso, ¿no se han dado cuenta que las teorías de los mercados virtuales no se corresponden con ninguna realidad?... acaso, ¿no se han dado cuenta que sin necesidad de caminar hacia un abismo, éste se mueve hacia el conjunto social?... acaso, ¿no se han dado cuenta que los daños infrigidos a los mal llamados países emergentes, se han vuelto en contra de sus mentores?... y lógicamente, los "acasos" se suman y las variables se restan... y lo demás en una consecuencia directa del teorema de multidimensionalidad de los equilibrios... y modificas un eje de gravedad sin tener en cuenta las variables que lo afectan, terminarás estrellado... sencillo.
5. FRANCIA al igual que el REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA se ha transformado en economías mentirosas, lavadoras que evitan quiebras a cambio de degradación social... y la degradación evoluciona siempre para peor, en especial cuando el estado ausente es socio y protector de los "tráficos" y de sus "carteles"... El siglo XXI se ha inaugurado con una esclavitud muchísimo mayor y más expansiva que aquella apreciado durante el Siglo XVII... acaso, ¿no se dan cuenta que la degradación social afecta a toda la sociedad humana, sin atenuantes?...
Sí, FRANCIA está quebrada y nada distinto cursa en el resto de una EUROPA consumida por el medievalismo mediocre de un modelo eclesiástico consumido por la pobreza mental de sus mentores inquisidores, a quienes no se les cae una idea que no sea destruir al prójimo... lamentablemente para occidente, Estados Unidos sigue el mismo camino y por ende aplica semejante criterio, aún cuando los discursos digan exactamente los contrarios... todos los resultados son evidencia indiscutible, aún cuando no se los quiera ver.
6. el mundo humano sustentado sobre la economía de los hidrocarburos es un DISPARATE que ya ha consumido demasiado tiempo... si la humanidad insiste con el MODELO, éste la devorará y allí vendrá el rechinar de dientes de los mesiánicos y de los poderosos devenidos en profetas de fórmulas vacías...
7. La HUMANIDAD se está suicidando... tal vez conscientemente, tal vez inconscientemente... pero la pregunta del millón es: ¿quién asumirá la responsabilidad de semejante delito de lesa humanidad?... ¿o cree el FMI que los ciudadanos del mundo no les facturarán sus destinos frustrados?... cuando los estados ausentes pierden capacidad de lectura de la realidad, las sociedades humanas terminan promoviendo reacciones en cadena similares a la Revolución Francesa... y cuando la primera guillotina corta el aire... no hay nada más que hablar...
8. Todos los estados ausentes del mundo humano (TODOS) están ajenos a las realidades de sus suelos y de sus gentes... y la consecuencia es bien visible, tanto como previsible.
Abril 22, 2012.-
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