Los ciudadanos no sabemos cómo concluirá esta triste historia, no obstante hay algo para destacar: "no es común, tampoco habitual, mucho menos usual, que un Presidente se movilice a un área de desastre"... Menos aún que camine el área o la sobrevuele y se espante (alcanza con mirar a los ojos) de lo que está contemplando. Debería ser un ejercicio propio del poder político. En la práctica no lo es, por lo tanto vale destacar el gesto que le cabe a esta mujer con la que suelo (como ciudadano mortal) no coincidir en nada, aún en la conciencia que nadie puede colocarse los zapatos del otro y mucho menos compartir sus circunstancias. No obstante ello, la iniciativa no suena a demagógica, por el contrario, aparece como un síntoma de "pavura" (al jóven Gobernador ya le han tocado dos calamidades producto de la irracionalidad de obras que no han medido las consecuencias naturales de cambiar las cosas de lugar).
Es de esperar que la gente de Tartagal reciba un apoyo genuino por parte del ESTADO NACIONAL que les permita reconstruir sus vidas y sus realidades cotidianas. Del ESTADO NACIONAL y sus acciones depende que estas personas guarden un mal recuerdo o que se vean sometidos a convivir con él...
También es de esperar que lo que ha acontecido sea un llamado de atención (fuerte) para que las obras públicas o privadas se planifiquen mejor, no obviando las opiniones técnicas, académicas, científicas, ecologistas, que alertan sobre las consecuencias indeseadas sin que nadie los escuche.
Mucho es lo que se dice y nada es lo que se atiende.
Quizás esta realidad que ha tocado la gestión de la Señora Presidente Cristina Fernández sirva para hacer una bisagra de su tiempo político y la motive a acercarse a la gente común dándose la oportunidad de escuchar, entender e interpretar realidades que le son absolutamente ajenas. Ello, además de enriquecerla le abrirá los ojos sobre cómo conducirse con la sufrida sociedad argentina (no política, apolítica y/o mortal) asumiendo un perfil propio, distinto al del anterior Presidente que según su estilo, suele reirse de todo y de todos.
Lamentablemente sólo las situaciones límites generan estas movilizaciones personales... Ojalá que ésta, con todo el dolor que provoca el sufrimiento de las gentes apabulladas por un alud (o cualquier otro desastre), sirva para despertar al PODER POLÍTICO de su letargo acomodado.
ARGENTINA lo necesita y sus ciudadanos mucho más. El dispreciau: que aprecia el gesto de una mujer que dejó de ser Presidente por un rato para ensuciarse con barro y estimar el dolor ajeno. Febrero 2009. PD/: Señora, por favor dése una oportunidad, cambie el rumbo, se lo merece Usted y nos lo merecemos todos sus conciudadanos.
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